El desacuerdo entre republicanos y demócratas en Estados Unidos para alcanzar una reforma integral de las leyes migratorias, acerca añejos vaticinios sobre el tema como una bomba de tiempo que puede estallar y provocar daños imprevisibles en el país.
La afluencia de personas, principalmente de naciones del sur, es un asunto recurrente en la política estadounidense, en especial en tiempo de elecciones y más ahora con un gobierno que hizo del asunto un tema de campaña y que busca construir un muro en la frontera con México para presuntamente proteger su seguridad.
En ese sentido culpa ahora a los demócratas de ser partidarios de fronteras abiertas y leyes débiles que por ejemplo permitan la llegada a la frontera de miles de inmigrantes provenientes de Guatemala, Honduras y El Salvador, países a los que amenazó con cortarles la ayuda.
Pero más aun, amenaza con una acción militar si México no detiene el ‘ataque’, al referirse a caravanas de inmigrantes hondureños que van con destino norte para escapar de la miseria, la violencia y otros males, de los que los estadounidenses tienen parte de responsabilidad.
Por segunda vez este año, el presidente estadounidense convirtió la caravana en objeto de su ira y generó incertidumbre sobre el futuro de la asistencia que entrega a Centroamérica para hacer frente a los factores que causan la emigración, como la pobreza y la violencia.
Sin embargo, el repunte del tema puede ser visto como un alboroto de la Casa Blanca para lograr el financiamiento del muro, una propuesta medular que Trump no ha podido todavía alcanzar.
Durante años, los republicanos plantean que asegurar el límite es el primer paso necesario para arreglar el disfuncional sistema de inmigración, y a la vez se oponen a dar una solución integral al problema de los cerca de 11 millones de indocumentados que viven en la sombra.
Son muchos los intentos fracasados desde la reforma aprobada en 1986 bajo el gobierno del republicano Ronald Reagan (1981-1989).
Lo cierto es que administraciones como las de George W. Bush (2001-2009) y Barack Obama (2009-2017) impulsaron diferentes iniciativas que no tuvieron feliz término por la falta de acuerdo, pero nunca antes el tema fue tan politizado como bajo el gobierno de Trump, donde prevalecen las posiciones extremas y xenófobas.
Ahora, más que buscar una reforma de la ley, el tema se centra en los intentos de la Casa Blanca de lograr financiar completamente el muro fronterizo del presidente, algo que inevitablemente pasa por las elecciones de noviembre y la previsible composición del próximo Congreso.
Cuando la Cámara de Representantes regrese en noviembre, el liderazgo debe cumplir inmediatamente con la resolución presupuestaria de 2019 y modificar las instrucciones de conciliación para proporcionar 25 mil millones de dólares que pide el mandatario para su obra, pese a que los demócratas se oponen y solo darían 1.6 millones.
El tema migratorio es sumamente complejo, hay muchos atajos, posibilidades de negociación e incluso se habla de que se podrían alcanzar acuerdos sobre la construcción del muro y una solución favorable a los demócratas sobre el estatus legal de los llamados Dreamers (Soñadores), que llegaron a Estados Unidos siendo niños.
Algunos informes de prensa plantean que los conservadores están cada vez más preocupados de que Trump y los líderes del Partido Republicano alcancen un acuerdo de inmigración reducido durante la sesión, si los demócratas recuperan la Cámara en noviembre.
Según el diario The Hill, los republicanos temen que Trump quiera brindar protección a cientos de miles de los llamados Soñadores a cambio de un muro fronterizo, y que podría hacerlo sin obtener ninguna otra concesión de parte de los demócratas si él piensa es su última oportunidad de conseguir fondos para la valla.
En este laberinto, las elecciones de noviembre y el especialmente el control de la Cámara de Representantes, es el punto determinante que pudiera influir en las propuestas del gobierno.
La Casa Blanca delineó cuatro pilares para cualquier arreglo de inmigración: una mayor seguridad en las fronteras, comprendido un muro fronterizo; una solución permanente sobre los Dreamers; nuevos límites a la migración familiar y la eliminación del programa de lotería de visas.
Pese a que el nuevo Congreso se instalará el próximo año, el actual se prepara para un enfrentamiento sobre el muro cuando los legisladores ya no tienen la presión de una elección que se avecina sobre ellos.
En este escenario se sitúan las últimas amenazas de Trump, las que algunos entienden como un intento de la Casa Blanca de mostrar que mantiene su apego a las políticas de fuerza antiinmigrantes aunque estas puedan provocar un estallido de consecuencias no previstas.
*Periodista de la redacción Norteamérica de Prensa Latina.
La Habana, 19 de octubre 2018
Crónica Digital /PL
No veo como va a ser el «estallido de consecuencias no previstas» provocado por los inmigrantes (una guerrila IN? ; un desfile en Washington DC?) lo que puede darse es una matanza de los «caminantes» hacia su destino y tratarán de hacerla en méxico para «lavarse» las manos y culpar a Maduro.