Por Iván Ljubetic Vargas: Así surgió el Partido Comunista de Chile

EL 4 de junio de 2019 el Partido Comunista de Chile cumple 107 años de historia. Es uno de los 3 o 4 partidos comunistas más antiguos de la tierra. Surgió del seno de la clase obrera chilena. Por tanto, en ella debemos buscar sus raíces.

                    UNA ESPECIE DE PREHISTORIA

Para que naciera el partido revolucionario de la clase trabajadora chilena fue necesario que se conjugaran dos factores.

Uno objetivo: la existencia de una combativa clase obrera.

Otro subjetivo: las ideas revolucionarias del marxismo.

Ambos factores,   maduraron en un período que el historiador Hernán  Ramírez  Necochea   denominó “Una especie de Prehistoria del Partido Comunista de Chile”.  Esta etapa abarcó desde los años 20 del siglo XIX a 1912.

El Factor Objetivo.   

La Prehistoria del Partido Comunista de Chile se inició  en los años 20 del siglo XIX, con el surgimiento de los primeros destacamentos obreros. Estos nacieron en la Región de Atacama, al aparecer  formas capitalistas de producción en las faenas mineras y otras actividades,  como obras públicas, fundiciones, fábricas, transporte.

La clase trabajadora nació combatiendo. Ya en el año 1834 estalló la primera huelga obrera de la historia de Chile, en el mineral de plata de Chañarcillo, ubicado cerca de Copiapó, en la provincia de Atacama.

En el siglo XIX contabilizamos 110 huelgas obreras en Chile.

En 1883 finalizó la Guerra del Salitre, que Recabarren, con toda razón, llamó “guerra  de conquista de 1879, en que la clase gobernante de Chile se anexó  la región salitrera”

A partir de ese momento fueron incorporadas al territorio nacional las provincias de Tarapacá y Antofagasta, pasando a formar parte del proletariado chileno los trabajadores que laboraban en ellas.

En 1890, asalariados de la provincia de Tarapacá fundaron la primera organización de obreros, que llamaron  “La Unión es Fuerza”.

En enero de 1900 nació la Mancomunal de Obreros de Iquique, la primera organización sindical en nuestro país.

En el extremo austral de Chile

En la segunda mitad del siglo XIX  y primeras décadas del siglo XX, colonos europeos llevaron a cabo el genocidio contra el pueblo selkman u onas, principales habitantes de  Tierra del Fuego. Más de 4 mil onas fueron exterminados.

El Presidente Domingo Santa María realizó en 1884 la primera concesión de tierras en esta región a la firma Wehrhahn. Fueron  123.000 hectáreas.

En 1890, se entregó a José Nogueira más de un millón de hectáreas y a Mauricio Braun, 350.000.

A la muerte de José Nogueira, su viuda Sara Braun, se unió con su hermano Mauricio Braun y constituyeron, en 1893, la poderosa Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego.

En el extremo austral del país, la clase obrera no surgió en las faenas mineras, sino de la  ganadería e industrias derivadas de ella.

Al monopolizar los latifundistas, la mayor parte del suelo, surgió una masa de desposeídos que, para poder vivir, debieron vender su fuerza de trabajo.

Así aparecieron obreros agrícolas, carneadores, esquiladores, carpinteros, albañiles, fundidores, soldadores, mecánicos, electricistas, tipógrafos.

Estos fueron constituyendo los primeros destacamentos obreros en esta región.

En 1896 surgió en Punta Arenas, la Unión Obrera, primera organización de la clase.

El 17 de abril de 1897 se produjo la primera huelga obrera, y   el 1º de Mayo, de ese mismo año, se conmemoró en Punta Arenas el Día Internacional de los Trabajadores.

El 30 de marzo de 1911 se fundó la Sociedad de Carneadores ‘Unión y Progreso’, que el 11 de junio de ese año,  se transformó en la gran Federación Obrera de Magallanes.

El Factor Subjetivo

Hacia 1892, llegaron al norte de Chile las ideas revolucionarias del ‘Manifiesto del Partido Comunista’, escrito por  Carlos Marx y  Federico Engels en 1848.

En 1894, Luis Emilio Recabarren, el más grande líder de los trabajadores y la más importante personalidad de la historia de Chile, se inició en la lucha social. Por entonces tenía 18 años de edad y se incorporó al Partido Demócrata.

Recabarren había nacido en Valparaíso, el 6 de julio 1876.

Sólo pudo estudiar tres años en una escuela de ese puerto. En 1890, su familia se trasladó a Santiago, donde  comenzó a trabajar, a la edad de 14 años, como obrero tipógrafo en una Imprenta.

                     Luis Emilio Recabarren Serrano

A pesar de ser duramente explotado, tuvo el valor de leer, de estudiar por su cuenta. Fue un autodidacta. Y lo más importante, es que puso sus conocimientos al servicio de sus hermanos de clase.

Por otro lado, como afirma Hernán Ramírez en su obra ‘Origen y Formación del Partido Comunista de Chile’, “en la década de los años 70 del siglo XIX llegaron a Punta    Arenas unos trescientos franceses considerados comunistas y que  habían  sido  desterrados  de  su patria por su participación en la Comuna de París; desde  Punta Arenas, muchos de estos emigrantes se trasladaron a otros lugares de la república”.

Ellos sembraron en las heladas tierras australes la roja semilla revolucionaria.

Surgen las secciones socialistas

En la edición del 21 de mayo de 1912 de ‘El Despertar de los Trabajadores’, de Iquique, escribió Recabarren un artículo titulado “Vamos al Socialismo”, donde relata: “Desde que se inició la reorganización del Partido Demócrata en esta provincia, se inició  también una tendencia bien marcada para que nuestra organización fuera envuelta en la idea socialista y tomando su propio nombre.

Tan es así que un buen número de las nuevas agrupaciones de la pampa, tomaron el nombre de socialistas, manifestando con ello querer avanzar en las ideas y en la acción”.

Recabarren finalizaba su artículo diciendo: “Alcemos bien nuestra frente y sin vacilaciones fundemos aquí el formidable pedestal del Partido Socialista de Chile”.

También en Magallanes

‘El Despertar de los Trabajadores’ publicó el 27 de agosto de 1912 una carta enviada por el Partido Socialista chileno de Punta Arenas,  de fecha 11 de julio de 1912, donde se  decía:

“Señores

Miembros del Partido Socialista Obrero.

Iquique.

Apreciados compañeros:

Por el importante órgano del proletariado de esa ciudad, ‘El Despertar’, hemos podido informarnos de que con fecha 23 de mayo del año en curso se ha formado en esa el Partido Socialista.

El 21 de ese mismo mes quedaba organizado en este otro extremo de la República ese mismo gran partido que esperamos y deseamos eche hondas raíces en nuestra nación y sea el salvador de nuestra patria.

Cúmplenos, pues, ofrecerles nuestra más franca adhesión…

Por los compañeros,              Luis E. Mart.”.

Pensamos que los comunistas de Punta Arenas, se referían a la fundación de una sección socialista, ocurrida precisamente el 23 de mayo, en la oficina salitrera ‘Cholita’, ubicada al sur este de Iquique, según  informó ‘El Despertar’, con fecha 24 de mayo de 1912.

LA FUNDACIÓN

Así se fueron creando las condiciones para la fundación del Partido Comunista de Chile. Era la época de oro del salitre. Funcionaban 170 oficinas salitreras, en las que laboraban cerca de 50 mil pampinos.  La provincia de Tarapacá, bullía en actividad.   En Iquique, corazón palpitante de esa región, treinta revolucionarios, encabezados por Recabarren, se reunieron el 4 de junio de 1912, en una casona ubicada en calle Barros Arana Nº 9 de ese puerto.

Entre otros, participaron en esa sesión Elías Lafertte; Teresa Flores, única mujer fundadora de un partido en Chile; el ecuatoriano David Barnes; el español, Nicolás Aguirre Bretón; Néstor Recabarren, Ruperto Gil, Enrique Salas, Salvador Barra Woll.

Allí se fundó el Partido Comunista de Chile. Nació con el nombre de Partido Obrero Socialista, porque en esa época todos los partidos revolucionarios de la tierra se llamaban socialistas o socialdemócratas.

Durante casi tres años el Partido careció de una estructura nacional. Las diversas secciones del país tenían por centro de orientación e información a Recabarren.

Esta situación se  superó en 1915.

SURGE LA CLASE OBRERA CHILENA

Si partimos de la  base que el Partido Comunista de Chile es el Partido de clase obrera, debemos buscar sus raíces precisamente en esa clase social.

           Contrariamente a lo que sostienen algunos historiadores burgueses, la Independencia ejerció enorme influencia en el desarrollo del país. Rota la dependencia a España, Chile estuvo en condiciones de comerciar libremente. Poseía importantes riquezas mineras, especialmente cobre y plata. En Europa, Inglaterra vivía un impetuoso proceso de industrialización y requería de ese tipo de materias primas. Se produjo un  importante flujo comercial entre ambos países. Los recursos provenientes de esas ventas fueron acumulados por los propietarios de las minas y, en menor proporción,  por el Estado.

Hubo posibilidades de aumentar ese comercio. Pero para ello era necesario ampliar los yacimientos mineros, mejorar sustancialmente las vías de comunicación, los medios de transporte y la capacidad de los puertos. Un significativo porcentaje de las ganancias fue invertido en  aumentar y mejorar la producción minera y desarrollar vastas obras públicas.

Los yacimientos, donde laboraban unos pocos operarios, dieron trabajo ahora a cientos y a miles. Se construyeron caminos y puentes. Se tendió la primera línea férrea del país, precisamente entre un centro minero, Copiapó, y un puerto de embarque, Caldera.  Fue inaugurada el 25 de diciembre de 1851. Se mejoraron las instalaciones portuarias.  Se necesitó fabricar y reparar máquinas, carretas, vagones ferroviarios, herramientas. Surgieron así fundiciones, talleres, maestranzas, fábricas.

Los operarios ocupados en los grandes minerales; los que construyeron caminos, puentes, vías férreas; los que cumplían funciones en los medios de transporte,  los que cargaban y descargaban en los puertos; los que trabajaban en fundiciones, talleres, maestranzas y fabricas,  eran muy distinto del artesano,  campesino o peón existentes desde antes de la Independencia. Tenían formas distintas de laborar, vivir, pensar y actuar.

Constituían un ente social nuevo. Formaban la clase obrera o proletariado, surgido como consecuencia  de  los cambios económico-sociales, del aparecimiento de formas capitalistas de producción;  proceso, cuyo eslabón inicial en Chile, lo constituyó la minería. 

De esta manera, surgieron los primeros destacamentos de la clase obrera chilena en la región de Atacama,  a  partir de los años 20 del siglo XIX.

Los obreros son jurídicamente libres. Ninguna ley les obliga a trabajar bajo un patrón determinado. Son libres para elegir entre morirse de hambre o ser explotado por un capitalista. Esto, porque no poseen medio de producción alguno. Sólo disponen de su fuerza de trabajo, que para subsistir deben venderla, recibiendo por ella un salario.

El obrero labora en grupos, nunca solo. Esto le otorga una  importante fuerza moral, sicológica y social, que no tiene el solitario.

Las condiciones de vida y de trabajo del proletariado en el siglo XIX  eran terribles. El escritor y periodista, José Joaquín Vallejo (Jotabeche)  dejó un dramático testimonio sobre las labores en el mineral de plata de Chañarcillo, ubicado cerca de Copiapó:

“A la vista de un hombre semidesnudo que aparece en la bocamina, cargando a la espalda 8, 10 y 12 arrobas (una arroba equivale a 11,5 kilos. Nota del autor), después de subir con tan enorme peso por aquella larga sucesión de galerías, de piques y frontones; al oír el alarido penoso que lanza cuando llega a respirar el aire libre, nos figuramos que el minero pertenece a una raza más maldita que la del hombre, nos parece un habitante que sale de otro mundo menos feliz que el nuestro, y que el suspiro tan profundo que arroja es una reconvención amarga dirigida al cielo por haberlo excluido de la especie humana”.

Si a lo narrado por Vallejo, agregamos las largas jornadas de trabajo, los bajos salarios, la total carencia de seguridad laboral, pésima alimentación, viviendas insalubres e incluso castigos físicos que, a veces, llegaban hasta  la muerte, ¿qué de extraño tiene que en 1834, a sólo dos años de iniciar sus actividades, se haya producido precisamente en el mineral de Chañarcillo, la primera huelga obrera  en Chile y uno de los cuatro primeros movimientos obreros en el mundo?

La clase obrera nació combatiendo. En el siglo XIX llevó a cabo 110  paros. Pero durante esa centuria y hasta la primera década del siglo XX, el proletariado chileno vivió la etapa, según la definición de Carlos Marx,  de  una “clase en sí”.  Tenía una existencia objetiva, pero carecía de conciencia de clase y  de organizaciones (en lo sindical y político)  propias.

LAS IDEAS DEL MARXISMO LLEGAN A CHILE

“Después de la Guerra del Pacífico –sostuvo  Hernán Ramírez en su obra ‘Historia del Movimiento Obrero en Chile’- la clase obrera chilena alcanza un nivel de relativo desarrollo, que la capacita para actuar con cierta independencia, con mayor cohesión y seguridad, conciencia y organización”.

EL PARTIDO DEMÓCRATA

El 20 de noviembre de 1887, se fundó el Partido Demócrata, primera expresión política popular en la historia de Chile. En sus comienzos estuvo constituido por artesanos, pequeños comerciantes, modestos empleados y obreros. Sin ser un partido obrero, jugó –especialmente en los últimos años del siglo XIX-  importante rol en las luchas de los trabajadores. Por ejemplo, en abril de 1888, encabezó las acciones de las masas populares en Santiago contra el alza de las tarifas de los tranvías, que culminaron con un gran mitin efectuado el 29 de ese mes.

DESARROLLO DEL PROLETARIADO

La clase obrera aumentó en número y combatividad. Entre 1880 y 1899, tuvieron lugar alrededor de noventa huelgas.

Surgieron las primeras organizaciones obreras. En 1890, se fundó en la Provincia de Tarapacá la asociación “La Unión es Fuerza”, que agrupaba a los trabajadores del salitre, portuarios, ferroviarios, etc., de esa región.

En 1892, se creó en Valparaíso la “Unión Marítima de Chile”, fundada por Carlos Jorquera, que reunió a los trabajadores de los puertos del litoral.

Ese mismo año, se celebró –por primera vez en Chile-  el Día Internacional de los Trabajadores, a poco tiempo que la Internacional Socialista había resuelto convocar a los asalariados de toda la tierra a rendir homenaje a los mártires de Chicago.

Efectivamente, el 1º de Mayo de 1892, tuvo lugar en la Plaza de la Justicia de Valparaíso una concentración. Allí el dirigente  demócrata Agustín J. Leiva pronunció  un breve discurso en que explicó el significado de la fecha e invitó a los trabajadores a unirse y a luchar para lograr que “el rico ceda lo que por derecho y razón nos pertenece”. 

PERÍODO DEL CONOCIMIENTO DEL MARXISMO

El desarrollo experimentado por el proletariado chileno en la década del 80 y especialmente desde inicios de los años 90 del siglo XIX, creó las condiciones para que a partir de 1892 se inicie, lo que Orlando Millas, en una entrevista en la revista ‘Araucaria de Chile’ Nº 15 – 1981,  llamó período del conocimiento del marxismo en nuestro país, que se prolonga hasta el primer decenio del siglo XX.

Era un momento en que la influencia del movimiento obrero internacional unida a la madurez del proletariado chileno, se traducía en un mayor desarrollo de la conciencia de clase.

Surgieron núcleos obreros que conocían el movimiento sindical europeo, sus luchas y las ideas que sustentaban. Por entonces –sostiene Hernán Ramírez Necochea- era “frecuente que se mencionara a Marx y se citaran párrafos del Manifiesto Comunista”.

ALGUNOS EJEMPLOS

El 31 de agosto de 1892, el periódico “El Pueblo”, de Valparaíso, publicó un Manifiesto de la Sociedad Marítima de Socorros Mutuos, donde se sostenía: “No olvidéis las palabras del gran socialista Karl Marx: la gente de trabajo de todas partes del mundo debe ser hermana. Ellas deben hacer causa común con los demás. Ellas tienen un mundo que ganar y sólo las cadenas que perder”.

Ese mismo periódico trajo el 12 de agosto de 1893 un artículo titulado “La sociedad Futura», en donde su autor –que firmaba con las iniciales A. B. L.- hacía acertadas referencias a Marx.

En febrero de 1896 se fundó en Santiago, el Centro Social Obrero. El 22 de noviembre salió a circulación su órgano oficial, «El Grito del Pueblo”, que difundía los principios del socialismo científico. Con fecha 6 de diciembre, declaraba: “Somos socialistas. ¡Ya no somos ignorantes!”. El 29 de ese mismo mes publicó el artículo “El Socialismo en Chile”, firmado con el seudónimo de Karl Marx. Ahí se afirmaba:

“Las ideas para esparcirse no respetan nada… Atraviesan soberbias cordilleras como los Andes, para sentar sus reales en el indolente Chile y convertir a hijos del pueblo, acostumbrados a besar la mano del verdugo que los azota, en hombres libres que luchan sin miedo por emanciparse del yugo burgués”.

OTROS EJEMPLOS DE POSICIONES MARXISTAS

Hacia 1896, nació en Santiago la Agrupación Fraternal Obrera, dirigida por Luis L. Olea y Marcos de la Barra. Olea era marxista. En carta dirigida a David Acosta y publicada en “El Proletario”, de Santiago el 20 de septiembre de 1897, sostenía:

“Diviso en esos temas al gladiador temerario que  desafiando las fieras humanas esgrime con la seguridad del éxito las armas de la razón templadas en el yunque de las teorías de Marx…”.

En la edición del 10 de octubre, este periódico traía dos interesantes artículos. Uno lo firmaba Ursula Bello, quien señalaba: “Nosotras, las que hemos cifrado nuestro porvenir y bienestar en la ruda labor de los hombres de trabajo, las que soportamos las injusticias y desigualdades del actual régimen social, nos adherimos entusiastas a la falange de los nuevos redentores de la humanidad: los socialistas”.

El otro artículo lo suscribe A. Araya  M., quien expresaba: 

“Adelante compañeros de sufrimientos en la grande idea del socialismo; unámonos como un solo hombre para rechazar esta sociedad explotadora. ¡Viva el socialismo! ¡Viva la Revolución Social!»

Y con fecha  17 de octubre de 1987, esta misma publicación anota: “La lucha de clases, desconocida hasta ayer en Chile, se empeñará desde hoy, frente a frente proletarios y burgueses, artistas  y profanos reformadores y reaccionarios, víctimas y verdugos”.

APARECEN ORGANIZACIONES OBRERAS

También en octubre de 1897 se fusionaron el Centro Social Obrero y la Agrupación Fraternal, dando origen a la Unión Socialista. Esta proclamaba “que tiene por objeto implantar el socialismo en Chile”. Respondieron la represión del gobierno, fundando el 8 de diciembre, el Partido Socialista, de breve existencia.

En 1897 se fundó en Punta Arenas la Unión Obrera, organismo de carácter político y sindical. El 26 de diciembre, en la primera  edición de su periódico “El Obrero”, preconizaba “la posición del poder político por la clase obrera y la transformación de los instrumentos de trabajo en propiedad colectiva, social o común”. Y con fecha 2 de enero de 1898 afirmaba que “la lucha de clases se desarrolla donde quiera que existan burgueses y proletarios”.

En 1898 surgió en Santiago el Partido Obrero Socialista Francisco Bilbao. El 26 de ese mes, su periódico “El Trabajo” proclamaba: “El obrero no debe esperar nada de tantos falsos apóstoles, su emancipación social, política y económica debe ser obra del obrero mismo y esto se conseguirá mediante la unión que hace la fuerza, formando el partido de los explotados”.

El 22 de enero de 1899 se editó en Santiago el primer número del periódico “La Democracia”. Uno de sus fundadores y redactores era Recabarren. Ello marcó el inicio de su labor como creador y activista de la prensa obrera.

Desde el fin de la Guerra del Salitre el centro más importante del movimiento obrero se trasladó  desde el Norte Chico al Norte Grande.

HACIA LA FUNDACIÓN DEL PARTIDO COMUNISTA

Hacia 1900, Chile tenía tres millones de habitantes, de los cuales 250 mil eran obreros.

El 21 de enero de ese año, surgió en el puerto de Iquique la primera Mancomunal de Obreros. La fundaron los lancheros encabezados por Abdón Díaz. El 1º de mayo de 1902, nació la Combinación Mancomunal de Obreros de Tocopilla, creada también por los lancheros, dirigidos por Gregorio Trincado.

MANCOMUNALES

Las Mancomunales fueron las primeras organizaciones sindicales obreras. Sus objetivos: organizar a los trabajadores, unirlos, dirigir sus luchas, fomentar la solidaridad de clase, entregar ayuda asistencial a sus afiliados; crear escuelas, filarmónicas, centros sociales y grupos artísticos, para educar y alejar de los vicios a los asociados.

Cumplían las funciones de un sindicato y, al mismo tiempo, realizaban las tareas de una mutual.

LUCHAS Y MASACRES

Con el surgimiento de las mancomunales, se incrementaron las luchas obreras. En 1901 tuvo lugar un paro de los trabajadores marítimos de Iquique. Fue derrotado: los empresarios trajeron rompehuelgas desde el sur.

El 12 de mayo de 1903, los marítimos de Valparaíso declararon una huelga demandando aumentos salariales. Realizaron un mitin, donde fueron masacrados. Treinta obreros cayeron asesinados; quedaron más de 200 heridos.

RECABARREN EN TOCOPILLA

En septiembre de ese año, llegó Luis Emilio Recabarren a Tocopilla, contratado por la Mancomunal para que publicara su periódico, “El Trabajo”. El 18 de octubre apareció el primer número. La  participación de Recabarren en la Mancomunal de Tocopilla tuvo gran significado para él. También  para la entidad obrera, de la cual llegó a ser dirigente.

En 1904 se produjo una huelga de los pampinos en la  Oficina Chile, la que fue aplastada sangrientamente.

MEMORIAL OBRERO

Con fecha 20 de marzo de 1904, los trabajadores de la provincia de Tarapacá enviaron al Presidente Germán Riesco un Memorial, que comenzaba diciendo:

“Las Sociedades de Obreros de Iquique legalmente constituidas representadas por sus directores, a invitación de la Gran Unión Marítima, acordaron dirigirse a Usted, no movidos por elementos extraños, como lo expresa el Memorial de los salitreros que publican los diarios locales, sino impulsados por el vehemente deseo de mejorar sus salarios, sus condiciones de vida y seguridad, juntamente con la de todos los obreros de esta rica y laboriosa provincia”.

En este Memorial se planteaban los problemas de diversos gremios: lancheros, panaderos, obreros del salitre, etc.

MASACRE EN SANTIAGO

En 1905, los sectores populares de Santiago, efectuaron manifestaciones callejeras de protesta contra el impuesto de internación a la carne Argentina, que significaba el alza del precio de  este alimento. El gobierno de Germán Riesco respondió con una nueva masacre.

En ese año, comenzó la penetración del imperialismo estadounidense en Chile. El consorcio Kennecott inició la explotación del mineral de cobre de El Teniente.

TAMBIÉN EN ANTOFAGASTA

En 1906 estalló una huelga de los cargadores del puerto de Antofagasta y de los obreros de la maestranza ferroviaria de esa ciudad. Estos movimientos fueron apoyados por la Mancomunal de ese puerto con un paro general en la región. El 7 de febrero, tuvo lugar un mitin en la Plaza Colón, al que concurrieron tres mil trabajadores. Hablaron varios oradores. Uno de ellos fue Recabarren. Apenas terminó éste de hablar soldados del Regimiento Esmeralda, el “famoso” Séptimo de Línea, marineros del Blanco Encalada y civiles de la Guardia del Orden, atacaron a los manifestantes con armas de fuego. Fueron asesinados más de cien trabajadores.

PRIMER DIPUTADO OBRERO EN AMÉRICA

El 4 de marzo de 1906, hubo elecciones parlamentarias en Antofagasta. Uno de los dos diputados electos fue Luis Emilio Recabarren, entonces militante  del Partido Demócrata, siendo el primer diputado obrero de América. La reacción lo despojó de su cargo. 

Hacia 1907, Chile tenía 3 millones de habitantes. De ellos, 1.250.000 constituían la población activa. Un 42,3% de éstas eran trabajadores, que se dividían así:

  • trabajadores agrícolas, 57,6%
  • sirvientes de casa y lavanderas, 28,9%
  • obreros, 13,5%

RECABARREN CITA A MARX

Recabarren escribe el 25 de mayo de 1907, en el periódico “El Pueblo Obrero”, de Iquique:

“El obrero para emanciparse tiene que atacar a la burguesía, quitándole el poder público, comercial y la propiedad de sus privilegios. ‘La emancipación de los trabajadores debe ser obra de los mismos trabajadores’, ha escrito Carlos Marx, hace 60 años, en Alemania y esta frase inmortal es el faro que nos guía y vivirá unida con esta otra del mismo autor: ‘¡Proletarios de todos los países, uníos!’”.

REFLUJO DEL MOVIMIENTO SINDICAL

La masacre de la Escuela Santa María de Iquique, perpetrada durante el gobierno de Pedro Montt el 21 de diciembre de 1907, marcó el reflujo del movimiento obrero. En estas condiciones, un grupo de revolucionarios, encabezados por Recabarren, intentó reagrupar a los trabajadores.

Pero fueron elementos conservadores y reformistas los que lo lograron. El 18 de septiembre de 1909, surgió  la Gran Federación de Obreros de Chile. Su fundador fue el abogado del Partido Conservador, Pablo Marín Pinuer. Su primer Presidente, Emilio Cambié.

RECABARREN ADOPTA LA JUSTA DECISIÓN

Esta institución tenía carácter mutualista, propiciaba la colaboración de clases entre el capital  y los asalariados. No nació para luchar contra el capitalismo y la explotación de los obreros, sino para mantenerlos.

Ante esta nueva situación, los trabajadores más avanzados –entre ellos Recabarren-  debieron optar entre seguir creando las condiciones para fundar una organización sindical nacional de carácter clasista o incorporarse a la Gran Federación. Se decidieron por esto último. Actuaron según lo plantearía Lenin años después, en 1920 en su obra “La enfermedad del ‘izquierdismo’ en el comunismo”.

LA IMPRESCINDIBLE LUCHA IDEOLÓGICA

Luis Emilio Recabarren no cesaba en la lucha ideológica con el fin de ganar a los obreros para las posiciones revolucionarias. A los numerosos artículos de prensa, agregó en 1910 tres folletos: “La huelga de Iquique de 1907”, “Ricos y pobres a través de un siglo de vida republicana” y “Mi juramente”. Son las primeras obras marxistas escritas en Chile.

Hacia fines de 1911, Recabarren –tras contraer numerosas deudas- compró una imprenta.

La instaló, gracias a la ayuda del comerciante ecuatoriano David Barnes, en una casa grande que éste poseía en la calle Barros Arana Nº 9, casi esquina de Sotomayor, en Iquique. Allí también, en una de las habitaciones vivía el fundador de la prensa obrera con su compañera, Teresa Flores.

¡A FORMAR UN NUEVO PARTIDO!

Fue en esa casona, donde se editó “El Despertar de los Trabajadores”, de Iquique, el más importante de los once periódicos creado por Recabarren. Su primer número apareció el 16 de enero de 1912.

Esta publicación jugó un significativo rol en el nacimiento del Partido de la clase obrera. Por ejemplo, en la edición del 21 de mayo de 1912, escribió Recabarren  un artículo titulado “Vamos al Socialismo”, en donde dice:

“En la última sesión del Directorio de la Agrupación Central se ha propuesto el cambio de nombre de nuestro Partido en la provincia. Unos quieren que adoptemos por nombre simplemente: Partido Socialista; otros proponen que nos llamemos: demócratas socialistas; otros que tomemos por nombre Partido Obrero Socialista. Como estos asuntos tendrán que someterse a la consideración de todas las agrupaciones y secciones del Partido en la provincia creemos oportuno señalar, desde estas columnas algunas ideas al respecto:

Aceptamos el cambio de nombre y, junto con eso, que nos separemos definitivamente del seno del Partido Demócrata, por las siguientes razones:

1.- Porque el Partido Demócrata en su política y con sus actos públicos durante los últimos años ha declarado prácticamente que no sirve los intereses de la clase trabajadora porque en cada acto electoral ha hecho causa común con los partidos de la clase explotadora y opresora.

2.- Porque los dirigentes del Partido son en su mayoría elementos burgueses, que no conocen ni saben sentir las necesidades materiales y doctrinarias del pueblo. La Directiva General no se ha preocupado de las conferencias populares ni de la prensa definida, permanente y activa…

No, trabajadores del salitre, no apoyemos más esta funesta política. Alcemos bien nuestra frente y sin vacilaciones fundemos aquí el formidable pedestal del Partido Socialista de Chile”.

CREANDO LAS CONDICIONES

Durante mayo se dieron los pasos concretos para constituir el nuevo Partido. “El Despertar de los Trabajadores” publicó el siguiente texto:

“Podrán formar parte de este Partido todos los obreros o trabajadores que acepten la doctrina socialista, se incorporen o formen parte de las agrupaciones constituidas o que se organicen  nuevas.

Además de los  obreros, podrán formar parte todas las personas que sean socialistas y quieran el triunfo del socialismo, como ideal que producirá el verdadero amor a la justicia social.

El nombre del Partido no está todavía acordado definitivamente; pero si se adoptara el Partido Obrero Socialista no querrá decir que sea exclusivamente obrero. En este nuevo Partido entrarán todos los que amen la doctrina socialista. No serán admitidos los viciosos y gentes de conducta condenable”.

Hace 107 años:  FUNDACIÓN DEL PARTIDO COMUNISTA DE CHILE

“Y este habitante transformado
que se construyó en el combate,
este organismo valeroso,
esta implacable tentativa,
este metal inalterable,
esta unidad de los dolores,
esta fortaleza del hombre,
este camino hacia mañana,
esta cordillera infinita,
este armamento de los pobres,
salió de aquellos sufrimientos,
de lo más hondo de la patria,
de lo más duro y más golpeado,
de lo más alto y más eterno
y se llamó Partido.

PARTIDO COMUNISTA.”

            (Pablo Neruda: “Canto General”)

1912 fue la época de oro del salitre.  Funcionaban 170 oficinas salitreras, que empleaban el Sistema Shanks, que requiere abundante mano de obra.  Laboraban cerca de 50 mil obreros, que aportaban el 52% de los ingresos ordinarios del país.  El norte Grande, en especial la región de Tarapacá, bullía en actividad.

En ese escenario nació el Partido Comunista.  El 4 de junio de 1912, se reunieron alrededor de treinta  revolucionarios en el local de “El Despertar de los Trabajadores”, ubicado en  calle Barros Arana Nº 9 de la ciudad de  Iquique.

La proposición de Recabarren de constituir una nueva organización fue aprobada por unanimidad.  Por mayoría, se resolvió denominarla Partido Obrero Socialista. Por entonces los partidos revolucionarios se llamaban socialistas o socialdemócrata.

LOS FUNDADORES

En el Acta Oficial de esa reunión del 4 de junio, publicada en “El Despertar de los Trabajadores”,  de Iquique, con fecha 6 de junio de 1912, se mencionaban 27 nombre de participantes en ella y se agregaban:  “y otros amigos”.

Los fundadores del Partido, según esa Acta Oficial fueron:  Luis Emilio Recabarren (Presidente), Enrique Salas (Vicepresidente), Néstor Recabarren (Secretario), Ruperto Gil (Secretario), David Barnes (ciudadano e3cuatoriano,Tesorero), E.  Aguirre Bretón (, ciudadano español, delegado), Teresa Flores (única mujer fundadora del PC), Elías Lafertte, L.  Zavala, J.  Faúndez, E.  Jorquera, L.  Vargas, E.  Díaz, J.  Francisco García, Luis Figueroa, Ladislao Córdova, D.  M.  Agüero, Juan Alvarez, R.  Olivares, A. López, E. Corbetto, José del Carmen Aliaga Véliz, A. Martínez, Salvador Barra Woll y Miguel Carrasco.  En total, veintisiete.

En otras versiones de esa sesión constituyente del Partido, se entregaron  siete nombres más: Emilio Alvarado, Julio Arredondo, Facundo Castro, Vicente Cortez, Eleodoro Rodríguez, Gregorio Salinas e Ignacio Salinas. Pensamos que éstos podrían ser los mencionados como “otros amigos” en el Acta.

MÁS ANTECEDENTES

En ese documento, partida de nacimiento del Partido Comunista -según afirma Orlando Millas en su trabajo “Medio siglo de Partido Obrero en Chile”, publicado en revista ‘Principios’ Nº 90, julio -agosto  de 1962-   se señalaba

“Se dio cuenta que la anterior Asamblea había nombrado una comisión que actualmente redacta las bases y reglamentos del nuevo Partido, los que una vez terminados serán presentados a las Asambleas y respectivamente a las seccionales”.

Ese mismo día 4 de junio, se constituyó el Partido en la Oficina salitrera “Abra”.  Casi simultáneamente surgió en Punta Arenas.  Poco después se organizaron las secciones de Tocopilla, Antofagasta y Taltal.  Algo más tarde, las de Valparaíso, Santiago, Concepción, zona del carbón y otras ciudades.

SURGE DEL PARTIDO DEMÓCRATA

Con fecha 18 de febrero de 1913,  apareció en le periódico ‘El Despertar del Trabajadores’, de Iquique, un Informe de Luis Emilio  Recabarren dirigido   a la Segunda Internacional y titulado ‘La Labor Obrera en Tarapacá’. En él se afirmaba: “En enero de 1912, no existía en Tarapacá organización obrera ni socialista, con excepción de la Cooperativa Obrera Tipográfica y el gremio de cargadores y panaderos… Agregaba  que “en el mes de junio, 22 secciones del Partido Demócrata se transformaron en Partido Socialista y continúan una marcha regular, desde el punto de vista orgánico político”.

Las secciones de Tarapacá a las que hacía mención Recabarren eran:  Iquique, Centro Lagunas, Gloria, Primitiva, San Pablo, Argentina, Alianza, Rosario de Huara, Cala Cala, Cholita, Barcelona, Ramírez, Bellavista, Amelia, Abra, Jazpampa, Pan de Azúcar, Agua Santa, San Lorenzo, San Remigio, Pozo Almonte y Pisagua.

AÚN PENABA LA MASACRE de 1907

En ese mismo Informe se sostenía que al iniciarse 1912, junto con el auge de la industria del salitre, Tarapacá aún vivía con el recuerdo y las hondas cicatrices dejadas por la masacre de la Escuela Santa María de Iquique.  Durante ese año “el espíritu obrero muy decaído por la cruel matanza en la huelga de 1907, recién empieza a reanimarse”.

Fue en estas condiciones,  que revolucionarios chilenos dieron nacimiento al Partido de la Clase Obrera.

UN PARTIDO PARA LA REVOLUCIÓN

Marx y Engels escribieron en el ‘Manifiesto del Partido Comunista’, editado el 24 de febrero de 1848:  “Los comunistas sólo se distinguen de los demás partidos proletarios en que, por una parte, en las diferentes luchas nacionales de los proletarios, destacan y hacen valer los intereses comunes a todo el proletariado, independientemente de la nacionalidad; y, por otra parte, en que, en las diferentes fases de desarrollo por que pasa la lucha entre el proletariado y la burguesía representan siempre los intereses del movimiento en su conjunto…

El objetivo inmediato de los comunistas es el mismo que el de todos los demás partidos proletarios:constitución de los proletarios en clase, derrocamiento de la dominación burguesa, conquista del poder político por el proletariado”.

ARREBATAR EL PODER A LA BURGUESÍA

En el Programa del POS, publicado como folletín por “El Despertar de  los Trabajadores”, entre el 8 de octubre y el 21 de noviembre de 1912, se sostiene:

“Considerando que la necesidad, la razón y la justicia exigen que la desigualdad y el antagonismo entre una y otra clase desaparezcan, reformando o destruyendo el estado social que produce.

El Partido Obrero Socialista expone que el fin de sus aspiraciones es la emancipación total de la Humanidad, aboliendo las diferencias de clases y convirtiendo a todos en una sola clase de trabajadores, dueños del fruto de su trabajo, libres, iguales, honrados e inteligentes, y la implantación de un régimen en que la producción sea un factor común y común sea también el goce de sus productos.  Esto es, la transformación de la propiedad individual en la propiedad colectiva o común…

“Realizaremos lucha política, para arrebatar a la burguesía el poder político dominante en el actual estado de cosas.”

COINCIDEN EN VARIOS ASPECTOS

Resulta evidente la influencia que en ese primer Programa del Partido Comunista de Chile tuvo el Manifiesto del Partido Comunista, cuya primera edición se hizo en Londres, en alemán, el 24 de febrero de 1848.  Veamos algunas de las coincidencias entre ambos documentos.

LOS PRIMEROS ESTATUTOS

En los Estatutos o Reglamento del Partido, incluido es el mismo folletín, se señala:

“Artículo 1.-  El Partido Obrero Socialista es fundado con el objeto de reunir todas las fuerzas proletarias del país, a fin de mejorar de común acuerdo, la suerte del proletariado”.

“Artículo 2. –  Para cumplir esta tarea y para realizar enseguida su objetivo más elevado:  la demanda completa de los trabajadores, el Partido se organizará sobre el terreno económico y político”. 

Con toda razón, pudo manifestar Recabarren en su discurso ante la Cámara de Diputados, el 15 de julio de 1921: “El Partido Socialista desde el año 12 ha acogido las ideas comunistas”.

LOS PRIMEROS PASOS

Elías Lafertte relata en ‘Vida de un Comunista’:

“Nuestra ideología, en aquella época, era muy incipiente.  Creo que ninguno de nosotros –salvo Recabarren- había leído a Marx o Engels.  Los libros de estos pensadores eran escasísimos.  Indudablemente el hombre más capacitado de todos los que formábamos en el movimiento era Recabarren, pero entre Recabarren y nosotros había una enorme distancia en cuanto a preparación, madurez política y formación ideológica.  No éramos propiamente marxistas.  El marxismo llegó al POS andando el tiempo, a través de los estudios, de los libros que vinieron de Europa, de las relaciones internacionales, de los viajes de los compañeros y de la cooperación de la Internacional Comunista.  Pero teníamos en nuestro interior, me refiero a los militantes socialistas, la materia prima para forjar luchadores:  la capacidad de lucha, la resistencia a la injusticia, el espíritu de organización, el sentimiento de la unidad, el orgullo proletario, y sobre todo, el sentido de clase”

UN EDUCADOR COLECTIVO

Con esas cualidades y limitaciones, el Partido realizó valiosas tareas en los años iniciales de su existencia.  En 1912, por ejemplo, llevó adelante una importante labor de educación política en Tarapacá. En el Informe a la Segunda Internacional ya citado, Recabarren señalaba: Las conferencias efectuadas “pasan de 60, con unos 20 oradores.  Temas: explicación de la doctrina socialista, medios de lucha, organización obrera, cooperativas, crítica, anticlericalismo, antimilitarismo.  Entre los oradores de que dispone la organización obrera se cuenta una niña de 14 años, Rebeca Barnes, y una joven de 22 Teresa Flores…  Las conferencias, la prensa y los folletos van produciendo buenos resultados en la formación de la conciencia”.

HACIA  LOS OBREROS Y LAS MUJERES

Desde los primeros meses de la existencia del Partido, los comunistas dedicaron serios esfuerzos a organizar los gremios obreros.

A partir de 1913, se crearon Centros Femeninos, con el estímulo que significó la visita de la conferencista española Belén de Sárraga.  En esta labor se destacó Teresa Flores.  Estos Centros Femeninos se adherían públicamente a los postulados del Partido.

El desarrollo del movimiento de las mujeres, especialmente significativo en el norte, tuvo enorme relevancia debido a que ocurrió en momentos que aún subsistía el reflujo del movimiento sindical, producto de la masacre de la masacre de la Escuela Santa María de 1907.

Por Iván Ljubetic Vargas, historiador del
Centro de Extensión e Investigación
Luis Emilio Recabarren, CEILER.

Santiago de Chile, 4 de junio 2019
Crónica Digital

 

 


 

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