Israel y su larga data en América Latina

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Por Yadira Cruz Valera

Tras la creación de Israel por una resolución de la ONU en 1948, varios países de América Latina lo reconocieron inmediatamente: Nicaragua, Costa Rica, Uruguay, República Dominicana, El Salvador, Guatemala, Honduras, Panamá, Paraguay y Venezuela.

Un año después lo hicieron Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Cuba, Perú, Ecuador y México, mientras Haití lo reconoció en 1950.

Luego del triunfo de la Revolución cubana en 1959, el Gobierno de La Habana lo desconoció, y años después con los nuevos procesos que se sucedieron en Bolivia y Venezuela, terminaron las relaciones con el Estado hebreo.

Así con el beneplácito de Estados Unidos y el apoyo de algunas naciones de la región, Tel Aviv se fue posicionando, consolidando sus vínculos con las dictaduras militares del área, cuyos ejércitos se convirtieron en principales receptores de su poderosa industria militar.

Según un reporte del movimiento Boicot, Desinversiones y Sanciones publicado en 2018, tan solo de 1976 a 1983 Argentina adquirió el 95 por ciento de las armas a Israel; El Salvador entre 1972 a 1979 compró el 92 por ciento, y Honduras el 81.

Desde entonces forjó importantes vínculos con la derecha latinoamericana, al relacionarse no sólo con la venta de armamentos, sino, además, contribuyendo a la formación y entrenamiento de ejércitos y grupos paramilitares, responsables de graves violaciones a los derechos humanos en países como Guatemala, Nicaragua y Colombia.

En 1999 la Comisión de la Verdad de Guatemala demostró la relación israelí con el golpe militar que llevó al poder al dictador Efraín Ríos Montt y su participación en la masacre de Dos Erres, pueblo del distrito de El Petén, donde los pobladores fueron aniquilados masivamente.

Hace unos años las obras de los periodistas y escritores colombianos Olga Behar y Hernando Calvo Ospina, revelaron la presencia de Israel en la región.

En 2012 Behar, junto a su hija, publicó el libro «El caso Klein. Los orígenes del paramilitarismo en Colombia», resultado de una exhaustiva investigación sobre el militar israelí Yair Klein, figura clave en el surgimiento de esas tropas.

En una entrevista concedida al diario israelí Maariv y reproducida por el diario El Colombiano en junio de 2000, el exmilitar dijo que había viajado a esa nación por invitación de representantes del gobierno norteamericano.

«Estuve en Colombia por invitación de los americanos y punto. Todo lo que los Estados Unidos no pueden hacer, porque le es prohibido (…), lo hace (…) por medio de otros», dijo en esa oportunidad.

Calvo Ospina, quien siendo un joven estudiante de periodismo fue secuestrado y torturado por militares ecuatorianos entrenados por los israelíes, se convirtió en uno de los más acuciosos investigadores del paramilitarismo colombiano y sus orígenes.

Al ser entrevistado por Prensa Latina al respecto, señaló:
«Además de manejar la política y la economía estadounidense, el estado de Israel tuvo una participación nefasta en el continente americano, dos ejemplos concretos son Centroamérica y Colombia».

«Pero se debe reconocer, recalcó, que su paso y estadía de México al Cono Sur, fue particularmente como asesores en cuestiones de operaciones paramilitares, así como en servicios de inteligencia, para control y represión a las organizaciones populares, de oposición legales y armadas».

El escritor colombiano explicó como en los años 70 del pasado siglo, no solo asesoraron a los ejércitos de El Salvador y Guatemala para confrontar a los movimientos de guerrilla, sino que los entrenaron en técnicas de tortura y guerra sucia, con el apoyo de asesores enviados por Washington.

Sin embargo, para Calvo Ospina, la más nefasta actividad que asumieron fue el registro digital de toda persona de izquierda, progresista, posibles ayudas de la guerrilla y guerrilleros.

Con esa información así elaborada, recalcó, los ejércitos de esos dos países se dedicaron a reprimir y asesinar, miles de inocentes cayeron.

En Colombia, oficiales del ejército israelí asesoraron y entrenaron, junto a británicos y estadounidenses a la contraguerrilla, convirtiendo a las fuerzas de seguridad colombianas en una máquina de muerte de sus ciudadanos como pocas en el mundo, expresó el periodista a esta agencia.

«Volvieron profesionales de la muerte a los hombres de la mafia, empezando por los de Pablo Escobar y del llamado Cartel de Medellín», recalcó.

«Ellos dieron inicio a lo que se convirtió en parte esencial del corazón represivo y sanguinario del Estado colombiano, el narcoparamilitarismo, un ejército paralelo -aseguró- que se financia con el tráfico de cocaína, y todos con una estrecha relación con quien luego fuera presidente del país, Álvaro Uribe (2002-2010)».

Un simple ejemplo, señaló Calvo Ospina, el principal jefe narcoparamiltar que llegó a tener Colombia, Carlos Castaño, fue entrenado en Israel, él mismo lo contó en su libro.

Trabajó mano a mano, día a día, con israelíes, la Agencia Central de Inteligencia y la Administración para el Control de Drogas para matar a Pablo Escobar y  asesinar a cientos de miles de inocentes.

Colombia, dijo el periodista, cuenta con uno de los servicios de espionaje más eficientes del mundo debido a los oficios de Israel.

Informes, investigaciones y denuncias demuestran que a lo largo de los años, Tel Aviv no sólo se consolidó como uno de los mayores suministradores de material bélico, sino como un actor esencial en el derrocamiento de Gobiernos progresistas de la región.

En 2009 el entonces diputado venezolano Adel El Zabayar reveló, en una entrevista concedida a Prensa Latina, la implicación del Mossad en el golpe de estado perpetrado contra el presidente constitucional de Honduras, Manuel Zelaya.

Para analistas, la presidencia de Donald Trump es la que más ha permitido a Israel escalar nuevos niveles de influencia militar y política en la región.

Escalada que para algunos no se producía desde la presidencia de Ronald Reagan en la década de 1980, cuando los gobernantes de extrema derecha en América Central se preparaban para atacar.

La aprobación de Estados Unidos a la compra de armas por Honduras y Guatemala aseguró el apoyo de los dos países, en Naciones Unidas, a la decisión de Trump de trasladar la embajada de los Estados Unidos de Tel Aviv a Jerusalén, según los trascendidos.

Hoy como ayer, Israel extiende sus tentáculos en Latinoamérica para consolidar su poderío militar, político y económico en la región, y mueve los hilos para derrocar gobiernos y posicionar en el poder a la ultraderecha más reaccionaria.

*Corresponsal de Prensa Latina en Venezuela.

Caracas, 29 de septiembre 2019
Crónica Digital /PL

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