A 34 años de la Operación Albania o matanza de Corpus Christi – como lo llamó la gente-, rindo nuevamente mi homenaje y agradecimiento a nuestros compañeros caídos en esa operación de la CNI en el frío invierno de 1987. Rindo un homenaje especial a Wilson Daniel Henríquez Gallegos y Juan Waldemar Henríquez Araya, quienes no tenían relación de parentesco, pero que estaban hermanados por el coraje y el compromiso político. Ambos fueron los que resistieron el ingreso violento de los agentes de la CNI a la casa de Varas Mena, impidiendo con su valiente y generosa actitud que la lista de muertos creciera. ¿Qué hacíamos algunos Frentistas en esa casa? Estábamos trabajando en una necesaria reestructuración interna; Necesaria a raíz de varias bajas sufridas a manos de agentes de la dictadura y por los cambios políticos que tenía el país, que hacía necesario una evaluación propia. Ese análisis coyuntural tuvo como consecuencia la decisión de una parte de los Frentistas a separarse definitivamente del PC. En Varas Mena, entonces, se estudiaba y se trabajaba en esa nueva reestructuración de la cual saldrían los nuevos cargos y destinaciones de la Organización. A la casa habíamos llegado unos días antes, los que transcurrieron normales, hasta el martes 15 cuando nos enteramos que había ocurrido un hecho muy grave: En la comuna de Las Condes había sido asesinado a balas Ignacio Valenzuela Pohorecky, miembro de la Dirección Nacional. Era la primera vez que la CNI llegaba a un cargo tan importante del FPMR. Preocupados por la tarde pusimos la radio para poder escuchar más detalles e interiorizarnos de la situación. Cerca de las 19 horas escuchamos que acababan de matar a otro compañero nuestro, a Patricio Acosta. No lo sabíamos en ese momentos, pero a Patricio Acosta lo habían asesinado a solo unas cuadras de donde nosotros estábamos. No podíamos saberlo, porque Varas Mena era una casa de seguridad, es decir, los que llegamos ahí lo hacíamos con fuertes medidas de seguridad; En otras palabras… para protegernos debíamos ignorar donde nos encontrábamos. Como a las 10 de la noche, nos dimos cuenta que por las calles aledañas se paseaban vehículos en forma sospechosa. Juan Waldemar, jefe del lugar, nos comunicó que el asesinato del compañero Patricio Acosta, había ocurrido a dos cuadras de ahí. Yo conocía a Juan Waldemar, de hecho habíamos compartido solo un par de semanas atrás, celebrando el nacimiento de la hija de unos compañeros. Por la cercanía que teníamos -yo había trabajado bajo su mando hasta unos meses atrás- conversó conmigo acerca de la posibilidad de quedarnos o de abandonar la casa. Le di mi opinión y concordamos en que debíamos quedarnos. Cuando comunicó la decisión todos estuvieron de acuerdo en que esa era la mejor alternativa. La otra era salir en esos momentos. Pero no podíamos arriesgarnos: por fuera de la casa seguían pasando los vehículos de los que sospechábamos. Teníamos dudas acerca de esos vehículos: Podían ser de la CNI, quienes habrían detectado la casa o […]