Todos los obispos de Chile pusieron a disposición del papa Francisco sus respectivos cargos, pero el asunto de los abusos sexuales tiene muchas aristas y se mantiene hoy como tema de actualidad.
Las primeras repercusiones de los tres días de reuniones esta semana de Su Santidad con los jerarcas de la Iglesia Católica son de satisfacción y expectativa, en particular de víctimas de actos de pederastia y abusos en Chile.
Representantes de personas que sufrieron desmanes de ministros de la iglesia en la congregación Hermanos Maristas valoraron el pronunciamiento, aunque algunos exigieron que «se haga una total transformación» de la Conferencia Episcopal.
Por su parte, Juan Carlos Cruz, periodista residente en Estados Unidos y quien estuvo en Roma invitado por Francisco, dijo que los obispos chilenos nunca prestaron atención debida a las denuncias de abusos sexuales de sacerdotes.
«Los que más han hecho daño y los que más nos han hecho sufrir y fregarnos la vida han sido ellos (los obispos)», opinó Cruz, quien junto a James Hamilton y José Andrés Murillo estuvo en el Vaticano hace 10 días.
En un mea culpa no muy bien recibido por la comunidad de personas directamente afectadas, el arzobispo de Santiago, el cardenal italiano Ricardo Ezzati, aseguró a la prensa que no sabía de la destrucción de documentos eclesiales.
Se refería así a la denuncia de Francisco subrayada en el documento que trascendió en los medios y que el papa les entregó el martes en la capital italiana.
«Con su cercanía y claridad (de Jorge Bergoglio), nos ha hablado y nos ha invitado a discernir sobre los acontecimientos que la Iglesia de Chile ha vivido a lo largo de los últimos 45 a 50 años», apuntó Ezzati.
Reconoció asimismo que los abusos cometidos son un tema que «nos aflige y avergüenza, que lamentablemente tiene como protagonistas a algunos ministros de la Iglesia en el ámbito del abuso de poder, de conciencia y en el abuso sexual».
En cualquier caso, la herida abierta se antoja ahora más profunda de lo que incluso las víctimas más visibles calcularon.
El diario La Tercera tituló hoy, en un exhaustivo análisis del problema, «La Iglesia católica de Chile en shock» y comentó que la semana fue compleja.
«El papa criticaba. Los obispos escuchaban. Y el mundo miraba inquisidor», anotó el cotidiano.
En otra revelación sin precedentes, un sacerdote de Rancagua, en el centro de Chile, admitió haber tenido conductas sexuales impropias al enviar a una mujer de su parroquia fotografías en las que aparecía desnudo.
La denuncia corrió a cargo de Elisa Fernández, una feligresa de la parroquia de la localidad de Paredones, quien denunció al cura Luis Rubio por remitirle fotografías sin ropa a través de las redes sociales en septiembre.
Todos estos hechos explotaron a raíz de la visita en enero a Chile del papa Francisco, quien en un principio defendió al obispo Juan Barros, acusado de encubrir los abusos del ahora defenestrado párroco Fernando Karadima y hasta haberlos contemplado.
La reacción de los chilenos tuvo tal alcance, que el pontífice cambió de criterio y envió al país austral al obispo de Malta, monseñor Charles Scicluna, fiscal del Vaticano con vasta experiencia en estos dominios.
Scicluna, acompañado por el sacerdote español Jordi Bertumeo, elaboró un minucioso informe que a todas luces escandalizó a la máxima autoridad del Vaticano.
Por Fausto Triana
Santiago de Chile, 21 de mayo 2018
Crónica Digital /PL