Uno de los mitos usados con más frecuencia por la ultraderecha neoliberal es sostener que el nacionalsocialismo hitleriano fue un fenómeno político de izquierda. Por cierto, lo hacen con el propósito de asociar el progresismo con los horrores del Tercer Reich de Alemania. Uno de los primeros en afirmar esa idea fue el economista austriaco Ludwig von Mises y, en la época contemporánea, se generalizó en los períodos de Donal Trump y Jair Bolsonaro. En Chile, se ha multiplicado en las alcantarillas de las redes sociales, y ha sido propagada por personas como Magdalena Merbilhaa y Axel Kaiser. Ha llegado a nuestras manos un ejemplar de un libro del empresario alemán Fritz Thyssen titulado “Yo financié la ascensión de Hitler”, en su primera edición chilena de noviembre de 1942, antes de que concluyera la Segunda Guerra Mundial, a cargo de la Empresa Editora Zig–Zag. Existe una versión más reciente en español, titulada “Yo pagué a Hitler”, publicada por Editorial Renacimiento. En 1941, mientras Thyssen estaba prisionero de los nazis, la obra se publicó en los Estados Unidos, con el título “I Paid Hitler”. El trabajo es un testimonio devastador de que la elite empresarial de Alemania consideró que el Nationalsozialistische Deutsche Arbeiter Partei (NSDAP) que encabezaba Hitler era la mejor herramienta para enfrentar y aniquilar la amenaza subversiva de la izquierda y, por consiguiente, para la defensa de sus intereses capitalistas. Fritz Thyssen (1873–1951) era uno de los hombres más ricos de Alemania en los albores del nacionalsocialismo. De hecho, era el principal controlador de buena parte de la industria metalúrgica del país y llegó a contribuir con un millón de marcos para posibilitar el avance de los nazis, movido por su rechazo al Tratado de Versalles (invocando, por cierto, a la patria, pero en verdad indignado por los obstáculos a sus negocios) y por el miedo a un comunismo en expansión. En 1928, luego de heredar los negocios de su padre, había creado la Vereinigte Stahlwerke AG, llegando a controlar más del 75 por ciento de las reservas de acero de Alemania. En sus empresas trabajaban a más de 200.000 personas. Llegó a ser presidente de la Asociación de Industriales del Acero y la Asociación Alemana de Industriales, además de miembro del Banco Central (Reichsbank). En 1923, Thyssen conoció a Adolf Hitler y lo escuchó hablar de los peligros del Tratado de Versalles para los empresarios y de lo nocivo que era el comunismo. Era justo lo que Thyssen anhelaba escuchar. Comenzó entonces a hacer importantes donaciones de dinero al NSDAP, incluyendo el financiamiento de la compra de la “Casa Parda”, sede central del partido de Hitler en Múnich. Permaneció como militante del Partido Popular Alemán (Deutsche Volkspartei), la principal colectividad de la derecha tradicional, hasta que terminó ingresando al NSDAP en diciembre de 1931. Escribe: “Fui yo quien puso a Hitler en contacto con los industriales renanos de Westfalia, donde está la industria pesada en la cercanía de la cuenca carbonífera del Ruhr”. Y detalla: “El 27 de […]