Por Carlos Ernesto Sánchez*
La Araucanía no solo esta vez sufre intensamente, desde hace muchos siglos lo vive con la mal llamada pacificación, la pobreza, el robo de territorios, la discriminación por ello viene viviendo un vía crucis doloroso, y ahora con esta feroz pandemia que va dejando una huella de muertos, muchos de ellos historia viviente de nuestra realidad de pueblo.
Los hijos de la prodiga belleza verde de esta región, que estamos esparcidos por diferentes realidades de Chile y el mundo, vemos con dolor como el virus ataca ferozmente a sus ciudadanos.
En esta hora pienso en Chol- Chol, cercana a Nueva Imperial, la bella comuna de bondadosa gente, amistosa, que dio para el país a intelectuales de categoría como Juvencio Valle nacido en la localidad de Almagro. En su plaza contempló la tarde Pablo Neruda.
Ya no volveré a bañarme en el rio Chol- Chol, pero sus aguas, orillas y sauces, no han salido de mí. Postal para siempre de aquel tiempo hermoso.
En mi cuerpo, adherido a mí historia esta Lautaro y su plaza llena de hojas, en el ritual del otoño. El Puente, su molino y la figura de Jorge Teillier contemplando sus calles.
Como olvidar Puerto Saavedra y el cerro Santa Viviana o las caminatas hundiendo los pies en la arena. Un paisaje inolvidable, con un entorno para recorrer en barcaza y quedar sobrecogido por el paisaje- incluyendo Puerto Domínguez- con sus cisnes de aristocrática belleza.
Hoy, los hombres y mujeres que conforman su historia; Los Morovich, Salas, Narváez, Ninoska Pacheco, entre otros, y la gran cantidad de poetas y artista de primer orden que engalanan la Araucanía, sufren ante esta epidemia.
Sin duda, sabremos levantarnos, sin olvidar jamás a los que quedaron en el camino.
Volveremos a recorrer cada calle o plazuela intima, donde muchas veces refugiamos nuestra juventud.
Otros levantaran una copa o un café, recordando estos días que requieren solidaridad y responsabilidad de todos.
Hoy, es el momento de pensar qué Araucanía queremos para vivir. Hoy, es el momento de humanizar profundamente nuestro actuar. Hoy, es el momento de resguardar nuestras riquezas naturales y no arrasar con todo, en nombre de la modernidad. Hoy, es cuando debemos beber en nuestro pozo, con historias heroicas y desde allí aprender lecciones.
Aunque estoy lejos, de esas benditas tierras, no hay un solo momento que no recuerde cada milímetro de ese lugar y el grito ancestral que nos da fuerza, para una vez más vencer y salir adelante.
En esta hora de dolor, este vía crucis nos llevará –nos lleva- a la pasión y seguramente a la muerte, pero también – sin duda- a la resurrección.
*Poeta
Crónica Digital
Santiago de Chile, 11 de abril 2020