Por Enrique Winter: Cuando un sistema enseña a saquear

Como millones me entusiasmé con la rabia legítima de quienes volvieron a manifestarse. Con una claridad abrumadora, el capitán de la selección de fútbol se refirió el sábado a la excesiva apropiación de plusvalía detrás de esta rabia: “Vendieron a los privados nuestra agua, luz, gas, educación, salud, jubilación, medicamentos, nuestros caminos, bosques, el salar de Atacama, los glaciares, el transporte. ¿Algo más? ¿No será mucho? No queremos un Chile de algunos pocos. Queremos un Chile de todos. Basta”. Agrego aquí una asimetría sencilla que había de explotar: tenemos un país con tarifas del primer mundo y sueldos del tercero.

El detonante fue un alza en el pasaje del metro que apenas supera el valor de un euro y que ya fue revocada. Si uno compara esta tarifa con la de otros países y considerando la calidad del servicio dista de ser un alza inaceptable, pero en los demás existen descuentos semanales, mensuales y de grupos desprotegidos. Sorprende que nadie haya trasladado el problema desde el boleto unitario al saqueo acumulado del trabajador que debe cruzar la ciudad todos los días, o al componente sexista de una tarifa que perjudica a la trabajadora una segunda vez al no ofrecer el pase diario que le evitaría pagar el doble y el triple que los hombres por cada pasada al consultorio, escuela y mercado de las labores de la crianza comúnmente cargadas por ellas.

Las empresas privadas proveen el transporte, la electricidad y otros servicios de muchos países, pero con una regulación extensiva en protección de los usuarios, pues se reconoce que tratan con derechos humanos básicos. En Chile, en cambio, conocemos los saqueos con los cuales se arreglaron las ventas de las empresas estatales, y en varios de ellos, recuerden el caso Chispas o el banco de Talca, participó el actual presidente de la república. En los últimos años han procesado a varios de sus ministros por situaciones similares. Se trata de un gobierno que ha llegado ahí, entre otros factores, gracias a una suma de saqueos profusamente documentados y permitidos por el sistema. A sus votantes les prometieron más riqueza sin decirles cómo se logra honradamente y han hecho lo posible porque ni siquiera se enteren eliminando las cátedras escolares de filosofía, educación cívica e historia. Si no es ahí, ¿dónde enseñará el Estado a no robar a sus ciudadanos?

Duele reconocer que hay menos pueblo del que creímos ver con las evasiones de la semana pasada, que esta vez queda corta la tesis de los montajes del gobierno o de la prensa. He caminado por el barrio puerto, el más pobre del plan de Valparaíso, viendo cómo las turbas saquean uno a uno los locales de sus también pobres vecinos. He caminado rumbo a Playa Ancha viendo el saqueo hasta de los quioscos de galletas. Y luego he recibido los videos de los incendios del resto de la ciudad y del país. No perjudican a los grandes supermercados, cuyos seguros cubren todo, ni se trata de un pueblo consciente. En el cerro Alegre de Valparaíso no vuela una mosca, tal como en Las Condes o en cualquier acceso por metro o por bus a la riqueza. Las familias saqueadas viven en Puente Alto y responden con palos a sus vecinos. Se ha desarmado el último bastión de un cierto tejido social y de la honradez detrás de la lucha de clases. Fuera de los feudos intelectuales y de las admirables marchas existe un único discurso y es el del consumo.

Con la promesa de ampliarlo salió electo este gobierno y los hijos y nietos de lo que antes constituyó un pueblo lo quieren gratis. No me alegra ver a cientos de personas entrar a mansalva a robar todos los bienes de consumo a su alcance. Me alegraría lo contrario: que les ofrecieran esos mismos bienes trasnacionales vendidos por grandes conglomerados y que prefirieran no tomarlos, porque optan por participar de una economía que no los destruya a ellos mismos y al planeta. Pero en estos saqueos no hay ideología, la perdimos tal como la seguridad. Luego del impresionante error de decretar un estado de emergencia y un toque de queda en un país en el que se torturaba y desaparecía gente hace muy poco con el mismo mecanismo, aumentando naturalmente la ira de la población al ver a los militares en las calles, sorprende no verlos después. El centro de Valparaíso es pequeño y en el barrio puerto no había un solo policía. Están la mayoría cuidando a los pocos ricos, y eso también dice mucho del modelo propuesto. Ni qué decir que hasta militantes y diputados de la derecha como Bellolio llamaron el domingo a dialogar reconociendo las flaquezas de la estructura social en búsqueda de acuerdos y Piñera, por el contrario, amenazó después de los incendios y saqueos, la represión y los muertos, con que estamos en guerra.

Ganaron ellos aún antes de que empiece esa batalla de bandos organizados solo en la imaginación de un presidente de inagotable irresponsabilidad: en poco más de cuarenta años desde la visita con que Friedman convenció a Pinochet de abrazar el neoliberalismo, el egoísmo que lleva a obtener cualquier ventaja posible cada vez que se presente, en desmedro de toda ética y de todas las demás personas como lo han enseñado Piñera en su carrera como empresario -podría seguir con las fusiones de Lan, por ejemplo- y sus ministros con una asombrosa y ofensiva desconexión de la realidad social, ese violento egoísmo se ha asentado como el sentido común de los chilenos y no es motivo alguno para celebrar. Aunque hayamos despertado.

Santiago de Chile, 24 de octubre 2019
Crónica Digital

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

Next Post

El estallido social o el regreso a las cavernas

Jue Oct 24 , 2019
A seis días de la gran sorpresa que nos dio el pueblo de Chile, la situación política se ha transformado bruscamente. Después de ser un país modelo, nos hemos transformado en una de las muestras de levantamiento en contra del sistema neoliberal. El gobierno se vio sorprendido y declaró Estado de emergencia, casi de inmediato y, en estos momentos, tenemos a los militares en la calle y, con ellos, todos los fantasmas de la dictadura pinochetista. Sin embargo, no son solo fantasmas, se ha instalado la violencia social de grupos indignados y de delincuentes, pero también, y esto es lo preocupante, la violencia política por parte de los que tienen el monopolio de las armas, es decir, el Estado. Sin embargo, debemos constatar un factor que no tuvimos los que luchamos contra la dictadura, hace 30 años: la tecnología y las redes sociales. Otro hubiera sido el resultado del proceso si hubiéramos tenido estas herramientas. Hoy, a través de ellas, nos llega, a cada momento, y, casi en tiempo real, aquello que captan las cámaras y los teléfonos en todo Chile. Hemos visto, por ejemplo, operar a las fuerzas especiales o a militares con una ética despreciable, hemos visto como golpean a niños, mujeres y se están investigando torturas y abusos de orden sexual para con los detenidos. Las imágenes nos muestran a uniformados armando barricadas o detrás de los saqueos y, claro, por ahí, en La tercera, surgió un artículo que intenta negar la autenticidad de estas imágenes, negar lo que se ve tan claramente, como si alguien se hubiese dado el trabajo, o dedicado a filmar a personas disfrazadas de policías. La verdad, es irrisorio pensar que eso es posible en el Chile de hoy. Y, por otro lado, si los agentes del Estado son capaces de acometer este tipo de hechos nefastos y luego negarlos, ¿Quién nos asegura que no son responsables de la destrucción del metro? ¿Quién nos asegura que dicen la verdad, si fueron capaces, hace solo unos meses, de crear montajes para criminalizar a los Mapuche, en el sur? ¿Quién podría asegurar que no se han creado las condiciones para la militarización de manera artificiosa, creyendo que esto detendría el estallido social? Los orígenes de estos hechos violentos tendrán que ser investigados por la justicia, pues, existen señales o pistas sospechosas, o a lo menos dudosas, respecto de la identidad, procedencia e intenciones de los responsables. Por otro lado, ya van más de quince muertos, y estamos hablando de solo los que reconoce el Estado, que no son el número real. Han asesinado a personas a golpes, a balazos y otros fueron quemados en incendios de origen muy dudoso. La violencia política, la violación a los derechos humanos, poco a poco, se han ido adueñando de las noticias y el quehacer diario de los chilenos. Otra vez la dictadura, con sus largos y terribles tentáculos, nos abraza. La élite ocupa todos los recursos que tiene a la mano para defender sus privilegios. No obstante, […]

Te puede interesar:

Las opiniones vertidas en este medio de comunicación no necesariamente representan el sentir de Crónica Digital y son de responsabilidad de quienes las emiten.

Crónica Digital, es un medio de comunicación social, republicano y comunitario. Fue fundado el 19 de abril del año 2005. Su objetivo periodístico es informar sobre los principales noticias de Chile, América Latina y el mundo.

El director de Crónica Digital es el periodista Marcel Garcés Muñoz.

Su representante legal y editor general es el periodista Iván Antonio Gutiérrez Lozano.

El editor nacional es el periodista Ramón Vargas Vega.

El editor cultura es el periodista Miguel Alvarado.

Corresponsal en La Habana, Cuba, Florencia Lagos N.

El asesor legal es el académico y abogado Sr. Pablo Méndez Soto.

Los principales asociados informativos de Crónica Digital son la Agencia Informativa Latinoamericana Prensa Latina , la agencia de noticias China, Xinhua y TV Brics.

En Chile, el medio electrónico El Maipo

Correo: cronicadigital@gmail.com
Dirección: Maturana 302 local 2
Santiago de Chile.

Desde el año 2005 Crónica Digital es parte de la Asamblea Nacional por los Derechos Humanos.

Crónica Digital es una marca registrada. Todos los derechos reservados.

Redacción Diario Crónica Digital
Fono: 950142601

Un café en una plaza con historia....

Maturana con Huérfanos
plaza Brasil,
Santiago de Chile.

La imagen tiene un atributo ALT vacío; su nombre de archivo es cafe-con-torta-900x675.jpeg