Por Antonio Rondón García La derrota de Estados Unidos en Afganistán es consecuencia de 20 años de una política de agresión que parece sacar a la luz las primeras jugadas de un tablero geopolítico con participación de muchos.   La invasión en octubre de 2001 la lanzó Estados Unidos en medio de la presentación de un nuevo enemigo que a partir de ahí justificaría intervenciones y gastos bélicos: el terrorismo internacional. Para nada se trata de negar la amenaza que representa el accionar de grupos terroristas, muchos de ellos creados en Occidente para justificar la existencia de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), en espera de su nuevo enemigo, tras la desaparición de la URSS. Si se mira desde ese punto de vista, Afganistán cumplió en parte esa misión, durante la cual Estados Unidos perdió casi tres mil militares, pero también causó la muerte de más de 150 mil personas y 11 millones de refugiados, mientras gastó más de dos billones de dólares en dos décadas. Pero el país asiático parece contar con riquezas que potencias como Estados Unidos para nada desean compartir con otras, opinan expertos. De acuerdo con el periodista de RIA Novosti Serguei Savchuk, Afganistán cuenta con mil 500 depósitos de minerales. Existen grandes yacimientos de hierro en la zona de Hajigak, con 32 kilómetros de depósitos sólidos, con un 62 por ciento de componente útil. La India, Irán y Afganistán concertaron un acuerdo con inversiones multimillonarias de Nueva Delhi en el puerto de Chabbehar, mientas Teherán se encargaba de construir una línea ferroviaria hasta la localidad afgana de Herat, pero esos planes aún están en suspenso. En la región de Amu Darya (provincia de Balkh) se encuentra un yacimiento de hidrocarburos de mil 800 millones de barriles de petróleo y 400 mil millones de metros cúbicos de gas. China firmó un acuerdo en 2011 para la explotación allí de tres campos y prometió construir igual número de refinerías, destacó Savchuk. Además, el gigante asiático aspiraría a participar en la extracción de una supuesta reserva de litio que, según estudios geológicos norteamericanos, equivale a unos tres billones de dólares. Rusia podría participar en la construcción de un gasoducto entre Turkmenistán, Afganistán, Pakistán y la India de mil 700 kilómetros de extensión y con capacidad de 33 mil millones de metros cúbicos anuales. Pero el fracaso de la misión de Occidente en el estado asiático también puso al descubierto fisuras entre los aliados de Estados Unidos en la OTAN, cuyos miembros fueron llamados a esa nación al solicitar Washington la aplicación de artículo quinto sobre seguridad colectiva. La alianza atlántica muestra ahora su cara fea con escenas de desespero, salida desordenada y caos en el aeropuerto de Kabul. Al comentar el evidente fracaso de la operación, el ministro alemán de Relaciones Internacionales, Heiko Maas, confesó al semanario Der Spiegel que de la mencionada debacle se deberán sacar las respectivas enseñanzas. El acuerdo de Doha, firmado en 2020 por Estados Unidos y el movimiento Talibán, dejó fuera, […]

  Por Sergio Rodríguez Gelfenstein* La llegada al poder de los talibán en Afganistán, no solo marca la derrota de Estados Unidos en la guerra más larga de su historia, más importante aún es que pone formal colofón al intento estadounidense de implantar un sistema internacional unipolar tras los atentados terroristas en ese país el 11 de septiembre de 2001. Este hecho motivó que la administración estadounidense declarara la guerra al terrorismo y a todos los países que protegieran a terroristas, en lo que  denominó “Operación Libertad Duradera”, señalando a Osama Bin Laden como el principal sospechoso de los ataques y al gobierno talibán de Afganistán, como su protector. Tal decisión estableció el riesgo de que la agresión de Estados Unidos pudiera extenderse (como efectivamente ocurrió) a otros países de Asia Central, Asia Occidental e incluso el norte de África utilizando el subterfugio del “terrorismo islámico” como instrumento. Tal decisión condujo a trascendentes cambios en el sistema internacional. En el trasfondo, Washington trataba de definir a su favor la disyuntiva entre un mundo multipolar y uno unipolar que se resolvió a favor de este último. Estados Unidos emergió como única potencia mundial con el apoyo de todos para luchar contra el nuevo «comunismo» ahora denominado «terrorismo». Las declaraciones de Bush del 11 y 12 de septiembre de 2001 y sobre todo la del día 20 de septiembre de ese año son -al igual que la Declaración Monroe y el Destino Manifiesto del siglo XIX y las 14 medidas de Wilson en el XX- el elemento ordenador y de principios de la política exterior de Estados Unidos para el siglo actual. Lo que podríamos denominar Doctrina Bush de política exterior de Estados Unidos se caracterizó entre otras cosas por las siguientes definiciones: La utilización de cualquier arma de guerra que sea necesaria; la prolongación en el tiempo de las operaciones militares; la obligación de los países de asumir una postura ante la decisión de Estados Unidos que no dejaba espacios a posiciones alternativas: “Cualquier nación, en cualquier lugar, tiene ahora que tomar una decisión: o están con nosotros o están con el terrorismo” dijo Bush. Era la definición de un mundo falsamente bipolar. Los nuevos polos serían Estados Unidos y el terrorismo. Ante la imposibilidad de estar con el terrorismo lo que hizo fue imponer por primera vez en la historia un mundo unipolar. Así mismo, la Doctrina Bush se caracterizó por la exacerbación de sentimientos nacionalistas y militaristas y por el involucramiento de todos los países y pueblos en el conflicto al afirmar que:”Esta es una lucha de todo el mundo, esta es una lucha de la civilización”. Igualmente, había que aceptar que, en el marco de un mundo unipolar Estados Unidos era el líder indiscutible: “Los logros de nuestros tiempos y la esperanza de todos los tiempos dependen de nosotros” dijo Bush. Finalmente, la necesaria inspiración divina encarnada también por Estados Unidos: “No sabemos cuál va a ser el derrotero de este conflicto, pero sí cuál va a ser […]

Por Rafael Calcines Armas La Democracia Cristiana, el Partido Socialista y el Partido Radical buscan hoy que sus respectivas cartas para las elecciones presidenciales de noviembre en Chile resulte elegida en una consulta popular convocada para eñ`róximo sábado. Ese día, entre Yasna Provoste, por la Democracia Cristiana (DC); Paula Narváez, del Partido Socialista (PS); y Carlos Maldonado, del Radical (PR) los votantes elegirán al candidato que representará al bloque Unidad Constituyente. Todas esas fuerzas integraron la llamada Concertación que, tras la salida de Augusto Pinochet del poder en 1990, alternó con la derecha el sillón presidencial en el palacio de La Moneda, por lo cual para parte considerable de la población un aspirante con este signo pudiera ser «más de lo mismo». Quizá esa percepción, en un país que se ha polarizado más tras la revuelta popular que estalló en octubre de 2019, sea uno de los factores que influyen en que hasta ahora, todos reciban una baja valoración en las encuestas, con excepción de Yasna Provoste. La presidenta del Senado aparece en tercer lugar, aunque a distancia, en los sondeos de opinión tras los candidatos del bloque de izquierda, Gabriel Boric; y de la derecha, Sebastián Sichel. El último debate televisado, en la noche del domingo último, fue muestra de la falta de interés de la población al lograr un rating de 18,2 puntos, mucho más bajo que el conseguido por los de Chile Vamos y Apruebo Dignidad, que promediaron más de 27 por ciento de teleaudiencia. Para analistas, ello evidenció que en este caso el potencial electorado no parece demasiado convencido con las propuestas de Provoste, Narváez y Maldonado, aun cuando los tres coinciden en presentarse como promotores de los cambios que la mayoría de Chile reclama. Los tres aseguran que el superobjetivo de la cita de noviembre en las urnas debe ser impedir, con la unidad de la oposición, que Chile tenga un nuevo presidente de derecha tras el mandato de Sebastián Piñera, que califican de desastroso. Pero contradictoriamente, sus respectivos partidos han tratado de mantener una distancia prudencial de las posiciones del también bloque opositor de izquierda Apruebo Dignidad. En sus propuestas incluyen los temas que interesan a la sociedad chilena, como la nueva Constitución, la búsqueda de una solución al conflicto por las seculares reivindicaciones del pueblo mapuche, la plurinacionalidad de Chile, los derechos de la mujer y de la diversidad y la descentralización con mayor autonomía a las regiones. También se expresan a favor de una solución política para los presos de la revuelta de 2019, así como mejorar las pensiones, la salud y la educación y la protección del medio ambiente, aunque se refieren poco a cambiar de forma radical el modelo neoliberal imperante y responsable de muchas de las inequidades y problemas del país. Las coincidencias en el contenido y el tono de sus planteamientos provocan también -aseguran analistas- que los electores que acudan a la consulta el venidero sábado, no dispongan de muchos puntos de comparación. En todo caso, según lo comprometido, el ganador deberá recibir el apoyo de los […]

Por Marcel Garcés Muñoz La ausencia de sustancia política real, de un mensaje coherente que pueda vestir al candidato presidencial de la Derecha, Sebastián Sichel, ha apresurado a su  equipo de campaña a constituir un grupo de trabajo electoral, “ideológico” que pueda ofrecer un “relato”, publicitario creíble, pero sobre todo engañoso y demagógico, para intentar presentar una imagen que resulte una marca “vendible” al estilo del clásico “Coca Cola refresca mejor”, para la conquista de una masa electoral, a la que  consideran manipulable, para competir por La Moneda. De lo que se trata es disfrazar su exigua historia ideológica y política, sus vaivenes partidistas y su carácter de instrumento al servicio de grupos y poderes económicos, su  carencia de ideas propias, ideológicamente formuladas, y sobre todo de vestirlo con un ropaje populista, destinado a manipular, engatusar a un electorado ciudadano al que se menosprecia, se supone y declara de declara menor de edad. El desprecio por el ciudadano elector es clave en la formulación de esta estrategia de puesta en venta de un bien de consumo político, que recuerda el paternalismo de los latifundistas y caudillos populistas, sus prácticas de acarreo y cohecho de los siglos pasados y la manipulación publicitaria de una oferta electoral desesperada inventada en Palacio y en las esferas “pensantes” de la Derecha económica, social y publicitaria. Lo que se coloca en las vitrinas y en el mostrador público es “producto” electoral, al que se viste de un envoltorio de papeles de colores, bien brillantes, para simular una oferta insuperable, de digestión fácil, pero sin contenido real, sin sustancia y además indigesto. El “invento”, que representa hoy los intereses  presidenciales de la Derecha, por supuesto, se proclamó “independiente”,  asegurando  que “no es político”, aunque ha transitado por diversas partidos, tendencias, ha servido a muchos señores, para aterrizar en el rol de “salvador” de una derecha en franco rumbo de colisión con el fracaso y la derrota a la llevó uno de sus últimos servidores, otro “invento” inepto, el actual presidente Sebastián Piñera. No resulta por ello sorprendente que uno de sus primeros actos  de campaña haya sido dar cuenta de sus objetivos, a los líderes de la  coalición derechista “Chila Vamos”, que aunque arriscan la nariz con el aparecido, no ven otra alternativa que financiarlo, y comprometerlo o subordinándolo a una política práctica que defienda sus intereses. Ahora resulta que vieja Derecha empresarial, monopólica, golpista, prepotente, desprestigiada, de la mano del nuevo “mesías” o la “última esperanza”, Sebastián Sichel, descubrió la sensibilidad social, la democracia representativa, la injusticia territorial o el centralismo, el desarrollo con justicia territorial, el cuidado del medio ambiente, la defensa de la ”clase media”, la pobreza, a “la gente”, el crecimiento económico, y por cierto  el cuidado de la salud , de las pensiones, y hasta, no faltaba más, la defensa de los derechos humanos, aunque claro, lo primero de todo, es el derecho a la propiedad privada y la riqueza, la defensa de la “ganancia”, y el robo de los fondos […]

Hoy nos encontramos redactando una nueva Constitución, donde esperamos incorporar todos aquellos temas que nos parecen indispensables. En este escenario, los invito a pensar y hablar por los que ladran, los que maúllan, los que relinchan, los que cacarean etc. No soy un conocedor de las leyes, pero he leído en relación a lo que es de mi interés, es decir, los perros, y por ende los animales. ¿Sabían que los animales son considerados cosas? Nuestro Código Civil, en su artículo 566 y 567 señala:  que las cosas corporales pueden ser muebles e inmuebles, y que las primeras, es decir las muebles, son las que pueden transportarse de un lugar a otro, sea moviéndose ellas a sí mismas, como los animales (que por eso se llaman semovientes). Pero al parecer, no somos una excepción, a nivel legal, ha sido una idea generalizada alrededor del mundo, y ya los especialistas podrán explicar seguramente con plausibles argumentos el por qué de esta clasificación que a nosotros, amantes de los animales, nos parece tan fría. Pero les contaré también que me he informado que muchos países están utilizando un nuevo concepto “Seres sensibles”, para distinguirlos así del concepto de cosas, como en España, Reino Unido, Francia y otros. Esta nueva categorización señala que los animales tienen sentimientos, e incorpora con ello una serie de deberes que no existían en su calidad de “cosas”, como el deber del conductor que encuentra un animal herido en la carretera de llevarlo a un veterinario, a su vez el deber del Estado de mantener Centros de atención para mascotas, en fin. Seré sincero con ustedes, me leí una sola vez la Constitución completa, y no con tanta acuciosidad, pero creo estar seguro de no haber encontrado la palabra animal o mascota en toda ella, y me pregunto si ¿No será este el momento para ladrar, maullar, relinchar, cacarear etc. etc. ante la Convención Constituyente? Por Juan Carlos Hernández  Educador Canino 

Derogar DL3500 para terminarlo… Restituir el fondo para repararlo  Karol Cariola, Diputada y Manuel Riesco, vicepresidente CENDA En medio de la discusión del cuarto retiro de fondos “previsionales”, y ante la excesiva preocupación de algunos sectores políticos por el estado financiero de las AFPs.  Es necesario refrescar la memoria y ojalá nunca olvidar, lo que han significado las Administradoras de Fondos de Pensiones para los trabajadores y trabajadoras en nuestro país. Debemos tener en cuenta que el sustento del sistema de AFP, es el conocido ahorro forzoso, que es básicamente el desvío del grueso de las cotizaciones previsionales y onerosos subsidios fiscales al financiamiento de negocios, principalmente de cuatro conglomerados nacionales ligados a la dictadura de Pinochet que controlan dicho sistema. A costa de la miseria de tres millones de jubilados, la mitad fallecidos, y en su mayoría mujeres.  Parafraseando a Luis Emilio Recabarren, hay progresos evidentes en las cuatro décadas transcurridas desde la creación del sistema de AFP, ello no puede negarse. Pero de todos los progresos, que el mercado de capitales se ha beneficiado, a sus afiliados y al fisco sólo les ha correspondido contribuir a él para que lo gocen sus controladores. Las cifras del abuso resultan abrumadoras. El dinero aportado por las cotizaciones de afiliados y subsidios fiscales ha excedido con creces las pensiones pagadas por el sistema AFP, en cada uno de los 482 meses transcurridos desde su creación en junio de 1981. Dicho sistema descontó de los salarios más de 200 mil millones de dólares en cotizaciones obligatorias al tiempo que aportó poco más de 30 mil millones de dólares al pago de pensiones, los que el fisco ha complementado con 50 mil millones de dólares en subsidios monetarios directos. Es decir, la mayor parte de las pensiones “Pagadas por las AFPs”,  fueron subsidiadas con recursos fiscales. A esto se suman las pensiones solidarias, las pensiones militares, y “otras prestaciones previsionales” que en su mayor parte son subsidios indirectos a las AFP, como los incentivos al retiro. Esto deja en evidencia que el Estado de Chile,  financia tres cuartas partes del gasto nacional en pensiones, mientras las AFP financian el cuarto restante con un tercio de las cotizaciones corrientes. Con esto queremos demostrar que el mentado “ahorro forzoso” al que se ha obligado a los trabajadores/as por cuatro décadas, jamás ha pagado en Chile pensión alguna. Al igual que en el mundo entero, estas se pagan siempre con impuestos corrientes. Es cierto que, tal como machaca la propaganda del sistema, el fondo AFP ha logrado ganancias brutas interesantes, aunque nada del otro mundo. Medidas en dólares, su rentabilidad bruta está por debajo de la que exhibe Wall Street si se mide desde junio de 1981 y desde la crisis “subprime” la cuota AFP medida en dólares no ha ganado nada. El motivo de dichas rentabilidades elevadas es que en 1981 los mercados financieros mundiales se encontraban en su sima secular más profunda, su momento más deprimido posterior a la Gran Depresión de los años […]

A: Entrevistador  B: Entrevistado A: Alguna vez leí una breve reflexión suya acerca del tema ¿puede la ciencia resolver los grandes problemas de la humanidad? ¿Podría abundar al respecto? B: Con mucho gusto. Me imagino que fue un artículo en que me referí a una cita de Ludwig Wittgenstein, uno de mis filósofos favoritos del siglo XX. A: ¿Cuáles serían los otros? B: Antonio Gramsci, Louis Althusser, Herbert Marcuse, Jean-François Lyotard, Zygmunt Bauman… tal vez debería agregar a Bertrand Russell, pero lo considero más matemático que filósofo y a Noam Chomsky, pero lo considero más lingüista que filósofo. A: ¿Y respecto a filósofos del siglo XXI? B: Bueno, Bauman rebalsó hacia el siglo actual y han surgido eminentes pensadores nuevos: Byung-Chul Han, Yuval Noah Harari, Slavoj Zizek – un marxista duro- y Thomas Piketty, a quien considero un economista más que un filósofo. Por otra parte, a sus 90 años de edad, Jurgen Habermas, destacado representante de la Escuela de Frankfurt, nos ha regalado con una nueva obra. Son 1700 páginas de reflexiones: “También una Historia de la Filosofía” (2019). ¿Y de qué nos habla? De Marx y de religión. ¿Pero cómo? preguntarán algunos ¿Y no había muerto Marx? ¿Y no había muerto la religión? Esto demuestra que la filosofía sigue siendo una invitación inagotable a la reflexión. A: Continúe por favor… B: Parto por la cita de Wittgenstein: “Sentimos que, aun cuando todas las posibles cuestiones científicas hayan recibido respuesta, nuestros problemas vitales todavía no se han rozado en lo más mínimo. Por supuesto que entonces ya no queda pregunta alguna; y esta es precisamente la respuesta”. A: Difícil de interpretar… B: Bueno, Wittgenstein fue un genio, con un gran poder de síntesis. Estudió ingeniería mecánica e hizo trabajo doctoral en ingeniería aeronáutica en la Universidad de Manchester. Allí tuvo una crisis vocacional y entró en correspondencia con Bertrand Russell. Este le aconsejó que se fuera a Cambridge, donde él trabajaba, y se dedicara a la filosofía. Wittgenstein siguió el consejo de Russell y abandonó su tesis doctoral. En su primer periodo escribió un libro que llamó “Tractatus logico-philosophicus”, que estaba lleno de frases sintéticas como la que a Ud. impresionó y terminaba diciendo “Acerca de aquello de lo que no se puede hablar, hay que guardar silencio”. Con esto, consideró que ya había dicho todo lo que tenía que decir en filosofía. A: Volvamos a la cita… B: Bien; la cita de Wittgenstein indica varias cosas: Que la ciencia tiene un ámbito de competencia dentro del cual puede formular y responder preguntas. Que existe otro, que está fuera de alcance para la ciencia. Que este segundo ámbito contiene los problemas realmente importantes (vitales) de la humanidad. Y que, al no poder ser examinado por la ciencia, debe ser abordado por otra actividad humana. Que, si nos atenemos a su decisión de dejar la ciencia en favor de la filosofía, tal vez sería esta última la que podría intentar responder los problemas vitales de la humanidad. Wittgenstein deja dos […]

Por Tomás Marguirott Ross. No es algo que solo se aplique a pueblos indígenas, las diversas naciones del mundo contienen un sinnúmero de culturas cuya cosmovisión única puede transmitirse a través del lenguaje de dicha cultura y ciertamente, mucha de esta cosmovisión se ha perdido por el repudio de ello. La historia debe ser nuestra guía, factor fundamental para comprender la importancia de los Derechos fundamentales, por ejemplo: Cuando las tropas franquistas dominaron País Vasco definitivamente en junio de 1937, predominó la represión directa no solo contra los miembros de partidos políticos y sindicatos que se habían opuesto a la sublevación militar, sino también, predominó la represión y la supresión de todo relacionado con el mundo cultural vasco, entre ellas la prohibición expresa y tajante de cualquier manifestación cultural vasca como hablar en euskera en público, de esa forma, la lengua que compartieron muchos habitantes de esa zona desde mucho antes de la edad media, comenzó a desaparecer y ser objeto de persecución. Por otro lado, en el continente bautizado como América cientos de civilizaciones fueron víctimas de genocidio y exterminio para servir a la producción de las colonias y eso implicó la perdida de la identidad autóctona precolombina, la cual se resiente mucho por los descendientes de dichas civilizaciones, quienes dan fe de que la colonización comienza con un genocidio, pero la independencia de las repúblicas de América solo trae consigo un camino pavimentado por la supresión de la cultura autóctona, desplazándola de la participación ciudadana y política, privándola del derecho al reconocimiento y la protección. La lengua y el idioma es parte fundamental del derecho a la identidad de una persona, pero en sí mismo, no es algo tan individual, sino que es un derecho cuya naturaleza es colectiva, es decir, se reconoce como parte un derecho colectivo que tienen todos aquellos que pertenecen a un mismo pasado, un mismo presente y un mismo futuro, quienes comparten una misma cosmovisión, precisamente por compartir dicho lenguaje. El permitir que se hable la lengua autóctona, y promover su reconocimiento y difusión implica un ejercicio de reconocimiento de la existencia de los Pueblos y su autodeterminación. Es un acto puro al ejercicio de la igualdad y por sobre todo, a la verdad, la justicia y la reparación por una deuda histórica que los Estados soberanos mantienen por la serie de exclusiones y negaciones que se han cometido directa o indirectamente en contra quienes tienen comparten este vínculo con una nación específica, un pueblo, un ente colectivo y un pasado. El reconocimiento de estos derechos implica un deber de reconocimiento a la existencia de miles de años de culturas que se han terminado por la mano del hombre, dicho reconocimiento mantiene un estándar internacional en derecho, que en el presente es vinculante, siendo obligación moral, reconocer y revitalizar las lenguas maternas como un derecho humano. Dicha doctrina es compartida por juristas en el ámbito del Derecho internacional, en 1994 el Proyecto de Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de las […]

Patricio Hales Esta campaña presidencial, confirma peligrosamente que la convocatoria de los candidatos es más que su programa. Siempre, junto a la verdad objetiva, los candidatos  promueven  un ideario no escrito, pero  hoy se  conecta a  los sentimientos de  la crisis social y política que vivimos. Se construyen  estados de ánimo y esperanzas  que  los electores sienten  como promesas. La ilusión  moviliza a ciudadanos que extrapolan lo prometido. Hay políticos que abusan del ánimo del “estallido” social, buscan  votos con el oportunismo y   acicatean el enojo perpetuo. Descalifican instituciones merecidamente desacreditadas, como si al gobernar serían disueltas, hacen  promesas con límites difusos que acarrearán desencantos al corto tiempo de gobernar. Siempre el elector  vota  más por lo que siente,  que por lo que lee. Y con la  crisis social en curso  exige cambios desde su  ansiedad y rabia. El eterno   componente emocional de la política, esta vez presionará más que de costumbre y con enojo, al gobierno que gane. Por eso, si  no se promete  la verdad de lo posible, Chile se  gobernará en un  clima de protesta en que, no perdemos los que vivimos bien y pierden los que menos tienen. Tres recientes exministros del Pdte. Piñera, para ser candidatos, renegaron de él  al canto del gallo, parecido al transformismo de cierta  izquierda que se acomodó al estallido renegando del gobierno del  que hace tres años  era parte activa y con malabarismo político desconoce a sus socios de ayer. Algunos deslegitiman el Congreso electo por el pueblo, estimulan  el desprecio a las reglas plebiscitadas en 2020, caricaturizan  la reforma constitucional que creó  la Constituyente y    atribuyen poder de facto  a quien  no lo tiene. Se sugiere confusión sobre el derecho a propiedad y la libertad de prensa.  En la otra izquierda parecemos avergonzados, incapaces de evidenciar que el trigo no es paja. Así   no se hace pedagogía política para lograr los cambios sino solo se recoge la justa indignación sin dar salida. El enojo requiere conducción. Al que gane, el pueblo no le pedirá cuenta solo por el programa escrito y le exigirá lo que los candidatos le hicieron sentir. Alentar la   furia puede servir  de desahogo pero no da la   gobernabilidad que requiere el progreso, al menos en democracia. Gobernar no es catarsis. Debemos dar conducción constructiva al legítimo enojo. El exceso de fuego quema. La política  no sigue la objetividad de las ciencias exactas. Por eso  ”…nadie forma un partido político para detener un eclipse de sol” decía Kussinen. La emoción siempre es movilizadora, para fines altruistas o para exterminar a un grupo o perseguir  “infieles”. Por eso hay que combatir el   lenguaje  oportunista. La manipulación no es decir  una mentira, sino el  manejo mañoso de la verdad  para sustentar  mentiras. Eludir  la verdad, victimizarse, no reconocer que hay  doctrinas de izquierdas o derechas antidemocráticas, agredir al adversario,  absolutizar lo que es relativo y relativizar lo que está constitucional y legalmente establecido, esparce  ilusiones  con perfume de ingobernabilidad. Las propuestas […]

Por Gabriel Canihuante, periodista, académico Universidad Central Región Coquimbo Hace algunos días las llamadas redes sociales se poblaron de memes, el chiste en la era de las imágenes, para hacer mofa del cambio de nombre de un producto de una transnacional, la famosa “Negrita”, una golosina de bajo precio y de extendido consumo en nuestro país, especialmente entre niños y adolescentes. Hace décadas se viene produciendo un cambio cultural en Chile y en otros países respecto del lenguaje, que apunta a evitar la discriminación de las minorías de todo tipo. Se busca básicamente no herir susceptibilidades de sectores que desde tiempos remotos han sido objeto de burla, desprecio, ninguneo. Entendemos hoy que todos podemos convivir, respetando nuestras diferencias, especialmente aquellas que no son una opción para el individuo, sean estas físicas o psicológicas. La calificación de negro o negra para una persona en Chile no es necesariamente ofensiva, pero durante mucho tiempo para alguien de piel morena no era agradable que lo llamasen por apodos relacionados con el color de su piel. Cuando niños, hace algunas décadas, llamábamos “Chocolo” -un tipo de helado- al compañero de juegos de la cuadra más moreno. A veces él respondía con un combo, pero al final se acostumbró y entonces pasamos a llamarlo como correspondía. La golosina tendrá otro nombre, es una decisión tomada por una poderosa compañía internacional que debe atender a un criterio que escapa a nuestras fronteras. Es evidente que los chilenos seguiremos usando el adjetivo calificativo “negro” en sus distintas variantes de género, número, diminutivos, etc. No cambiaremos la letra de la canción de Violeta Parra, “Casamiento de negros”, ni tampoco la del “Negro José” interpretada por Illapu. Pero es posible que demos atención a otros usos del lenguaje que siguen prestándose para la discriminación. Bastante hemos avanzado en relación con el humor. Y no se trata de ser de la “generación de cristal”, como algunos caricaturizan. De lo que se trata de es de evitar todo tipo de discriminación, no más que eso, ni menos. Santiago de Chile, 30 de julio 2021 Crónica Digital

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