Consternación y dolor provocó en todo un país el asesinato de la periodista Francisca Sandoval, joven reportera del medio comunitario Señal 3 de la Victoria, por un disparo mientras reportaba la marcha del 1 de mayo por el día del trabajador, en las cercanías del barrio Meiggs, en Estación Central. Un asesinato a sangre fría que enlutó no solo a la prensa, sino que a la democracia, donde una de sus principales características es velar por la libertad de expresión y el libre ejercicio de la profesión. Expresarse de manera libre, sin obstáculos y sin censura previa es esencial en un Estado democrático. Es el sello de una sociedad que facilita el ejercicio del cuarto poder: la prensa. Con el asesinato de Francisca Sandoval, se hiere la vulnerabilidad que sienten los ciudadanos, porque quienes tienen el deber de cuestionar a las instituciones, al poder e investigar, son vulnerados, dejando en desprotección a quienes acuden al Periodismo, para transparentar lo que ocurre en las calles, en los salones del poder y los conductos que facilitan la corrupción. Lo más probable es que sus asesinos fueran delincuentes comunes, quienes cada día tienen más poder y más motivos para temer a una prensa inquisitiva. Son urgentes las medidas para garantizar la protección de los periodistas en el ejercicio de sus funciones, porque facilitar su trabajo, no solo enaltece al Estado, sino que pone en primer lugar un derecho fundamental, que es cuestionar y relevar las principales preocupaciones y problemas de la sociedad, que son las labores que cumplen los medios de comunicación. Medios que también debemos cuidar y vigilar, para que nuestra democracia funcione. Ahora que algunos periodistas chilenos están cubriendo la guerra en Ucrania, arriesgando su vida para mantenernos informados, no puede ser que en una calle de Santiago, se corra el mismo peligro que en la periferia de Mariúpol. Mostrar la realidad puede ser peligroso, y hay que valorar el esfuerzo que los periodistas hacen, por visibilizar lo que otros desean esconder a toda costa. ¡Transparentar hasta que duela!
Francisca Sandoval
El fallecimiento este jueves 12 de mayo de Francisca Sandoval, periodista popular, asesinada por un rufián el 1 de mayo en el marco de las manifestaciones del Día Internacional de los Trabajadores, en el barrio Meiggs enluta no solo la conmemoración de una fecha histórica para los trabajadores y su lucha por la democracia, sino que es una constatación dramática de la violencia institucional, laboral y delictiva contra la verdad, contra el derecho de los chilenos a una información veraz, oportuna, comprometida con su destino y sus demandas. Al mismo tiempo es una acusación al ambiente de inseguridad que los enemigos de la democracia buscan imponer en el escenario político y social del país, al ver amenazados sus privilegios, el poder que detentado durante décadas en la institucionalidad política, económica y social, mediante la manipulación de la verdad de los derechos políticos y sociales de las mayorías nacionales y su rechazo violento de las demandas democráticas colectivas. Pero las circunstancias del ataque armado contra Francisca, cuyas últimas imágenes en el lugar la muestran premunida de un teléfono, reporteando los incidentes y baleos desatados por paramilitares que actuaban como matones encargados de seguridad de comerciantes ilegales constatan el vínculo cómplice de están bandas con fuerzas de Carabineros, entre ellos un oficial, que momentos antes del criminal asesinato, con el que dialogaba amigablemente, el autor de los disparos contra la periodista herida de muerte, quizás podría suponerse, para coordinar su accionar represivo contra los manifestantes y repartirse los roles de la acción represiva que tuvo tan trágicas consecuencias. Cabe recordar que en Chile la constitución de “guardias” armados para custodiar establecimientos, empresas, comercios y residencias privadas, están a cargo de Carabineros y deben cumplir determinados condiciones de seguridad, de manejo de armas, de conducta social, de antecedentes y obviamente no se puede tratar de delincuentes prontuariados, ni tampoco elementos extranjeros, cuyos antecedentes no pueden ser comprobados. Carabineros tiene la misión, la obligación de controlar la composición de esas formaciones armados, al servicio de civiles, conocer sus antecedentes y sus arsenales, métodos de entrenamiento, sus recursos técnicos y su equilibrio psicológico, su metodología y equipamiento, en resguardo de la seguridad de los que resulten “objetivos” de sus acciones. Fácilmente se puede especular que el “blanco” elegido vigilar en una manifestación masiva calificada como de “alto riesgo”, y conocida la preparación ideológica de algunos elementos policiales, sobre todo los preparados en Estados Unidos, o Colombia o Brasil, se basan en las doctrinas de la “Guerra Interna”, o la “lucha antisubversiva”, pudo haber sido una “molesta chica” con un teléfono celular o “cámara fotográfica” que pudiera testimoniar las fechorías de los uniformados o sus secuaces. El hechor del disparo es Marcelo Naranjo (41 años), alias “el pestaña”) y vive a pocas cuadras de la casa de Francisca Sandoval, en la Población La Victoria, lo que agrega otro elemento sospechoso al hecho. Y que a pesar de su prontuario de condenado por tráfico de drogas, y ser conocido como traficante de ermas, bien podría haberse convertido […]