La supremacía del dólar como divisa internacional de reserva es cuestionada hoy por varios países del mundo que comienzan a apostar por sus propias monedas o por otras como el yuan para su intercambio comercial.
Una mayor hostilidad de Estados Unidos, caracterizada por la entrada en vigor de sanciones económicas contra Rusia, Irán, Venezuela y Turquía; y la implementación de gravámenes arancelarios a un intercambio antes signado por el libre comercio, conducen a varias naciones a repensar sobre su dependencia de los billetes verdes.
Hace pocas horas, el presidente de la Cámara de Comercio Irán-Iraq, Yahya Ale Eshaq, anunció que para las transacciones entre estos países se prescindirá del dólar como una manera de burlar las sanciones con las que la administración de Donald Trump podría castigar a quienes comercien con Teherán.
En cambio, se utilizará el dinar iraquí, el rial iraní o el euro para salvaguardar un mercadeo que significa ocho mil millones de dólares al año, según refirió el funcionario.
También como escudo contra el dólar, fabricantes de automóviles rusos optaron en horas recientes por la utilización de las monedas locales en su intercambio con Turquía.
De acuerdo con las declaraciones realizadas a Spuntnik por el ministro ruso de Industria y Comercio, Denis Maturov, si bien no se puede afirmar que ello entrañe una práctica generalizada, «varios fabricantes» se están preparando para desterrar al dólar de su comercio con el exterior, según refirió.
En las últimas semanas, esta es otra de las manifestaciones de Moscú con el objetivo de disminuir la dependencia del dólar para las transacciones comerciales.
Ante la Cámara Baja del Parlamento ruso, en mayo pasado, el presidente Vladimir Putin estimó de «frágil» al monopolio de la divisa estadounidense.
«Es peligroso para muchos. Nuestras reservas de oro y divisas se diversifican, y continuaremos haciéndolo aún más», subrayó Maturov.
Durante el mes pasado, el presidente del Comité para Mercados Financieros de la Cámara Baja del Parlamento ruso, Anatoli Aksákov, consideró que el empleo extendido del dólar no podría sino favorecer «la creación de una nueva unidad monetaria global como herramienta de presión».
Aksákov sostuvo que Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, que componen el grupo Brics, negocian la posibilidad de crear una nueva moneda para los pagos entre sí.
«El proceso de presentar una unidad monetaria mundial alternativa puede completarse en cinco años. Eso depende de Washington. Si Estados Unidos impone más presión sobre el uso del dólar, es probable que otros países se resistan a realizar los pagos en dólares», alertó.
Turquía, por su parte, que vivió en fechas recientes una estrepitosa caída de su moneda frente al dólar en más de un 40 por ciento y arrastró consigo la cotización de un sinnúmero de materias primas, también defiende la creación de una estrategia que limite la hegemonía de la divisa norteamericana.
El mandatario turco, Recep Tayyip Erdogan, declaró que el dólar es la representación del «mayor problema», puesto que a través de su empleo, Estados Unidos busca asestar golpes económicos a las diferentes naciones.
«Hay que utilizar las monedas nacionales en los pagos para poner fin al dominio del dólar en el comercio internacional», opinó.
A tono con la preocupación que genera el sometimiento del dólar, varias economías asiáticas también han tomado medidas para limitar la fragilidad de su comercio.
Desde inicios de año, Pakistán dio luz verde para el uso del yuan en lo concerniente a importaciones, exportaciones y transacciones financieras, mientras Bangladés adoptó durante el mes pasado a la moneda china como reserva para su intercambio comercial con el gigante asiático.
También la India relajó sus reglas de endeudamiento y permitió a las empresas aumentar sus deudas en yuanes.
Para el dólar, que se convirtió en la moneda fundamental de intercambio en 1944 gracias al Acuerdo de Bretton Woods que estableció las reglas del mercado trasnacional, ya no es un secreto que se le mira con suspicacia en más de una nación.
Crónica Digital /PL
