Los diputados y diputadas del PPD declaran lo siguiente:
Las palabras del nuevo Ministro de las Culturas y de las Artes, Mauricio Rojas, sobre el Museo de la Memoria, representan un verdadero atentado contra quienes vivieron en carne propia las atrocidades ocurridas durante la Dictadura.
Sus dichos no sólo reabren las heridas de las víctimas y sus familiares que aún luchan por tener justicia, sino que además son una ofensa a la memoria histórica y al alma de nuestro país.
Creemos que una persona que utiliza el negacionismo de manera tan irresponsable como ésta, y relativiza las atrocidades ocurridas en el período más oscuro de Chile, no merece ser ministro de Estado.
Es por eso que le solicitamos con fuerza al Presidente Sebastián Piñera que le pida la renuncia a Mauricio Rojas, como una señal potente y concreta que el respeto hacia los derechos humanos es algo que no se puede transar ni tomar a la ligera.
Defendemos la importante labor que ha desempeñado el Museo de la Memoria durante todos estos años, y esperamos que el Ministerio de las Culturas no siga en manos de alguien que aún no entiende que un país sin memoria está condenado a repetir su historia.
Santiago de Chile, 13 de agosto 2018
Crónica Digital
Lun Ago 13 , 2018
La máxima jerarquía de la Iglesia Católica chilena se remece en la que es sin duda la más grave crisis de su historia. Los casos de corrupción moral, de complicidad y encubrimiento de abusos sexuales han traspasado las sacristías locales y el propio Vaticano ha tenido que hacerse cargo del escándalo y obligado a los hasta ahora herméticas muros de conventos y de la defensa corporativa de la institución a abrir las cortinas, someterse al escrutinio público de los feligreses y de la sociedad y poner a disposición de la justicia chilena a los abusadores. Es mucho más que una crisis institucional, sino que moral y social. Hoy es imposible ocultar los hechos, refugiarse en una cómoda misión divina, o imponer sanciones ficticias como traslado a otras parroquias, a otros países o cómodos conventos en otras latitudes, que les sirven a los depredadores de cómodos refugios o supuestos lugares de “penitencia y oración”. Hasta ahora la llamada justicia canónica no se preocupaba de las víctimas. Y los entes eclesiásticos se parapetaban en la sujeción, pertenencia o jurisdicción de otro Estado, y por lo tanto a otros cánones judiciales, para impedir la acción de la justicia de los correspondientes países. Pero las cosas cambiaron abruptamente, tras la visita del Papa Francisco a Chile en enero pasado, que lo desinformaron y le hicieron caer en la celada que le tendieron los obispos locales que le hicieron tomar partido a favor del ahora ex obispo de Osorno, Juan Barros, ex Vicario General Castrense y encubridor del prototipo de abusador sexual de menores, Fernando Karadima, este último condenado por la Congregación para la Doctrina de la Fe, del Vaticano, a retirarse, ”a una vida de oración y penitencia”. Aún así en medio de vacilaciones, declaraciones alambicadas, francas reticencias a reconocer los hechos, argumentaciones para disfrazar las cosas, camuflar o tender cortinas de humo, la jerarquía vio desmoronarse eso que más bien parecía una estrategia para eludir el reconocimiento de la crisis y de la necesidad de una condena clara y contundente a los abusos. Hoy los hechos parecen precipitarse. El Cardenal Ricardo Ezzati ha perdido su rostro interpérrito tras haber tenido que resignarse a la presión del propio presidente chileno, Sebastián Piñera que demandó a través de la prensa que no oficiara el llamado Te Deum (Acción de Gracias), tradicional celebración religiosa por la Patria, en el Día de la Independencia Nacional, el 18 de septiembre, y donde el Cardenal, cabeza de la Iglesia católica chilena, opina por lo común de la situación política, social y económica del país. También renunció al cargo de Gran Canciller de la Pontificia Universidad Católica de Chile, con lo que se hace más evidente la actitud del Vaticano en lo que ya se puede denominar “caso Ezzati”. La conferencia de julio del episcopado en Punta de Tralca, reconoció el grave escenario que sigue abriéndose para la jerarquía eclesiástica chilena, tras el escándalo de los abusos sexuales de sacerdotes, y el encubrimiento de tales hechos por las más […]