Por Enrique Román:¿Demasiado Grandes para Caer?: EL COVID-19 y las Grandes Empresas.

Recuperar la economía durante y después del COVID-19 requerirá de muchos recursos. El gobierno de Sebastián Piñera ha ofertado ponerlos a disposición de la economía, aunque, como nos dicta la experiencia, aún falta algún tiempo para saber que parte de la oferta es real, y cual es mera propaganda.

El modelo Neoliberal de autorregulación y de conducción de la economía, desde las exportaciones (hoy cuasi paralizadas) y por el sector privado (que solo clama por ayuda), resulta hoy carente de sentido y quienes sienten nostalgia de este, difícilmente estarán en condiciones de ofrecer alguna alternativa en la cual los mercados y los privados, jueguen algún rol de cierta importancia en la superación de la crisis.

Lo que abundan son los llamados privados al Estado para que este salga en su rescate.

Esa tendencia se hará cada vez más presente con el curso de los días, pero hoy el problema más urgente es definir a quienes deben ir orientados los recursos de compensación de la crisis y de la recuperación.

Quien oferta esos recursos es el Estado y quien los demanda el sector privado: ¿Pero quien es el sector privado? Durante el año tributario 2019, en Chile estuvieron en operación 14 mil grandes empresas y 1,3 millones de Mipymes (incluyendo las empresas que tributan en renta presunta y otras similares que no declaran ventas).

Sabemos que las Mipymes vendieron ese año US$ 110 mil millones y las Grandes empresas US$ 703 mil millones y como el PIB de ese año fue cerca de 300 mil millones de dólares, este representó en promedio cerca del 37% de las ventas totales del país.

Es de ese monto desde donde todas las empresas, cuyo producto agregado suma el PIB, extraen los recursos para cubrir sus costos de producción, las remuneraciones de los trabajadores, las utilidades del capital y los impuestos a pagar.

Según el Banco Central, las utilidades del capital equivalen al 28% del PIB, por lo tanto, si el porcentaje de utilidades de las grandes empresas fuese igual al de las pequeñas (cosa que no es así pues es mucho mayor),en el año tributario 2019, las grandes empresas habrían obtenido utilidades por un total de 197 mil millones de dólares, los cuales se distribuyeron entre las 14 mil grandes empresas del país. En tanto, los restantes 29 mil millones de dólares, se distribuyeron entre 1,3 millones de Mipymes.

Sin embargo, la situación es aún más compleja, dentro de las 14 mil grandes empresas hay 2 mil de ellas que generan el 84% de las ventas de dicho grupo, de tal modo que, de los 197 mil millones de dólares que obtuvo toda la gran empresa, 55 mil millones son apropiados por esas dos mil mega-empresas. Como ellas son propiedad de treinta grupos económicos, cada uno de ellos obtuvo, en promedio, un excedente operacional de cerca de 1800 millones de dólares.

La Fundación Sol acaba de publicar un estudio (R Gálvez y M. Kremerman (2020); AFP para quién?: Dónde se invierten los fondos de pensiones en Chile),  del cual se desprende que, cada uno de los grupos económicos chilenos, habría obtenido financiamiento desde las AFP, por cerca de 4 mil millones de dólares promedio cada uno (aunque el grupo Luksic por ej., obtuvo el doble de esa cifra).

De otro lado tenemos a las empresas Mipyme. Según lo que ellas declaran ante el SII, en promedio las microempresas venden $Ch 974 mil mensuales, las pequeñas empresas $Ch 17 millones mensuales y las medianas empresas $Ch 115 millones mensuales.

Estas son las diferentes situaciones en que las empresas del sector privado deben enfrentar la crisis actual. Unas desde la extrema riqueza, otras desde la extrema pobreza.

Después de 17 años de dictadura que llevaron las ventas de las Mipymes desde el 50% a un 25% y posteriormente a treinta años de gobiernos post dictadura, que llevaron sus ventas a cerca de un 13% del total y triplicaron el número de empresas en operación, las Mipymes estaban al borde de la muerte, y en esas condiciones las encontró, primero el estallido social y luego el COVID-19.

Es probable que de esta crisis solo emerjan dos grupos de empresas; un reducido grupo de 2000 megaempresas que convertirán a las restantes 12.000 Grandes Empresas en una suerte de Pymes bajo su control, generando desde allí, empleo, para poco más del 50% de los trabajadores con contrato de trabajo. De otro lado veremos a una enorme masa de microempresas luchando por la subsistencia, agrupando al otro 50% del empleo, sumándose a ese grupo otro millón más de trabajadores informales, todos ellos y sin posibilidad alguna de acumular capital.

Las grandes empresas poseen capitales ya acumulados, en Chile y en el exterior; poseen activos valiosos, fuentes de financiamiento abundante y barato desde las AFP y líneas de crédito operativas. Ellos no hacen cola en los bancos, ni presentan muchos papeles a la hora de solicitar créditos ¿Por qué entonces muestran hoy tanto interés por recibir créditos y garantías desde el Estado? ¿Porque tanto esmero en intentar demostrar que es mejor apoyar a las grandes empresas y no a las pequeñas durante esta crisis? ¿Por qué el gobierno hace anuncios carentes de operatividad, ofertando fondos que estarán disponibles cuando las empresas ya no existan y no los necesiten?

Las grandes empresas y los grupos que las controlan no desean perder nada, la crisis de demanda afectará sus utilidades y muchas de sus filiales y empresas relacionadas entrarán en crisis de pago; es probable que el retail enfrente también una crisis de proporciones, que sus arrendatarios no puedan pagar, que los trabajadores sin sueldos no puedan comprar y las importaciones se resientan si al caer las exportaciones sube el tipo de cambio.

¿Qué mejor entonces que obtener garantías estatales que permitan evitar que las pérdidas totales caigan sobre sus espaldas?


El negocio del retail es el crédito y sus entidades crediticias o de leasing, salvo cuando se convirtieron en bancos y están por ende regulados, una vez accedan a Fogape podrán licuar sus perdidas sin comprometer a sus 
matrices, ¿y querrá el gobierno poner límites a esa situación, a riesgo de derrumbar a algún gran grupo económico que pueda hacer tambalear la economía?

En 1998 la Concertación decidió quebrar a las Pymes (y de pasó hundió al país en una recesión totalmente evitable) para salvar asi de la crisis asiática a los grandes grupos económicos. ¿Si la centroizquierda hizo eso, que podemos esperar de la derecha?

Creo que la respuesta es obvia, lo harán. La mayoría de las renegociaciones serán a las Mipymes, pero el grueso del dinero se ira a las grandes empresas. El grueso de quienes recibirán apoyo Fogape serán un pequeño grupo de Pymes que no tienen destino y a las cuales se usará para hacer que sus pérdidas se transfieran al Estado y no a los Bancos. El resto será solo para afirmar a las Pymes regalonas de la banca, que pese a su poco riesgo siempre es mejor que las cubra el Estado, como dice la Banca, “pues nunca se sabe”.

Se dejará quebrar a muchísimas empresas y una vez ello suceda, se dirá que las líneas de crédito están abiertas pero que no hay suficiente demanda de las Pymes y que por ende hay que subir la elegibilidad al único tramo de empresas que hoy no accede a renegociación, las megaempresas que venden más de un millón de UF anuales.

De seguro estamos ad portas de lo que sostuvo en la Moneda hace dos meses atrás el ex ministro Valdez, de la Nueva Mayoría, tras la exposición que realice a nombre de Conapyme, con relación al tema de las 40 horas y las Pymes: “¿No habrá llegado el momento de que quiebren unas 500 mil Pymes que realmente no tienen ningún espacio en una economía moderna? ¿o se actuara siguiendo la propuesta de Cristóbal Huneeus ex asesor del Ministerio del trabajo también de la Nueva Mayoría, que en la Tercera del Lunes pasado sostiene basado en un estudio carente de fundamentos que, sería mucho mayor el impacto sobre el empleo si se apoya a las grandes empresas, pues las empresas de menos de 10 trabajadores solo dan el 14% del empleo”.

El pequeño comercio, los pequeños transportistas de todo tipo, las empresas turísticas de pequeña escala, y la pequeña agricultura, son los únicos sectores que aún se resisten al control de los grupos económicos, pero, después de estas medidas-propaganda, dudo que puedan seguir haciéndolo hacia fines de este año 2020.

Creo que llegó el momento que las grandes empresas del transporte concentren la demanda por servicios, difícilmente encontrarán oposición pues sus dirigentes estarán demasiado ocupados aplaudiendo al gobierno como para organizar paros que no contarán con el apoyo de los sectores sociales a quienes ellos no han apoyado. Por lo además, no es cosa de que de la noche a la mañana les hagan una desconocida a sus nuevos amigos Piñeristas.

Creo que ha llegado el momento para reformar el trasporte de taxis colectivos, con empresas que centralicen la oferta y asalarien a los choferes, pues después de todos no son tantos los dueños que manejan a dos o tres turnos sus propios autos. De seguro llegara rápido el momento de concentrar el trasporte escolar y aumentar aún más la concentración del transporte interurbano. El comercio detallista será el gran botín de estos tiempos, los meses que vienen traerán una mezcla explosiva de crisis social y sanitaria, a la cual los supermercados han sabido responder, dificulto el comercio lo logre, y por ende los futuros negocios de barrio es probable que se concentren solo en comunas pobres y lugares de demanda paupérrima, en el resto estarán dadas las condiciones para que florezcan cadenas tipo Ok Market.

El sector turismo y restaurantes es uno de los pocos que no están bajo el control de los grupos y temo que será el gran excluido de las renegociaciones, después de todo, lo que les pase a ellos no afectará a los grandes grupos económicos y estos son implacables.

El país debiera recuperarse de esta crisis, pero no profundizando la concentración económica y la desigualdad. Oponerse a ello debiese ser una tarea de los gremios de la Pyme, pero ellos han sido capturados por el oficialismo y hoy solo sirven para aplaudir cuando se lo piden y para firmas cartas de apoyo a las políticas que los destruyen. Igual como esos gremios lo hicieron durante la dictadura.

Sin liderazgo es difícil que las Mipymes puedan enfrentar esta crisis y creo que el futuro será muy oscuro si en esta coyuntura no se construye un liderazgo independiente y alternativo al de las dirigencias cooptadas, pero si ese proceso no se da en el curso de este año, puede que después sea demasiado tarde.

Los grandes grupos económicos, al igual que en 1998, están haciendo sentir que son demasiado grandes como para que los dejen caer, aunque solo resulten rasmillados; si la economía se concentra aún más y ellos superan el 90% del PIB, allí que no necesitaran solicitar nada, el país estará en sus manos, ellos serna el país y no se los podrá dejar caer a ningún precio pues ya no habrá economía más allá de sus fronteras, sino solo subsistencia.

El futuro del 70% de la fuerza de trabajo depende de una buena solución a ese problema. Es improcedente seguir anunciando ofertones públicos sin plazos ni operatividad clara, cual zanahoria ante la nariz del burro, ello no generará empleo ni recuperará la demanda.

Con las actuales medidas, los recursos que la Pyme necesita con desesperación, no llegarán a sus manos cuando ellos los necesitan. El gobierno lo sabe, la Banca también. Lástima que los principales dirigentes de la Pyme y de la centroizquierda aún no se hayan dado cuenta que la Pyme está entrando en la batalla más decisiva de los últimos 50 años y, al no querer ver aquello, la han dejado sola y sus discursos continúan siendo confusos y timoratos.

Ojalá en el futuro próximo no tengamos que llorar por aquello que hoy no supimos defender.

Enrique Román
Es pequeño empresario

Santiago de Chile, 29 de abril 2020
Crónica Digital

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