Revista Caras y Caretas De los derechos humanos a los monocultivos de la mente; de la soberanía a la libertad encadenada; del sueño colectivo al triunfo del individualismo. Adolfo Pérez Esquivel habla en esta entrevista conjunta con Pablo Melicchio sobre la importancia de “humanizar y construir”. Por Damián Fresolone Todos los viernes, durante casi medio año, Adolfo Pérez Esquivel y Pablo Melicchio se juntaron en la casa-atelier del referente internacional de derechos humanos para “hablar” un libro. El espacio de diálogo, pensamiento y reflexión entre ambos tenía hora de inicio, pero no de fin. Generalmente, la penumbra de la noche funcionaba como alarma natural para cerrar el encuentro y esperar con ansias al viernes siguiente, para continuar “hablando” el libro. “El diálogo refresca muchas cosas que parecen lejanas pero no lo son. Además, nos permite abrir varios cajones de la mente donde guardamos cosas olvidadas. Esas cosas hay que sacarlas, plasmarlas, como en este libro, y que les sirva a los demás. Porque eso es lo importante de plasmar experiencias, que sean útiles para otros”, comenta un Pérez Esquivel con muchas ganas de dialogar, como en aquellos viernes junto a Melicchio mientras horneaban Para ser humanos, el libro publicado recientemente por Marea Editorial. Pablo Melicchio: Hablando del diálogo y de las palabras, hay dos términos que se vinculan mucho con tu persona, Adolfo, y también se repiten en el libro: “memoria” y “esperanza”. ¿Qué lugar les dan en la vida? Adolfo Pérez Esquivel: La esperanza es el motor que nos impulsa a los cambios, y tiene que ver con la rebeldía del pensamiento y del amor; sin amor, todo lo que hacemos perdería sentido. Y esa esperanza, que es la energía para caminar, tiene que ser compartida. En las escuelas y en las universidades casi ni se habla del amor, y así está nuestra sociedad, marcada por el individualismo. La única comunicación es con un televisor o con un teléfono que nunca nos responden. Eso es peligroso, así como hay monocultivos de soja y de maíz tóxicos, está el monocultivo de la mente, que es esta sociedad masificada con la toxicidad de la propaganda. Pablo Melicchio: Creo que solo hay esperanza si es una esperanza activa, y hay memoria, si es una memoria activa. El presente solo es digno de ser vivido cuando activamos la memoria y caminamos hacia la esperanza, ambas se articulan con el fin de ponernos en acción. No se puede ir para adelante si no se resignifica la vida y no se piensa en las raíces. Cuando muchos políticos intentan dar vuelta la página con la intención del olvido, omiten que el libro sigue siendo el mismo y podemos ir hacia atrás para volver a leerlo. P.M. A veces los contextos provocan más angustia que esperanza… A. P. E.: Yo tuve un amigo de caminada, Eduardo Galeano, hemos estado en muchos entreveros juntos y siempre él decía que a nosotros nos guían las estrellas, aunque sepamos que no vamos a alcanzarlas. Eso lo tomo para la vida. Otro ejemplo es […]