En realidad, el “Gato Gamboa” parecía haber tenido más de siete vidas. Pero hoy, con su partida, se nos ha ido a la dimensión de los inmortales.
Su historia, y sus historias, nos llenaron de admiración , de sonrisas, de admiración y de profundo respeto durante años, Desde su originalidad y creatividad, y su capacidad de formar equipos de trabajo, en el diario Clarín, su titular atrevido en el Fortín Mapocho: “Corrió Solo y Llegó segundo”, fue una , síntesis periodística y política, de un crucial capitulo de lucha por la democracia del pueblo chileno, que derrotó la pretensión de Pinochet de eternizarse en el poder, tras el plebiscito de octubre de 1980.
Fue “Profesor titular” de periodismo forjado en el trabajo cotidiano y permanente, en madrugadas y bohemia, pero sobre todo en el sacrificio y vocación permanente- diurna, noctámbula y madrugadora- de los próceres, de los apóstoles del oficio , de los enamorados como él , de las exclusivas y damas – que no es lo mismo , pero nos perturbaban igual- que poblaban nuestro imaginario cotidiano.
Sus consejos sentimentales como doctor Jean de Fremisee, en Clarín, y como el doctor Cariño, en La Cuarta, así como sus titulares, una reliquia del oficio, son páginas imperdibles e inspiradoras en la historia del periodismo chileno son solo parte de su herencia. Un retrato de la época, crónicas plenas de humor, dignas de ser estudiadas en clave de conocimiento del manejo irónico, libre, humorística y picaresco del idioma, de un retrato sociológico de época.
Hombre de convicciones democráticas , intrínsicamente antiderechista y anti monopolios cuando el país se desató la contradicción fundamental en la lucha por el poder político, social y económico, se opone con pasión y creatividad a los intereses de los empresarios de la industria de la información y la manipulación de la conciencia de las masas ciudadanas.
Apoyó como ciudadano y profesional al proceso reformista de Eduardo Frei – la Revolución en Libertad-, y al movimiento popular que abrió paso al histórico movimiento político izquierdista de la Unidad Popular y el presidente Salvador Allende – la Revolución chilena., con olor a empanadas y vino tinto- con el que tuvo una amistad sin dobleces, aunque a veces, con ribetes críticos.
Por eso los esbirros militares y civiles de 1973 lo caracterizaron como enemigo, lo apresaron, torturaron y mantuvieron años en campos de concentración de la dictadura de Pinochet, los empresarios y la derecha chilena.
Los servicios de inteligencia y los aparatos de comunicaciones de la Derecha golpista- El Mercurio, La Tercera, la Agricultura, Federico Willougbby Mac Donald, secretario de prensa de Pinochet desde el primer día por encargo de la CIA, tenían plena conciencia de que era irreductible, y que su pluma y su conciencia no podían ser manipuladas ni acalladas. Pasó por el campo de prisioneros centro de torturas y exterminio del Estadio Nacional y por el campo de concentración de Chacabuco, pero nunca le quitaron su dignidad, su carácter, su firmeza patriota y democrática, ni su humor.
Tampoco pudieron mellar su condición de periodista comprometido con esa tradición libertaria nacida en los días de la Independencia, con Camilo Henríquez, ni su idealismo filosófico, grabado a fuego por Bilbao, de su compromiso social, instalado en el alma, por Luis Emilio Recabarren, o del sentido épico que dejaron como herencia para las nuevas generaciones, figuras también señeras como Elmo Catalán, Augusto Olivares, el Negro Jorquera, o José Carrasco, entre muchos otros.
En Chacabuco mantuvo su vocación primera. Fue el alma del diario mural, que incluso leían sus carceleros, sin lograr entender ese mensaje singular de optimismo, de esperanza, de sensibilidad, de ”prisioneros de guerra” de destino incierto, pero que persistían en el deber de comunicar, de difundir, sentimientos y esperanzas en un mundo en libertad y amor.
No Salió al exilio tras la prisión. Se mantuvo con dignidad, con trabajos sacrificados de obrero, pero sin reclamo , se reconocía como parte del pueblo.
El lema de Clarín, donde estuvo 12 años era “firme junto al pueblo”. Y él, en su vida practica, y en su conciencia política profunda- sin ser militante de ningún partido político – tuvo presente ese mandato, que también fue su destino.
Su nobleza, no le permitía además resquemores, y le llevó a recuperar su puesto en La Nación, y en la obra literaria, en las tribunas que se le abrieron con el tiempo,, los premios nacionales y otras distinciones que hicieron justicia con su aporte al periodismo, resaltaron su figura señera en el ámbito académico, gremial, profesional, humano y ciudadano.
Alberto “Gato” Gamboa ha partido a encontrarse con la historia. Pero su ejemplo de dignidad, de profesionalismo, de reciedumbre y de amistad, persistirá. Es de esperar que las nuevas generaciones de periodistas aprendan de su vida, y su ejemplo haga escuela.
Por Marcel Garcés Muñoz
Periodista
Director de Crónica Digital
Santiago de Chile, 15 de enero 2019
Crónica Digital