Monjas que renunciaron a sus votos dentro de la congregación Hermanas del Buen Samaritano, en el Maule, centro de Chile, se sumaron a denuncias contra la Iglesia católica por trasgresiones sexuales y de poder.
En un reportaje de la cadena 24 horas de TVN, correspondiente al programa Informe Especial, detallaron también abusos de monjas superioras de tipo sexual, además de que las castigaban cuando exponían sus casos con los párrocos.
Además, las religiosas apuntaron que igualmente fueron víctimas de abusos laborales en el convento situado en el municipio de Molina, en la región del Maule.
Manoseos, abrazos y besos constantes por parte de los curas y trasgresiones de las superioras las llevaron a penitencias y luego la expulsión de la congregación.
Eliana Macías, una de las afectadas, dijo que presenció y sufrió en carne propia los manoseos y un día vio a un sacerdote entrar a las habitaciones de las monjas «para realizar actos impropios o para verlas sin ropa».
Macías aseguró que ese cura decía que nunca había visto una mujer desnuda, que por eso lo hacía. «También iba al patio y se desnudaba. Lo sabía la madre superiora. A mí me daba asco, repugnancia», recalcó.
Otros testimonios apuntaron en la misma dirección y coincidieron en subrayar que ante los desmanes de los presbíteros, «las chicas jóvenes se fueron del convento por lo mismo, porque habían curas que las manoseaban».
Consuelo Gómez, la exnovicia que hizo las primeras denuncias de las monjas chilenas en mayo, expuso su caso.
«Yo fui abusada sexualmente por una monja en España, que también era chilena y superior a mí, varias y repetidas veces. Y todos sabían y me hicieron callar», precisó.
Ayer se supo que la justicia de Chile dio nuevos pasos para profundizar en las pesquisas sobre abusos sexuales de ministros de la Iglesia católica, al convocar a indagatorias a jerarcas del clero.
El Arzobispado de Santiago, Ricardo Ezzati, fue citado por la Fiscalía Regional de Rancagua para declarar, «por la eventual responsabilidad que le podría caber en el delito de encubrimiento».
Chile ha estado envuelto en una cadena de escándalos sobre el tema, que tuvo su mayor espiral cuando el papa Francisco se informó mejor tras su visita aquí en enero y ordenó una profunda investigación.
En manos del santo padre están las renuncias de todos los obispos de la nación austral, algunas ya aceptadas. Pero lo más relevante es que las pesquisas adelantadas por el fiscal del Vaticano, Charles Scicluna, abrieron la Caja de Pandora.
Ahora la situación es más tensa aún para el clero, con la intervención de la justicia civil.
Santiago de Chile, 25 de julio 2018
Crónica Digital /PL