Después de la próxima semana, la realidad de la Iglesia católica en Chile cambiará sustancialmente, a juzgar por los adelantos del Vaticano sobre una reunión con los obispos.
Dos de las cabezas más visibles que generaron un ambiente de desprestigio de los líderes eclesiásticos en Chile, el obispo Juan Barros y el cardenal Francisco Javier Errázuriz, viajaron a Roma para el encuentro con el papa Francisco.
Errázuriz, arzobispo emérito de Santiago, tuvo que cambiar de opinión y trasladarse a la capital italiana tras recibir una llamada directa de su santidad.
De 84 años, es acusado por testigos de ocultar evidencias sobre el caso Karadima.
Precisamente Barros, obispo de la sureña ciudad de Osorno, fue el detonante que obligó a reaccionar al papa, que lo defendió durante su visita a Chile en enero, pero luego debió retractarse y pedir perdón.
Barros es sindicado por encubrir los actos de pedofilia del defenestrado cura Fernando Karadima. Se cree que el obispo de Roma le pedirá su renuncia, aunque se desconoce qué tipo de castigo más severo aplicará el papa.
En un concierto de tensiones, denuncias enardecidas y nuevos brotes de escándalos acerca de ministros católicos en Chile involucrados en abusos sexuales, el pulso de la autoridad de Francisco se hizo notorio en las últimas semanas en especial.
Este sábado, por ejemplo, un comunicado del Vaticano dejó en claro las intenciones del santo padre. Los obispos de Chile recibirán una severa reprimenda por el papel en cubrir el abuso sexual cometido por sus sacerdotes y por sus graves omisiones en el cuidado de las víctimas.
La nota subraya que Jorge Begoglio quiere discernir en torno a las responsabilidades y trazar los cambios en la iglesia chilena para evitar que estas heridas desgarradoras se repitan.
No habrá declaraciones ni comunicados al término de las reuniones, indicó el Vaticano, pero todo apunta a una purga ejemplar a tenor de los comentarios más humildes y autocríticos de algunos personajes de la Iglesia católica en Chile.
El malestar del sumo pontífice va incluso más allá de la carta y las notas emitidas sobre el asunto. Invitó a tres testigos claves en las denuncias contra Karadima y Barros, y les dio alojamiento en su residencia.
Sin embargo, los obispos convocados debieron pagar de forma individual su viaje a Roma y se hospedarán en una residencia para sacerdotes y turistas cerca del Vaticano. Según medios chilenos, estos detalles enfurecieron al cardenal Errázuriz.
«A pocos días de reunirnos con él, reiteramos nuestra unión con el papa Francisco en el dolor y vergüenza expresados frente a los delitos cometidos en contra de menores y adultos en ambientes eclesiales», señaló un comunicado de la Conferencia Episcopal.
Por Fausto Triana
Santiago de Chile, 13 de mayo 2018
Crónica Digital /PL