¿Qué pueden tener en común la reconocida artista italiana, que recientemente ha fallecido, y Pepe Mujica, el bien respetado expresidente del Uruguay? En circunstancias históricas y geográficas diferentes y, por cierto, con roles distintos en la sociedad, se cuentan entre los partidarios de la necesidad de la unidad más amplia de todos los demócratas progresistas. Un aspecto respecto del cual es pertinente profundizar a la luz de la realidad de Chile. Como se sabe, Raffaella Carrà fue una famosa cantante, compositora, bailarina, coreógrafa, presentadora de televisión y actriz de origen italiano, que logró reconocimiento mundial. Al momento de su deceso, el pasado 5 de julio, los medios de comunicación destacaron su estilo transgresor y vanguardista. Recordaron, asimismo, su identificación con la izquierda. A este último respecto, rememoraron una entrevista que concedió a la revista “Interviú” en junio de 1977, cuyo titular reproducía una de sus declaraciones: “Siempre voto comunista”. En las redes sociales, los partidarios de los Partidos Comunistas estallaron en comprensible regocijo y los anticomunistas de diferente tipo oscilaron entre la indignación y el mutismo. Era obvio, por la gigantesca popularidad de la artista. Sin embargo, pareciera que pasaron desapercibidas las reflexiones más amplias que Carrà expresó en esa extensa entrevista en relación a sus opciones políticas. Es pertinente entonces reproducirlas. –¿Tiene usted preocupaciones políticas? –¡Oh, sí! Naturalmente. En las últimas elecciones le he dado mi voto al Partido Comunista, porque pienso que el comunismo es la única solución que hoy puede resolver el conflicto de mi país. Tenemos demasiados demócrata–cristianos y el Partido Comunista puede significar el revulsivo (cambio importante) que establezca un equilibro. Solo un compromiso histórico entre estas dos fuerzas políticas nos alejaría de la guerra civil. Para comprender el sentido de sus palabras, es necesaria una contextualización histórica. El Partido Comunista de Italia nació en 1921 de la mano de Antonio Gramsci, lo que le otorgó una hechura particular en el movimiento comunista internacional. Enfrentó la persecución del fascismo, tuvo un papel determinante en la Resistencia y, luego de la caída de Mussolini se refundó como Partido Comunista Italiano (PCI) y sumó a sus filas a la Izquierda Cristiana de Italia, por su disposición –influida por las proposiciones gramscianas– de abrir la colectividad a los cristianos. El fundador de ese movimiento, Franco Rodano, será uno de los cuadros más relevantes del PCI; fue muy cercano a Enrico Berlinguer, secretario general desde 1972; y fue un permanente impulsor de la unidad de todo el progresismo. Tras la Segunda Guerra Mundial, el PCI emergió como el principal partido de Italia, en términos de su fuerza partidaria e influencia social, cultural y electoral. Su secretario general, Palmiro Togliatti, implementó una política de cooperación con todas las fuerzas democráticas, lo que le permitió acumular una enorme fortaleza. Llegó a ser el mayor Partido Comunista del Occidente capitalista hasta fines de los 70. Luego del golpe de Estado en Chile, Enrico Berlinguer impulsó una política en el PCI que fue denominada “compromiso histórico” (compromesso storico), expuesta por primera vez en […]