Tati Penna, el Grupo Abril y la resistencia cultural contra la dictadura cívico–militar

Constanza Penna Bruggemann ha partido de este mundo. Más conocida como Tati Penna, se ha destacado su papel, como periodista y comunicadora, en los primeros intentos de empujar una renovación de los códigos de la televisión postdictadura. Pero también fue una de las protagonistas de la resistencia cultural a la tiranía durante los 80. Este es uno de los capítulos principales de ese período: el Grupo Abril.

Además de su carrera como periodista en la Universidad Católica, Penna estudió canto con la profesora Claudia Berger. Y se inició como cantante en el grupo musical “Abril” en 1979, que fue parte del movimiento cultural conocido como “Canto Nuevo”, que se convirtió en una de las principales expresiones abiertas de la disidencia cultural a la tiranía desde fines de la década de los 70.

Fue toda una generación de trovadores y conjuntos musicales que se fueron abriendo paso en parroquias, espacios universitarios y eventos solidarios, haciéndose conocidos en el Café del Cerro, el Teatro Ictus, la Parroquia Universitaria y las peñas que comenzaron a proliferar. Recibieron enorme apoyo del sello Alerce, creado por el comunicador progresista Ricardo García, uno de los creadores del Festival de Viña del Mar. También del comunicador Miguel Davagnino, director de la productora “Nuestro Canto” y además a cargo de un programa en la Radio Chilena. Desde estos espacios se organizaron recitales en los Teatros Caupolicán y Cariola. Apareció la revista “La Bicicleta” y la Agrupación Cultural Universitaria (ACU).

Aunque se ha planteado que fueron continuidad de la Nueva Canción Chilena que emergió previo al golpe de Estado, y que recibieron influencias de la Nueva Trova Cubana, lo cierto es que lograron especificidad e identidad propias, en gran medida a raíz del tiempo histórico y social en que surgieron, marcado por la censura y la persecución.

Junto al Grupo Abril, fueron parte del “Canto Nuevo” creadores tales como Eduardo Peralta, Isabel Aldunate, Luis Le–Bert y Santiago del Nuevo Extremo, Cristina González (hoy Narea), Nano Acevedo, Wampara, Cecilia Echeñique, Rudy Wiedmaier, Ortiga y Schwenke & Nilo y Dióscoro Rojas y Capri, entre muchos otros. Lo anterior no es una relación exhaustiva.

“La Bicicleta” en su edición de abril–mayo de 1981, dedicada por completo al Canto Nuevo, contaba que la Iglesia Católica “sigue proporcionando valiosas instancias para la creación juvenil, a través de los festivales ‘Una canción para Jesús’ y del sello Alpec. De ahí surgen nuevos compositores e intérpretes”, entre los que anotaba a José Luis Ramacciotti, Cecilia Echeñique, Tita Munita y el grupo Abril. A esos nombres habría que agregar a “Elicura”, un grupo formado por seminaristas de la Compañía de Jesús y que trascendió por su tema “Yo te canto”, creación de Luis Tavara.

Penna daba sus primeros pasos en Periodismo en la Pontificia Universidad Católica cuando se integró al Grupo Abril, que en el mismo año de su creación ganó la cuarta versión del Festival “Una Canción para Jesús”, que era organizado por la Iglesia Católica desde 1976, en los tiempos del Cardenal Raúl Silva Henríquez, para dar un espacio de libre expresión para la creación cultural. El tema, que era obra de Ramacciotti, se llamaba “En tus nombres, con tus rostros”.

En el N° 80 del Boletín de la Vicaría de la Solidaridad, correspondiente a la segunda quincena de octubre de 1979, se informaba de la realización del Festival el 20 de octubre de ese año en el Templo Votivo de Maipú, al que miles de jóvenes peregrinaron por las calles desde la Estación Pajaritos del Metro, convocados a “comprometerse en la construcción de un orden social basado en la justicia, el amor, la verdad y la justicia”. Era la culminación de un evento denominado “Una Semana para Jesús”.

Junto con destacar el triunfo del grupo “Abril”, se destacaba la participación de artistas invitados como Aymará, Aquelarre y Santiago del Nuevo Extremo. También el mensaje del Cardenal Silva Henríquez: “Quiero pedirles (…) que ardientemente busquen la justicia, que vivan sin claudicaciones en la verdad, que venzan toda opresión que les impida ser libres, y que solidariamente sirvan en especial a los más pobres y sufrientes”. Y remataba: “Luchen ardorosamente contra toda opresión, contra toda injusticia y contra toda mentira”.

En el Grupo se hizo sentir, por primera vez en forma masiva, la potente voz de Tati Penna: “Viviremos cada acento / cada son de la palabra libertad”. El portal Música Popular comenta que Tati Penna “inició su historia musical en el grupo Abril cuando tenía 18 años (…) y llamó la atención por su poderosa voz de contralto”.

Entonces era un trío, que aparte de Tati Penna lo integraban Patricia Díaz, estudiante de Trabajo Social que al mismo tiempo seguía la carrera de interpretación en guitarra clásica, y el estudiante de Ingeniería Gonzalo Acuña. En el momento del Festival “Una Canción para Jesús” no tenían un nombre. “Abril” fue una idea de Ramacciotti para resolver el imperativo de una identidad para ese momento, según comentó después la misma Patricia Díaz en su contundente investigación “El Canto Nuevo de Chile. Un Legado Musical”. Cuenta que, en el principio, “eran tres jóvenes veinteañeros que tienen en común los ideales libertarios y la construcción de la civilización del amor a la que llamaba la Iglesia (Católica) chilena en esos momentos, más las ganas de cantar cosas distintas”.

Díaz cuenta que un año después, en la tercera versión del Festival “La Universidad canta por la Vida y la Paz”, organizado por la ACU, fue seleccionado el tema “Parral 1904” del Grupo Abril, obra de Leonardo Rojas, dedicado a Pablo Neruda. En sus versos, decía: “Trae contigo Pablo tus versos / para pintar la ciudad. / Vecino del nuevo canto / capitán de las ausencias / salgamos a ver sol limpio / traigamos el sol”… Aquella canción fue escogida por un jurado de personalidades como Margot Loyola; Ricardo Palma, director del Ballet Pucará, Eduardo Yañez o Jaime Soto, director del Barroco Andino. En esta misma ocasión, fue seleccionada, entre otras, la conocida canción “Homenaje” de Santiago del Nuevo Extremo.

Luego, el Grupo Abril fue incluido en un álbum recopilatorio editado por el sello Alerce, que recogía los “Encuentros de Juventud y Canto” de la Parroquia Universitaria, con el tema “Había una Vez” de la famosa dramaturga, escritora y poetisa, cantautora y compositora argentina María Elena Walsh. Más tarde, el Grupo incluyó en su repertorio otra obra de la creadora trasandina: “Como la Cigarra”, que en el país vecino había devenido en un himno de la lucha contra la dictadura.

Posterior a esa primera grabación, cuenta Patricia Díaz, “Abril decide ampliarse y constituye un quinteto que prontamente se convierte en sexteto: guitarra, pianos y teclados (Claudio Merino), percusión (Raimundo Garrido) y bajo eléctrico (Marcelo Aedo). Ya no es tan acústico como al principio, pero intenta no salirse del estilo. Abril es el primero de los grupos del Canto Nuevo que incursiona en el sonido de los sintetizadores que empiezan a llegar a Chile en esos años, como también en la utilización de la multimedia para sus espectáculos”.

Al respecto, cita una publicación de la revista “Hoy” del 15 de junio de 1981, que anotaba: “Con un repertorio muy rico, de los compositores Gustavo Basterrechea, Dióscoro Rojas, José Luis Ramacciotti, Nelson Schwenke, Víctor Jara, Leonardo Rojas y los latinoamericanos Silvio Rodríguez y Daniel Viglietti, incorporaron la imagen, la poesía y el sentimiento a través de elementos tecnológicos de uso común en otros campos. En ‘Había una vez’, voces de niños acompañan la canción; en ‘Crónica sobre Santiago’ la cámara recorre lugares inexplorados de la capital; en ‘Vals para tu tristeza’, mientras en la pantalla aparece la mujer de un detenido desaparecido que habla sobre ella y su marido, su vida y su trabajo, la voz va del grupo va cantando la canción Ramacciotti con fuerza y delicadeza”.

Por la creciente popularidad que alcanzaron en la juventud de la época, una parte de los exponentes del Canto Nuevo conquistó espacio en sellos discográficos, en radioemisoras e incluso en la televisión sometida entonces al control de la dictadura. Fue el caso del Grupo Abril. Así, se presentaron en la competencia folclórica del Festival de la Canción de Viña del Mar en 1982, con la canción “La Semilla”, compuesta por Luis Alberto Valdivia. De hecho, fue el compositor de la mayor parte de los temas del Grupo Abril.

“La Semilla”, que todo el país escuchó por la transmisión de Televisión Nacional, tenía un mensaje claro, para quienes quisieran escucharlo: “En las sonadas gavillas / el tiempo que es nuestro espera. / Cuántos hacia allá caminan / entre espinas que laceran. / ¡Ábranse los nuevos surcos y que crezca la floresta!”.

Más conocido como Pato Valdivia, Luis Alberto había iniciado su carrera en Illapu en 1971, continúo con la fundación de Aquelarre y la creación de la “Agrupación del Canto Nuevo en Chile”, con Nano Acevedo, Osvaldo Torres, Antara, Capri e Isabel Aldunate, entre otros. En 1991 regresó a Illapu, ahora como director ejecutivo, y fue el creador de los éxitos “Lejos del Amor” y “Del Pozo de mis Suelos”. Falleció el 2005.

Valdivia, además, escribió la letra del himno de las Milicias Rodriguistas.

“La Bicicleta” N° 30 de enero de 1983, reproducía declaraciones de Reinaldo Sepúlveda, un director de televisión en el Canal 13, quien señalaba: “Nos pasamos muchos años haciendo programas estelares con mucho whisky, escotes y gastando miles de dólares en contratar a los artistas más populares del mundo. Y estábamos desfasados de la realidad igual que todo el país (todos endeudados porque gastamos un dinero que no teníamos)”. Y agregaba: “Hoy los artistas de ese movimiento (Canto Nuevo) le han ganado a la televisión, han demostrado que el Grupo Abril tiene mucho más éxito que un puertorriqueño que viene a Sábados Gigantes”.

Luego, en 1982, Alerce lanzó su primer (y único) cassette, con 10 temas. Uno de los más impactantes era el antes mencionado “Vals para tu tristeza”, que contaba la historia de una mujer cuya pareja era una víctima de la dictadura militar.

Compañera, / hoy te pongo en mi guitarra / en este día yo te canto / en homenaje a tu tristeza / a tu lucha, tu cansancio. / Compañera de todas las batallas, madre de todas nuestras causas”, manifestaba su letra. Más adelante, decía: “Compañera, / es que sabes que ha partido / y aunque nadie te ha contado / te lo ha dicho la lluvia en los rincones / el olor de las camisas que tú guardas. / Te lo ha dicho ya el quejido triste / de su guitarra que llora tras la puerta”. Y los versos finales: “Compañera, / hoy tu llanto se hace árbol / con tu pena me agiganto / tu pregunta hoy se hace espada / tu tristeza enseñanza. / Lo hallarás en los ojos de tus hijos / vivirá en los surcos del arado / vivirá en nosotros y en la gente / morirá cuando muera la esperanza”.

A estas alturas, Alerce ya había grabado dos temas del grupo en el álbum “Canto Nuevo IV”: “Estamos quietos” y “Parral 1904”.

En 1982, rememora Díaz, la Radio Chilena los distinguió como el grupo más popular del programa “Chilenazo”, que transmitía Canal 11 de la Universidad de Chile, y en el que se habían presentado.

Respecto a su paso por el Festival de Viña, Díaz recuerda que al Grupo Abril se le asedió en forma constante: por ejemplo, acusándolos de haber interpretado la canción anteriormente lo que significaba motivo para la expulsión del certamen. “Al director artístico del sello de Abril, Ricardo García, que les acompañaba, no obstante haber sido el fundador de dicho Festival, se le prohibía el acceso a los recintos de la Quinta Vergara”, donde se desarrollaba el evento musical.

Díaz cuenta que la experiencia de participación en el Festival de Viña del Mar no fue positiva para el grupo, “en cuanto que es allí donde se producirá la primera fisura que llevará posteriormente a la disolución del grupo. La problemática se presenta en la discusión interna de sus integrantes con la relación a la apertura del movimiento y que sorprende a estos artistas acostumbrados al underground y cuya razón de ser, aparte de lo musical, está orientado en ideas fundacionales que dan sentido a su misión trovadoresca”.

Indica que el Grupo “siguió experimentando sonidos y se volcaron a la creación propia”. En este contexto, “la decisión de dejar de ser grupo–intérprete para crear sus propios temas, ahondando en el aspecto musical, significará el retiro de Tati Penna, quien siente que el grupo ya no interpreta su gusto musical y decide volcar su carrera en solitario (…) En el año 1983 la revista ‘La Bicicleta’ los distingue como el mejor grupo musical del año, pero no obstante sus éxitos el grupo decide disolverse a finales de 1984”.

Ya como como solista, Tati Penna continuó como rostro habitual en espacios como “El Café del Cerro”. En 1987, integró el grupo de artistas del disco “Voces sin fronteras”, a raíz de la visita de Juan Pablo II a Chile. Bajo la producción de Radio Cooperativa y Jaime de Aguirre, la lista incluía nombres como León Gieco, Eduardo Gatti, Gervasio, Cecilia Echenique, Piero y Fernando Ubiergo. Penna cantó a dúo con Roque Narvaja el tema “La verdad”.

A año siguiente, se hizo emblemática su participación en la franja del NO para el plebiscito, donde junto a Javiera, Tita e Isabel Parra y Cecilia Echeñique, entonó una de las canciones icónicas de la campaña: “No lo quiero, no”. También ese año, editó su primer disco solista, con título homónimo, bajo el sello EMI.

A pesar de la prematura disolución del Grupo Abril, su talento y su coraje quedaron inscritos en la historia musical chilena y, sobre todo, en la historia de los aciagos años de la dictadura. Y es una pieza fundamental de la biografía de Tati Penna, que vivirá en la memoria de Chile.

Por Víctor Osorio. El autor es periodista y director ejecutivo de la Fundación Progresa.

Santiago, 15 de abril 2021.

Crónica Digital.

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