Por Marcel Garcés Muñoz
Sin duda el gobierno del presidente Sebastián Piñera obtuvo una victoria, aunque pírrica, según se ha ido filtrando desde el escenario político, tras la objetiva crisis provocada en la Democracia Cristiana, que se vio forzada a aprobar la idea de legislar en torno al proyecto de Reforma Tributaria presentado por La Moneda.
La vieja estrategia de dividir reinar tuvo un efecto: comprometer a la actual dirección del PDC, en un alineamiento no tanto para aprobar “la idea de legislar” en materia tributaria, sino también para comprometerla y subordinarla en una política diseñada con el objetivo de favorecer los intereses de las grandes empresas y el modelo neoliberal en otros temas de la agenda refundacionista neoliberal en áreas como la educación, previsión, trabajo, medioambiente, pueblos indígenas, política internacional, seguridad nacional, etc.
Claramente el objetivo de La Moneda no es la reforma tributaria en sí, sino desperfilar a la DC, liquidar a sus sectores de centro izquierda, dividir a la oposición progresista, como parte de su estrategia de mantenerse en el poder, reducir a su mínima expresión a la DC histórica, la de las posiciones anticonservadoras, a la que impulsó la Reforma Agraria, en la Nacionalización del Cobre, a la que participó en la construcción democrática de Chile.
La presión a la directiva DC fue grosera, escandalosa y hasta denigrante, así como la disposición a someterse a ellas, de un sector de ella, imponiéndoseles el compromiso de someterse a una maniobra política de poca monta, que costará caro no solo a la llamada identidad de la DC, sino a sus proclamados principios sociales históricos y éticos.
Aunque objetivamente aprobar la “idea de legislar”, tiene en lo inmediato y objetivo, más que nada un carácter mediático propagandístico, no se puede menospreciar el efecto político de agrietar la unidad de la oposición, poner una cuña destinada a erosionar la perspectiva de una coalición de la centroizquierda y del progresismo, de una plataforma que responda a los intereses de la ciudadanía, en la perspectiva de disputar con éxito el escenario político próximo del país.
Para La Moneda y para quienes elaboraron esta estrategia –la derecha política, los poderes fácticos, los grandes empresarios, con el apoyo del neofacisno internacional y por cierto los centros ideológicos conservadores de Estados unidos y del mundo- el sentido de esta maniobra es comprometer, utilizar y subordinar a la DC en su proyecto de eternizarse en la Presidencia y un modelo totalitario de poder.
La artera maniobra, puesta en práctica por Sebastián Piñera, Andrés Chadwick y Gonzalo Blumel se enmarca en un objetivo político malévolo pero estratégico: convertir a la DC en un partido más de la Alianza por Chile, claramente desechable, que sea de vagón de cola del proyecto neoliberal, pinochetista, integrista que conduce el derechismo empresarial y político instalado en La Moneda. En definitiva, desperfilarlo y hacerlo desaparecer del escenario nacional.
Este objetivo no ha podido sino generar tensiones internas en la Falange, y ciertamente la división de este partido, es una de las consecuencias colaterales calculadas del Segundo Piso de La Moneda y puede ser un efecto de los “compromisos” de los cuales han hablado el ministro del Interior, Andrés Chadwick y el presidente DC, Fuad Chain.
Es evidente que la DC tiene problemas. Pero no es precisamente de “identidad”. Y no es primera vez que se expresan las dos almas políticas e ideológicas en su interior.
De parte del gobierno, queda en evidencia su objetivo de destruir a la DC y de cómo su prédica y práctica, tiene oídos receptivos en alguno de aquellos elementos que se mantienen bajo las banderas de la flecha roja. Son los “topos” del divisionismo.
En el cuadro de la maniobra de La Moneda se escucharon decidoras expresiones de uno de los más connotados personeros de la falange, el ex presidente y ex ministro, Ignacio Walker que propone dar por finalizada la vida política del PDC y adelanta una propuesta para un nuevo nombre, “marca”, programa político y ubicación en el escenario político: Partido Demócrata de Centro.
Pero el subordinarse a la política de Piñera y la Derecha no permitirá a la DC, recuperar la “identidad” supuestamente perdida, y harían bien quienes esperan beneficios de la Derecha, recordar las sabias palabras de quien fuera uno de aus fundadores y destacada figura política nacional, Radomiro Tomic, que: “Cuando se pacta con la Derecha es la Derecha la que gana”.
Por ello, genera esperanzas de un análisis más profundo en la DC, cuando se escucha hoy, a otra figura de la colectividad, el senador Francisco Huenchumilla, que advierte del riesgo de derechización del PDC, tras el episodio del compromiso de apoyar la “idea de legislar” el proyecto de reforma tributaria del gobierno, que, señala, ”significa que las grandes empresas no paguen impuestos”.
El “compromiso” del presidente del PDC con La Moneda al respecto, llevará al PDC a constituirse en “en el vagón de cola de la derecha”, advierte Huenchumilla.
Para la izquierda, la centroizquierda y el progresismo se abre, entonces, la necesidad imperiosa de llevar la discusión política, a la ciudadanía, al electorado, a la base social. La política debe dejar de ser cupular y la discusión, con respeto y altura de miras, debe tener en cuenta la realidad de demandas insatisfechas de la población, de la juventud, de las mujeres, de los trabajadores, que en todos los ámbitos de la sociedad resultan evidentes y urgentes.
En la retórica del gobierno, y en el mensaje mediático se ha impuesto la farándula, la violencia, la delincuencia, la superficialidad, el sensacionalismo ramplón, la vida rosa de nuestro esmirriado jetset criollo y se utiliza el deporte, los espectáculos como escenario para presentar la imagen del Presidente, su distinguida esposa (cuya imagen es utilizada machaconamente como recurso propagandístico, al estilo gringo) y hasta sus tiernos nietecitos, mientras por otro lado aplica la ley antiterrorista y descalifica y caricaturiza a la oposición como “antipatriotas”.
Para el progresismo la tarea de las tareas es por lo tanto identificar las demandas ciudadanas, ponerse a la cabeza de las luchas para organizar la protesta, abrir camino a la movilización popular y de todos los sectores afectados por el modelo.
En esta tarea tiene un papel el sector progresista de la DC, que no solo tienen un lugar en la lucha por los derechos y demandas ciudadanas, sino que también mucho que decir al respecto.
Por Marcel Garcés Muñoz
Periodista
Director de Crónica Digital
Santiago de Chile, 17 de abril 2019
Crónica Digital