Precisamente la historia de su segundo periodo presidencial , iniciado el 11 de marzo de 10014 estuvo marcado por la tensión entre el impulso a las reformas que Chile requería con urgencia, y la oposición cerrada de la Derecha a los cambios indispensables para fortalecer y profundizar la vida democrática en el país y responder a las demandas ciudadanas.
Algunos analistas consideraron que la Cuenta Pública estuvo caracterizado por un sentido histórico y de alguna manera tienen razón. Bachelet es sin duda una figura histórica, siendo la primera mujer presidenta de la República, y reelecta por un segundo periodo, , con un destacado paso como Ministra de Salud y de Defensa y su estatura como funcionaria internacional en un alto rango en Naciones Unidas.
Pero lo realmente trascendente es que sus gobiernos se han caracterizado por su convicción y compromiso con los cambios, la democracia, los derechos humanos , el protagonismo social y su respuesta a los urgentes problemas sociales y económicos demandados por la ciudadanía y la realidad objetiva.
Precisamente sus convicciones transformadores la pusieron en la mira del odio de la Derecha política y empresarial del país y explican el encono reaccionario, la agresiva, virulenta y permanente guerra (sucia) sicológica desatada en su contra por los medios que responden a las orientaciones reaccionarias.
El mensaje presidencial puso el acento en asuntos que aparecen como trascendentales en el escenario político presente y futuro del país, como la mantención y defensa y proyección de las reformas y transformaciones, la profundización y ampliación de la democracia.
Hemos enfrentado- dijo “las consecuencias de la ideología de mercado, que le pone precio a todo y que enfrenta a las personas entre sí”.
“La política chilena vive un momento difícil. Se ha debilitado la confianza entre los ciudadanos, sus representantes y las instituciones, sean ellos del Estado o privados. Esto tiene fundamento: el abusivo entramado entre política y negocios permitió la corrupción, lesionó la fe pública, el buen nombre del servicio público y la actividad empresarial”, agregó.
La presidenta advirtió sobre los riesgos de una involución del proceso apuntando que “nada de lo que hemos logrado está asegurado para siempre. Porque hemos aprendido dolorosamente, que los avances históricos pueden sufrir retrocesos y <afectar las vidas y los anhelos de las personas. Todos hemos conocido en este tiempo las resistencias de algunos a los cambios porque afectan sus intereses particulares. Y si aceptamos volver atrás, la desconfianza y el malestar seguirían siendo una pesada carga para todos”, advirtiendo que “podrán cambiar los gobiernos, pero no puede detenerse una historia impulsada por la fuerza de un país entero”.
Bachelet insistió en apuntar a la oposición derechista a las transformaciones y como el proceso se desarrolló en una dura contraposición política. No ha sido fácil, apuntó, señalando que “hemos debido enfrentar los bloqueos y a veces las limitaciones propias. Pero hemos enfrentado el fatalismo instalado entre nosotros. Ha habido quienes durante largo tiempo dijeron que no se podían cambiar las cosas, porque podíamos desatar tempestades, o porque es mejor hacer más de lo mismo que enfrentar creativamente las incertidumbres del mañana”.
Pero la Mandataria también hizo un llamado- que mas pareció un justificado reproche- a su sector, la Nueva Mayoría, o lo que ahora, tras los conocidos procesos de dispersión interna, prefirió denominar “los demócratas progresistas”, instándolos a la lealtad y a la unidad: “Quiero pedirles especialmente a los demócratas progresistas de Chile, a quienes me acompañan en el Gobierno, unidad en la acción y lealtad a los principios que nos convocan. Lo que ha dado gobernabilidad a nuestra unidad y es lo que debe asegurar la consolidación de nuestras reformas y los avances en el futuro”.
“Estamos construyendo bases nuevas y sólidas para que el mañana supere el presente. No se trata solo de un conjunto de medidas y beneficios que ya en si mismos son un avance enorme. Se trata de cambios que les dan un sentido más profundo a la convivencia democrática, al poder de la ciudadanía y a los caminos del desarrollo económico, poniendo las personas en primer lugar”, enfatizó..
El diagnóstico sobre el escenario político nacional no puede ser más acertado , tanto como su correspondiente llamado: “Hemos puesto en marcha una historia y somos responsables ante el país de llevarla a cabo”.
Se comprende entonces la reacción negativa de la Derecha y del candidato presidencial que aspira a representar sus intereses, Sebastián Piñera, que se limitó a calificar de “autocomplaciente “ el discurso de la Presidenta,, en lo que coincidió la pre candidata del Frente Amplio, Beatriz Sánchez al declarar que la cuenta fue “bien complaciente”.
En tanto el empresariado se pronunció, por boca del presidente de la Confederación de la Producción y del Comercio, (CPF), el ex ministro piñerista, Alfredo Moreno, quien declaró que “Habría sido importante un mensaje más decidido, reafirmando la necesidad de recuperar el crecimiento”, y del presidente de la Sociedad Nacional de Agrucultura, Ricardo Ariztía; quien apuntó que, “hubiéramos esperado un cambio de timón hacia una política de reivindicación del crecimiento y de la inversión”.
Desde el lado “académico” de la Derecha, el ministro de Educación de Piñera- destituido por el Senado- y actual director del empresarial Centro de Estudios Públicos, CEP, Harald Beyer, y bajo el titulo “Una proyección en duda”, estableció en su columna de “El Mercurio”, los contenidos post Mensaje de la propaganda de la Derecha política y empresarial y de su campaña presidencial: “Las reformas de este período crearon nuevas incertidumbres y no certezas. Parecen haber creado nuevas fragilidades en las clases medias en lugar de contenerlas y acotarlas. Los países demandan y requieren cambios, pero también estabilidad. El equilibro entre ambas dimensiones no es fácil”.
En lo que concierne a los sectores definidos en el Mensaje como “demócratas progresistas”, es decir los partidos que apoyan la candidatura de Alejandro Guillier , la Democracia Cristiana y otros, hacen falta más que declaraciones para responder a los desafíos políticos señalados por la presidenta: en primer lugar, unidad y lealtad de coalición que supere los intereses meramente partidistas, compromiso histórico con las reformas, para fortalecerlas y proyectarlas con responsabilidad y sentido de futuro.
Las consecuencias de no aportar a la defensa y proyección de las reformas, por la vía de la unidad de la coalición, y mantener la tentación de los “caminos propios”, las descalificaciones del “otro”, el coqueteo desvergonzado con y sin sentido con los detractores de Derecha o con minorías vociferantes, sería más que un error electoral. Sería un crimen, un delito político, más que una estupidez, que se pagaría con un definitivo rechazo ciudadano.
La presidenta Michelle Bachelet ha ejercido su liderazgo marcando un camino de avance y éxito político, delineando una estrategia política de proyección de la obra de transformación, progreso y justicia, .equidad e igualdad.
“Tomamos la bandera que de mano en mano llegó hasta las nuestras. La bandera de O’higgins, la bandera de Aguirre Cerda, Frei Montalva y Allende. La Bandera de Chile”, concluyó la presidenta Michelle Bachelet este jueves 1 de junio, mirando a su pueblo y a la historia.
Por Marcel Garcés Muñoz
Director de Crónica Digital
Santiago de Chile, 5 de junio 2017
Crónica Digital