Familias enteras envueltas en frazadas sobre viejos colchones pululan en cualquier esquina de una Buenos Aires que contrasta con las flamantes construcciones de estilo europeo, una postal que hoy duele y se repite por toda la ciudad.
Cuatro millones de pobres y un millón de indigentes más en un año, señalan cifras oficiales en tanto un diario local se hace eco de que el primer trimestre de 2019, la pobreza creció al 34,1 por ciento y la indigencia, al 7,1.
En un país millonario en riquezas naturales, con una geografía bendecida, el sector más vulnerable sigue siendo el eslabón débil y hasta la clase media ha sido duramente impactada por la recesión que impera en Argentina, que ha obligado a muchos a bajar las cortinas de pequeños negocios y otros han perdido el trabajo, sin contar el alza de tarifas en servicios básicos.
“Solo pido un par de zapatillas viejas para que mis hijos puedan ir mañana a la escuela, o comida, lo que puedan darme”, le dice a esta redactora una señora de unos 40 y tantos años, quien ha montado una especie de campamento con dos colchones viejos en una popular esquina cerca de la avenida Córdoba, a los pies de la bella arquitectura del Palacio de Agua.
La imagen duele, el contraste del Palacete, uno de los edificios más bellos de la ciudad, único de su tipo en el mundo, revestido con piezas de terracota esmaltada de Inglaterra, con la señora junto a sus dos niños, uno de nueve años y otro de 12, hacen remontar a un pasado tan lejano que parece mentira que en siglo XXI puedan existir cosas como estas.
Según contó a esta redactora la señora, está a la espera de que el Gobierno de la Ciudad le dé un motel donde quedarse. Ya casi, dice, el jueves o el viernes me ubicarán, pero mientras tanto debo esperar.
Los hogares de tránsito y refugios del Gobierno dan cabida a personas en situación de vulnerabilidad socioeconómica pero la propia señora dice que están hoy llenos de gente.
Por el lugar se acercan muchas personas solidarias, algunos también impactados por la crisis, pero que aportan su granito con algo de comida. El nudo aprieta en la garganta al ver los rostros de los dos niños, que esperan mañana poder ir al colegio. El termómetro marca nueve grados, hay frío. Es que solo tenemos un par de zapatos y nos lo turnamos, dice la madre.
Al inicio de su gobierno, en 2015, el principal eslogan de campaña del Presidente Mauricio Macri, quien hoy va camino a la reelección, era pobreza cero. Cuatro años después ese indicador empeoró, según cifras oficiales.
Cierto es que en estos últimos años es visible la obra pública, uno de los ejes que hoy resalta el mandatario de su gestión en estos tiempos de campaña electoral, hay muchas más obras, son palpables, pero también es mucho más visible las personas y familias enteras durmiendo a la intemperie en las calles.
La megadevaluación del peso frente al dólar, la deuda contraída con el Fondo Monetario Internacional, el recorte estatal, que dejó a muchos sin trabajo, el aumento de las tarifas sociales y de todos los servicios en general, la imposibilidad para muchos de pagar un alquiler, todo esto ha impactado en las personas con menos ingresos.
Casos como la de esta señora y sus dos niños se repiten a diario por doquier, sobre todo en lugares con algo de techo, como en las afueras de los bancos. La indigencia pega duro en una ciudad bella, mágica, donde ver a niños y familias envueltas en colchas viejas y rotas, con sus pertenecías acuesta, para algunos es algo ya común, para otro nunca deja de ser indiferente.
Por Maylín Vidal.
Buenos Aires, 5 de agosto 2019.
Crónica Digital.