Para llegar a esa tesis, los expertos utilizaron observaciones satelitales y modelos climáticos para simular cómo los efectos del aumento de los gases de efecto invernadero de la quema de combustibles fósiles han contribuido a su formación en los últimos 150 años.
Ese proceso libera dióxido de carbono, metano y vapor de agua en la atmósfera, todos los cuales son gases de efecto invernadero, explicaron.
Las noctilucentes son las más altas, y se forman aproximadamente a 80 kilómetros sobre la superficie de la Tierra cuando el vapor de agua se congela alrededor de las partículas de polvo de los meteoros entrantes.
Al decir del autor principal del estudio, Franz-Josef Lübken, del Instituto Leibniz de Física Atmosférica en Kühlungsborn, Alemania, especulamos que esas nubes siempre han estado allí, pero la oportunidad de ver una era muy, muy pobre, en tiempos históricos.
Los resultados sugieren que su presencia es una señal de que el cambio climático causado por los humanos está afectando a la atmósfera media, apuntaron los investigadores.
Si las nubes noctilucentes más gruesas y más visibles podrían influir en el clima de la Tierra por sí mismas será el tema de futuras investigaciones, adelantó Lübken.
Berlín, 3 julio 2018
Crónica Digital /PL