La capacidad operativa mostrada por el Frente Patriótico Manuel Rodríguez [FPMR] en el intento de tiranicidio, llevado a cabo el 8 de septiembre de 1986, preocupó seriamente a los aparatos represivos de la Dictadura. Conocedores de que la plana mayor del FPMR se reuniría a comienzos de junio de 1987, en Santiago, los agentes de la Tiranía vieron en ese evento la posibilidad de exterminar a sus principales dirigentes.
IDENTIFICACIÓN DE FRENTISTAS
Datos acumulados, gracias a las torturas y a la labor de algunos infiltrados, la CNI [Central Nacional de Informaciones] logró identificar a algunos de ellos. A comienzos de 1987, iniciaron una tenaz labor de seguimientos y de colocar puntos fijos sobre dirigentes del FPMR. Así preparaban los esbirros de Pinochet lo que llamaron Operación Albania, masacre que perpetrarían el 15 y 16 de junio de ese año.
Uno de los logros más importantes de los servicios represivos fue la identificación de José Joaquín Valenzuela Levi, quien había comandado el ‘intento de tiranicidio con el nombre ‘Ernesto’. En los registros de la CNI aparecía como ‘Rapa Nui’, pues fue visto por primera vez saliendo de una vivienda en una calle con ese nombre.
EL ASESINATO DE IGNACIO VALENZUELA
Por su parte, Ignacio Recaredo Valenzuela era conocido como ‘Chaqueta de cuero’, por la vestimenta que usaba al momento de su primera detección.
Ignacio Recaredo Valenzuela Pohorecky era seguido desde marzo de 1987. Destacado ingeniero y académico en la vida pública; en la privada, era uno de los seis más altos oficiales del Frente. De gran valentía, había participado en el asalto a una armería y se había enfrentado a funcionarios de seguridad en varias ocasiones.
Ignacio Recaredo Valenzuela
El 15 de junio de 1987, desde las 6 de la mañana, agentes de la CNI lo esperaban afuera de su domicilio, en la Remodelación San Borja. Abandonó su casa. Fue seguido durante horas. Alrededor del mediodía, agentes le dispararon en la Calle Alhué, en Las Condes, desde un furgón, a unos 25 metros de distancia. Recibió tres impactos, uno de ellos en el tórax, que le resultó mortal; otro en el glúteo y el tercero en el pie. Además, un árbol tras el cual se refugió registró cuatro impactos y la casa por donde él iba pasando también evidenció balazos. Valenzuela estaba a escasos 30 metros de la casa de su madre, cuando fue interceptado.
La CNI informó que Valenzuela portaba una pistola y una granada. Pero, testigos presenciales afirmaron que no iba armado y que sólo atinó a darse vuelta, por lo cual le dispararon en un glúteo y en un pie. Los testigos señalaron que, minutos antes de los hechos, fueron advertidos de que iban a producirse disparos y que debían alejarse del lugar.
Ignacio Recaredo Valenzuela fue asesinado fríamente por los verdugos de la Dictadura.
EL ASESINATO DE PATRICIO ACOSTA
Ese mismo 15 de junio de 1987, seis horas más tarde, otro numeroso grupo de agentes estaba apostado en Calle Varas Mena, en San Joaquín. Acechaban a Patricio Acosta Castro, un importante oficial del FPMR. Desde hacía una semana, los agentes se desplazaban en automóviles.
Patricio Acosta Castro
Esa tarde, Patricio Acosta salió de su casa cerca de las 18 horas. Era estrechamente vigilado. Se dirigió hacia Santa Rosa. A llegar a esa avenida, se devolvió hacia su casa. Le salieron al paso unos agentes, encabezados por el capitán Zúñiga, quien le disparó, de improviso, a unos siete metros de distancia. Patricio Acosta cayó al suelo.
Según declaraciones de testigos, la víctima cayó arrodillada. Entonces lo rodearon alrededor de ocho sujetos, entre ellos Zúñiga. Ya reducido, en vez de ser llevado a un centro asistencial, Acosta fue acribillado. El propio Zúñiga le disparó en la cabeza, mientras otro lo remató con una ráfaga de metralleta. Una vez muerto, un agente de la CNI le puso en sus manos un revólver y un gorro pasamontañas. En esa posición lo filmaron y le sacaron varias fotografías.
EL ENFRENTAMIENTO DE CALLE VARAS MENA
Esa misma noche del 15 de junio de1987, agentes de la policía civil llegaron hasta el inmueble de Calle Varas Mena 417. Era una de las casas que la CNI decidió allanar, a las 23 horas de esa noche. Allí, se produjo el primer y único enfrentamiento real.
La vivienda de Varas Mena 417 era utilizada como casa de seguridad y centro de instrucción del FPMR. Allí se encontraba cerca de una docena de combatientes del Frente. Hacía las veces de dueña de casa Cecilia Valdés, que estaba acompañada de su hijo, de dos años. La supuesta pareja de Cecilia era el oficial del Frente Juan Waldemar Henríquez. Los que estaba en la casa ya sabían de la muerte de Ignacio Recaredo Valenzuela y, también, la de Patricio Acosta, a pocas cuadras del lugar.
Cerca de la medianoche la casa fue asaltada por los agentes. Se produjo un intenso tiroteo entre las fuerzas de seguridad y dos frentistas que cubrieron la retirada de sus compañeros desde el interior: Juan Waldemar Henríquez y Wilson Henríquez Gallegos.
Una decena de rodriguistas lograron escapar en medio de la balacera. Desde los techos de la casa, los dos frentistas encargados de la defensa del grupo, respondían el ataque policial con sus armas. En un momento, la techumbre cedió y Juan Waldemar Henríquez, ingeniero de 28 años, cayó herido al interior de una vivienda vecina. Ingresaron los policías al inmueble. Juan Waldemar estaba tendido en el piso, sin ofrecer resistencia. Fue rematado por ráfagas de disparos en el mismo lugar. Algunos testigos señalaron que Henríquez se había rendido y que estaba con los brazos en alto cuando fue ultimado.
Juan Waldemar Henríquez – Wilson Henríquez Gallegos
Por su parte, Wilson Henríquez, fue rodeado por los agentes en el patio de otra casa, donde se había refugiado. En breves momentos fue apresado, golpeado, y luego fusilado. Su cuerpo, según el protocolo de autopsia, tenía 21 orificios de bala.
Entre los que escaparon por los techos de las casas vecinas, para luego ser capturados, se encontraban Cecilia Valdés, Santiago Montenegro y Héctor Figueroa. Este último era intensamente buscado por su participación en el intento de tiranicidio, en 1986.
EL ASESINATO DE JULIO GUERRA OLIVARES
Casi simultáneamente a los sucesos de Varas Mena, otro centenar de agentes y policías, rodeó el departamento 213, del block 33 de la Villa Olímpica, en Ñuñoa. Allí Julio Guerra Olivares, conocido al interior del Frente como ‘Guido’, arrendaba una pieza a Sonia Hinojosa. Estaba clandestino desde su participación como fusilero en el intento de tiranicidio contra Pinochet, en septiembre de 1986.
Julio Guerra Olivares
Alrededor de la medianoche, el agente de la CNI Iván Cifuentes forzó la puerta del departamento y lanzó a su interior una bomba lacrimógena. Mientras esperaban a que Guerra saliera, llegó otro equipo de seguridad.
Entonces el agente Fernando Burgos, portando una máscara antigás, llegó hasta el baño del segundo piso. Allí encontró a Julio Guerra, a quien abatió de cuatro balazos. Posteriormente, el cuerpo fue rematado por otro agente y lo dejaron en el borde de una escalera.
La autopsia de Julio Guerra demostró que tenía disparos a corta distancia, siempre de arriba hacia abajo y de atrás hacia adelante. Dos de ellos en los ojos. Además, se comprobó que el frentista no estaba armado.
ASESINATOS EN CALLE PEDRO DONOSO
El último capítulo de la llamada Operación Albania, por la Dictadura, se escribió en un abandonado inmueble de la Calle Pedro Donoso 582, en la Comuna de Recoleta.
Hasta allí fueron llevados siete frentistas, detenidos en las horas previas y que estaban en los cuarteles de la CNI.
Ellos eran José Joaquín Valenzuela Levi, el comandante ‘Ernesto’, Esther Cabrera Hinojoza, Ricardo Rivera Silva, Ricardo Silva Soto, Manuel Valencia Calderón, Elizabeth Escobar Mondaca y Patricia Quiroz Nilo.
Esther Cabrera Hinojoza – Ricardo Rivera Silva – Manuel Valencia Calderón
La orden, dada por el general Salas Wenzel, fue eliminarlos.
El mayor Álvaro Corbalán le ordenó al agente Iván Quiroz que eligiera a cinco oficiales para que se hicieran responsables de juntar a su gente para llevar a cabo la eliminación de los siete detenidos.
La madrugada del 16 de junio de 1987, los detenidos fueron trasladados en caravana a la casa deshabitada de calle Pedro Donoso 582.
Según versiones de vecinos de esa vivienda, las personas que esa noche llegaron detenidas estaban descalzas, con los brazos atados atrás de la espalda, amarrados y con la vista vendada.
Según la CNI, esa noche había cerca de un centenar de agentes, carabineros y detectives dentro y fuera de la casa. La orden para que los efectivos asignados a cada víctima percutaran sus armas se dio lanzando un ladrillo en el techo, mientras el resto de los agentes disparó al aire y gritó para dar a los vecinos la idea de un enfrentamiento. Alrededor de las 5.30, los siete frentistas fueron acribillados. Después, entró en acción el capitán Francisco Zúñiga, quien procedió a rematar a cada una de las víctimas.
En el primer dormitorio quedaron los cuerpos de Ricardo Rivera Silva, con cinco impactos recibidos a mediana distancia, y de José Joaquín Valenzuela Levi, con 16, efectuados a corta distancia.
Elizabeth Escobar Mondaca – Patricia Quiroz Nilo – Ricardo Silva Soto
En el primer pasillo fue muerto Manuel Valencia Calderón, con 14 disparos hechos desde unos tres metros, en ráfaga. Del informe balístico y de la autopsia se concluye que fue colocado al final de este pasillo, donde había una puerta abierta, y fusilado.
El cuerpo de Ester Cabrera Hinojosa, con cinco impactos de bala, fue encontrado en el interior de la cocina. En ese lugar, no hay huellas de disparos. Del análisis de los peritajes se concluye que la víctima fue fusilada en un pasillo lateral y que, posteriormente, su cuerpo fue dejado en la cocina.
El cuerpo de Ricardo Silva Soto presentaba 10 impactos de bala. De acuerdo con los informes periciales, fue baleado dentro del segundo dormitorio y rematado en el suelo, según revelan varios impactos en el piso de la pieza. Un detalle significativo de que no hubo enfrentamientos es el hecho de que Ricardo Silva presentaba heridas de bala en las palmas de sus dos manos, en un intento instintivo de protegerse, desde el suelo, de las balas con que finalmente lo mataron.
Muy cerca del cuerpo de Ricardo Silva fue encontrado el de Elizabeth Escobar Mondaca, con 13 impactos de bala, 10 de los cuales fueron efectuados a muy corta distancia, según la autopsia. La joven, igual que Ricardo Silva, fue baleada primero dentro del segundo dormitorio y, posteriormente, rematada a menos de un metro de distancia, con varias ráfagas, contra un muro de una habitación deshabitada. El cuerpo de Patricia Quiroz Nilo apareció al fondo del extenso pasillo interior de la casa de Pedro Donoso y presentaba 11 impactos de bala.
Un policía que estuvo en todos los lugares donde murieron las personas en la Operación Albania, declaró en el proceso que todos los sitios del suceso estaban profundamente alterados y que al llegar a ellos los impactos de bala en los muros habían sido removidos. También declaró que «todas las armas de las víctimas estaban colocadas en la mano izquierda».
EL PROCESO Nº 39. 122-87
Estos hechos fueron investigados en el proceso judicial rol Nº 39.122-87.
El 28 de enero de 2005, el ministro en visita Hugo Dolmestch condenó en primera instancia a cadena perpetua al ex director de la CNI Hugo Salas Wenzel, por los asesinatos cometidos en el marco de la llamada Operación Albania. Asimismo, sentenció a quince años de prisión al ex jefe operativo de ese disuelto organismo, Álvaro Corbalán, y a diez años al ex oficial de Carabineros Iván Quiroz, quien fue pieza clave de esta operación. Este último permaneció prófugo de la Justicia desde el momento de conocerse el fallo de última instancia, en septiembre de 2007, siendo apresado por la policía el día 23 de enero de 2008 en Concepción, e ingresado al día siguiente en la Cárcel de Punta de Peuco.
En el fallo dictado por el ministro en visita se señaló que Salas Wenzel fue condenado a la pena de presidio perpetuo como coautor de los delitos de homicidio simple de los doce frentistas asesinados en junio de 1987.
NO AL OLVIDO
La dictadura fascista fue un régimen en que, junto a los militares, estuvieron muchos civiles. Ocuparon cargos decisivos en el Gobierno: ministros, asesores, etc. No pocos de ellos están ahora en el gobierno de Piñera y en el Parlamento. Han pasado piola. Jamás han enfrentado un juicio. Se visten con ropaje democráticos. Son de la UDI y no sólo de ahí.
Ellos, con todo cinismo, se atreven a hablar contra los comunistas, contra la ejemplar democracia venezolana, contra la Cuba heroica, se lanzan contra los exonerados políticos y todas las víctimas de la Dictadura.
No podemos olvidar crímenes tan terribles como los perpetrados en junio de 1987, ni a los asesinos y sus cómplices.
Recordemos a los doce héroes masacrados por luchar contra la tiranía y por la democracia.
Y, en su homenaje, continuemos sin claudicar la lucha de clases, castiguemos a la derecha que tiene una historia manchada con sangre patriota.
Por Iván Ljubetic Vargas, historiador del Centro de Extensión e Investigación Luis Emilio Recabarren, CEILER
Santiago de Chile, 17 de junio 2018
Crónica Digital
Sólo los cobardes , como los «uniformados chilenos» son capaces de tanta crueldad ante personas rendidas ó sin armas ; no son un ejemplo para la chilenidad.