La Democracia Cristiana chilena está viviendo una completa situación interna, con obvios, previsibles e inocultables efectos sobre el escenario político nacional ,en primer lugar para el con junto de fuerzas de la centroizquierda, de su unidad y sus perspectivas de futuro.
La colectividad, que representa una tradición partidista, ideológica y social, con un desarrollo y arraigo en el escenario nacional, desde su surgimiento como consecuencia de una crisis ideológica y política de los sectores clericales, y expresión de una tendencia con principios religiosos católicos , una modernización respecto del conservadurismo de los tradicionales grupos de poder de la sociedad chilena, que da lugar a la Falange Nacional, que se rebela en 1938, contra su tronco del Partido Conservador.
Ese año, la Falange rechaza apoyar al candidato presidencial conservador el ex ministro de Hacienda y banquero de la época, Gustavo Ross, siendo sancionados por los oligarcas conservadores y la Iglesia Católica e inspirados por la prédica reformista del sacerdote jesuita Fernando Vives Solar, varias veces “desterrado” de Chile por la jerarquía de la iglesia Catolica. Adoptan como inspiración programática. la Doctrina Social de la Iglesia, y la Encíclica Rerum Novarum.
Los fundadores son jóvenes de poco más de 20 años: Eduardo Frei Montalva, Bernardo Leighton, Ignacio Palma y Radomiro Tomic, quien mas tarde resumiría su práctica política a la frase histórica de que cuando se entra en alianza con la Derecha, es la Derecha la que gana.
Así, como recordara en estos días la senadora Yasna Provoste, primera mayoría electoral nacional cuando la democracia cristiana sufrió una de las duras derrotas electorales a nivel nacional (diciembre de 2017), los orígenes doctrinarios de la DC se encuentra en los principios de la justicia social, el social cristianismo, la defensa de los derechos humanos, el progresismo y la unidad del pueblo, así como su rechazo al integrismo, el fundamentalismo y la restauración conservadora.
Cuando grupos de saboteadores (topos) enquistados en la DC- algunos ya han renunciado a sus orígenes y otros `persisten en su labor de zapa y sabotaje, buscan la división de la DC, y subordinarse a la Derecha económica y social, Provoste insta ratificar los principios fundacionales, restablecer una estrategia de unidad de los sectores democráticos y progresistas y fortalecer “el proyecto colectivo de centroizquierda”, que busque la unidad del sector, para una defensa de las reformas progresistas logradas, en la perspectiva de restablecer un gobierno de centroizquierda, democrático, que devuelva el protagonismo y la participación a los ciudadanos y supere históricamente a la barbarie fascista instalada por la derecha política y económica. En 1973
Yasna Provoste constata que la estrategia del “camino propio” esgrimido por quienes llevaron al PDC a una encrucijada de aislamiento lleno de altanería sectaria condujo a la colectividad a una debacle política y fraccionamiento interno y a un distanciamiento de su electorado y base social.
Al mismo tiempo apunta que ve como perspectiva y camino de recuperación del rol político de la DC en un “proyecto político de centroizqueirda”, que vaya mas allá de un acuerdo administrativo por la composición de mesas y comisiones al interior del Congreso Nacional- que les corresponde por derecho de su condición de mayoría, sino que se proyecte a la acción política y acuerdos en la escena nacional, en pos de “un proyecto de mayorías”.
Se trata de una posición que refleja un sentimiento del “pueblo democratacristiano” que necesita un rumbo esperanzador ante su innegable crisis.
Otros, que han renunciado a su militancia o se declaran en proceso de “reflexión”, desde hace meses, no ocultan sus afanes de fraccionamiento de la tienda histórica, y aduciendo diversos pretextos condujeron a la derrota en las elecciones presidenciales y parlamentarias pasadas, precipitaron el cisma interno en la DC, y complotaron con la pretensión de llevar a la colectividad a subordinarse a la Derecha piñerista.
La Derecha los tienta impúdicamente con sus cantos de sirena y desde “El Mercurio” se suceden los articulistas y editorialistas que persisten en sus ataques de demolición contra la DC, convirtiendo en “líderes” o “histórico dirigente” (Gutemberg Martínez, por ejemplo), a quienes atacan su integridad desde los llamados “progresistas con progreso”, o que amenazan con “renuncias colectivas” o chantajean con sus periodos de “reflexión conjunta” destinados a su labor de fraccionamiento.
Los partidos que conformaron la Nueva Mayoría, el Frente Amplio y sus diversas sensibilidades, el mundo social, deben acompañar el momento y desarrollo de la crisis de la DC, manteniendo una actitud de respeto por su proceso, apoyando a los sectores que buscan recomponer los vínculos con el mundo progresista y expresando su vocación de unidad y fraternidad.
El proceso puede además entregar enseñanzas practicas de cultivo de la amistad cívica, del desarrollo real del cultivo social y político de la unidad de propósitos y de un compromiso patriótico, con respeto a la diversidad de concepciones ideológicas en el marco de una práctica política democrática, progresista y la unidad , la comprensión de las diferencias en un marco común de demandas, objetivos y practicas unitarias.
La construcción de la unidad del sector democrático progresista es un paso indispensable para la construcción de una perspectiva de progreso, de consolidación y profundización de la democracia y el objetivo central para frustrar el mesiánico plan de mantenerse por lo menos ocho años en el poder de la derecha pinochetista y neoliberal.
Conformar mayorías ciudadanas es hoy un objetivo estratégico, una enseñanza de la historia pasada y presente, un compromiso democrático insoslayable, para enfrentar los desafíos que la sociedad y la historia imponga: demandas, consignas, luchas, reivindicaciones, movilizaciones y acciones políticas.-.
Por Marcel Garcés Muñoz
Periodista
Director de Crónica Digital
Santiago de Chile. 24 de marzo 2018
Crónica Digital