La necesidad de garantizar una migración ordenada y sin los peligros que amenazan a miles de personas en todo el mundo centró este 2018 los esfuerzos de la ONU, hasta que este mes se llegó finalmente a la adopción de un acuerdo.
Tras un año de negociaciones, el pasado 10 de diciembre se adoptó en Marruecos el Pacto Mundial para una Migración Segura, Ordenada y Regular, con el apoyo de 164 Estados miembros de Naciones Unidas.
Luego, el día 18, con una votación de 152 países a favor, cinco en contra y 12 abstenciones, la Asamblea General aprobó el proyecto de resolución que reafirma el compromiso de la ONU con el pacto.
Para su secretario general, António Guterres, el documento -que consta de 23 objetivos- «exige una mayor solidaridad con los migrantes en situaciones de terrible vulnerabilidad y abuso».
Con medidas dirigidas a contrarrestar la trata de personas y la separación de las familias, el texto aparece como el primer acuerdo que pauta una cooperación entre países para aprovechar los beneficios de la migración y proteger a los migrantes indocumentados.
Pero el liderazgo será crucial para «dar vida al pacto» y evitar los mitos y el discurso despectivo, subrayó el titular de la ONU. Guterres espera que se convierta en una «hoja de ruta para prevenir el sufrimiento y el caos».
La migración siempre ha estado con nosotros -recordó -, pero debe ser administrada y segura. Además, las políticas nacionales tienen muchas más probabilidades de éxito con la cooperación internacional, destacó.
Pero varios Estados miembros manifestaron su oposición y preocupaciones, y algunos hasta lo califican como un acuerdo «pro-migratorio» que amenaza la soberanía nacional.
Encabezados por Estados Unidos, ciertos gobiernos se negaron a asistir a la cumbre en Marruecos y rechazaron el acuerdo: Hungría, Austria, Israel, República Checa, Eslovaquia, Polonia, Lituania, Australia, República Dominicana y Chile.
Después, en la Asamblea General de la ONU fueron cinco los que votaron en contra: República Checa, Hungría, Polonia, Estados Unidos e Israel.
Argelia, Australia, Austria, Bulgaria, Chile Italia, Latvia, Libia, Liechtenstein, Rumania, Suiza y Singapur se abstuvieron; mientras una decena -entre ellos República Dominicana y Eslovaquia- no asistieron a la votación.
Para el secretario general de la ONU resultan lamentables las falsedades que se han expandido sobre el pacto y la migración en general.
El acuerdo no establece un nuevo derecho que permita a las personas elegir adónde y cuándo ir, solo intenta velar por la dignidad de los migrantes y el respeto a sus derechos humanos, recalcó Guterres.
Quién puede estar en contra, por ejemplo, de lineamientos que fortalecen la lucha contra el tráfico ilícito de migrantes y la trata de personas, cuestionó la presidenta de la Asamblea General en su 73 período de sesiones, María Fernanda Espinosa.
De acuerdo con la representante especial de la ONU para la migración, Louise Arbour, el pacto puede tener un enorme impacto en las vidas de millones: los propios migrantes, las personas que dejan atrás y las comunidades que luego los hospedarán.
Pero todo dependerá de que se implementen efectivamente sus iniciativas, remarcó, pues «está diseñado para mejorar la seguridad y el orden en la gestión de la migración, y reducir el recurso a rutas migratorias peligrosas y caóticas».
RETOS DEL PACTO EN AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE
La secretaria ejecutiva de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), Alicia Bárcena, señaló que la integración y la cooperación regional son fundamentales para la implementación del Pacto Mundial para una Migración Segura, Ordenada y Regular.
Precisamente, en el marco de la cumbre de Marruecos, El Salvador, Guatemala, Honduras y México presentaron un Plan de Desarrollo Integral para la región que busca ofrecer más oportunidades a los habitantes en sus naciones de origen para prevenir la migración y atacar sus causas estructurales.
En América Latina y el Caribe cerca de 30 millones de personas están fuera de su país de nacimiento. De ellos, aproximadamente 17 millones son mexicanos y centroamericanos que viven en Estados Unidos, de acuerdo con datos de la Cepal.
Según Barcena, la región es consciente de la vulnerabilidad y la violencia que sufren muchos de sus migrantes -particularmente mujeres y niños-, pero reconoce el positivo impacto social, económico y cultural de la migración en los países de origen y de destino.
En la actualidad, el área atraviesa una compleja situación en la frontera de Estados Unidos con México, a donde han llegado miles de migrantes centroamericanos que intentan huir de difíciles condiciones de vida, coinciden reportes de prensa.
De hecho, fue el representante permanente de México ante la ONU, Juan José Gómez -junto al embajador suizo- uno de los cofacilitadores del proceso de negociaciones para la adopción del Pacto para una Migración Segura, Ordenada y Regular.
La idea es construir una gobernanza internacional referida a un gran fenómeno -el migratorio- y esta es la primera vez que se presentan alternativas y herramientas de políticas públicas reales en ese sentido, dijo a Prensa Latina al finalizar las negociaciones en julio.
El pacto es un instrumento de una gran complejidad técnica desde el punto de vista de políticas en materia de migración, por lo cual se propone abarcar distintos ángulos, aseguró el representante mexicano.
También se discutió mucho sobre el tema de los retornos, de la recepción o readmisión, y bajo qué consideraciones un país de destino puede determinar que un migrante debe abandonar ese territorio, señaló.
Asimismo, subrayó el compromiso del país de origen de recibir a su nacional y hacerlo en condiciones humanas y garantizándole la reinserción.
El texto final del acuerdo traza líneas para hacer frente a crisis como las que ocurren en la frontera de Estados Unidos con México, o la del Mediterráneo, detalló.
Según enfatizó Gómez, el pacto propone una serie de políticas dirigidas a paliar y prevenir esas crisis.
Por ejemplo, ahondó, la no separación de familias, el derecho al debido proceso, el acceso a la información, el combate frontal contra el tráfico y la trata de personas, y las protecciones adicionales a flujos de personas que no son refugiados, pero que por sus condiciones de gran vulnerabilidad no deberían regresar a sus países de origen.
A juicio del embajador mexicano, el pacto tendrá una vida muy larga y eso permitirá replantear sus posiciones a quienes se han alejado de él.
Por Ibis Frade
* Corresponsal de Prensa Latina en Naciones Unidas.
Washington, 25 de diciembre 2018
Crónica Digital /PL