Tengo la impresión que nuestro encuentro de hoy tiene el sentido profundo de la Historia. En primer lugar, hace unos días, el 26 de julio, la Izquierda Ciudadana de Chile cumplió su séptimo aniversario, anunciando su propósito de construir una herramienta política de hechura radicalmente democrática, comprometida con el horizonte de una Revolución Ciudadana y sustentada en el compromiso de promover, en forma ininterrumpida, la unidad social y política del pueblo. Eran entonces los tiempos del primer Gobierno de Sebastián Piñera.
Con esos y no otros fundamentos participamos en la construcción de la Nueva Mayoría y su Programa, e integramos su Gobierno.
Ello tiene una relación de continuidad y coherencia con otros hechos históricos que hoy también son dignos de ser recordados.
El 27 de julio de 1971, Bosco Parra renunció al Partido Demócrata Cristiano, en lo que representa el punto de partida de la constitución de la Izquierda Cristiana de Chile, que se incorporó a la coalición de la Unidad Popular en el Gobierno del Presidente Salvador Allende y a la Izquierda Unida en tiempos de dictadura. Como se sabe, Izquierda Cristiana fue una de las fuerzas principales que dio origen a la Izquierda Ciudadana.
Parra representaba una corriente al interior del PDC que se había articulado en torno al llamado de Radomiro Tomic a levantar la “unidad social y política del pueblo”, como la condición indispensable para emprender cambios estructurales en el país. Ya con Allende en La Moneda y la Democracia Cristiana inclinándose hacia la derecha, Parra propuso un voto político que sostenía que, en aquella coyuntura, “adquiere un nuevo y urgente vigor la tesis de la completa unidad social y política del pueblo”.
Una de las personas que concurrió al llamado a formar la Izquierda Cristiana de Chile fue el senador Rafael Agustín Gumucio, quien más tarde asumió la presidencia del Partido Federado de la Unidad Popular. Poco tiempo antes de partir de este mundo, aseveró: “La tarea que se impuso (la Izquierda Cristiana) fue realista: trabajar por superar el problema político que significaba la división del pueblo provocada por el sectarismo”…
Esta convicción era coherente con el mensaje y el testimonio de una de las figuras que inspiraron a la Izquierda Cristiana y en general al desarrollo de la Teología de la Liberación: el sacerdote Camilo Torres. Señaló con insistencia que, para materializar cambios de carácter revolucionario, “debemos insistir en lo que nos une y prescindir de todo lo que nos separa” en el campo de la izquierda, en referencia a la necesidad de la convergencia de todos los actores y las fuerzas progresistas.
Otro cristiano revolucionario, Clotario Blest, recordó una vez cuando, el 1 de mayo de 1952, se dirigió a los trabajadores reunidos en la Plaza de los Artesanos. En un momento de su intervención, gritó: “¡Sólo la unidad hará posible que triunfemos en nuestras demandas! Por eso les pregunto: ¿quieren o no la unidad?”. Un clamor respondió desde la muchedumbre. Clotario insistió: “¡Entonces, díganselo a todos estos dirigentes! ¡Díganles ustedes mismos que quieren la unidad!”. Por prolongados minutos se escuchó: “¡Unidad, unidad, unidad!”. Comenzaba a nacer la Central Única de Trabajadores (CUT) de Chile.
Ello está bella y magistralmente explicado por Pablo Neruda en su libro “Canción de Gesta”, cuando señala que la victoria
es como el viejo vino de mi patria:
no lo hace un hombre sino muchos hombres
y no una uva sino muchas plantas;
no es una gota sino muchos ríos;
no un capitán sino muchas batallas.
Basados en esa convicción de siempre, la IC ha resuelto unirse al PRO para fortalecer la Casa Común del Progresismo: el Partido Progresista de Chile.
Este paso tiene el sentido de la historia porque tiene cierto grado de excepcionalidad: frente a la tendencia de la izquierda a dispersarse y fragmentarse, frente a la cohesión de los conservadores y poderosos de siempre, estamos mostrando que es posible construir unidad, que cuando no existen diferencias sustantivas no tiene sentido alguno caminar en espacios diferentes, que es imprescindible esa unidad cuando cada día que pasa se hace más evidente que existe la urgencia de enfrentar a esos poderosos de siempre.
Hoy nos unimos en la Casa Común del Progresismo pues tenemos convicciones comunes y compartidas, que han ido quedando de manifiesto a través de un proceso de intercambio que se ha extendido por el tiempo. Nos unimos porque tenemos convicciones políticas comunes: no es esta una operación de cálculo, vacía de contenido, o de ingeniería política enferma del pragmatismo sin principios y valores.
Nos unimos en la Casa Común del Progresismo porque vemos que no todos comparten el mismo sentido de urgencia.
Hay quienes, en las filas de la oposición, han respaldado una y otra vez las iniciativas de ley de la derecha en el Congreso. Anuncian que no quieren unidad con la izquierda. Dicen que se perdió el Gobierno en el 2017 porque se perdió el centro político a raíz de que la Administración Bachelet hubo un “exceso” de reformas y se izquierdizó la acción política de Gobierno. En el fondo, están asegurando que es inviable todo programa de reformas, aunque sea moderado, restringido, limitado. Están confundiendo deliberadamente centro político con conservadurismo.
Hay también quienes, en las filas de la oposición, señalan que su prioridad es fortalecer la propia fuerza y la propia coalición, que descartan entonces convergencias más allá de la propia fuerza y la propia coalición. Pareciera, en el fondo, que no es prioridad la urgencia del pueblo y la ciudadanía por poner fin a un modelo que explota, abusa y depreda.
Nos unimos en el Partido Progresista de Chile porque pensamos que juntos construiremos una herramienta política grande y capaz para cambiar radicalmente nuestra sociedad. Porque desde el Partido Progresista será posible contribuir a la construcción de la unidad programática y diversa necesaria para conquistar el año 2021 un Gobierno de cambios profundos en el país. Nos unimos en el Partido Progresista de Chile para trabajar por abrir las puertas y las ventanas de La Moneda a las demandas ciudadanas por transformaciones que han sido postergadas desde la génesis misma de la transición pactada, y que requieren empujarse ahora, ahora y no mañana.
Este texto son fragmentos de la intervención en la Ceremonia de Unidad de la IC y el PRO, celebrada el 10 de agosto de 2019.
Por Víctor Osorio. El autor fue presidente del Partido Izquierda Ciudadana.
Santiago, 15 de agosto 2019
Crónica Digital.