Un pensador socialista del Siglo 20 y un delirio actual de la ultraderecha

“Lenin señalaba que el socialismo es el fruto maduro del liberalismo”, repiten en las redes sociales los propagandistas locales de la derecha radical o ultraderecha, como parte de su repertorio de “argumentos” para fundamentar su rechazo al cambio de la Constitución, con alguna apariencia de rigor teórico. Además, es también un ingrediente de las “teorías de la conspiración” con que pretenden explicar el origen de la protesta ciudadana, atribuyéndola al siniestro plan con el que agentes externos a la sociedad chilena pretenden imponer una dictadura marxista y/o la dictadura del “globalismo” en el país.

¿Qué es lo que se proponen sostener? En términos elementales, por liberalismo político se entiende el paradigma del Estado y la sociedad política que promueve la democracia y los principios republicanos, así como la igualdad de derechos y las libertades civiles. Entonces, lo que arguyen los propagandistas de la ultraderecha es que el planteamiento democrático y ciudadano del cambio constitucional esconde el secreto de un propósito no explicitado de los demócratas progresistas: establecer en Chile un socialismo soviético como el que fue levantado a partir de la Revolución Bolchevique en Rusia, bajo la conducción de Vladimir Ilich Lenin. Ello en consistencia con las concepciones políticas antiliberales del Estado que ha caracterizado las derechas radicales en el mundo. También en coherencia con su intento de diseminar el terror en la población frente al fin de la Constitución de 1980.

El único problema es que esa frase jamás fue pronunciada por Lenin y, por el contrario, da cuenta de una concepción que el revolucionario ruso nunca compartió. Su autor fue Eduard Bernstein.

SOCIALISMO Y DEMOCRACIA

La Editorial Página Indómita de Barcelona publicó el 2018 una selección de textos de Eduard Bernstein, el que se titulaba precisamente: “Karl Marx y la Reforma Social. El socialismo democrático como fruto maduro del liberalismo”. De hecho, la propuesta de Bernstein, formulada a inicios del Siglo XX, estaba en controversia con Lenin: sostenía la idea de un socialismo evolutivo y democrático en una abierta polémica con el enfoque rupturista y revolucionario de Lenin.

Eduard Bernstein nació en Berlín el 6 de enero de 1850 y se incorporó en 1872 al Partido Socialdemócrata Alemán (SPD), que entonces estaba en la clandestinidad y se llamaba Partido Socialdemócrata de los Trabajadores, hasta que cambió de denominación en 1891. Fue perseguido por el régimen de Otto von Bismarck: partió exiliado a Suiza y después a Londres, donde entró en contacto con el socialismo gradualista de la Sociedad Fabiana, entre cuyos miembros más destacados estaban el dramaturgo George Bernard Shaw, la anarquista Charlotte Wilson, la feminista Emmeline Pankhurst y el escritor H. G. Wells.

Para los “fabianos”, el socialismo consistía en la evolución de las instituciones democráticas en un sentido socialista, mediante la “extensión gradual del sufragio y la transferencia de rentas e intereses al Estado”, en una forma progresiva, como escribió en 1889 Bernard Shaw. El fundador de la Sociedad, Sidney Webb, señaló que “el resultado inevitable de la democracia es el control por parte del propio pueblo no sólo de la propia organización política, sino también de los principales instrumentos de riqueza (…) El aspecto económico del ideal democrático es, en realidad, el socialismo”. En cuanto a la organización de la futura sociedad socialista, reconocían la coexistencia entre formas de propiedad pública y privada. ​Su objetivo era acabar con los abusos provocados por el capitalismo y también deseaban la extensión de la salud y la educación para todas las personas, así como la regulación de las condiciones de trabajo (Alfonso Ruiz Miguel: “La socialdemocracia”. En: “Historia de la Teoría Política”, Alianza Editorial, Madrid, 2002).

Eduard Bernstein se transformó en redactor del periódico “Sozialdemokrat” (1881–1890) y fue delegado a los congresos socialistas obreros internacionales de 1889 y 1893. Entonces tomó contacto con Friedrich Engels, el gran amigo y colaborador de Karl Marx. Al morir en 1895, Bernstein se decide a divulgar sus tesis “revisionistas” del pensamiento marxista publicándolas en la revista de la Internacional. La fundamental: no es precisa una revolución violenta para alcanzar el socialismo, porque puede construirse a través de una evolución pacífica de la democracia a través de la acción política y la acción social.

En su obra “Las premisas del socialismo y las tareas de la socialdemocracia” (1899) señala: “La palabra revisionismo, que en el fondo sólo tiene sentido para cuestiones teóricas, traducida a lo político significa reformismo, política del trabajo sistemático de reformas en contraposición con la política que pronostica una catástrofe revolucionaria como estadio del movimiento deseado o reconocido como inevitable”.​ Su concepto fundamental es la ampliación de la democracia y la eliminación de los privilegios de clase, una socialización multiformal y el reconocimiento de diversas formas de propiedad.

En “Tesis sobre la parte teórica de un programa partidario socialdemócrata”, Bernstein dice que “toda la actividad práctica de la socialdemocracia está encaminada a la creación de las situaciones y requisitos que hagan posible y garanticen el tránsito sin rupturas violentas del moderno orden social a un orden superior”. Y enfatiza: “La socialdemocracia lucha por la realización de la democracia en el estado, la provincia, la comunidad, como un medio para la efectividad de la igualdad política y como una palanca para la socialización de la tierra y de las explotaciones capitalistas. Ella no es un partido de los obreros en el sentido de que sólo acepta obreros en sus filas, sino que pertenece a sus filas aquel que admite y defiende sus principios, que frente a las cuestiones de la vida económica y social toma posición a favor del trabajo creador contra la propiedad explotadora”.

Para Bernstein, el socialismo no era la meta final y necesaria fruto de un colapso terminal del capitalismo. A su juicio, la alternativa era adoptar una vía pacífica e institucional para transitar hacia el socialismo mediante la profundización de la democracia y la instauración de un Estado de Derechos Sociales, que garantizara la igualdad de oportunidades y redujera las diferencias sociales por medio de mecanismos redistributivos.

Bernstein escribió en los tiempos que la “socialdemocracia” expresaba al conjunto de la izquierda inspirada en las proposiciones de Marx, pero sus planteamientos, inicialmente minoritarios, terminaron ejerciendo una influencia clave en la escisión internacional entre bolcheviques leninistas y socialistas democráticos. Por cierto que su principal detractor fue Lenin.

El “Diccionario Filosofico Marxista” publicado en Moscú en 1946, en el período de Stalin, se refiere a Bernstein en los siguientes términos: “Ideólogo alemán del revisionismo y del oportunismo político, uno de los jefes de la socialdemocracia reformista. En sus obras sometió a una completa revisión las tesis fundamentales del marxismo, manifestándose contra la teoría marxista de la lucha de clases, contra la doctrina de Marx sobre el colapso inevitable del capitalismo, contra la revolución socialista y la dictadura del proletariado. Al renunciar al objetivo final del proletariado –el socialismo– y al estimar como único objetivo del movimiento obrero la lucha por las reformas tendientes a ‘mejorar’ bajo el capitalismo la situación económica de los obreros, proclama su fórmula oportunista: ‘El movimiento lo es todo; la meta final no es nada’ (…) Lenin, en una serie de trabajos (por ejemplo, en ‘Marxismo y Revisionismo’, ‘¿Qué Hacer?’, ‘El Estado y la Revolución’) hizo una crítica implacable de las teorías revisionistas de Bernstein”.

En la Enciclopedia de Cuba en línea EcuRed se consigna: “Abandonando el determinismo de Marx, (Bernstein) veía el socialismo como una construcción humana consciente, nacida del convencimiento de la mayoría de que era necesario instaurar una forma superior de convivencia, y no fruto inevitable del desarrollo de fuerzas económicas impersonales (…) Este cambio de óptica le enfrentó con los guardianes de la ortodoxia marxista (Kautsky, Bebel, Rosa Luxemburgo), que consiguieron la condena de la doctrina revisionista (…) Sin embargo, su idea de volcarse en la lucha sindical y política dentro de las estructuras de la democracia burguesa fueron impregnando gradualmente el SPD a partir de 1907 y, a la larga, esta línea acabó por imponerse en todos los partidos de la Internacional Socialista, por lo que se puede considerar como el padre de la socialdemocracia reformista”.

Bernstein falleció en diciembre de 1932. Es indudable la influencia que ha ejercido en el devenir político internacional. Sus concepciones dieron origen a un movimiento político que ha sido fustigado por los ideólogos del neoliberalismo porque, a su juicio, propugna la “coacción del Estado” sobre el mercado. También ha sido cuestionado desde la izquierda por su optimismo en la democracia liberal y por la moderación de las reformas sociales que se han inspirado en sus ideas, por lo menos en algunos lugares. Con todo, tras el derrumbe del “socialismo realmente existente” a lo menos una parte de sus planteamientos ha sido revalorado entre los demócratas progresistas del mundo. Y lo que resulta indudable es que su pensamiento fue determinante en la creación de los Estados de Derechos Sociales o “estados de bienestar” de Europa.

En cualquier caso, nada tiene que ver con los fantasmas de los escribas y amanuenses de la ultraderecha.

Por Víctor Osorio Reyes. El autor es director ejecutivo de la Fundación Progresa.

Santiago, 19 de enero 2019.

Crónica Digital.

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