El desplazamiento de cultivos hacia el sur y la reducción de la superficie sembrada de cereales como el trigo, son algunas de las consecuencias directas que enfrenta hoy la agricultura chilena por el cambio climático.
Datos de la última edición del Informe País de la Universidad de Chile, recogidos por el diario La Tercera señalan que en Chile, donde solo el cinco por ciento de su superficie es utilizable por la agricultura, resulta indispensable optimizar los rendimientos de los cultivos.
Fernando Santibáñez, académico de la Facultad de Ciencias Agronómicas de la Universidad de Chile, señaló que regiones como Coquimbo, Valparaíso, O´Higgins y parte de la Metropolitana sufren una baja en las siembras de cereales y legumbres, pues los agricultores perciben mayores riesgos.
Añadió que ello se debe a la falta de precipitaciones o cambios en los regímenes de lluvia, mientras que los períodos de sequía son más prolongados.
Según datos del Instituto Nacional de Estadísticas, el cultivo de trigo se redujo de 400 mil hectáreas a poco más de 200 mil en los últimos 20 años.
Los cambios pueden influir también sobre importantes cultivos para la economía chilena como el de la uva, que actualmente se extiende sobre todo entre las regiones de Coquimbo y Biobío, pero el aumento de temperatura y la menor disponibilidad de agua ya empiezan a notarse y a la larga se trasladarán más al sur.
Ya el 95 por ciento de las viñas tiene problemas de suministro de agua y se estima que en las actuales zonas de clima mediterráneo, como Maipo, Cachapoal y Colchagua, donde se cultivan variedades premium, los viñedos disminuirán en 25 por ciento.
Un informe de la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias (Odepa) adscrita al Ministerio de Agricultura, señala que la tendencia al desplazamiento al sur también se percibe en los frutales, hacia las regiones de La Araucanía, Los Ríos y Los Lagos.
La misma dependencia pronosticó una aceleración del ciclo productivo del trigo y una reducción de su rendimiento como consecuencia del aumento de temperaturas.
Según los especialistas, una de las soluciones podría ser el empleo de la biotecnología, para conseguir un mejoramiento genético, que permita optimizar cultivos como la lechuga a temperaturas cercanas a los 37 grados, mientras que la tradicional no germina en esas condiciones.
Expertos admiten que la manipulación transgénica encuentra rechazo en algunos sectores, pero va ganando aceptación entre los agricultores al permitir obtener cultivos resistentes a los ataques de los insectos, ganar en resistencia a la sequía o tolerar herbicidas específicos que controlen malezas de manera más eficiente.
Santiago, 21 de abril 2019
Crónica Digital / Prensa Latina.