Por Iris Aceitón Venegas. Ex estudiante UTE. Atardecía lentamente, el día se había hecho largo, tan largo que parecía haberlo vivido todo, en un año, un siglo. No podíamos salir de las logias o salas de estudio de los Ingenieros donde nos parapetábamos. Las balas zumbaban y el olor a pólvora era asfixiante. Los viejos postigos pintados de gruesa pintura café, cubiertos de vidrios hechos añicos en el suelo. Reptando por el pasillo quise ir al baño. Junto a la muralla y un gran pilar de cemento, entre los árboles añosos que sus frondosas ramas danzaban histriónicas al compás de la furia del viento lo vi. Arrimado, de espalda junto al muro, su guitarra en el suelo, sus dos manos haciendo una consola donde apoyaba su mentón, estaba Víctor Jara en compañía del dirigente Patricio González quien me llamó escandalosamente: – Lolita, lolita ven! Mi cuerpo pegado a las paredes de la vieja Escuela de Artes y Oficios (EAO), sorteando las puertas y ventanas, llegué hasta ellos. Víctor mirándome a los ojos me abrazo largamente, me besó la cara. En su pecho lloré todo lo que no había llorado… Mirando a Pato me mantiene abrazada y dice: – ¡Esta compañera de la Jota tiene los ojos más lindos de la Universidad! Entre las lágrimas y la risa agradecida, le contesto: – ¡Cuánto material para componer, Vitoco! – ¡Ya, ya vamos a salir de ésta, compañera! Lo abrazo nuevamente para despedirme, siento su calorcito y su pecho palpitante. Me separo para mirarle sus ojos grafitos, limpios como los de un niño, su cabellera larga y ensortijada, oscura como tizón y su boca amplia dispuesta a regalar una sonrisa. Nos besamos. Por momentos olvidé el terror que estábamos viviendo, el zumbar de las balas, el aire espeso con ese olor a metal, a desamparo y muerte. Lo miro desde lejos admirando su impronta de Dios Inca, con la mano me indica que me entre a la logia que me protege. Es la última vez que veo a Víctor Jara en la UTE, (Universidad Técnica del Estado). Al casi cumplirse 50 años de su alevoso crimen, el Centro Cultural Lucila Godoy Alcayaga me invita a la presentación del libro del historiador y periodista español Mario Amorós, “La Vida es Eterna”, Biografía de Víctor Jara. También es invitado mi amigo y compañero Osiel Núñez para hablar sobre nuestra experiencia del 11 de septiembre de 1973 junto a nuestro malogrado poeta. Las Condes es la comuna donde vivió Vitoco hasta su asesinato. La actual alcaldesa le negó el permiso al Centro Cultural para presentar esta biografía de un “vecino” en una de sus localidades. Le negó la presentación del libro No ficción más vendido en Chile las últimas semanas. El cura párroco de Nuestra Señora de Nazaret se apiadó de estos feligreses y prestó su parroquia. Colón Oriente se llama la zona, tengo que confesar que ya pasada la Plaza Dignidad yo empecé a apunarme, pero llegamos… Frente a una pequeña plazoleta suenan por los […]