Por Jorge Arrate: El universo que llamamos izquierda

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La izquierda era el conjunto de miembros de los Estados Generales en la Francia pre revolucionaria que se sentaban precisamente a la izquierda del rey. Pudimos habernos sentado a la derecha, o al sur, o ser denominados, por ejemplo, “oeste”. Pero desde entonces nos llamamos a nosotros mismos y somos reconocidos como “izquierda”.

¿Cuál es hoy el “rey” a cuya izquierda nos sentamos? Difícil pregunta, pero si me obligaran a indicar una sola opción diría: el mercado y sus leyes. Quedaría corto, claro, porque estamos también a la izquierda del monarca conocido como “racismo”, o como “patriarcado”, o como “productivismo”. A la izquierda de las reinas “dominación”, “subordinación”,  “tiranía”, “explotación”. En fin, nos ubicamos a la izquierda de mucha “realeza” —y he omitido un montón— que ejercen sus poderes indignos e indignantes en el mundo tal cual es hoy día.

Esta es, creo, la razón, o una de ellas, por las que la izquierda es diversa, heterogénea; me gusta decir “biodiversa” porque implica un reconocimiento positivo de esa diferenciación y reconoce que esa heterogeneidad es la que permite o estimula las nuevas elaboraciones y debates que pudieran iluminar más los caminos que recorremos, siempre algo opacos, llenos de espacios invisibles o borrosos. La biodiversidad de la izquierda es vida para la izquierda y su bandera central: el socialismo como una forma distinta de sociedad que no tiene un modelo fijo al que ajustarse.

Es tentador a veces pensar cómo sería de fluido el decurso de nuestras luchas si todos pensaran como uno piensa. Pero no es realista. Son muchos los monarcas que debemos combatir al mismo tiempo y eso nos hace necesariamente disímiles, aunque partes de una misma especie. Este hecho debe ser considerado en nuestra aproximación a la política.

Es importante no vivir en un mar eterno de dudas y ser capaz de defender una posición que se cree correcta o verdadera. Pero tan significativo como eso es darse cuenta que otros tienen una que no es coincidente y que también creen que es correcta y verdadera. Entonces, es tan valioso tener una propuesta propia como ser capaz de comprender otras propuestas, defender las propias ideas como buscar las matrices coincidentes entre posturas no idénticas.

La izquierda chilena, desde Arcos, desde Malaquías Concha, desde el gran Recabarren, y luego en el siglo XX, debió hacer cuentas con las diferencias en su interior. Recorrió un camino de transcurso áspero, a veces fraticida, que luego de un tiempo largo logró asentarse en un cauce en que fueron centrales las grandes coincidencias sin por ello suprimir las diferencias. Aquel empeño hizo posible el triunfo de Allende en septiembre de 1970. Partidos políticos de trabajadores, unidos en torno a un programa radical y capaces de conducir un movimiento popular que se extendía a territorios y espacios donde surgían organizaciones y movimientos sociales con los que establecieron una relación intensa de dignidad y reconocimiento mutuo. No todo era perfecto, claro, y no corresponden las invitaciones a repetir esa experiencia.

Decenios han pasado y las circunstancias internacionales, culturales, económicas y sociales son hoy muy distintas que ayer. En nuestro Chile actual la estructura de clases ha cambiado, las desigualdades absolutas son mayores que antes, la ciencia y la tecnología están a años luz de las de hace un siglo, la mayoría de los partidos ha perdido perfil y anclaje, los movimientos sociales son variados y, algunos, muy poderosos. Pero algo que no ha cambiado es que la izquierda es biodiversa.

Sigue vigente, en consecuencia, tanto para los partidos como para las organizaciones sociales el desafío de tejer acercamientos, de consolidar puentes, de construir unidad y de atraer a proyectos compartidos las grandes mayorías que han emergido a la acción política en el último decenio.

Esta es una tarea prioritaria. Los esfuerzos de entendimientos con fuerzas fuera del espacio de la izquierda debieran fundarse en una personalidad establecida, autónoma, propia de las clases trabajadoras. Una izquierda concordada logrará mejores alianzas y avances más significativos que la búsqueda separada de ganancias electorales o políticas pero sin base doctrinal o programática.

Reconstruir una fuerza potente de izquierda es un imperativo, no con el afán de recluirse en posiciones sectarias o irreductibles, sí con apertura a generar acuerdos cuando sea preciso y en la medida en que no desfiguren los propósitos comunes. Una nueva izquierda política y social es una condición sine qua non para abrir un sendero irreversible de cambio social y victorias populares.

Santiago de Chile, 20 de julio 2020
Crónica Digital

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Lun Jul 20 , 2020
El infectólogo y académico de la Universidad de Santiago, Ignacio Silva, afirmó que la disminución de casos debe ser sostenida en al menos tres semanas. “No podemos levantar las cuarentenas con las UCI al borde del colapso”, afirmó Felipe Elorrieta, del Grupo Epidemiológico-Matemático de la Usach. Para el experto en políticas públicas en salud, Claudio Castillo, no se justifica mantener el toque de queda si se permite el desplazamiento en la semana. El Gobierno presentó este domingo el plan ‘Paso a Paso’, que busca establecer la manera en que se concretará el proceso de desconfinamiento en el país. La medida contempla cinco etapas en el marco de la pandemia del coronavirus y serán progresivas en la medida que se cumplan ciertos parámetros. No es el momento El infectólogo y académico de la Escuela de Medicina de la Universidad de Santiago, Ignacio Silva, reconoció que han mejorado la tasa de positividad, la ocupación de camas de las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) y la mortalidad producto del COVID-19. Sin embargo, consideró inadecuado plantear la estrategia en la actualidad. A su juicio, la disminución de casos debe ser sostenida en al menos tres semanas. “El plan ‘Paso a Paso’ es obligatorio plantearlo en el tiempo, pero creo que aún no es el momento”, sostuvo. “Hay que tener cuidado en transmitir el mensaje de mejoría, porque muchas veces es malinterpretado, como con la ‘nueva normalidad’: hubo un aumento significativo de casos luego que se transmitió ese mensaje”, advirtió. Para el galeno del Hospital Barros Luco, otro aspecto importante es que la autoridad sanitaria transparente los indicadores de trazabilidad, ya que ello permitiría “asegurar que al levantar las medidas no hayan brotes nuevos con pérdida de seguimiento, lo que terminaría generando un rebrote con un número de casos mayor que al principio”. El deconfinamiento debe ser regional De acuerdo al subsecretario de Redes Asistenciales del Ministerio de Salud, Arturo Zúñiga, para dejar la cuarentena y pasar a la transición, la ocupación de camas UCI debe ser igual o menor al 90% en la región e igual o menor al 85% a nivel nacional. “Eso se cumple en la Región Metropolitana”, sostuvo. Para Felipe Elorrieta, quien dirige el Grupo Epidemiológico-Matemático para la Vigilancia de Epidemias y Pandemias de la Usach, esto no estaría ocurriendo en toda la región, ya que la ocupación de camas UCI en el sector suroriente de la RM sería de un 98%. “No podemos levantar las cuarentenas con las UCI al borde del colapso”, afirmó el ingeniero y doctor en estadística. Además, rechazó que los desconfinamientos se implementen por comunas o bloques comunales, como se contempla. “No sería bueno, considerando la movilidad entre comunas de la Región Metropolitana”, sostuvo. “Todas las comunas de la región deben cumplir el criterio, hay que ser precavidos”, advirtió. “Eso determinará la duración del desconfinamiento. Un claro ejemplo de cuarentena mal levantada fue en Antofagasta, donde se decretó en mayo y se levantó en junio, inexplicablemente. Hoy, es la región con más casos activos”, criticó. El toque de […]

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