Por Marcelo Hernandez / Gettyimages.ru El presidente de Chile, Gabriel Boric, enfrentará en 2023 uno de los principales retos de su Gobierno con el proceso que desembocará en otro plebiscito en el que la ciudadanía decidirá si avala o rechaza una nueva Constitución, que sustituya a la Carta Magna vigente y que es herencia del fallecido dictador Augusto Pinochet. La agenda política del país sudamericano estará marcada, por segundo año consecutivo, por un plebiscito que puede coronar los cambios provocados por el estallido social de fines de 2019; o que, por el contrario, tendría la capacidad de ensombrecer el proyecto político de Boric. El mandatario ya enfrentó un descalabro el pasado 4 de septiembre, cuando el primer plebiscito constitucional culminó con un abrumador rechazo. Si la segunda propuesta también fuera impugnada, representaría otra dura derrota política para un líder que confió en que durante su Gobierno proclamaría una nueva Constitución. «El pueblo de Chile nos ha dado una segunda oportunidad y tenemos el deber de estar a la altura«, advirtió Boric el pasado 13 de diciembre, al celebrar el acuerdo alcanzado por la mayoría los partidos después de tres meses de tensas negociaciones. En ese lapso, la derecha y la ultraderecha asumieron el rechazo al primer borrador constitucional como una victoria propia. Incluso apostaron a que no hubiera ningún cambio y que siguiera vigente la Constitución pinochetista. Para vencer las resistencias y el riesgo de que el proceso quedara congelado por completo, el Gobierno tuvo que hacer múltiples concesiones. Tantas que, cuando se anunció el acuerdo para el segundo plebiscito constitucional, varias voces del oficialismo reconocieron que no había mucho para festejar. Diferencias Los cambios entre ambos proceso son sustanciales. El primer borrador de la Constitución que se plebiscitó en septiembre pasado fue elaborado por 154 convencionales, que fueron elegidos por el voto popular y que en su mayoría pertenecían a organizaciones independientes, progresistas o de izquierda, alejados de las estructuras tradicionales de los partidos tradicionales. Ellos formaron una Convención Constituyente que trabajó durante un año y que redactó un texto de los más avanzados del mundo, ya que incluía perspectiva de género en todos los temas y un reconocimiento inédito de los pueblos indígenas, así como de los derechos de los animales y la protección de la naturaleza. Pero la propuesta fue rechazada. Ahora, en lugar de una Convención Constituyente, habrá un Consejo Institucional. Y ya no serán 154, sino solo 50 los integrantes de este nuevo órgano, que serán electos el próximo 7 de mayo. Celebración de los partidarios del ‘Rechazo’ en el plebiscito constitucional realizado el pasado 4 de septiembre en Chile.AFP Una de las principales críticas que tuvo el primer proceso fue que la inexperiencia de los convencionales los llevó a redactar artículos que eran incompatibles, contradictorios o que no debían formar parte de una Constitución, sino de otras leyes secundarias Por eso, en esta segunda oportunidad, los convencionales no escribirán solos la nueva Constitución. Serán auxiliados por 24 integrantes de la Comisión Experta y los 14 juristas del Comité Técnico de Admisibilidad, que serán elegidos […]