¿Qué pueden tener en común la reconocida artista italiana, que recientemente ha fallecido, y Pepe Mujica, el bien respetado expresidente del Uruguay? En circunstancias históricas y geográficas diferentes y, por cierto, con roles distintos en la sociedad, se cuentan entre los partidarios de la necesidad de la unidad más amplia de todos los demócratas progresistas. Un aspecto respecto del cual es pertinente profundizar a la luz de la realidad de Chile. Como se sabe, Raffaella Carrà fue una famosa cantante, compositora, bailarina, coreógrafa, presentadora de televisión y actriz de origen italiano, que logró reconocimiento mundial. Al momento de su deceso, el pasado 5 de julio, los medios de comunicación destacaron su estilo transgresor y vanguardista. Recordaron, asimismo, su identificación con la izquierda. A este último respecto, rememoraron una entrevista que concedió a la revista “Interviú” en junio de 1977, cuyo titular reproducía una de sus declaraciones: “Siempre voto comunista”. En las redes sociales, los partidarios de los Partidos Comunistas estallaron en comprensible regocijo y los anticomunistas de diferente tipo oscilaron entre la indignación y el mutismo. Era obvio, por la gigantesca popularidad de la artista. Sin embargo, pareciera que pasaron desapercibidas las reflexiones más amplias que Carrà expresó en esa extensa entrevista en relación a sus opciones políticas. Es pertinente entonces reproducirlas. –¿Tiene usted preocupaciones políticas?  –¡Oh, sí! Naturalmente. En las últimas elecciones le he dado mi voto al Partido Comunista, porque pienso que el comunismo es la única solución que hoy puede resolver el conflicto de mi país. Tenemos demasiados demócrata–cristianos y el Partido Comunista puede significar el revulsivo (cambio importante) que establezca un equilibro. Solo un compromiso histórico entre estas dos fuerzas políticas nos alejaría de la guerra civil. Para comprender el sentido de sus palabras, es necesaria una contextualización histórica. El Partido Comunista de Italia nació en 1921 de la mano de Antonio Gramsci, lo que le otorgó una hechura particular en el movimiento comunista internacional. Enfrentó la persecución del fascismo, tuvo un papel determinante en la Resistencia y, luego de la caída de Mussolini se refundó como Partido Comunista Italiano (PCI) y sumó a sus filas a la Izquierda Cristiana de Italia, por su disposición –influida por las proposiciones gramscianas– de abrir la colectividad a los cristianos. El fundador de ese movimiento, Franco Rodano, será uno de los cuadros más relevantes del PCI; fue muy cercano a Enrico Berlinguer, secretario general desde 1972; y fue un permanente impulsor de la unidad de todo el progresismo. Tras la Segunda Guerra Mundial, el PCI emergió como el principal partido de Italia, en términos de su fuerza partidaria e influencia social, cultural y electoral. Su secretario general, Palmiro Togliatti, implementó una política de cooperación con todas las fuerzas democráticas, lo que le permitió acumular una enorme fortaleza. Llegó a ser el mayor Partido Comunista del Occidente capitalista hasta fines de los 70. Luego del golpe de Estado en Chile, Enrico Berlinguer impulsó una política en el PCI que fue denominada “compromiso histórico” (compromesso storico), expuesta por primera vez en […]

El Partido Comunista ha reiterado una y otra vez, a través de diversos canales, su cuestionamiento al establecimiento, por parte del Congreso Nacional, de un quorum de 2/3 para aprobar las normas en la Convención Constitucional. Vale la pena señalar, en primer lugar, que la razón mas importante de este cuestionamiento consiste en la convicción de que el quorum lo debe decidir la Convención. Este planteamiento se ve con claridad en un proyecto de reforma constitucional presentado por la bancada PC junto con la Federación Regionalista Verde Social el 27 de noviembre del 2019, boletín N°13.100-07 (https://www.camara.cl/legislacion/ProyectosDeLey/tramitacion.aspx?prmID=13646&prmBOLETI N=13100-07). En dicha iniciativa propusimos una Asamblea Constituyente paritaria, con escaños reservados y democrática. Incluso propusimos la facilitación de la participación de independientes y la posibilidad de votar desde los 14 años. Junto con ello, propusimos incluir las personas migrantes con derecho a voz y que una parte de los y las constituyentes fueran nominadas por sorteo. En el numeral 9), en su primer inciso, postulamos que “Numeral 9) El funcionamiento del órgano constituyente y los quórums para la aprobación de sus definiciones serán establecidos por sí mismo en un Reglamento.” Mas adelante, de ese mismo numeral, sostuvimos la obligatoriedad de la participación ciudadana. Reiteramos el planteamiento sobre el derecho de la Convención de fijar su quorum el año pasado (https://elsiglo.cl/2020/09/22/la-convencion-constitucional-puede-cambiar-el-quorum-de-los-dos- tercios/). Esta apreciación fue rebatida duramente por El Mercurio días después en una editorial que nos dedicó sobre nuestra “pretensión” de desconocer los acuerdos. Nuestro argumento se centraba en algo esencial; el reconocimiento a la existencia de la potestad constituyente, es decir, el poder de crear una constitución. Nuestro planteamiento consiste en reconocer que esa potestad originariamente radica en el pueblo, representado por el órgano constituyente que escoja, en este caso, una Convención Constitucional. Es lo que se conoce como potestad constituyente originaria (a diferencia de la derivada). Darle tratamiento de “autonomía” a la Convención, como lo han hecho algunos, es conceptualmente incorrecto dado que autonomía no es potestad constituyente. La autonomía se otorga o se reconoce en virtud de un acto de poder del propio constituyente. Sin embargo, la potestad constituyente se tiene por el hecho de representar al pueblo con el propósito de redactar una Constitución sobre una hoja en blanco. Son cosas distintas. Tras este planteamiento, como PC nos abocamos a trabajar otro proyecto de reforma constitucional que reconociera este hecho, cuyo boletín es el N°13.896-07. Fue presentado el 15 de noviembre del año pasado para modificar el Capítulo XV de la Constitución Política con el objeto de crear el quórum democrático; fortalecer la hoja en blanco; garantizar la participación ciudadana; posibilitar elección de delegados del exterior y creación de régimen de transición, (https://www.camara.cl/legislacion/ProyectosDeLey/tramitacion.aspx?prmID=14459&prmBOLETI N=13896-07). Las razones son varias, pero conviene resaltar dos: La necesidad de reafirmar el poder en la Convención, propiciando que fuera más constituyente y menos constitucional. De modo que la fijación del quorum es una decisión de la Convención y no del Congreso. No se trata de cuestionar el quorum sino algo mas relevante; la […]

Mari Mari kom pu che Mari Mari pu lamngen A Marcia Millaqueo Ibarra, hija de Feliciano Millaqueo Cayuqueo y de Carmen Ibarra Bravo, a quien su abuela materna llamaba la Champurria, que en Mapudungun significa mestiza (nacida de Winka y Mapuche), la vida le mostró, a través de sus experiencias laborales, la gran desigualdad que existe en Chile. Ello la hizo sentir la necesidad de buscar la forma de ser un aporte en el proceso para construir un país más justo. Fue así como llegó a militar en el Partido Progresista, y hoy, en el marco de los 10 años del PRO, relata cuales fueron sus principales motivaciones. Vive en Calera de Tango, en la Región Metropolitana. Divorciada y feliz madre de tres hijos Luis, Marcia y Benjamín, es también madre adoptiva de dos peludos de cuatro patas que se llevan literalmente como perro y gato, Tommy y Gomball (bautizado así por su hijo menor en honor a un dibujo animado). Toda su infancia y parte de la adolescencia la vivió en Talca, en la Región del Maule, origen que no puede sacarse de encima. “Por esto me arranco de Santiago siempre que puedo a disfrutar del campo y de todo lo bello que nos entrega la naturaleza y nuestra madre tierra (Mapu). Amo las caminatas por el campo, los caballos, subir cerros, bañarme en los ríos, leer bajo un árbol, etc.”, relata. Fue su interés por aportar al planeta y al país lo que motivó su búsqueda de espacios que le permitieran desarrollar habilidades y destrezas para ayudar, pero su trabajo por casi 20 años como ejecutiva bancaria le permitió ver la realidad social. “Trabajé con segmentos denominados abc1, con pymes y, luego, con segmento llamado C3 (denominaciones en la banca). En el segundo y tercer segmento comencé a ver las carencias y necesidades que vive la gente en las poblaciones, el hacinamiento, la falta de oportunidades, las pensiones de miseria, los sueldos bajos, es decir, la gran injusticia de clases que divide a Santiago desde la Plaza de la Dignidad al Oriente y el Poniente, siendo este último absolutamente marginado”, cuenta. Fue entonces, a fines de 2016, cuando comenzó a usar su horario de colación para buscar partidos políticos que representaran sus anhelos, convicciones y el sueño de habitar un país más justo y digno: “Me encontré entonces con las propuestas de gobierno de Marco Enríquez–Ominami, propuestas que representaban o encarnaban todo lo que yo buscaba y anhelaba para el país y su gente. Recuerdo que quede pegada leyendo el programa y las ideas de gobierno que consideraban un presente futuro promisorio para Chile en materias como educación, salud, Nueva Constitución, Estado plurinacional, descentralización y más.  Decidí entonces escribirles a través de la página web y me contactaron enseguida. Ese mismo año me postulé como candidata a concejala en mi comuna e inicié un camino político en el Progresismo”. La voz de las mujeres En 2017 se postuló como candidata a Diputada por el Distrito 14, obteniendo el […]

No hay plazo que no se cumpla, y como para comprobar esta regla inexorable llegó el día en el que los miembros electos de la Convención Constitucional han hecho el juramento para tomar posesión de sus cargos, instalando formalmente el nuevo órgano que deberá redactar la Carta Fundamental. Finalmente está ocurriendo aquello que anhelamos desde la restitución del sistema democrático, sino antes. Durante el domingo, la crisis sanitaria pasó a un tercer plano, las amarguras originadas por la crisis económica y social fueron momentáneamente olvidadas y toda la atención se volcó al puntapié inicial del trabajo de la Convención. Estamos en tierra derecha. Algunas observaciones respecto de los aspectos materiales y simbólicos que deberíamos considerar de la organización del evento. En cuanto a las instalaciones que acogieron a los miembros de la convención, se notó una sobriedad franciscana, muy cercana a la pobreza si lo comparamos con los ostentosos despliegues de la actividad parlamentaria y presidencial. Esto seguramente responde a la intención del Ejecutivo de contener las expectativas sobre las definiciones financieras para el funcionamiento de la Convención, aún pendientes. También fue notoria la persistencia del gobierno en el despliegue de los aparatos de seguridad pública, donde se priorizó la contención agresiva de manifestantes, pero se dejó expuesto el sitio del evento y a los participantes, con lo que aumentó el riesgo de incidentes graves que pudieran impedir el desarrollo exitoso del evento. Es malo desconfiar de entrada, dicen, pero había muchas otras formas de organización para asegurar la tranquilidad que se requería para cumplir el objetivo. El silencio también comunica, sobre todo el de Sebastián Piñera, pues su pulsión de figurar al centro de los acontecimientos es bien conocida. Aunque era muy poco recomendable que emitiera un mensaje al pueblo chileno con motivo de la primera sesión del órgano constituyente, de haberlo hecho no hubiese sorprendido a nadie. Si alguien lo echó de menos, puede imaginarlo espiando tras un árbol en actitud furtiva, provisto de un bigote falso y anteojos. Por último, llamó la atención el modelo elegido para realizar la votación, poco eficiente, pues cada miembro debía caminar por una pasarela y depositar su voto, generando un peculiar desfile de modas, clases y etnias, dando cuenta con ello de una distribución demográfica de las representaciones nunca antes vista en la política nacional. Aquellos que notaron eso y sintieron satisfacción o alegría, lo hicieron más que justificadamente. De lo acontecido en la esfera de lo político, lo técnico y lo programático, podemos sacar algunas conclusiones, levantar pequeñas hipótesis y plantearnos varias dudas. Vimos a una izquierda representada por nuevos rostros, muchos de los cuales pasaron directamente desde las protestas callejeras a la Convención Constituyente. Empoderada y consciente de su ventaja, como también de los desafíos e incertidumbres que le aguardan, especialmente para aquellos se estrenan en las artes de lo político. Con ese respaldo, se dió una caballerosa disputa por el control del órgano, donde hubo buen cuidado de romper cristales y privilegiar la cooperación. Los representantes de la […]

  Los indicadores de salud mental en nuestro país son alarmantes. Somos, tristemente, una “potencia mundial” en las tasas de depresión, estrés, consumo de sustancias, violencia intrafamiliar y de género, vulneraciones de derechos y suicidio, no solo a nivel adulto, sino también infantil y juvenil. Y estos datos críticos ya los teníamos antes del estallido social y del Covid-19. La emergencia actual ha venido a evidenciar no solo las enormes brechas y diferencias para obtener bienes y servicios, sino también en cuanto a las condiciones de vida y acceso a la salud mental, en un país en donde aún es un tema tabú reconocer que se tienen problemas de esta índole. Es en este contexto de enorme incertidumbre, de amenaza constante e invisible, que nos obliga a estar alejados y encerrados para protegernos, en que se hace necesario reconocer los sentimientos que afloran de inseguridad, ansiedad y miedo; y explorar nuevas formas de comunicarnos y de abordar estas problemáticas. Las nuevas plataformas tecnológicas nos permiten romper barreras y resistencias a los dispositivos presenciales clásicos, pero también nos imponen a los profesionales nuevos desafíos técnicos y éticos, pues comunicarse a distancia por una pantalla y micrófono es complejo, requiere de competencias comunicacionales “clásicas” y “modernas” ad hoc al entorno en que ocurre este encuentro; además de imponer que el profesional se haga cargo de todos los nuevos elementos que se visualizan al acceder al espacio íntimo de la persona a la cual atendemos, ya que ingresamos directamente a su casa y a las condiciones en que vive, a las modalidades de relación de quienes coexisten en ese domicilio, entre otros. En este nuevo escenario, los programas deben desarrollar estrategias de supervisión y acompañamiento a los profesionales, de formación y capacitación en estas instancias que nos resultas descocidas, además de recursos tecnológicos que permitan el correcto funcionamiento de estos dispositivos. Finalmente, se hace imprescindible entonces que el trabajo psicológico continúe, porque las personas que ya estaban en atención profesional siguen demandando su espacio de interacción y porque aquellas que no lo requerían, ahora sí lo están necesitando; y por último, es fundamental que la salud mental también sea una prioridad para todos. Por Javier González, Psicólogo- académico UCEN Región Coquimbo Santiago de Chile, 6 de julio 2021 Crónica Digital

Por: Pablo Salvat* Uno de los términos que ha hecho fama desde los ochenta en adelante, ha sido el de posverdad. Es uno que viene acompañado de otro: las mentadas fake news (noticias falsas). Es decir, el entronizamiento del neoliberalismo en Occidente, y de las derechas que lo ensalzaron y promovieron globalmente desde fines de los años 70, se acompañó de la imposición y difusión urbi et orbi de divisas tales como: no hay más verdades; no hay más proyectos de sociedad ni posibles ni pensables; no hay más grandes relatos ni narraciones; menos aún, ideologías. Todas esas cuestiones se presentaban como investidas de pura  “metafísica”. Se inauguraba así el tiempo de la tecnocracia y el nuevo individualismo: propietarista, narcísico, autista social, calculador.   No realizaron esta tarea política solos. Se vieron acompañados por ejemplo -sin quererlo- de algunas corrientes filosófico-culturales que enarbolaban a todo lo alto el prefijo: post.  Pos-capitalismo; pos-humanismo; pos-ilustración; pos-socialismo; pos-modernidad, y así en más. No hay más realidad histórica; ella ha sido disuelta; por ende, tampoco hay más posibilidades de transformación. Tanto la posverdad como sus aliados circunstanciales terminaban coincidiendo en su lectura del derrumbe de los socialismos históricos, y abriendo paso, a lo que alguna vez dijo (y después se retractó) el señor Fukuyama: estaríamos, con ese suceso, llegando al final de toda historia y por tanto, a la eternización de un capitalismo globalizado y su expresión política en las llamadas “democracias” liberales. Sin embargo, ya vemos como las realidades históricas han ido respondiendo a esos supuestas proyecciones y deseos. La posverdad, vino siempre de la mano -como no podía ser menos- de su uso en el campo político-comunicacional. Como no es posible distinguir lo verdadero de lo falso; las informaciones que son tales, de la mera manipulación de los hechos;   como lo que importa no son las cosas dichas, sino quien y como las dice, entonces, rápidamente la posverdad  hizo alianza con las  fake news, y con ello puso en juego  el engaño, la manipulación  de las emociones, los sentimientos, las conciencias de los ciudadanos y los pueblos. Desinformación + emotivismo ético y político. Van de la mano entonces: posverdad y fake news.   Y de la mano, ambas, están al servicio incondicional  de  las elites de poder neoliberales a nivel global y sus expresiones políticas (partidarias e individuales). Estas elites, no dudan en usar todos los medios a la mano para prolongar su dominación e imposibilitar democracias reales. No tienen proyecto, sino el de prolongar su propio poder y la hegemonía de sus intereses particulares, clasistas (véanse las expresiones de un W.Buffet al respecto).    Usted me dirá ¿dónde se traduce o ejemplifica eso? Pues en el uso que se da a los medios de comunicación y redes digitales.  Allí, invierten también capital e influencia  las elites que asumen la posverdad. ¿Objetivos? Pues, desinformar, manipular, torcer situaciones y hechos; entronizar el temor, el miedo, la confusión emotiva, para que nadie ose creer, inclinarse y/o votar por proyectos de país alternativos.  La mantención del poder de […]

Por Paula Klachko* El viernes 21 de mayo, Raúl Zibechi publicó en La jornada de México un artículo que se titula: “Chile: la convención constitucional puede ser la tumba de la revuelta”[1]. Allí menciona que “en América Latina hubo tres nuevas constituciones en pocos años” y curiosamente “se olvida” de la venezolana de 1999 que marcó el inicio del proceso emancipatorio del siglo XXI en Nuestra América. A continuación pone en la misma bolsa los procesos constituyentes realizados en un país con terrorismo de estado continuado hace 70 años con otros dos emanados de intensas luchas y participación popular: Colombia, en 1991; en Ecuador, en 2008, y en Bolivia, en 2009. Pero además el autor afirma que en los dos últimos casos en los que se escribieron “capítulos bien interesantes”: sobre la naturaleza como sujeto de derechos en la ecuatoriana, y sobre la refundación del Estado, en la boliviana, no se cumplieron esas aspiraciones. Para luego seguir argumentando falsamente que durante los gobiernos populares de Ecuador y Bolivia “el neoliberalismo extractivista continuó despojando a los pueblos de los bienes comunes, y la situación concreta de los pueblos originarios y de los sectores populares no hizo más que empeorar”. Sobre la profundización del extractivismo y los grados de avances, posibilidades y dificultades en los procesos de diversificación de la matriz productiva -heredada desde la colonia y los estados nacionales dependientes que luego forjaron las elites latinoamericanas-, durante los gobiernos progresistas ya se ha discutido bastante[2]. A esta altura en la que la historia transcurrida nos permite hacer comparaciones de las experiencias progresistas en posición de gobierno con aquellos gobiernos de derecha, en algunos casos neofascistas, que los desalojaron en su mayoría por golpes de estado -a excepción de Argentina, Ecuador y Uruguay, en el que se valieron de traiciones o mentiras para ganar las elecciones (en el caso de Macri: pobreza 0, inflación nuca más, entre otras; en el caso de Ecuador traición pura pues su pueblo votó por la continuidad del programa de la Revolución ciudadana)-, no solamente podemos valorar los indicadores de la calidad de vida sustancialmente mejorados en Bolivia y en Ecuador mientras gobernaron las fuerzas políticas mayoritarias y protagónicas de los procesos constituyentes, para atenernos a los casos que menciona Zibechi, sino que si comparamos con lo que vino después la valoración se agiganta. Es una vulgar mentira que empeoraron las condiciones de vida de “los sectores populares y de los pueblos originarios” (no sabemos por qué los distingue). En 2015 en Bolivia se había reducido a la mitad la tasa de pobreza extrema respecto de 2005: de un 38,2% se pasó a un 17,8 %; en el mismo lapso el Índice de Gini que mide la desigualdad bajó de 0,60 a 0,47 y la tasa de desempleo de 8,1% a 3,5% solo por mencionar algunos indicadores[3]. A su vez en Ecuador, el indicador de la tasa de pobreza multidimensional se redujo de 51,5% en diciembre de 2009 a 35% en diciembre de 2015[4]. Y la tasa […]

Ustedes, convencionales,  son nuestra última esperanza de tránsito pacífico a una nación con igualdad de derechos y deberes. Por eso les damos la bienvenida, ustedes son nuestros hermanos. Cuenten con nosotros. El conservadurismo -de derechas e “izquierdas”- les impidió usar el nombre de Asamblea Constituyente. Pero éso es lo que ustedes verdaderamente son. Una Asamblea del pueblo que dictará la nueva norma magna que regirá leyes, decretos  y reglamentos de una república diferente. Por eso lo primero de lo primero es recuperar la identidad. Ustedes son una Asamblea Constituyente, la primera de nuestra historia. Dotada de todos los poderes para escribir una nueva Constitución Política. En definitiva será el pueblo, en referéndum, el que aprobará o rechazará vuestra propuesta. Por eso, la primera definición que les espera es decidir si asumirán la plenitud de sus poderes, rechazando toda sumisión a un orden que es necesario cambiar en sus raíces. Confiamos en ustedes. La nueva Constitución Política de la República de Chile tiene que colocarse, sin ambages, de lado de los pobres del campo y la ciudad. De los que sufren discriminación social, racial y de género en salud, educación, vivienda, trabajo, salarios,  pensiones, etc. Necesitamos que todo chileno que lo merezca, sin perjuicio de su origen, pueda ser juez de la Corte Suprema, comandante en jefe del Ejército, la Marina y la Fuerza Aérea, diputado o Presidente de la República. Igualdad de derechos y deberes, es la medida democrática de la nueva Constitución que esperamos los chilenos. Recuperado su carácter de Asamblea Constituyente, la “Convención” tiene que tomar partido por los pobres, por los que fingen ser “clase media” por un salario de 400 mil pesos y un auto usado. Ellos son la mayoría de nuestro país. Y hay los extremadamente pobres, los miserables de esta sociedad: las 81 mil familias que sobreviven en 969 campamentos de tablas, cartones y plástico, sin agua potable ni baño, los esperpentos de niños y ancianos vagabundos del barro y la desesperanza. ¿Cómo tolerar una Constitución que admite que en tiempo de pandemia y aumento de la pobreza, un puñado -entre ellos el presidente de la República- hayan aumentado sus riquezas en miles de millones de dólares? Ustedes, constituyentes, tienen el deber de poner fin a la injusticia social desechando el modelo neoliberal que nos estrangula. Ustedes pueden escribir el mandato supremo que obligue a leyes e instituciones a ceñirse a una época de cambios. La nueva Constitución permitirá al pueblo demandar, sin obstrucciones leguleyas, los derechos que les son negados. Las instituciones civiles y militares, hoy en crisis profunda, tendrán que adaptarse a las nuevas reglas. La Constitución -esperamos- consultará el mecanismo antigolpista que permita remover, mediante plebiscito, los gobiernos corruptos que traicionan sus promesas. Del mismo modo, la Constitución democrática seguramente abrirá paso a la iniciativa popular en materia de leyes y desbrozará el camino legislativo eliminando el Senado y el Tribunal Constitucional, que hoy enmarañan y facilitan el cohecho y prevaricación de las instituciones. Una Asamblea Nacional con diputados que reciban salario similar al […]

El conflicto por Nagorno Karabaj tiene aristas que muestra a Estados Unidos con una bajísima actividad diplomática en las tareas que se supone le corresponde en su condición de copresidente del grupo de Minsk de la OSCE. Afirmación comprobable, ante la conducta de Washington de evitar incluir en las negociaciones el punto relativo al despliegue de una misión de mantenimiento de la paz de la OSCE en Nagorno Karabaj, considerado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) como un territorio ocupado por Armenia. A la par del desarrollo de los acontecimientos, tras la guerra entre el 27 de septiembre y el 10 de noviembre del año 2020 entre Armenia y Azerbaiyán, la zona del Transcáucaso y de Asia Central, va concretando una zona de influencia en que Turquía tiene anhelos de predominio. Esto, será una realidad en caso de que la política exterior de Washington, tras la toma de posesión de Joe Biden se niegue o retarde la toma de medidas, que permitan contrarrestar la política llevada a cabo por Recep Tayyip Erdogan, que se supone aliado de Estados Unidos y la OTAN (1) y hoy con la idea de volver a impulsar la teoría de profundidad estratégica y que significará un debilitamiento cualitativo de las posiciones de Estados Unidos en la región (2) Los críticos, tanto de Erdogan como de Joe Biden consideran que este último, con esta inmovilidad, propicia la política del dirigente turco de difundir ideas radicales entre la población de Asia Central y la región Transcaucásica, sobre todo tomando en consideración la negativa del gobierno estadounidense de revisar el rumbo en la idea de mantener una asociación estratégica con Ankara. Impedimento, que ha obligado al gobierno turco como también al de Azerbaiyán a extremar acercamientos con el régimen estadounidense, que impida la imposición de sanciones contra funcionarios y representantes comerciales de ambos países. Una muestra de la ambición de Washington de no perder influencia en la zona. El análisis de las opiniones respecto al manejo del conflicto con Azerbaiyán hace notar que la actual administración norteamericana “hace la vista gorda” ante lo que considera errores del liderazgo armenio en materia de reformas políticas, económicas y militares, que para el mundo opositor a Nikol Pashinian  (reelecto el pasado 20 de junio en las elecciones parlamentarias celebradas en Armenia) son parte de las causas de su fracaso en las escaramuzas sostenida por Nagorno Karabaj contra la República de Azerbaiyán entre el 12 al 16 de julio del año 2020 y la mencionada guerra entre el septiembre y noviembre del mismo año. Un gobierno estadounidense que a su vez se ha desligado de cualquier investigación relativa a los costos humanos de dicho conflicto. Tal vez, la explicación a esta indolencia de Washington obedece a que el conflicto por Nagorno Karabaj está demostrando que la alianza entre Ankara y Bakú, no tiene intención alguna de promover los intereses estadounidenses en la región y bien sabemos que cuando Washington no es el centro de la fiesta suele irse a casa […]

A través de la COVID–19, la Madre Tierra está llevando a cabo un contraataque sobre la humanidad, como reacción a la agresión avasalladora que ella viene sufriendo desde hace siglos. La COVID–19 es igualmente una señal y una advertencia que nos envía: no podemos hacerle una guerra como hemos hecho hasta ahora, pues está destruyendo las bases biológicas que la sustentan y sustentan también todas las demás formas de vida, especialmente, la humana. Tenemos que cambiar, de lo contrario podrá enviarnos virus más letales todavía, quien sabe, hasta un virus invencible contra el cual nada podríamos hacer. Entonces quedaríamos seriamente amenazados como especie. No sin razón la COVID–19 ha atacado sólo a los seres humanos, como aviso y lección. Ha llevado ya a la muerte a millones de personas, dejando un viacrucis de sufrimientos a otros millones y una amenaza letal que puede alcanzar a todos los demás. Los números fríos esconden un mar de padecimientos, por vidas perdidas, por amores destrozados, por proyectos destruidos. No hay suficientes pañuelos para enjugar las lágrimas de los familiares queridos o de los amigos muertos, a los cuales no pudimos darles un último adiós, hacerles el duelo y acompañarlos a la sepultura. Como si no bastase el sufrimiento producido a gran parte de la humanidad por el sistema capitalista y neoliberal imperante, ferozmente competitivo y nada cooperativo, que ha permitido que el 1% de los más ricos posea a título personal el 45% de toda la riqueza global mientras que el 50% más pobre queda con menos del 1%, según un informe reciente del Crédit Suisse. Oigamos a quien más entiende de capitalismo en el siglo XXI, el francés Thomas Piketty, refiriéndose al caso brasilero. Aquí, afirma, se verifica la mayor concentración de renta del mundo; los millonarios brasileros, entre el 1% de los más ricos, están por delante de los millonarios del petróleo de Oriente Medio. No sorprende los millones de marginados y excluidos que esta nefasta desigualdad produce. Nuevamente los números fríos no pueden esconder el hambre, la miseria, la alta mortandad de niños y la devastación de la naturaleza, especialmente en la Amazonia y en otros biomas, implicadas en este proceso de saqueo de las riquezas naturales. Pero en este momento, debido a la irrupción del coronavirus, la humanidad está crucificada, y mal sabemos cómo bajarla de la cruz. Es ahora cuando debemos activar en todos nosotros una de las virtudes más sagradas del ser humano: la compasión. Está atestiguada en todos los pueblos y culturas: la capacidad de situarse en el lugar del otro, compartir su dolor y, así, aliviarlo. El mayor teólogo cristiano, Tomás de Aquino, señala en su Suma Teológica que la compasión es la más elevada de todas las virtudes, pues no solamente abre la persona a otra persona, sino que la abre hacia la más débil y necesitada de ayuda. En este sentido, concluía, es una característica esencial de Dios. Nos estamos refiriendo al principio compasión, no simplemente a la compasión. “Principio”, en sentido más […]

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Un café en una plaza con historia....

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