El primer artículo académico en Chile que analiza la nueva Ley de Neuroderechos, impulsada por el Senado de la República en octubre del año pasado, publica el doctor Pablo López Silva, académico de la Escuela de Psicología de la Facultad de Ciencias Sociales UV. El paper, en coautoría con el profesor Raúl Madrid (PUC), se titula “En torno a la conveniencia de incluir los ‘neuroderechos’ en la Constitución o la Ley’”, será publicado en el próximo número de la Revista Chilena de Derecho y Tecnología (WoS). “En estricto rigor ‒explica López ‒ neuroderechos es un término genérico para el artefacto jurídico que debería existir en un sistema de leyes enfocado en la protección de ciertos aspectos de nuestra vida mental. Esto nace a partir de 2013, cuando el gobierno de Obama otorga una enorme cantidad de dinero a un grupo de investigación en la Universidad de Columbia y nace lo que se denomina Brain Initiative. En ese contexto, el proyecto que genera más ruido es el Brain Activity Map, que lo que trata de hacer es mapear el camino neuronal específico que siguen ciertos impulsos eléctricos para generar estados mentales específicos”. Detalla el académico que “actualmente existen formas de pesquisar enjambres de neuronas, pero son muy inespecíficas. La idea de este proyecto es generar un grado tal de especificidad en el mapeo de los datos, para finalmente llegar a resultados médicos. Podría ayudar por ejemplo a entender enfermedades como el Párkinson”. Este tipo de proyectos, apunta el investigador, “siempre han tenido interés médico; sin embargo, con el tiempo, ha habido grandes inversiones del gobierno federal de Estados Unidos y luego de Google, de Facebook, estas macrocompañías que en el papel dicen que es para aportar a la sociedad y todo eso, pero sería ingenuo pensar que ese tipo de empresas no van a querer un retorno de la inversión enfocado en aplicaciones comerciales derivadas de ese tipo de neurotecnología, porque básicamente esa es la definición de una inversión”. La ética Es aquí donde entra la ética. “Por una parte está la posibilidad de se ocupe ese mapeo, por ejemplo, para generar biomarcadores de alguna enfermedad, pero cuando empiezas a ver las consecuencias que tener ese tipo de información podría traer, surgen las preguntas más éticas. Rafael Yuste ‒uno de los principales investigadores asociados a la Brain Initiative y principal propulsor del concepto de neuroderecho‒ dice que la capacidad de cifrar esta información va a dar la posibilidad de ‘leer mentes’. Para muchos esto puede sonar como ciencia ficción, pero ya hay experimentos que muestran que se puede mostrar en una pantalla, con una persona con electrodos, lo que esa persona está pensando”, afirma. Y enfatiza: “El caso es que podríamos llegar a que se expusieran los datos neuronales de la gente. Por ejemplo, el Kernel-Flow, una aplicación que usa tecnología infrarroja para entregar información en tiempo real sobre mi cerebro a todos los consumidores que tengan el artefacto. Hasta ahora eso es pura actividad cerebral eléctrica, pero cuando se tenga el mapeo más […]