Por Marcel Garcés Muñoz. UN GABINETE PENSADO PARA LA CONFRONTACIÓN

La escenificación de un cambio de gabinete en el Patio de los Cañones de La Moneda, el viernes 5 de junio, es un hecho político mucho más allá del payaseo mediático de las “sillas musicales” ministeriales, o un supuesto “reacomodo” de la coalición de gobierno, en la cúpula política, que se quiere creer que es Consejo de Gabinete, mediante un equilibrio en el juego de influencias partidistas de Chile Vamos.

Incluso, no resulta suficiente como explicación del cambio ministerial,- la variable más cercana a una realidad de ambiciones de  largo plazo,  la primera parte de una estrategia preelectoral encaminada asegurar la proyección del actual gobierno hacia la próxima carrera presidencial, legislativa, y autoridades regionales, que permita a la alianza político-empresarial eternizarse en el poder, al ver  amenazado  su objetivo principal de  proyectarse en el poder total  hacia el futuro con el que sueñan y se desvelan  en el Segundo Piso del Palacio Presidencial y otros escenarios del centro del poder económico y  político real..

Ni siquiera la defenestración del ministro de Desarrollo Social y Familia, Sebastián Sichel  el mejor evaluado por las encuestas de opinión pública (50 por ciento de aprobación) puede ser caracterizado como “dramática” o como un mero gesto político arbitrario tan propio del Mandatario, sino que fue simplemente  el desechamiento de una figura  que ya no serviría a una nueva etapa decidida en la Moneda, para un futuro de confrontación  con la sociedad y la democracia en Chile.

En los hechos, la mantención de Jaime Mañalich, en  Salud, en calidad de superministro encargado de la Guerra contra el Coronavirus y de  Claudio Alvarado, de la derechista UDI, como ministro Secretario General de la Presidencia, fortalece a los “halcones”, del Comité Político de Ministros (suponiendo que hay “palomas” en el Gabinete).

Todos estos episodios no son otra cosa que el prolegómeno de una lucha abierta por el poder,  para la cual, Piñera busca poner orden en las fuerzas “propias”, inhibir toda duda u opinión disidente. Manuel José Ossandón y otros  deberían poner sus barbas en remojo, o alinearse o subordinarse a los lineamientos del “estado mayor” empresarial derechista que se instaló plenamente en La moneda.

El escenario que estudia el Segundo Piso de la Moneda y que hace perder el sueño al presidente Piñera y a su círculo más intimo es que:

A)    la pandemia no de tregua, el sistema sanitario colapse, la cifra de muertos se dispare sobre los 5 mil fallecidos o supere los 10 mil y la situación no es controlable, en el curso de 2020

B)     La estructura económica del país se desploma. La inversión nacional o extranjera  emigre masivamente. Y el caos se apodera de la situación.

C)     La cesantía, el hambre y la miseria suba niveles imposibles de soportar y manejar con planes sociales de asistencialismo y que el conflicto social se desate a límites incontrolables.

D)     El gobierno, siendo incapaz de  responder, se vea acorralado entre la protesta nacional, la presión  de su fuente de poder  económico, social y político, que busque su reemplazo, la presión, el planteo, una situación de insubordinación militar o derechamente un Golpe de Estado.

E)     El país vive un momento de conflicto que puede terminar en un baño de sangre, un enfrentamiento entre chilenos y las Fuerzas Armadas, con un balance de miles de muertos, represión brutal,  presos políticos, exilio masivo y refugiados y un país y sociedad destrozado por la violencia y el odio.

F)     El presidente debe doblegarse,  ponerse al servicio de un poder castrense-empresarial, o  derrotado en su proyecto, exiliarse del país pasando a la historia como responsable de la debacle.

El mensaje es también para otros, incluso de sectores de la oposición, que se dejan manipular por las poco creíbles invocaciones o promesas, de Unidad, de Acuerdo Nacional,  o el chantaje de  ser culpados de antipatriotas extremistas o instrumentos de la violencia  de alteradores del orden público o cómplices de estrategias y complots extranjeros o hasta,  en el colmo de la paranoia, sirvientes de  potencias extranjeras

Todo ello en un escenario de  Guerra Fría, Guerra interna, lucha antisubversiva, muy acorde a la practica de una política y retórica  histérica y desquiciada de un  Donald Trump o un Jair Bolsonaro.

Así, lo de Unidad Nacional, no pasa de ser un subterfugio,  y los llamados son a “a los que quieran” subordinarse a los lineamientos, determinaciones  y órdenes de La Moneda, o de los altos mandos de los gremios empresariales.

En realidad los llamados a la “Unidad Nacional” para superar las consecuencias económicas y sociales de la pandemia no logran disfrazar, la intención de utilizarlo para imponer un orden publico garantizado por Estados de Excepción y las armas, la presencia militar y policial a todo nivel de la sociedad, suspender los derechos constitucionales, imponer un régimen totalitario y militarizado, dejar de lado la demanda ciudadana de Nueva Constitución, de respeto al Derecho al Trabajo, salarios dignos, previsión social, la suspensión de las negociaciones colectivas laborales,  lo que se constituye en un nuevo y peligroso paso en la dirección de desconocimiento de los derechos fundamentales y derechos humanos.

El gobierno, los ministros, su maquinaria mediática, los medios de comunicación están ambientando  un escenario de desnaturalización y demonización de las demandas sociales. Cada noticiario ocupa grandes espacios para resaltar la delincuencia,  para culpar a los ciudadanos de desórdenes, saqueos, desobediencia, ataques a cuarteles, a efectivos policiales y militares, para ambientar y justificar sus designios,

Titulares, artículos de opinión,  alimentan diariamente una campaña del terror, cultivan el miedo de la gente, generan inseguridad y proliferan estudios “científicos” sobre el stress, la falta de certezas de la población en el futuro, de esperanzas, junto a una constante desnaturalización y rechazo a la política. Por supuesto a la de “los otros”, de los “malos políticos”.

Por su parte ,los ministros, particularmente el de Salud, Jaime  Mañalich y el de Defensa, Alberto Espina, se desgañitan, se enternecen y entusiasman adulando, en encomiar  el sacrificio, el patriotismo, la defensa y la dedicación  de los militares, que fusiles en mano, y  el “sacrificio, valentía y dedicación, ,generosidad”, con que los efectivos , “defienden la vida de los chilenos”, en “esta Guerra contra un enemigo  tramposo que se mete en todas partes”.

No se trata de discutir la dedicación con que las Fuerzas Armadas y sus efectivos cumplen con la misión asignada, en el cuadro complejo de la pandemia que sufre Chile. Y no puede ser de otra manera, porque su primer deber lo constituye la seguridad de sus conciudadanos, los chilenos. Y cuando estos enfrentan una tragedia de las proporciones que está alcanzando  el coronavirus, los efectivos de la Defensa Nacional  tienen que cumplir con su deber y su honor militar, solidario y ciudadano.

Pero otra cosa distinta es la instrumentalización que los políticos que hoy ocupan La Moneda, pretenden hacer de ello, y buscar oponerlos  a los ciudadanos, al pueblo, con retorcidos mensajes en que pretenden  imponer la división entre los chilenos, descalificando a opositores, líderes políticos y sociales, como “antipatriotas”, “terroristas”, “enemigos”, “complotadores” o “subversivos”-

Esto es una traición  a los ciudadanos,  a la  democracia, a una sana convivencia entre los chilenos, siembra y alimenta odios, instala desconfianzas, y revive episodios  de violencia   y de crímenes que no deben repetirse en la historia del país. Y que no deben promoverse  bajo ningún punto de vista.

Santiago de Chile, 7 de junio 2020
Crónica Digital

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