Por: Roberto Espinosa Salinas: SOMOS AGENDA ELECTORAL: LA DIVERSIDAD SEXUAL Y LA DEMOCRACIA.

A sólo semanas de las elecciones presidenciales, es necesario interpelar a los y las candidatas a la presidencia respecto al qué harán por la diversidad sexual. Este llamado de atención se hace imprescindible en un Chile que históricamente ha sido conservador, pero que en los últimos años ha dado un giro interesante en concordancia con los derechos de la población LGBTIQ. Es justamente acá donde se instala el debate sobre quiénes son partícipes de la democracia. ¿Podemos hablar de democracia si aún existen ciudadanos de segunda y tercera categoría? Hoy se ha instalado como demanda fundamental de la diversidad sexual el matrimonio igualitario, pero justamente de acá nace la crítica y el cuestionamiento sobre qué relevancia debería tener esta demanda, cuando después de poder casarnos igual nos seguirán humillando, golpeando y matando en las calles y poblaciones.

Es desde estas críticas y cuestionamientos que debemos tomar una posición como izquierda respecto a cuáles son las necesidades reales y urgentes de la diversidad sexual y el qué hacer para cubrirlas; asimismo, comprender las diferencias de género, clase y raza que existen dentro de esta comunidad, porque obviamente no es lo mismo ser Luis Larraín que ser lesbiana en la periferia. Mientras se instala como tema central para la diversidad sexual el legalizar la sortija matrimonial, las colas y tortas somos violentadas desde distintas esferas sociales y políticas, lo que incluso se evidencia en las propias familias.

Es por todo esto que, si queremos construir democracia, es urgente que se forje un país para todos, todas y todes, en donde existan políticas públicas para defender los derechos de quienes componen la sociedad, esto, sin embargo, implica que desde la diversidad ampliemos la mirada y avancemos en temas que pueden resultar igual o más significativos para nuestras vidas que lograr contraer matrimonio. 

  1. Diversidad Sexual y Políticas Públicas

Hoy es menester el construir un conjunto de políticas públicas que vengan a fundar un país inclusivo para y con la diversidad sexual. En ese sentido, claramente no basta con un matrimonio igualitario, si es que no tenemos protección y promoción jurídica, social y cultural.

Es por esto mismo que se debe trabajar en un plan de educación feminista y no sexista, que no vea esto como un aspecto meramente reproductivo y biológico, ya que no se puede invisibilizar la esencia social y política de la misma. Ya no basta con que se hable de los diferentes riesgos que conlleva una sexualidad desinformada y de afectividad heterosexual, sino que es necesario considerar la existencia de una diversidad de formas de relacionarse sexual y afectivamente; asimismo, considerar la identidad y su construcción como elemento esencial a tener en cuenta. No sólo hay hombres y mujeres en nuestra sociedad, sino que una diversidad de identidades trans y no binarias.

Junto con ello, otro aspecto que ha sido relegado a segundo plano es la salud sexual, ya que ésta es pensada siempre desde una perspectiva heterosexual, en donde no se consideran las características propias de las relaciones no reproductivas. Asimismo, es necesario atender la actual crisis de contagios de VIH-SIDA a través de diversos métodos de detección y campañas informativas sobre la misma.

Justamente el VIH-SIDA ha sido un tema que relegado a segundo o tercer plano, sin mediar en ningún tipo de campaña para proteger a los sectores más desprotegidos en esta materia. Hoy se debate sobre la opción de implementar testeos rápidos para la detección del mismo, lo cual nace como demanda de diversas agrupaciones que se hacen cargo de esta esfera de lucha, mientras las agrupaciones que mantienen la hegemonía del movimiento de la Diversidad Sexual y el Ministerio de Salud hacen oídos sordos ante la realidad que se presenta ante sus ojos. También es necesario considerar el aspecto social del VIH-SIDA, ya que las personas que conviven con esto generalmente son segregadas, incluso por el mundo de la diversidad sexual, lo cual responde al orden heteropatriarcal en el cual estamos inmersos e inmersas.

Por otro lado, la Ley Antidiscriminación no ha respondido a las expectativas, porque si bien ésta se plantea como una solución a la segregación en diversos casos, es innegable que no ha tenido los resultados esperados, ya que los casos de discriminación por orientación sexual, identidad de género, nacionalidad, entre otros,siguen siendo pan de cada día.

Tal vez es en función de esto mismo que se hace necesaria una nueva institucionalidad que defienda y promueva los derechos de la diversidad sexual, a través de diversos medios de concientización ciudadana respecto al tema. Si bien ya existen instituciones que podrían hacerse cargo de esta tarea, al no ser el único foco de éstas, nosotres pasamos a ser un tema secundario en donde seguiremos siempre postergadas.

  1. Democracia y Diversidad Sexual

¿Qué sociedad podemos construir si una parte importante de los habitantes y ciudadanos/as no tenemos los mismos derechos? ¿Podemos hablar de democracia en estas condiciones? Estas disyuntivas deben ser centrales para comprender la situación actual de la diversidad sexual, ya que existe una desprotección estatal, social y cultural respecto a nuestros derechos e integridad.

Como dije anteriormente, desde la sociedad y diversas agrupaciones, se ha instalado como demanda fundamental el regular nuestras relaciones afectivas, mientras las tortas, colas, travas y fletas pobres seguimos siendo perseguidas socialmente. Aún recuerdo la muerte de Daniel Zamudio el 2012, pero no podemos callar que año tras años matan a compañeras lesbianas y muchas transgéneros son empujadas a la prostitución. Al final la indiferencia ante esta situación nos vulnera y asesina día a día; tu indiferencia te hace cómplice de esta situación. 

Por esta razón, debemos entender las elecciones presidenciales y parlamentarias desde una visión holística, en donde la diversidad sexual debe tener una postura clara y de rechazo frente a cualquier candidatura que no represente un avance para nuestro sector o que derechamente signifique un retroceso, la despolitización solo nos llevará a marginarnos. Pero ojo, no debemos quedarnos ahí, ya que es menester el comprender esto desde diversas miradas, ya que no podemos abstraernos de las demás demandas sociales, por lo cual, como diversidad sexual, debemos estar luchando codo a codo con una agenda progresista que asegure un bienestar social en su totalidad.

  1. Elecciones presidenciales: la diversidad sexual no es un juego.

Las elecciones presidenciales son el 19 de noviembre y uno de los temas que ha debido abordar cada uno de los y las candidatas es la diversidad sexual. Es por esto mismo que como izquierda debemos interpelarnos sobre qué posición tomamos respecto a esto. ¿Caeremos en la agenda mundial sobre el matrimonio igualitario? ¿Nos desviviremos por una demanda que se puede incluso defender desde el liberalismo moral y económico? Creo que la respuesta a esto debe ser no; pero ojo, no estoy diciendo que no apoyaría un Matrimonio Igualitario, sino que éste no debe comprenderse ni como una demanda central ni mucho menos como el gran triunfo de nuestra comunidad. Es hora de que la izquierda se asuma públicamente como feminista, en donde las demandas de la diversidad sexual deben ser enfocadas en la construcción de una cultura antipatriarcal que va más allá de la legalizar el matrimonio; debemos construir una sociedad que cuestione la normatividad presente en la heterosexualidad obligatoria.

En función de esto mismo es que planteo que no sólo debemos declararnos como feministas, sino que también es necesario llevarlo a la práctica; es necesario comprender esto como una forma de ver y actuar en el mundo. Por lo tanto, les invito a cada uno de los militantes de izquierda a renunciar a sus privilegios heterosexuales. Y no estoy diciendo que sean homosexuales, sino que observen sus privilegios, roles de género e identidades y se cuestionen cada una de sus prácticas.

Esto es una tarea que nos corresponde como izquierda, en donde la derecha no debe ni tiene nada que decir, porque evidentemente ellos representan a la discriminación y segregación de nuestras comunidades. Es por esto que como izquierda debemos tener un posicionamiento único y responsable frente al conservadurismo que representa la derecha; no podemos caer en el eclecticismo pragmático de Luis Larraín, en donde un líder homosexual apoya la candidatura de Sebastián Piñera y Chile Vamos, sector que históricamente se ha mostrado contrario a los derechos de la diversidad sexual, las mujeres y cualquier oprimido u oprimida.

Finalmente, y considerando lo expresado anteriormente, se hace profundamente necesario que no sólo tomemos una posición que demande cosas al poder ejecutivo, sino que seamos capaces de construir una alternativa de izquierda para y con la diversidad sexual, que invite no sólo a votar y exigir, sino también a transformar la realidad; que nos lleve a romper las lógicas de la democracia representativa para pasar a erigir un movimiento que se mueva en función de una democracia participativa.

Por ende, como diversidad sexual no podemos sólo mirarnos el ombligo, porque nuestra precarización no es la única; no podemos ser como el Movilh e Iguales, quienes sólo se enfocan en alcanzar un matrimonio igualitario, pero no consideran la vinculación con otras luchas. Es después de todo esto que le pregunto a estas dos agrupaciones el dónde han estado todo este tiempo, porque las colas no sólo queremos casarnos, también queremos educarnos, una salud digna, terminar con el actual sistema de pensiones y caminar tranquilamente por las calles.

Por: Roberto Espinosa Salinas. Profesor de Historia y Ciencias Sociales.

Santiago de Chile, 3 de noviembre 2017
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