Envuelta en un desprestigio mayúsculo, la Iglesia católica de Chile se vio obligada a aclarar el código de conducta que deben llevar los sacerdotes respecto a los menores.
El asunto escaló a partir de un documento del Arzobispado de Santiago en el cual se indicaba a los curas como debían proceder en presencia de los niños: no tocar sus glúteos, sus genitales o besarlos en la boca.
Las reacciones de indignación fueron tantas, que el documento firmado por el cardenal Ricardo Ezzati fue retirado de circulación. Pero dejó todavía en peor posición al prelado, que este miércoles deberá presentarse a la justicia como imputado.
Ezzati está señalado como encubridor de delitos de abusos sexuales a menores, algo que ha negado categóricamente. Pero varias de las víctimas de estos penosos problemas, lo sindican de ser parte de «una mafia» de la Iglesia en Chile.
La Conferencia Episcopal de Chile (CECh), por intermedio de su vocero, el diácono Jaime Coiro, subrayó que el único documento oficial sobre graves delitos de abuso sexual contra menores de edad, es el texto Líneas Guías ‘Cuidado y Esperanza’, de 2015.
Coiro precisó que la CECh tiene un segundo texto, con carácter de Documento de Trabajo ad experimentum para el período 2018-2021, titulado ‘Buenas prácticas para ambientes sanos y seguros’, que es un registro sistematizado de acciones reconocidas como útiles.
La semana anterior, el Vaticano informó de la expulsión del sacerdocio de Fernando Karadima, en una decisión inédita del papa Francisco.
En el comunicado de la Santa Sede se dio a conocer que «ha dimitido del estado clerical a Fernando Karadima Fariña, de la Archidiócesis de Santiago de Chile«, por los abusos sexuales a menores de edad.
«El Santo Padre ha tomado esta decisión excepcional en conciencia y por el bien de la Iglesia», recalcó el texto.
«El pedófilo Karadima expulsado del sacerdocio. Nunca pensé que vería este día. Un hombre que le arruinó la vida a tantas personas. Agradezco que el papa Francisco haya tomado esta determinación al fin», dijo Juan Carlos Cruz, una de sus víctimas.
La historia que finalmente obligó a la renuncia este año del obispo de Osorno Juan Barros por encubrimiento, comenzó en el año 2010 cuando se supo de abusos sexuales en contra
de cuatro hombres, todos participantes de la Parroquia El Bosque.
El 16 de enero de 2011, Karadima fue declarado culpable de abusos sexuales contra menores con violencia y abuso de su potestad eclesiástica. El castigo clerical fue confinarlo a una vida de oración y penitencia.
Santiago de Chile, 2 de octubre 2018
Crónica Digital /PL