LA DEFENSA Y RESCATE PATRIMONIAL DEL BARRIO DIECIOCHO

Fue declarado Zona Típica con justa razón. El Barrio Dieciocho, emplazado en el centro de Santiago, constituye un espacio patrimonial con edificaciones de enorme valor histórico y arquitectónico, reflejo de la elite del siglo XIX. El lugar ha sido preservado desafiando el peso del tiempo, los terremotos, el crecimiento urbano no planificado y los incendios.

La defensa y rescate patrimonial del Barrio Dieciocho ha tenido dos hitos recientes de gran significación. El primero: la decisión del Consejo de Monumentos Nacionales de aprobar en diciembre de 2017 la declaratoria para el Palacio Eguiguren Yrarrázaval, la casa Valdés Bustamante y la casa Ignacio, tradicionales y centenarias construcciones que contarán con protección patrimonial.

“El conjunto de sus viviendas son parte indisociable de la valiosa escenografía histórico–arquitectónica de dicho espacio urbano, lo cual se refuerza con otros inmuebles notables que generan gran unidad urbana al lugar”, dijo Ángel Cabeza, entonces director de DIBAM y vicepresidente del Consejo de Monumentos Nacionales. Añadió que “en los inmuebles se da lo que Ricardo Larraín Bravo denominaba ‘diversidad dentro de la unidad’, tras una concepción volumétrica homogénea y fachadas de estilo ecléctico, principal herramienta de lo que serían los postulados del movimiento moderno algunas décadas más tarde”. 

El segundo hito de enorme relevancia fue la entrega del Palacio Ariztía a la Universidad Tecnológica Metropolitana (UTEM) por medio de una concesión de largo plazo (30 años) por parte del Gobierno de la Presidenta Michelle Bachelet, lo que permitirá la puesta en valor del inmueble en su dimensión patrimonial, mientras acompasadamente es puesto al servicio del desafío del fortalecimiento de la institucionalidad universitaria del Estado.

LA HISTORIA

Según se indica en el sitio “Memoria Chilena”, hasta 1860 el hoy Barrio Dieciocho estaba formado por extensas quintas, siendo la más importante la Quinta Meiggs. Una vez que fue iniciada su urbanización, hubo innovaciones urbanas tales como la transformación del Campo de Marte en el Parque Cousiño, la inauguración del Club Hípico y el levantamiento de la Iglesia de San Ignacio que fomentaron la llegada al barrio de familias de la elite. El nuevo sector urbano quedó delimitado entre Alameda de las Delicias por el norte, Camino de Cintura (hoy Avenida Blanco Encalada) por el sur, San Ignacio por el oriente y la avenida de la Capital (actual Avenida España) por el poniente.

Las principales calles del barrio de la elite social fueron Dieciocho de Septiembre, Ejército Libertador, República, Avenida España y Vergara. Allí se levantaron enormes mansiones, que fueron preferentemente construidas con estilo neoclásico y luego incluyeron nuevos estilos arquitectónicos como el art nouveau. Casi todas las familias de la oligarquía –con fortunas originadas en la minería de la plata y el salitre– se establecieron en la zona. Sus primeras cuadras estaban pavimentadas con madera para evitar el ruido de los carruajes.

Este barrio fue el escenario de la novela de Alberto Blest Gana, “Martin Rivas”, fechada en 1850, en el que se describe la forma de vida de la elite de Santiago y se da cuenta también de los esfuerzos revolucionarios de la Sociedad de la Igualdad.

“Memoria Chilena” explica que, más tarde, “el centro de Santiago empezó a adquirir una fisonomía urbana moderna, y comenzaron a producirse continuas protestas populares que, en ocasiones, causaban destrozos y desórdenes. Estos motivos, junto con el loteo de propiedades en la zona oriente de la ciudad, fomentaron la migración de las familias del Barrio Dieciocho”. El hecho más emblemático fue en 1905, en el denominado “Mitin de la Carne”, cuando el pueblo se rebeló contra el Gobierno de Germán Riesco y comenzaron a saquear, destruir e incendiar el centro de Santiago, salvándose la calle Dieciocho a raíz de que los vecinos organizaron una milicia para enfrentar a los manifestantes. La movilización concluyó luego que Riesco llamara de urgencia al general Roberto Silva Renard, el mismo que pasó a la historia por la matanza de Santa María de Iquique. En este caso, aplastó la manifestación con las armas, provocando cerca de 200 asesinados.

HITOS DEL BARRIO

En la calle Dieciocho con Padre Alonso Ovalle, a una cuadra de la Alameda, se encuentra la arquitectura clásica y simétrica del Palacio Eguiguren Yrarrazabal, que fue construido en 1918 por el arquitecto Alberto Cruz Montt para el latifundista y diputado del Partido Conservador, Luis Eguiguren Valero, y su esposa Elisa Irarrázaval Correa. El hall de doble altura conserva la lámpara francesa de madera que perteneció a la etapa residencial del inmueble. Recientemente, fue remodelado por el Premio Nacional de Arquitectura 2002 y ex presidente del Colegio de Arquitectos, Juan Sabbagh.

A pasos del Palacio se encuentra la Casa Valdés Bustamante, emplazada en la esquina de Alonso de Ovalle con San Ignacio. Esta mansión fue construida en 1906 y allí habitó el intelectual y liberal Francisco Valdés Vergara, quien fue intendente de Iquique (durante su gestión se construyó la Escuela Santa María), diputado, senador y ministro de Estado. Luce el estilo arquitectónico neogótico del siglo XIX. Su fachada fue restaurada, lo que le brindó el Premio Iberoamericano 2006 a la arquitecta responsable, Mabel Briceño.

Otra importante construcción del barrio es el bien conocido Palacio Cousiño, Monumento Histórico Nacional que fue construido por el arquitecto francés Paul Lathoud para Isidora Goyenechea, viuda de Luis Cousiño. El edificio destaca por sus muy amplios jardines y fina decoración traída desde Europa, que está presente en 12 de sus salones.

En la esquina de San Ignacio con Alameda está el Palacio Ochagavía, propiedad del gran latifundista Silvestre Ochagavía Echaurren, político del Partido Conservador, diputado, senador y ministro de Estado y fundador de “El Diario Ilustrado”, matutino que llegó ser por décadas principal portavoz de la derecha. Ochagavía fundó además la viña homónima en 1854. El edificio fue obra del arquitecto Eugenio Joannon Crozier en 1905, quien lo levantó con estilo neoclásico francés. Contempló parte de la planta baja para el comercio y servicios; y los altos a residencia. Su distribución está diseñada de modo que todas las habitaciones den al exterior. Allí hoy funcionan dependencias del Círculo Español.

Esa misma entidad hoy es propietaria de la casa vecina, el conocido Palacio Yrarrázaval. Fue encomendado al arquitecto Alberto Cruz Montt en 1906 por el Marqués de la Pica, Fernando Yrarrázaval Mackenna, y su mujer Mercedes Fernández, que habían impulsado también la creación del balneario de Papudo. La mansión presenta en su exterior un cuidado manejo del estilo neoclásico francés. Al oriente destaca el pabellón de acceso, con su alta mansarda que evoca el segundo imperio francés y una monumental reja de fierro, decorada con motivos vegetales, que es resguardada por dos figuras de leones con faroles de bronce. En el interior un hall de doble altura iluminado por una claraboya con vitrales, distribuye los salones, que conservan los detalles ornamentales originales, como telas en los muros, chimeneas y mármoles.

También es bien conocido el Palacio Iñiguez, en la esquina de Alameda y Dieciocho. La fachada incorpora elementos del art nouveau y la corte de los Luises. Fue encomendado por el empresario naviero Eduardo Iñiguez Tagle en 1908 a los arquitectos Alberto Cruz Montt y Ricardo Larraín Bravo. Posee tres pisos y una mansarda, en estilo renacimiento francés y una gran cantidad de detalles que lo caracterizan. Contempló una planta baja para comercio y se dividieron los altos en cuatro espacios para habitación, siendo la más grande la que enfrenta la esquina.

En los bajos del edificio se instaló el Café Torres –la cuna del conocido sándwich “barros luco”–, donde se daban cita políticos, intelectuales, artistas y “personajes de sociedad”, como Joaquín Edwards o  Arturo Alessandri. Funcionó también en los bajos el Emporio Inglés y el Teatro Dieciocho. El 9 de abril de 2013 el edificio fue afectado por un incendio que debió ser apagado por más de nueve compañías de bomberos.

En Alameda Nº 1642 se encuentra el extraordinario Palacio Ariztía, inmueble construido por el arquitecto Alberto Cruz Montt en 1917 como residencia para don Rafael Ariztía, el creador también del primer rascacielos de Santiago, ubicado en la intersección de calles Nueva York y La Bolsa. El edificio de inspiración neoclásica francesa, posee elementos decorativos como una hermosa reja de acceso, de fierro y bronce, protegida por una artística marquesina. Dos medallones dorados tienen la figura del león con un hueso en la boca, antiguo simbolismo que evoca las cualidades de protección de ese felino de las tierras africanas.  El hall es protegido por doce columnas con base de ónix e iluminado por una claraboya cuadrada con vitrales. El dueño original sólo vivió doce años y su viuda –Teresa Brown– lo vendió al empresario y ex candidato presidencial de la derecha en 1938 Gustavo Ross Santa María.

Fue sede de la Cámara de Diputados en Santiago, hasta que en 2006 las dependencias de la Cámara de Diputados y del Senado retornaron al Edificio del ex Congreso Nacional. En el año 2016 fue entregado a la Universidad Tecnológica Metropolitana bajo la modalidad de una concesión luego de un proyecto aprobado por la Presidenta Bachelet, el cual consiste en la restauración del mismo e incluye un centro de extensión y vinculación con el medio.

La actual Casa Central de la UTEM, en Dieciocho con Vidaurre, fue declarada “Inmueble de Interés Histórico y Artístico”. Fue construida en el Siglo XIX con todos los materiales nobles disponibles en la época: madera, adobe, piedra y teja romana de arcilla. La extensa propiedad tenía tres patios con zaguán e iluminadas galerías vidriadas. El primer patio estaba pavimentado con piedras de río y rodeado de una acera de losas de piedra, donde entraban cabalgaduras, carretas y carruajes. En el segundo patio estaban las habitaciones para recibir a las visitas y para la vida hogareña. Ahí estaban los dormitorios con camas con dosel y los comedores señoriales. En el tercer patio estaba la servidumbre, la cocina y la despensa; se criaba aves de corral, conejos y era cruzado por una acequia.

Antiguamente pertenecía a Manuel Camilo Vial Formas, político del Partido Conservador, diputado, senador y ministro de Estado en el Gobierno de Manuel Bulnes Prieto. El Estado compró el inmueble, con fines de beneficencia, y el Presidente Manuel Montt Torres donó la casona a las Hijas de la Caridad de San Vicente de Paúl para las obras sociales de esta congregación. En 1902, las religiosas construyen en medio del primer patio una capilla de estilo neogótico, dividiendo el lugar en dos patios de planta cuadrada. La construcción se desarrolló bajo la supervisión del arquitecto Eugenio Joannon Crozier. La capilla cuenta con una bóveda estrellada y vitrales color rubí y zafiro, que fueron fabricados en Lyon por el artista francés Lucien Bégule.

La entidad religiosa cerró las puertas del inmueble en 1973 y el inmueble pasó a manos de la Universidad de Chile. En 1981, fue entregado al Instituto Profesional de Santiago (IPS), sucesor y continuador de la Academia de Estudios Tecnológicos de la Universidad de Chile, y que dio origen a la Universidad Tecnológica Metropolitana (UTEM) en 1993.

Al lado del Palacio Ariztía se encuentra el Palacio Errázuriz, de estilo neoclásico italiano y que llegó a ser catalogada como la vivienda más elegante de la capital. Tiene un pabellón central de dos niveles, decorado con pilastras jónicas y dóricas, que protegen los amplios ventanales. Luego, dos pabellones de un nivel, que se adelantan formando una extensa terraza desde donde sus moradores pudieron apreciar los desfiles de las fiestas del Centenario en 1910. Todos los salones poseen parqués de finas maderas y antiguamente estaban entelados en seda. Destaca su enorme salón de baile, decorado antiguamente con relieves y espejos venecianos. La casa poseía en total 12 salones en el primer piso y al menos 10 dormitorios en la segunda planta.

Fue construido en 1872 por el arquitecto italiano Eusebio Chelli a petición de Maximiano Errázuriz Valdivieso, empresario industrial y minero y latifundista.

En 1886 fue vendido a Ramón Cruz Moreno, mayor coleccionista del país, quien era padre del arquitecto Alberto Cruz Montt. En 1907 fue traspasado a Aurelio Valdés Morel, que lo vendió en 1925 a Agustín Edwards McClure, el fundador del diario “El Mercurio”. Hoy alberga dependencias diplomáticas de Brasil.

Santiago de Chile, 20 de diciembre 2018
Crónica Digital /Universidad Tecnológica Metropolitana.

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