El 8 de marzo se vieron desde temprano en las calles. Eran rostros disímiles, voces femeninas diversas, portadoras de un mismo símbolo que representan su mayor lucha en la Argentina de 2019: el pañuelo verde por el aborto legal, seguro y gratuito.
Amanecieron en paro nacional y muchas de ellas con un ruidazo en sus centros de trabajo en tanto otras se apoderaron de la emblemática avenida Corrientes con la intersección de Callao, donde cortaron el tránsito como primera medida de fuerza en este Día Internacional de la Mujer.
Allí estaban las trabajadoras de Coca Cola para denunciar los despidos, la persecución y la discriminación de las que son víctimas junto a otras colegas.
“Coca Cola dice en su campaña publicitaria que ‘lo primero es la familia’ utilizando imágenes de familias felices, en una actitud llena de cinismo ya que no emplea mujeres operarias (en una clara discriminación laboral) y maltrata a quienes diariamente sostenemos a nuestras familias”, señalaron las manifestantes en un comunicado.
No importó que la policía, representada por mujeres, intentara desalojarlas del lugar. Las empleadas de la multinacional de bebida gaseosa salieron a manifestar que hoy son “víctimas del ajuste, obligadas a aceptar trabajos precarios, si es que tenemos la suerte de poder trabajar”.
Junto a ellas también otras que han quedado en las calles por el cierre de alguna fábrica en estos tiempos de crisis económicas y representantes de varios colectivos feministas y políticos.
En un país donde la principal lucha de las mujeres es que se apruebe la ley de interrupción del embarazo, vetada en el Senado el pasado año, y que paren los femicidios, cada vez con mayores víctimas, el pañuelo verde es la principal arma con el que las mujeres argentinas mandan un mensaje a varios sectores con pensamientos anquilosados y llenos de tabúes.
El panorama de este viernes 8 de marzo fue diferente a décadas atrás. Hoy ellas no piden flores ni regalos, salen a reivindicar sus derechos.
Hoy, tras una ardua batalla que se viene gestando desde el Estado y sobre todo desde el colectivo “Ni una menos”, devenido símbolo de lucha para las mujeres de otros países, se siente una mayor conciencia y así lo palpó Maylín Vidal, corresponsal de la Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina.
“Feliz día”, le dijo a esta reportera un hombre de unos 60 años que portaba el pañuelo verde como brazalete en su mano derecha. Cinco minutos más tarde, otro joven, con el pañuelo en su mochila, se acerca y repite la misma frase a unas tres muchachas que se encontraban en una esquina y un señor felicita a una mujer de avanzada edad.
Y es que, aunque falta mucho camino aún. La resistencia de las argentinas, pese al patriarcado, la violencia y el abuso, comienza a dar frutos en una gran parte de la sociedad incluyendo una gran parte de los hombres que también claman porque sus esposas, madres, hijas, tengan igualdad de derechos. También en una nueva cantera de jóvenes que defienden su lucha.
El día 8 de marzo fue largo y la marcha fue contundente. Ya se siente en Argentina que hoy las mujeres mandan.
En el Congreso, donde hace días hay un acampe de mujeres, habrán varias actividades, una de ellas de las trabajadoras de la empresa Sort Tech, quienes protagonizarán “un maquinazo” bajo el lema “Paramos para que las máquinas no paren”.
Con la fuerza de la frase “Vivas, libres y desendeudadas nos queremos”, en este Día de la Mujer las argentinas demuestran que con resistencia se puede porque, como dijo alguien en una expresión que quedó acuñada para la posteridad: mujer bonita es la que lucha.
Buenos Aires, 10 de marzo 2019
Crónica Digital / Prensa Latina