Por Marcel Garcés Muñoz
La noticia llegó desde Buenos Aires: este lunes 22 de octubre falleció nuestro Isidoro Gilbert, un periodista argentino de selección, pero sobre todo un amigo entrañable de Chile, y un combatiente abnegado y generoso por la recuperación democrática de nuestro país, un defensor de los derechos humanos, la vida y de las libertades sojuzgadas bajo la dictadura de Augusto Pinochet Ugarte.
Es una noticia que nos afecta profundamente en tiempos que se privilegia el olvido porque no fuimos capaces los demócratas, los periodistas, los comunistas, de hacer el recuerdo oportuno y el homenaje que se merecía.
Isidoro, quién es destacado por sus colegas y los medios argentinos como un ciudadano, un profesional y un ser humano admirable, es también parte de la historia del periodismo chileno, presente en la lucha por la recuperación democrática, contra la dictadura.
Puso su calidad organizativa y profesional al servicio de una causa que asumió como propia, que no tenía fronteras, actuando con calidad y audacia, y una dosis admirable de valentía, en la defensa de la libertad, los derechos humanos, Y el combate contra la dictadura.
Muchos de los nuestros fueron recibidos por Isidoro y comprobaron su sensibilidad humana, su corazón solidario, lo que nunca fue una consigna o el cumplimiento de un compromiso partidario, sino una práctica cotidiana, la expresión sincera de su generosidad permanente.
Y ello, en la oficina que habilitó en Corrientes 652, con la exigencia de una tarea bien hecha, a quienes, chilenos y argentinos, quienes fueron el medio para difundir al mundo la verdad que irrumpía desde la oscuridad, el dolor, la lucha y las esperanzas del Chile bajo dictadura.
La contribución de Gilbert llevó el mensaje del Chile profundo al mundo, y su aporte fue determinante en “alimentar” noticiosamente el programa Escucha Chile, de Radio Moscú y otros que integraban la red mundial de emisoras que condenaban los crímenes, defendieron vidas y alimentaban la esperanza democrática de los chilenos.
Esa oficina, fue decisiva en la denuncia de la fatídica Operación Cóndor, ideada por Pinochet y su esbirro mayor, Manuel Contreras, siniestra trama represiva y criminal que asolo Latinoamérica y extendió sus garras hasta Europa e incluso Estados Unidos, asesinando combatientes por la democracia, personalidades como el general Carlos Prats y su esposa, atentó contra Bernardo Leighton, asesinó en Washington al ex canciller Orlando Letelier, y otros militares y patriotas latinoamericanos.
Siempre le acompañaron sus sueños por un mundo mejor, por el humanismo, por el socialismo, un legítimo patriotismo argentino y el sueño solidario latinoamericano, junto a su mirada global, por la paz y la seguridad internacional, por aquello que estimábamos y seguimos soñando: un mundo mejor, más justo.
Durante 29 años Gilbert fue corresponsal en Argentina de la agencia informativa soviética, TASS, corresponsal de L’Unita (Italia) L’Humanité (Francia), El Siglo (Chile), El Popular Uruguay), y posteriormente de “la República”, de Uruguay.Además fue director, redactor y colaborador, de diversas publicaciones en su país y autor de libros destacados como “El oro de Moscú” y La “FEDE”, donde aportó su conocimiento de toda una época de la política argentina y de las relaciones URSS-Argentina y de la política local.
Por todo ello, su vida y su ejemplo, hacemos nuestro lo escrito por el periodista Ricardo Kirschbaum, en Clarín, de Buenos Aires: Isidoro, “como periodista fue un militante. Y como militante, fue un periodista”, y “en su larga e intensa vida, siempre escribió y actuó desde un lugar, tomando posición”.
Quizás por ello, también fue crítico, y, como dice Kirschbaum, “por discrepancias con la línea política del PC rompió con ese pasado, pero siguió definiéndose como un ‘socialista sin partido’ hasta el final”.
Falleció a los 87 años, en su querido Buenos Aires y sus cenizas fueron arrojadas al Río de la Plata, en el Parque de La Memoria.
Nuestras condolencias a su esposa, la doctora Juana Aizen, y a sus hijos, periodistas también, Abel y Marina.