La institucionalidad democrática chilena, está sometida, en estos días, a una evidente prueba de  fuego.  Y el  desafío viene de una  derecha y un  pinochetismo recalcitrante, amparado en el poder económico y los sectores más cavernarios  y conservadores, los que han desatado una riesgosa ofensiva  contra la democracia. Ello proviene de dos ámbitos de la sociedad:  el de  un  estamento militar, en servicio y en retiro,  que escenificaron un  acto de deliberación sediciosa, que raya en la insubordinación y el desacato institucional, la agresión  ( por ahora verbal) a los Altos Mandos y a las autoridades constitucionales , judiciales y  políticas del país, y por otro lado, desde el propio campo  del gobierno del presidente, Sebastián Piñera,  a través del principal partido de su bloque de gobierno,  devenido en populista y simpatizante del neofacismo,  la Unión Democrática Independiente ( UDI), los que han pasado a la ofensiva política antidemocrática, en un ambiente enrarecido por las peores muestras de corrupción (Carabineros y el Ejercito, en sus más altos niveles) de que se tenga historia en instituciones  del Estado. El mitin político desarrollado el 6 de octubre en el recinto de la Escuela Militar, destinado a realzar y justificar el terrorismo de Estado de la dictadura militar derechista de Augusto Pinochet, las violaciones a los Derechos Humanos, el genocidio,  los asesinatos , la prisión y el exilio, junto con realzar a los  esbirros, torturadores, violadores ,   es obviamente más que un acto de provocación inaceptable y altanero. Y  no  puede ser caracterizado como  casual,  o un “incidente” aislado. El fue autorizado por al mando de la Escuela Militar,  ente formador de los oficiales del Ejército, tanto en el plano profesional como ideológico, y por lo mismo, político. No se puede alegar entonces ingenuidad, desconocimiento y eludir las correspondientes responsabilidades.. Se trató de una notificación, al Mando del Ejército y  las instituciones armadas en general  tanto como  al Gobierno y el Poder Judicial y el Poder Legislativo, pero sobre todo a la civilidad, a la ciudadanía, de que hay fuerzas oscuras que están dispuestos a sacar la voz, y dar un “grito” sedicioso,  desde un recinto militar simbólico, a vista y paciencia de ciertos políticos y oficiales y con aplausos de los militares en retiro participantes en la cita. No podían ignorar los convocantes  al mitin castrense, que habría consecuencias de su  insubordinación, Y por ello, realizaron  manifestaciones  frente a la Escuela Militar. La determinación  del Ejército de dar de baja  a Villarroel y a Krassnov Bassa, por el acto de insubordinación y provocación, convocado supuestamente como un acto deportivo, dijo el abogado de  procesados y condenados por violación de derechos humanos, Raúl Meza , es una “vergonzosa señal que muestra como se debilita el Ejército de Chile y como el Alto Mando desampara y abandona a funcionarios de su propia institución frente a actos  que significan el legítimo derecho a  expresar y reconocer el pasado de su propia institución”. Se supone que Meza es un abogado civil, pero aquí se comporta como […]

Tenía mucha razón un lienzo enarbolado por vecinos de la comuna de La Reina, presentes en la manifestación de este 5 de octubre (2018) en la Avenida Bulnes, en conmemoración del triunfo del No a Pinochet y a la dictadura militar, derechista y empresarial en el plebiscito  de 1988.y en el cual se leía: “Por la unidad social y política del pueblo”, y contenía los símbolos de la Democracia Cristiana, el Partido Socialista, el Partido Radical, el Partido Comunista, y el Partido por la Democracia. Se trata de un reclamo urgente a la unidad política y social de los ciudadanos, del progresismo, hecho desde la base popular. Se trata de un llamado, una interpelación a la responsabilidad de los liderazgos partidistas, una demanda profunda a los partidos y el reflejo de un estado de ánimo de la ciudadanía instando a la unidad y además de una constatación del sentido de urgencia de una convocatoria que nace tanto de una sentido responsable del futuro, como de la frustración de que hasta ahora no encuentren el rumbo de unidad que Chile necesita. A nuestro juicio ese fue el contenido central, estratégico y táctico, emocional, de la masiva manifestación, junto con ser una manifestación de recuerdo de una fecha y de una etapa de lucha, de conmemoración por la historia que ello significó para la recuperación democrática, sobre todo fue el despliegue de la esperanza, alegría y confianza en el futuro. La presencia en el lugar de reivindicación popular y masiva del No a Pinochet y sus crímenes, de rostros templados en la lucha contra la violencia criminal del dictador y sus “cómplices pasivos” y los no tanto, y también, quizás sobre todo, de rostros juveniles y alegres, todos decididos a seguir en la lucha por el porvenir, refleja la unidad de las generaciones y la fuerza de sus convicciones. Lo que hace falta entonces es la conducción responsable, el valor y el ejemplo de la unidad, la voluntad política que responda hoy y mañana, al sentido de epopeya colectiva nacional y popular, por sobre sectarios intereses partidistas, cálculos electoreros subalternos o mezquindades expresadas en prejuicios y caricaturas excluyentes. La tarea de las tareas del presente es el mensaje y la práctica política y social de la unidad de los sectores democráticos, progresistas, populares (como quiera que se autocalifiquen), y una lectura  de una realidad de demandas, esperanzas, sueños, que los ciudadanos del Chile real,  buscan para su porvenir y su progreso. Esto es lo que expresaron los vecinos de la comuna de la Reina, cuando llamaban en la concentración del 5 de octubre en la Avenida Bulnes, con su lienzo instando a radicales, demócrata cristianos, comunistas, socialistas, del partido por la democracia y a todos quienes quisieran adherirse a ese objetivo patriótico de “unidad política y social del pueblo”. Ante este objetivo principal quizás no valga tanto la pena detenerse en la majadera campaña de falsificación de la historia, que hace que hoy, los que hace solo 30 años atrás votaron por […]

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Sin duda que este 1 de octubre pasará a la crónica periodística nacional y a la discusión política y social como una fecha que abre un desafío que puede poner fin a una crisis o de apertura de oportunidades, para Chile y Bolivia. Es un momento de inflexión que debe abrir una ruta de acercamiento entre dos países hermanados por una realidad histórica, geográfica y social, entrecruzada por conflictos bélicos, nacionalismos estrechos, desconfianzas, ambiciones políticas mutuas  e intereses económicos. El presente período se inicia con el triunfo contundente de la posición de Chile, en la Corte Internacional de La Haya, frente a la demanda de Bolivia, que pretendía que el tribunal obligara a Chile a “negociar de buena fe” con La Paz, una salida soberana al Océano Pacífico, que perdieron en una guerra cuyos orígenes, causas y motivos no fueron precisamente “patrióticos” sino que económicos e imperiales (el salitre, y los capitales ingleses, mediante). El tribunal estableció por una mayoría abrumadora de sus integrantes –doce votos contra tres-  que no había “obligación” alguna de parte de Chile al respecto, y mucho menos de predeterminar un resultado de esas eventuales “negociaciones”. El triunfo de la diplomacia chilena en La Haya no puede, sin embargo, ser presentado por La Moneda, como un éxito exclusivo y excluyente de su gestión en el caso (llevan seis meses en el gobierno), como se ha pretendido manipular propagandísticamente  en los discursos y declaraciones oficiales. Lo cierto es que la estrategia y orientaciones desarrolladas por la representación chilena en La Haya- con diplomáticos de larga experiencia, abogados nacionales e internacionales, historiadores, comunicadores, políticos fue diseñada bajo el gobierno de la presidenta Michelle Bachelet y con la destacada dirección del canciller de entonces, Heraldo Muñoz. Además caracterizados representantes de la Derecha política- hoy en el gobierno- fueron partidarios de una confrontación virulenta con Morales y hasta del retiro de Chile de la instancia jurídica internacional, y hasta la salida de Chile del Pacto de Bogotá que promueve la resolución pacífica de los diferendos entre países y que otorga jurisdicción a la Corte de La Haya en tales materias. Este sábado 29 de septiembre el ex canciller Hernán Felipe Errázuriz, ex ministro de Minería (1981-1982) y de Relaciones Exteriores (1989-1990), además de embajador de Chile en Estados Unidos (1984-1988), de la dictadura de Agusto Pinochet, miembro del directorio de “Libertad y Desarrollo”,  el influyente “Think Tank” de la UDI instalado en el Segundo Piso de La Moneda, principal fuerza política del bloque de gobierno, en una columna en el diario El Mercurio escribió algunas perlas que revelan la desconfianza del gobierno y su coalición “Chile Vamos” en la Corte. Dijo Errázuriz, bajo el título de “En el limbo de La Haya”: “Hay motivos para esperar con escepticismo el fallo de los jueves de La Haya sobre la fraudulenta reclamación de Bolivia. “La desconfianza surge de fallos anteriores en contra de Chile. Dos sentencias desconocieron su incompetencia, tratados y el Derecho Internacional. “La suspicacia se agrava por la forma de […]

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La Casa Blanca ha fijado, a través de un comunicado, la agenda con que se desarrollará la entrevista que ha concedido al presidente de Chile, Sebastián Piñera este viernes 28 de septiembre. De acuerdo a la pauta marcada por Washington  y comunicada a  través de un memo dado a conocer por la prensa internacional, además de una lista de temas obvios y definidos de manera genérica, como “la búsqueda de un hemisferio occidental más próspero, seguro y democrático” o “políticas a favor del crecimiento”, se buscará embarcar, comprometer, hacerlo participe  de su montaje contra el Gobierno constitucional de Venezuela, y la violación de la soberanía y la autodeterminación de su pueblo. Eso es lo que la Casa Blanca caracteriza como “esfuerzos por restaurar la democracia en Venezuela” lo que se ha traducido   en agresivas medidas contra la economía, contra la estabilidad institucional democrática, complots políticos y asonadas militares, acciones que  no vacilan en intentos de Golpes de Estado e intentos de magnicidio, además de una coordinada guerra sicológica y una campaña de desinformación abrumadora. Además de su cruzada diplomática, que se da por las vìas bilaterales, como en este caso con Chile y el presidente Piñera, se utilizan las influencias en las esferas militares y los partidos políticos de la región, Washington ha anunciado la preparación de una ”serie de acciones” inmediatas contra Venezuela, entre las cuales sin duda se enmarca la audiencia con al Presidente Piñera. Sabida es la presión regional encabezada por el Secretario General de la OEA, el uruguayo Luis Almagro, que se ha demostrado como un aplicado servidor de la política estadounidense, y los contactos de militares venezolanos con funcionarios estadounidenses con el objetivo de preparar el golpe de estado contra el presidente Maduro. Elegir si se adscribe- y se posterna- ante el libreto intervencionista del presidente Donald Trump, o elige sobre la base de la experiencia de Chile (11 de septiembre de 1973, para no ir tan lejos) repudiar la injerencia imperial y sus propósitos confesos de derrocar a un gobierno legitimo por la fuerza militar, intervención de los marines o de fuerzas colectivas de los gobiernos derechistas de la región y la traición de algunos  conspiradores locales, civiles y si puede, militares que actúen como fuerza mercenaria de ocupación. El Secretario de Estado, Mike Pompeo ha amenazado a Venezuela con “medidas” que se anunciarían en los próximos días, las que se sumarían a las ya puestas en práctica en su guerra contra Caracas. Tales como sanciones contra miembros del gobierno venezolano,, contra su deuda soberana y activos en territorio norteamericano, boicot al comercio y acciones para extrangular la economía del país. Pompeo dijo a la cadena Fox News, que “verán en los próximos días una serie de acciones que seguirán aumentando el nivel de presión contra los dirigentes venezolanos, quienes trabajan directamente en contra del mejor interés del pueblo venezolano”. Para el gobierno del presidente Sebastián Piñera, el tema Venezuela, es entonces, un problema de memoria, de dignidad y soberanía nacional y de compromiso […]

En estos días de septiembre se despliegan invocaciones a la Patria, a la chilenidad,  a las tradiciones nacionales,  como interesados eslongan  publicitarios para incitar a consumir los platos típicos, los tragos de moda, y celebrar con mucho vino,  salir de viaje por el extranjero, además de visitar balnearios del país,  bailar cuecas, (además de cumbias, guarachas y corridos), visitar las fondas,  y gastar ojalá todo el dinero posible, aumentado por los también “tradicionales” aguinaldos. En fin más que una celebración  patriótica, el recuerdo de una historia, generalmente deformada por intereses ideológicos y políticos, la medida del  éxito que recogen las publicaciones está en  el efecto de las lluvias y temporales en la  cuantía de las ganancias, el crecimiento de las ventas ,  los accidentes carreteros y su balance de muertos y heridos,  sobre la asistencia y entusiasmo de los parroquianos (lo que se denomina espíritu festivo nacional) y los balances exultantes, modestos, o simplemente quejosos, de los concesionarios de fondas o productores de espectáculos. Ciertamente es un momento de jolgorio colectivo. Y no es fácil sustraerse al aroma de una  parrilla, un vaso, o un poco más, de vino, una “chichita” baya y curadora, o un “terremoto” y su correspondiente “réplica”, o para un deseo de “Felices Fiestas Patrias, vecino”. Es un momento propicio para una serie de rituales sociales- las más de las veces despojados de sustancia, sinceridad, y indispensable complejidad política, social e histórica,  y   para  el despliegue de una retórica generalmente afincada en una simbología  patriotera, que se supone común, al origen de la Nación,  tanto como la reiteración de lugares comunes  con los que se intenta  ocultar aspectos sustanciales de hechos  determinantes de nuestra raíz nacional, de episodios  que fueron creando lo que somos y de las contradicciones y confrontaciones  (crímenes, genocidios, represiones) que ensangrentaron,  repetidamente las páginas de nuestra historia y que historiadores  y políticos conservadores o subordinados al poder, han preferido  invisibilizar. Lo argumentó en El Mercurio, de este 18 de septiembre,   la historiadora, catedrática,  y periodista, Ana María Stuven ,  otorgando un fundamento académico a un  debate  que han instalado este año,  la Derecha chilena, las Fuerzas Armadas y el gobierno del presidente Sebastián Piñera en la estrategia de dar vuelta la página, dejar en el olvido lo que nos divide y enfrenta como sociedad,   mirar hacia adelante,  sustraerse del conflicto. En un artículo  clave de la página editorial de El Mercurio, que marca una importante inflexión política e ideológica para  la etapa- es decir orientación propagandística para la Opinión Pública , los  protagonistas  y el escenario político-, y cuando se cumplen 45 años del Golpe de Estado del 11 de septiembre de 1973, una fractura brutal y profunda en la historia contemporánea del país y su sociedad, la historiadora, asumiendo el rol de comentarista  política, propone una fórmula, con ribetes de  regla moral,  para la convivencia futura de la sociedad chilena.  Apelando al historiador y filósofo francés  Ernest Renan (1823-1892) Stuven  sostiene que  “así como la nación necesita de principios de unidad […]

El 45 aniversario del Golpe de Estado  militar-derechista  no solo ha revivido una de las páginas mas sangrientas de la historia política contemporánea del país. Ha constatado que los principales actores del  genocidio iniciado el 11 de septiembre de 1973- los ejecutores militares y los resaponsables políticos, y quienes  fueron más que “cómplices pasivos”, sino que también ejecutores y  beneficiados de los crímenes contra los Derechos Humanos de millares de chilenos, no terminan de hacerse responsables de sus actos. Con total impudicia pretenden ahora asaltar la Memoria. La fecha , ha recordado  las violaciones de los Derechos Humanos,  el asesinato alevoso de miles de chilenos, la tortura, violaciones,  la desaparición de miles, el lanzamiento  a volcanes, al mar, de personas desde helicópteros militares, por el solo hecho de ser partidarios del gobierno legitimo  del presidente Salvador Allende,  del  envilecimiento, en fin, de las instituciones militares y policiales, judiciales , de los medios de comunicación , de los partidos derechistas, de los principales gremios empresariales de la época, y ha  constatado que las heridas siguen sangrando, que no se ha hecho debida justicia, que se mantiene el pacto de silencio de los hechores y cómplices de los crímenes  más horrendos que recuerda la historia del país, Pero junto a la consabida  y descarada  justificación de los crímenes, al estilo de los principales responsables de la dictadura y sus crímenes,  se ha desarrollado una deliberada actitud de tender un manto de silencio, una operación política y mediática a todo nivel,  incluido un  acto “ecuménico “ de escasos  minutos,  que sirvió de escenario para que el presidente Sebastián Piñera  marcara una orientación  para una interpretación antojadiza  de los hechos para consagrar como “doctrina oficial ” la  justificación  del Golpe. Lo cierto es que con su habitual descaro los cavernarios remanentes  de los nostálgicos de Pinochet, parapetados en El Mercurio y otros medios de comunicación, o la derecha gobernante,  han sacado la voz en este aniversario. Uno de los principales colabores del dictador Augusto Pinochet, Carlos Cáceres Contreras,   que junto a algunos almirantes y economistas  de la derecha  conspiradora fue autor del llamado “Ladrillo”, el manual  económico de los golpistas de la Armada,  que  implantó el modelo  económico neoliberal a ultranza en el régimen dictatorial,  entrevistado por La Tercera este domingo 9 de septiembre,  se atreve a declarar que “el bombardeo de La Moneda fue necesario”. Este sujeto confesó que, estando en España a la fecha,   “se alegró” del Golpe y responsabiliza al presidente constitucional de Chile, Salvador Allende,  por haberse mantenido en La Moneda, cumpliendo un deber histórico y político,  de ser responsable de que “el acto de toma del poder (por los gopistas) tomara un cariz de violencia, y por ende, la decisión de atacarla en la forma que efectivamente se hizo”. Se trata de una afirmación desvergonzada y cómplice , del que luego fuera designado  rápidamente a su vuelta al país, como miembro del  Consejo de Estado, presidente del Banco Central,  ministro de Haciendo, en 1983  y ministro del  Interior (1988-1989), […]

Desde La Moneda se ha  notificado a los chilenos, “El Mercurio” mediante (02.09.2018), que el Gobierno divide a los chilenos entre “patriotas”- ellos- y “antipatriotas”- la oposición-. Esta confesa  actitud, que puede transformarse en aviesa intención,  y que no puede sino ser caracterizada como totalitaria,  amerita reflexiones en el ámbito político nacional, que se ha ido crispando por el lenguaje y las descalificaciones que se profieren desde La Moneda y desde la derecha. En realidad se trata de una advertencia siniestra, cuyas consecuencias pueden ser fatales para la democracia y  la convivencia nacional. Es  de una lógica perversa y resultan inquietantes las consecuencias  que puede  tener el asignarse desde el poder, el   carácter de patriotas, de “los buenos”, a quienes lo administran circunstancialmente   y descalificar al resto de los chilenos como antipatriotas, los “malos”, los “enemigos“, en  un escenario  maniqueísta de “blanco y negro” que intentan imponer  en la retórica por ahora, pero quizás mañana puede ser en la práctica represiva. Desde luego ya cuentan con una legislación antiterroristas, una Doctrina de la Seguridad Nacional, y una práctica de la guerra sucia, de la manipulación  propagandística de la Opinión Pública, unos instrumentos represivos institucionales  tipo Batallón Jungla  y otros entes de inteligencia y vigilancia  ideológica  que no se perciben a simple vista,  o bandas  paramilitares provocadoras, como el  Movimiento Social Patriota,  y bandas privadas (“ciudadanas”) a los que  municipios como el de La Reina, pretenden entrenar para que puedan disparar con eficiencia  las sofisticadas armas de su arsenal personal. De acuerdo al criterio oficialista solo son aceptables entonces, se les concede el derecho  a ser considerados en la mesa, a los que aplaudan los planes, dichos y hasta payaseos  de Palacio y se subordinen a las políticas  oficiales. A estos, el presidente,  les sonríe  y les invita, lo que no es nuevo, por lo demás, señalando  que  : ”Las puertas de La Moneda van a estar abiertas siempre a la búsqueda de acuerdos”. Algo de eso vivimos ,  este escenario , a partir del Golpe de  Estado del 11 de septiembre de 1973 y la implantación de la dictadura cívico-militar, de la tiranía de las Fuerzas Armadas , la derecha política y los clanes empresariales  del país y los poderes imperialistas de Estados Unidos, con las consecuencias de muerte y dolor que conocemos. Una primera observación:  el Presidente Sebastián Piñera muestra su verdadera faceta política y deja de lado  el juego demagógico de dialogante, que ensayó al asumir su mandato, que resultó asi ser  más   un subterfugio   que una verdadera intención de unidad nacional , de apertura o sincera invitación al diálogo cívico. En la entrevista periodística,  lo que busca el Mandatario, lo que trata de  encubrir  son un par de semanas de desastre político, de cifras negativas de opinión pública y de resultados económicos, una crisis política interna, o  lo que El Mercurio caracteriza  como “desprolijidades” ( el caso del ex ministro Mauricio Rojas, “el breve” y la crisis ambiental y social en Quinteros, Puchuncaví, declaraciones zafias  de personeros […]

La ciudadanía ha sido sorprendida  por la pretensión de un sector de la centro izquierda, particularmente por parte de las directivas actuales del PDC y del Partido Radical, que pretende excluir a sectores de la política nacional y de la lucha contra la dictadura cívico militar-encabezada por Augusto Pinochet, de la conmemoración del triunfo del “NO” en el Plebiscito del 5 de octubre de 1988, concretamente al Partido Comunista de Chile. Claramente, equivocan el enemigo principal, de ayer y de hoy. Se trata de dejar fuera de los actos conmemorativos de ese acontecimiento en la recuperación democrática del país, a una de las fuerzas políticas protagonistas de la lucha contra la dictadura de Augusto Pinochet y factor importante en la recuperación y la gobernabilidad democrática de Chile. Obviamente no es solo la mera reproducción de un viejo prejuicio utilizado por la derecha reaccionaria para justificar su odio a los principios de la democracia y su embate a los derechos ciudadanos y la reproducción- en clave de tragedia- de una argumentación que sirvió a la dictadura para justificar sus crímenes contra la humanidad y la violación de los Derechos Humanos. El significado de la victoria del NO al intento de eternizar a Pinochet en la usurpación del gobierno  va mucho más  allá de una estrategia coyuntural  y es producto de un proceso de lucha anti dictatorial, que se desarrolló en el país y en la esfera internacional de la solidaridad y el apoyo a la democracia en Chile, desde el mismo 11 de septiembre de 1973 y al que contribuyeron diversas fuerzas políticas, sociales, ideológicas y hasta religiosas , nacionales e internacionales. Nadie tiene el derecho de pretender administrar para sí, monopolizar, los tres millones 967 mil 569 de chilenos que dijeron no a Pinochet, y que en la gesta inolvidable del 5 de octubre de 1988, se rebelaron, vencieron  el miedo, superaron la  comprensible desconfianza en las intenciones del régimen de violentar la voluntad popular. Ya estaría bueno que los dirigentes políticos de las fuerzas democráticas, de entonces y de ahora, dejaran de enredarse en la polémica absurda, inútil de quiénes, y con qué métodos, iniciativas, formas de lucha, vencieron a  Pinochet y a la derecha política y económica nacional y a las fuerzas del imperialismo que lo instalaron en el poder del 11 de septiembre de 1973.  Fue la fuerza, en primer lugar de la voluntad popular, la magnitud abrumadora de los que se expresaron en las urnas, cierto es que con un lápiz y un papel, la que inclinó la balanza de la historia.  Pero fueron las múltiples expresiones de la masiva lucha popular, incluso la  que se expresó en las barricadas y la insurgencia, a las que se sumaron decisiones políticas, sociales, culturales, en el seno de la ciudadanía, las que confluyeron  en la lucha contra el régimen dictatorial y por la democracia, hasta  el triunfo del 5 de octubre de 1988. En el espacio político, fue la unidad de todos en torno a objetivos democráticos centrales, […]

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Por Marcel Garcés Muñoz Desde México nos ha llegado una noticia, de esas que cuesta aceptar.  Guillermo Ravest  ha partido hacia la dimensión de la memoria. A reunirse con Ligeia, y con tantos otros  que emprendieron antes que él, el tránsito hacia el infinito. Pero nos deja el recuerdo, su  biografía, sus  hechos, aquello que lo hizo indispensable, de los imprescindibles de que habló su amigo, José Miguel Varas. Guillermo, el “ Chino” escribió páginas señeras  del periodismo nacional, comprometido con la libertad y los Derechos Humanos,  con la democracia,  que detrás de una cierta serenidad y calma, diríamos que tenía un carácter suave, manso, pero que no ocultaba su compromiso combativo permanente con la verdad,  con la justicia. Formado como muchos en la escuela del reportero  militante, aprendiendo de la reciedumbre del periodista obrero,  atrincherado en “El Siglo”, le imprimió a sus escritos, pasión y esperanzas.  Escribió páginas vibrantes de las luchas políticas y sociales del proletariado originario, del movimiento  de las izquierdas, de los derechos del pueblo. Empezó en el periodismo activo en 1951, como reportero  de la Agencia Coper (Cooperativa de Periodistas) , en la capital chilena, y según recordó en marzo del 2009, en una muy personal entrevista al diario mexicano, “La Voz de Texcoco”, “vivía solo y, a veces, acompañado de alguna amiga”. En 1952,  sigue Ravest,  “luego de una larga clausura reapareció “El Siglo”, órgano oficial del Partido Comunista de Chile, donde fue reportero durante dos años, “hasta que  me echaron por bohemio ( “tenía entonces relaciones con una poetisa, pero era casada, grave pecado para la moral comunista”,  confiesa, sin demasiado ánimo de arrepentimiento ). Siguió su  periplo trabajando en “El Espectador”, donde “con velocidad de reportero  conocí a una argentina, me casé con ella, y tuvimos un hijo”, y luego de las correspondientes vicisitudes económicas, partió con esposa e hijo a Buenos Aires, donde lo contrataron como redactor en la revista  “Qué Pasó” ,de Siete Díaz.  Pero como ”los problemas con mi mujer ya no tenían arreglo” dice, volvió a Chile, llevando en un pequeño bolso “una muda de ropa interior, las Obras Completas de César Vallejo y mi hijo”. También incursionó  en su juventud, según la tradición familiar y las inútiles exigencias paternas, en los  rieles  y locomotoras de Ferrocarriles,  y  en contraste,  en algunos estudios,  poco provechosos, según se constató, de violín, y la poesía. Volvió al periodismo activo en Chile: redactor de espectáculo en el vespertino “Ultima Hora”, donde , recordó Guilllermo Ravest, “ tras una vida muy desordenada, decidí  cortar con los vodevil y las bailarinas, para, en la medida de lo posible, ser un periodista serio”. Ingresó al diario de Gobierno “La Nación”,  donde llego a ser jefe alterno de Crónica Nacional y editor nocturno.  Ligeia Balladares, también poeta,  de modales un tanto señoriales, pero de carácter severo, llegó como reportera y según parece, puso un orden relativo en su vida. Pronto les llegó “la nostalgia por la provincia”, renunciaron  y partieron a Temuco,  con los tres […]

La máxima jerarquía de la Iglesia Católica chilena se remece  en la que es sin duda la más grave crisis de su historia. Los casos de corrupción moral, de complicidad y encubrimiento de abusos sexuales han traspasado las sacristías locales y el propio Vaticano ha tenido que hacerse cargo del escándalo y obligado a  los hasta ahora herméticas muros de conventos y de la defensa corporativa de la institución a abrir las cortinas, someterse al escrutinio público de los feligreses y de la sociedad y poner a disposición de la justicia chilena a los abusadores. Es mucho más que una crisis institucional, sino que moral y social. Hoy es imposible ocultar los hechos, refugiarse en una cómoda misión divina, o imponer sanciones ficticias como traslado a otras parroquias, a otros países o cómodos conventos  en otras latitudes, que les sirven a los depredadores de cómodos refugios o supuestos lugares de “penitencia y oración”. Hasta ahora la llamada justicia canónica no se preocupaba de las víctimas. Y los entes eclesiásticos se parapetaban en la sujeción, pertenencia o jurisdicción de otro Estado, y por lo tanto a otros cánones judiciales, para impedir la acción de la justicia de los correspondientes países. Pero las cosas cambiaron abruptamente, tras la visita del Papa Francisco a Chile en enero pasado, que lo desinformaron y le hicieron caer en la celada que le tendieron los obispos locales que le hicieron tomar partido a favor del ahora ex obispo de Osorno, Juan Barros, ex Vicario General Castrense y encubridor del prototipo de abusador sexual de menores, Fernando Karadima, este último condenado por la Congregación para la Doctrina de la Fe, del Vaticano, a retirarse, ”a una vida de oración y penitencia”. Aún así en medio de vacilaciones, declaraciones alambicadas, francas reticencias a reconocer los hechos, argumentaciones para disfrazar las cosas, camuflar o tender cortinas de humo, la jerarquía vio desmoronarse eso que más bien parecía una estrategia para eludir el reconocimiento de la crisis y de la necesidad de una condena clara y contundente a los abusos. Hoy los hechos parecen precipitarse. El Cardenal Ricardo Ezzati ha perdido su rostro interpérrito tras haber tenido que resignarse a la presión del propio presidente chileno, Sebastián Piñera que demandó a través de la prensa que no oficiara el llamado Te Deum (Acción de Gracias), tradicional celebración religiosa por la Patria, en el Día de la Independencia Nacional, el 18 de septiembre, y donde el Cardenal, cabeza de la Iglesia católica chilena, opina por lo común de la situación política, social y económica del país. También renunció al cargo de Gran Canciller de la Pontificia Universidad Católica de Chile, con lo que se hace más evidente la actitud del Vaticano en lo que ya se puede denominar “caso Ezzati”. La conferencia de julio del episcopado en Punta de Tralca, reconoció el grave escenario    que sigue abriéndose para la jerarquía eclesiástica chilena, tras el escándalo de los abusos sexuales de sacerdotes, y el encubrimiento de tales hechos por las más […]

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Un café en una plaza con historia....

Maturana con Huérfanos
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