Por Fausto Triana
Serán tres días de tensiones, pero ya el umbral se hizo más escabroso de lo habitual, ante el 45 aniversario del sangriento golpe de estado que sacudió a Chile para siempre.
Todos los años, la fecha del 11 de septiembre deja sensaciones disímiles entre los chilenos, con la inmensa mayoría entre el dolor, la condena y la exigencia de justicia y del Nunca Más. Pero la resistencia de la derecha recupera terreno.
La tradicional romería por los detenidos desaparecidos de la dictadura de Augusto Pinochet hasta el Cementerio General, marcó la marcha pacífica por las calles aledañas al camposanto, con los máximos dirigentes del Partido Comunista a la cabeza.
Ya en el Memorial del Detenido Desaparecido y Ejecutado Político en el Cementerio General, se dio un acto político en el que la abogada y legisladora Carmen Hertz criticó cómo ha sido tratado el tema de los Derechos Humanos por el Gobierno.
«Ha sido lamentable, el estreno fue retirar el aporte (reparación) para los expresos políticos. Después este clima que ha creado para relativizar, de formar realmente feroz, el tema de los crímenes de exterminio», dijo.
Hertz perdió a Germán Berger, padre de su único hijo, asesinado por las huestes de Pinochet en la denominada Caravana de la Muerte en 1973.
En las afueras de la necrópolis donde está enterrado Salvador Allende, decenas de encapuchados intentaron de forma violenta agredir a los manifestantes, hicieron barricadas y prendieron numerosas fogatas en las calles, además de lanzar piedras.
Hubo cerca de una veintena de detenidos en los disturbios, si bien aislado, más violentos que en ocasiones anteriores.
La batalla frontal del actual gobierno encabezado por el presidente Sebastián Piñera, un multimillonario conservador, se ha enfocado con el paso de sus primeros cinco meses en ofrecer una visión de «la teoría del empate» respecto a la asonada golpista.
Un ministro defenestrado por declaraciones impropias en el pasado reciente, al calificar de «montaje» al Museo de la Memoria y los Derechos Humanos, junto con la liberación de seis criminales de lesa humanidad, crisparon más el ambiente.
En los últimos cuatro años hubo ceremonias solemnes en el propio Palacio de La Moneda, bombardeado el 11 de septiembre de 1973 con Allende en el poder. Su oficina y lugares emblemáticos eran visitados por hijas, nieto y personas cercanas.
Como cierre, Michelle Bachellet, en ese lapso dignataria, pronunciaba un discurso mientras en las afueras de la instalación las muestras de recordación a los muertos y desaparecidos en 17 años de dictadura se acentuaban.
Nada similar ocurrirá este año. No obstante, la secuela de los alrededor de tres mil 300 asesinados, unos mil 200 detenidos desaparecidos y 33 mil torturados, saldo de la junta militar de Pinochet, tampoco quedará en silencio.
Santiago de Chile, 10 septiembre 2018
Crónica Digital /PL
