El 7 de abril de 1889 nació en el poblado de Vicuña, actual región chilena de Coquimbo, la escritora y pedagoga Gabriela Mistral, primera mujer latinoamericana y caribeña en recibir el Premio Nobel de Literatura. Al venir a este mundo fue inscrita como Lucila de María Godoy Alcayaga, hija de un matrimonio de escasos recursos cuya condición empeoró cuando el padre, también poeta y profesor, abandonó el hogar. La precariedad familiar, común en un país poco desarrollado en esos tiempos, provocó constantes traslados a pueblos vecinos, entre ellos Montegrande, al cual consideró siempre como su lugar natal. Terminada la escuela primaria y ya con el hábito voraz de la lectura llegó a la ciudad de La Serena donde con 14 años comenzó a trabajar como auxiliar en una pequeña escuela en el barrio de Compañía Baja, en ese entonces ubicado fuera del perímetro urbano. La funcionaria del Archivo Central Andrés Bello, Ariadna Biotti, escribió que Mistral nació en un país «analfabeto, económicamente muchísimo más empobrecido que el actual, pero muy digno, con valores anclados a las costumbres y el sentido de pertenencia». José Santos González, Premio Nacional de Literatura de Chile, cuenta en su libro Comienzos de Gabriela Mistral que ella daba clases a los niños por el día y de noche instruía a trabajadores en la lectura y matemáticas. Si bien su relación con la literatura era cada vez mayor y colaboraba con versos y otros escritos en un diario de La Serena, su vínculo con la pedagogía fue muy complejo. Obtuvo su título de profesora en un examen de oposición gracias a sus amplios conocimientos, pero muchos de sus colegas y jefes le reprochaban siempre la falta de estudios en un centro formador de maestros. Esa fue una de las principales causas de que aceptara en 1922 la invitación del entonces ministro de Educación de México, José Vasconcelos, para incorporarse al proceso de transformación del sistema de enseñanza rural impulsado por la revolución. Fue en ese país donde potenció todas sus capacidades como pedagoga y escritora que le valieron el reconocimiento en varias naciones hasta obtener en 1954 el Nobel de Literatura, primero otorgado a una mujer de esta región. Entre sus obras más conocidas están Sonetos de la Muerte, Desolación, Tala, Lagar y Lecturas para Mujeres. Un dato importante de su vida es el respeto y cariño que Gabriela Mistral sintió siempre por José Martí, a quien obviamente nunca conoció personalmente, pero cuya obra literaria y política le impactó profundamente. Respecto a los Versos Sencillos del Héroe Nacional Cubano dijo:»Él escribía en una lengua de colores y de sabores: parece que, hablando exprimiese pomos de pintura y a la vez saborease las delicias de una vainilla tropical». Santiago de Chile, 7 de abril 2023 Crónica Digital/PL

La escritora y pedagoga chilena Gabriela Mistral, de tránsito hacia México estuvo en julio de 1922 en La Habana, donde pidió la conjunción “de esta América Latina en retazos”. Por Amelia Roque Periodista de Prensa Latina. Autora del libro “Con espumas de señales. Gabriela Mistral y Cuba” (Editorial Oriente, Cuba, 2007/Editorial Nuevo Extremo, Chile, 2011). Tenía 33 años. Había difundido artículos y poemas en medios de prensa de España, Francia y América, y en títulos antológicos. Especialmente en Cuba colaboró a partir de mayo de 1921 en Social -mensuario de calidad y alto valor artístico- y desde los inicios de 1922 en El Fígaro -revista ilustrada que publicó importantes creaciones literarias. Avalada por un sólido magisterio iniciado a los 16 años como ayudante en una escuela rural, después fue profesora, inspectora, formó parte de un comité de ayuda a niños desamparados, creó una escuela nocturna gratuita y en 1921 pasó a ser la primera directora del Liceo de Niñas Número Seis de Santiago de Chile. Debido a la trayectoria docente e intelectual de Lucila Godoy Alcayaga, para siempre Gabriela Mistral (1889-1957), el escritor, educador y filósofo José Vasconcelos (1882-1959), entonces ministro de Instrucción Pública, la invitó en 1922 a participar en la reforma pedagógica y la fundación de bibliotecas escolares en México. Por los cambios de transportación de la época, arribó el 12 de julio en el vapor británico Orcoma a La Habana, donde fue recibida por escritores, profesores y artistas cubanos, y partió cuatro días después hacia México en el trasatlántico holandés Leerdam, que llegó el 21 de julio al puerto de Veracruz. En La Habana, la visitante estuvo en la redacción de Cuba contemporánea -la primera gran revista cultural del país del siglo XX y la de mayor alcance en el panorama editorial del momento-, y aceptó un té-homenaje que se le ofrecería en el hotel Inglaterra, durante el cual se leyeron poemas de la invitada. Tras el agradecimiento por las atenciones recibidas, y la mención particular a quienes la acompañaron en esos días, como la poetisa, bibliógrafa y pedagoga cubana Dulce María Borrero (1883-1945), Mistral dedicó sus palabras a la desunión latinoamericana y caribeña, a su juicio por causa de la falta de conocimiento mutuo, y a José Martí, entre otros temas. NACIONES RECELOSAS O INDIFERENTES Toda la desvinculación, la quebradura de esta América Latina en retazos de patrias recelosas o indiferentes unas de las otras, no tienen más razón que la falta de conocimiento, argumentó. Y asimismo puntualizó: “Los países que besa con su lamedura de sal y de ardor el mar Caribe, se aman, porque como los amantes que se hallan próximos, están mirándose a los ojos; México, Cuba, Santo Domingo, son hermanos de verdad, no de retórica”. Lamentó que “las patrias australes apenas conocen a estos países por el cristal del canto de sus poetas y por cosas menos felices: las noticias cablegráficas reducidas y grotescas”, para reclamar “la América una debe hacerse: escuelas, sociedades obreras, la prensa”. (Social, Agosto 1922:24/25) En Martí -a […]

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