“La enseñanza sobre el Holocausto recuerda a las personas de los peligros a los que ellas mismas son vulnerables si están expuestas a propaganda intolerante, prejuicios, injusticias, humillación y violencia potencial”, afirmó a la BBC de Londres Peter Carrier, coordinador de un proyecto de investigación de la UNESCO sobre el Holocausto en la Educación, promovido por el Instituto Georg Eckert de Alemania.
La crónica se titulaba: “Educar con el Holocausto: cómo Alemania utiliza las escuelas para combatir las mentiras sobre el nazismo, la persecución y muerte de judíos”. Se indica que el Estado alemán desde hace décadas “tiene como prioridad en sus políticas públicas garantizar que la verdad sobre la historia del nazismo no se pierda entre mentiras y rumores diseminados tanto entre adultos como niños”.
El reporte de la BBC se refería a la realidad en esta materia en el país germano: “La temática del Holocausto y del Nazismo es parte obligada en el Programa de Historia en todos los Estados de Alemania”, puntualizó Detlef Pech, académico de la Universidad Humboldt de Berlín. La materia comienza a formar parte del programa de estudio en el noveno o décimo grado, cuando los alumnos tienen cerca de 15 años: “Los profesores tienen libertad para desarrollar diversas actividades pedagógicas sobre el tema, entre las cuales están las visitas a los campos de concentración”.
La BBC sentenció: “En las escuelas de Alemania, el enfoque pedagógico sobre este capítulo histórico busca promover una reflexión crítica sobre el pasado y la sociedad, además de tratar de evitar que esos crímenes vuelvan a ocurrir en el futuro”.
Ello es consistente con el “conjunto de principios para la protección y la promoción de los derechos humanos mediante la lucha contra la impunidad”, que fue adoptado por la Comisión de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.
Respecto del “Derecho a Saber”, estos son parte de los “Principios Generales”:
El derecho inalienable a la verdad
Cada pueblo tiene el derecho inalienable a conocer la verdad acerca de los acontecimientos sucedidos en el pasado en relación con la perpetración de crímenes aberrantes y de las circunstancias y los motivos que llevaron, mediante violaciones masivas o sistemáticas, a la perpetración de esos crímenes. El ejercicio pleno y efectivo del derecho a la verdad proporciona una salvaguardia fundamental contra la repetición de tales violaciones
El deber de recordar
El conocimiento por un pueblo de la historia de su opresión forma parte de su patrimonio y, por ello, se debe conservar adoptando medidas adecuadas en aras del deber de recordar que incumbe al Estado para preservar los archivos y otras pruebas relativas a las violaciones de los derechos humanos y el derecho humanitario y para facilitar el conocimiento de tales violaciones. Esas medidas deben estar encaminadas a preservar del olvido la memoria colectiva y, en particular, evitar que surjan tesis revisionistas y negacionistas.
En ese contexto, el reporte de la BBC indica que “el modelo pedagógico actual (de Alemania) es el resultado de un debate público que floreció a finales de la década de 1970 (…) con la exhibición de la serie estadounidense Holocausto, a que retrata la historia del genocidio desde la perspectiva de una familia de judíos alemanes que contó con la participación de Meryl Streep y James Woods. Además de contribuir al debate sobre el tema en el aula, la serie introdujo el término Holocausto en el país (…) Esta discusión pública impulsó cambios en el enfoque pedagógico sobre el tema”.
“Fue un proceso que comenzó a finales de la década de los 70 con la adopción de la perspectiva de las víctimas en los libros escolares”, afirmó la historiadora Juliane Wetzel, del Centro para la Investigación Antisemita de la Universidad Tecnológica de Berlín. Según Peter Carrier, hay dos maneras principales de contextualizar el tema en el sistema de educación: “en el marco de sistemas políticos en un bloque clasificado como ‘Democracia y Dictadura’, como ocurre en Berlín; o en el marco de regímenes políticos históricos llamado ‘Nacionalsocialismo’, como en el Estado de Hessen”.
Para los académicos expertos en el tema, “el Holocausto es un punto central de la historia de Alemania (…) El significado central del período no debe ser subestimado. Las amenazas de la democracia y lo que ocurre con el fin democrático también son aspectos importantes”, destacó Tobias Funk, director en la Conferencia de Secretarios de Educación.
Carrier resaltó “que la enseñanza sobre el Holocausto es importante para recordar a la gente de los peligros a los que son vulnerables”. La historiadora Wetzel destacó que el conocimiento sobre este pasado “es fundamental para el entendimiento de debates y decisiones políticas actuales de Alemania”, explicando que “la comprensión sobre el Holocausto, el nazismo y el asesinato de minorías practicadas en esta época puede ayudar a desarrollar empatía por temas actuales, como la crisis migratoria”.
En 2017, un fallo de la Corte de Apelaciones de Santiago, en el caso del asesinato de Horacio Llanos Guzmán en octubre de 1073, no sólo calificó el ilícito como “un crimen contra la humanidad”, sino que estableció que “el derecho a la memoria histórica constituye un derecho irrenunciable de la sociedad chilena a conocer la verdad de lo ocurrido, así como de las razones y circunstancias en las que se llegaron a cometer atroces atropellos de derechos básicos y fundamentales de nuestros ciudadanos, en aras de precaver que estos hechos se repitan en el futuro”.
La crónica de la BBC explicó que esta perspectiva pedagógica “enfrentó, desde el principio, resistencias de conservadores de derecha”, quienes argumentaban contra la cultura de memoria “alegando que el tema pertenece al pasado y debería ser colocado un punto final en la cuestión”. Esos puntos de vista fueron derrotados en Alemania.
En Chile, también ha existido resistencia conservadora al proyecto de ley que propone agregar al “Plan de Formación Ciudadana para los Establecimientos Educacionales”, el conocimiento y análisis de las violaciones a los derechos humanos, “poniendo especial énfasis en aquellas cometidas por la dictadura cívico militar, entre el 11 de septiembre de 1973 y el 11 de marzo de 1990”.
En forma complementaria, ahora desde el Gobierno se pretende dejar en calidad de optativa la Historia, en particular el período antes señalado, en el que se registraron graves y sistemáticas violaciones a los derechos humanos.
Para el sistema internacional, la verdad es un derecho y recordar es un deber de los Estados y la sociedad. He allí un desafío fundamental para Chile. No puede construirse una democracia sólida y legítima sobre el silencio y el olvido. He allí un desafío clave para la educación chilena.
Por Víctor Osorio Reyes.
Santiago, 28 de mayo 2019.
Crónica Digital.