Mié Sep 5 , 2018
Desde La Moneda se ha notificado a los chilenos, “El Mercurio” mediante (02.09.2018), que el Gobierno divide a los chilenos entre “patriotas”- ellos- y “antipatriotas”- la oposición-. Esta confesa actitud, que puede transformarse en aviesa intención, y que no puede sino ser caracterizada como totalitaria, amerita reflexiones en el ámbito político nacional, que se ha ido crispando por el lenguaje y las descalificaciones que se profieren desde La Moneda y desde la derecha. En realidad se trata de una advertencia siniestra, cuyas consecuencias pueden ser fatales para la democracia y la convivencia nacional. Es de una lógica perversa y resultan inquietantes las consecuencias que puede tener el asignarse desde el poder, el carácter de patriotas, de “los buenos”, a quienes lo administran circunstancialmente y descalificar al resto de los chilenos como antipatriotas, los “malos”, los “enemigos“, en un escenario maniqueísta de “blanco y negro” que intentan imponer en la retórica por ahora, pero quizás mañana puede ser en la práctica represiva. Desde luego ya cuentan con una legislación antiterroristas, una Doctrina de la Seguridad Nacional, y una práctica de la guerra sucia, de la manipulación propagandística de la Opinión Pública, unos instrumentos represivos institucionales tipo Batallón Jungla y otros entes de inteligencia y vigilancia ideológica que no se perciben a simple vista, o bandas paramilitares provocadoras, como el Movimiento Social Patriota, y bandas privadas (“ciudadanas”) a los que municipios como el de La Reina, pretenden entrenar para que puedan disparar con eficiencia las sofisticadas armas de su arsenal personal. De acuerdo al criterio oficialista solo son aceptables entonces, se les concede el derecho a ser considerados en la mesa, a los que aplaudan los planes, dichos y hasta payaseos de Palacio y se subordinen a las políticas oficiales. A estos, el presidente, les sonríe y les invita, lo que no es nuevo, por lo demás, señalando que : ”Las puertas de La Moneda van a estar abiertas siempre a la búsqueda de acuerdos”. Algo de eso vivimos , este escenario , a partir del Golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973 y la implantación de la dictadura cívico-militar, de la tiranía de las Fuerzas Armadas , la derecha política y los clanes empresariales del país y los poderes imperialistas de Estados Unidos, con las consecuencias de muerte y dolor que conocemos. Una primera observación: el Presidente Sebastián Piñera muestra su verdadera faceta política y deja de lado el juego demagógico de dialogante, que ensayó al asumir su mandato, que resultó asi ser más un subterfugio que una verdadera intención de unidad nacional , de apertura o sincera invitación al diálogo cívico. En la entrevista periodística, lo que busca el Mandatario, lo que trata de encubrir son un par de semanas de desastre político, de cifras negativas de opinión pública y de resultados económicos, una crisis política interna, o lo que El Mercurio caracteriza como “desprolijidades” ( el caso del ex ministro Mauricio Rojas, “el breve” y la crisis ambiental y social en Quinteros, Puchuncaví, declaraciones zafias de personeros […]