Si bien le queda una semana para entregar la nómina, Juan Antonio Pizzi ya definió a sus 23 convocados de cara a la Copa América Centenario, la que se disputará en Estados Unidos el próximo mes. Son pocas las sorpresas dentro de ésta y sería mejor que hubiese más. Hace algunos años se viene hablando del imperativo recambio que debe hacer la selección chilena de fútbol, pues en un proceso que lleva nueve años, pasó de ser la más joven a la que posee el promedio más alto dentro de Sudamérica (28 años). La línea medular que contiene a los titulares indiscutidos del “equipo de todos” es sin duda el reflejo del éxito y la superación deportiva -y por qué no social-. Independiente del cambio de técnico a inicios de este año, la lista de futbolistas no ha variado radicalmente, tema que no preocupa por el hecho de que no se convoque a los más aptos u óptimos, sino por la falta de un desarrollo en términos de la suplencia y el fútbol joven. Llevamos bastante tiempo cosechando malos resultados en los combinados inferiores, los cuales aspiran a ser como los jugadores que estamos -implícitamente- nombrando. Este torneo, irrelevante por su origen, es la gran oportunidad de convocar a nuevos jugadores, realizar diferentes dibujos tácticos, manejar un abanico de oportunidades más holgadas y transmitir la experiencia práctica a los “nuevos” de la forma que más importa: dentro de la cancha. No hay dudas de que la Copa América Centenario es un producto mercantil, inventado por las grandes empresas que buscan una tremenda ganancia con los derechos televisivos, como los ingresos que conlleva organizarla en un país que derrocha exitismo en su modo de mostrarse al mundo. La crítica no implica excluir a todos los nominados que estén haciendo su trabajo de modo excepcional, sólo se exige la inclusión de baluartes que no se hayan visto anteriormente y que merezcan un puesto en la selección. No significa improvisar ni mucho menos restarle importancia al evento, pues si bien es intrascendente en términos de procedencia y nivel futbolístico, el carácter valioso que tiene se da por lo ya expuesto: las variantes. A partir del Mundial de Brasil 2014, la línea medular (entiéndase Bravo, Medel, Díaz, Jara, Isla, Vidal, Sánchez, Vargas y el que usted estime como tal) no ha tenido vacaciones, considerando que jugaron -y ganaron- la Copa América el año pasado y nuevamente son “privados” de su descanso. La medida que se ha solicitado no sólo a “Macanudo”, sino también en su tiempo a Sampaoli, busca proyectar un trabajo en vista de lo que le espera a la “Roja”: las 12 fechas restantes de las Clasificatorias al Mundial de Rusia 2018. Se comprende que en esos partidos es difícil innovar y probar. No obstante, como ya se “estableció” la nómina, habrá que seguir esperando. Aguardando tal vez la renovación en un futuro próximo, o una recapacitación del nuevo líder de un conjunto de hombres que pierde vigencia poco a poco, pero […]

La académica del Departamento de Psicología de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile, Claudia Zúñiga, explica en esta columna cómo se evidencia la contraposición entre centralismo y el arraigo regional en contingencias como la crisis por la marea roja en el sur del país. Plantea además que para mantener el equilibrio en las relaciones interregionales y entre la identidad regional y la nacional, es necesaria la generación de políticas públicas que consideren y potencien equitativamente a cada una de las regiones. No voy a referirme a la contingencia, de eso ya se ha dicho mucho. Quiero referirme al fondo, sobre eso se ha dicho menos, se ha pensado menos, se ha hecho menos. Chile es el país más centralizado de América Latina. Chile es el país más centralizado de la OCDE. Los recursos, las oportunidades y las decisiones, y por lo tanto, las personas, se concentran en la capital. Así, al mismo tiempo que el país destaca por un éxito sostenido a nivel de indicadores macroeconómicos, tenemos como contraste las grandes carencias que aún presenta a nivel local y regional. Por algunas décadas, un grupo escaso de académicos insistió permanentemente en la necesidad de avanzar en descentralización, sin lograr permear las voluntades de los tomadores de decisiones. Luego vino Magallanes, luego vino Aysén, luego vino Chiloé… Sólo cuando el problema del centralismo es puesto en evidencia a través de distintos movimientos sociales que desafían el orden establecido, empieza a haber algo más de eco en el mundo político, y hoy nadie niega que una de las grandes tareas pendientes en nuestro camino al desarrollo, es la descentralización y el fortalecimiento de las capacidades locales y regionales. ¿Y qué sabemos respecto a estos procesos? En base a más de 10 años de investigación científica sistemática sobre las identidades territoriales en Chile y su relación con procesos de movilización social, algo sabemos al respecto. Sabemos por ejemplo, que a pesar de que las regiones chilenas son de reciente creación (en comparación con el país, las provincias y las ciudades), de que son denominadas con números (¿cómo alguien podría identificarse con un número?), y que salvo escasas excepciones, no tienen gentilicios (¿cómo un conjunto de personas va a constituirse como grupo si no tienen siquiera como llamarse?), es decir, a pesar de que nuestras regiones parecieran ser un ejemplo de cómo construir territorios con los que sea muy difícil identificarse, los chilenos se identifican fuertemente con ellas. Estudios realizados en distintas regiones del país, confirman que la identificación con la propia región ocupa un lugar muy importante entre las identidades de los chilenos, y que estas identidades regionales se basarían, fundamentalmente, en una positiva valoración del paisaje, la cultura y la historia regionales. Independiente de las características geográficas del territorio, en todas las regiones las personas consideran que su región es la más hermosa del país, y en términos de las emociones asociadas a esta identidad, mientras algunos la experimentan con orgullo, otros la viven con ambivalencia, porque a […]

A pocas semanas de convocado el proceso constituyente lo cierto es que los chilenos han asumido un rol protagónico en el escenario político y social, v mal que les pese a algunos recalcitrantes enemigos de la democracia, el país está desarrollando sin duda un histórico proceso de participación ciudadana en torno a su futuro. Convocados a un proceso constitucional, en busca de una Carta Magna que de cuenta de la realidad, de las demandas democráticas y de progreso social, los ciudadanos, han asumido con entusiasmo el desafío, superando su desconfianza legitima en la clase política y dejando de lado las reticencias con que la Derecha y El Mercurio, los Piñera, los Edwards o los Larraínes y otros han intentado sabotear la iniciativa. En esta etapa inicial lo que interesa es que se escuche la voz colectiva, mayoritaria, y sobre todo organizada, de los ciudadanos, que constituye el poder y la legitimidad de la democracia. Esta es la única fórmula para, no solo expresar las demandas nacionales, ciudadanas, sino para corregir las insuficiencias o dificultades que puedan darse en un proceso inédito, de aprendizaje en el escucharse, en una discusión hecha con respeto. La extrema derecha insiste hasta ahora en negarse a la evidencia de la voluntad nacional de cambios, de la necesidad  de las reformas, y rechazan con altanería y dogmatismo a figuras de su propio entorno que con pragmatismo instan a mostrar una dosis de realismo. La contradicción clave sigue siendo entre la democracia y sus enemigos, entre los partidarios de la participación ciudadana y los que siguen temiendo al pueblo soberano, y siguen intentando deslegitimar, caricaturizar y sabotear la demanda de una nueva Carta Magna. El gran objetivo nacional, patriótico, es el logro de un acuerdo constitucional que dé cuenta de lo que la sociedad nacional precisa, en calidad de normas jurídicas de convivencia, de derechos sociales e individuales, de marco institucional para una ciudadanía empoderada, participativa y protagónica, para un Chile democrático, justo, soberano. La responsabilidad, derecho y deber, que no podemos eludir, en nuestra calidad de ciudadanos, es participar, opinar, tomar la palabra, tomar partido, ya sea individual como colectivamente en la instancia social que nos corresponda, en el cabildo y en todas las tribunas a nuestro alcance, para que con el aporte de todos lleguemos a la formulación de acuerdos y propuestas comunes. La vieja Constitución, impuesta por la dictadura militar derechista que asaltó al poder el 11 de septiembre de 1973,se implantó manu militari y con la complicidad de algunos “expertos” subordinados a la bota castrense, un modelo política y cultural fascista, neoliberal en lo económico y ultraconservadora en lo valórico. Es decir es un instrumento dictatorial, antidemocrático, ilegitimo de origen y de ejercicio, que se ha mantenido por el chantaje, que simplemente no resiste las exigencias del siglo 21. La Constitución debe ser el marco jurídico fundamental que se de democráticamente la ciudadanía para regir la vida política y social de la nación, representando los intereses, necesidades, demandas, derechos y deberes, proyectos y […]

Al revés de lo que podría pensarse, la marea roja que convulsiona las costas chilenas, desde la región de la Araucanía hasta el límite sur de la región de Los Lagos, abarcando varios centenares de kilómetros con su destructiva extensión, no es una marca comercial ni un eslogan para una campaña electoral. Es un fenómeno medioambiental que daña a los pescadores artesanales, a los buzos y recolectores de orilla y a las comunidades del borde costero, significando un durísimo golpe a sus economías familiares y una aguda incertidumbre frente al futuro. La marea roja esta encadenada al calentamiento global, cuyos efectos son devastadores en algunas zonas del planeta que cambiaran en forma decisiva sus condiciones de vida. La reciente Conferencia de las Naciones Unidas, en Diciembre pasado, nos ha convocado a tomar conciencia de la gravedad y magnitud del cambio climático como un reto que abarca a la humanidad en su conjunto. En efecto, los avances científicos y tecnológicos permiten que la humanidad genere hoy productos y materiales imposibles siquiera de ser pensados hace un par de siglos. De ese fenómeno se habla a diario en millones de páginas y ediciones. Pero, ese mismo despliegue obliga a la emisión de contaminantes y partículas en suspensión que siguen en la atmósfera indefinidamente, a la puesta en marcha de millones y millones de motores y otros medios que generan temperatura y al empleo de combustibles que, sumados a los anteriores, han elevado la curva de crecimiento del calor que reciben la atmósfera y los océanos, al punto de provocar en ciertas regiones amplios derretimientos de hielos y aumento del nivel de las aguas, y en otras zonas sequías y descertificación. En suma, los humanos en el proceso social de producción liberan fuerzas que no se orientan o conducen con criterios de racionalidad y justicia, liberadas esas energías al entorno durante ya varios siglos de una intensa explotación que se realiza a diario, han creado una nueva realidad medioambiental ignorada o menospreciada muchas décadas, pero ya imposible de desconocer por sus consecuencias planetarias. Ello obliga a una nueva mentalidad, se trata que el Estado democrático logre encauzar las formidables fuerzas productivas que en siglos los seres humanos han sido capaces de concebir y crear, las que también se han acumulado en Chile, por la estabilidad democrática que ha permitido un buen promedio como crecimiento económico en el país. La civilización humana dejo atrás las hambrunas y epidemias que le asolaron durante la Edad Media, hoy es capaz de entregarse a sí misma una cuota de alimentación y salud, comodidad y seguridad para vivir, que durante milenios no tuvo; sin embargo, ese mismo avance ha ido configurando un nuevo riesgo de alcance global, un desequilibrio ambiental que puede llevar a la humanidad a sufrir el resultado de un colapso ecológico que afecte a largo plazo sus condiciones de vida. En Chile, se peca de imprevisión ante este nuevo desafío que enfrenta la humanidad. La rudimentaria escuela prusiana de Pinochet y el grupo golpista, así […]

La crisis política es reveladora del espantoso atraso cultural de una gran parte de la elite brasileña, sobre todo sus representantes en el Poder Legislativo. El golpe de estado, disfrazado de “impeachment”, contra el mandato de la presidenta Dilma Rousseff, tiene su itinerario marcado por el odio al proyecto que más cambió las condiciones de vida de la población, valorizó nuestra soberanía y elevó el Brasil en el concierto de las naciones. Esa gente también ha destilado altas dosis de misoginia y discriminaciones. Misoginia es el machismo exacerbado, asentado en la creencia medieval de la incapacidad de las mujeres en realizar aquello que algunos creen que solo los hombres pueden: ejercer poder, por ejemplo. Los misóginos tienen la convicción – y la divulgan sin parsimonia – que las mujeres solo deberían ser bellas, recatadas y de su casa, jamás de la calle, de la vida pública, de la lucha política por derechos esenciales. Hay algunos que quieren que la política, hecha por los hombres, sea territorio exclusivo de ellos. Prueba de eso fue la agresiva advertencia hecha por el diputado Alberto Fraga a la diputada Jandira Feghali, en una sesión ocurrida el año 2015 cuando denunciaba la agresión física del  diputado Roberto Freire: » Mujer que participa de política como hombre y habla como hombre, también debe ser golpéada como hombre», dice Fraga. O sea, si ella tuvo la osadía de igualarse a ellos, en la visión del diputado, es legítimo que un hombre recurra al antiguo uso de la fuerza bruta para mostrarle quien puede más. La presidenta Dilma siempre rayó fuera del trazado del femenino mitificado que dociliza y fragiliza a las mujeres. No es de “su casa”. Es de los números. Dilma es economista, con larga trayectoria en cargos públicos estratégicos, que muchos hombres quisieran tener en sus currículos. Valiente, enfrentó a la dictadura militar de 1964. No se inclinó a los dictámenes de sus torturadores, ni ante el verdugo coronel Ustra, hoy saludado con sádica nostalgia por uno de sus socios, el diputado Bolsonaro. Pero la historia tiene ironías. Por dos veces más de 50 millones de brasileños transformaron a Dilma presidenta y comandante en jefe de las Fuerzas Armadas. Dilma es poco allegada a llantos y lamentaciones. Es una mujer enérgica. Los que la critican por esa característica no conocen la historia de Maria Quitéria, Anita Garibaldi, Dina do Araguaia o de quilombolas del tipo Maria Tereza do Quariterê e Zeferina, heroínas en la guerra. La prensa que critica a Dilma por su dureza, elogiaba a la primera ministra del Reino Unido, Margaret Thatcher – la dama de hierro – que en 1982 aplastó a los argentinos en la guerra de las Malvinas, admitiendo inclusive usar armas atómicas contra el país. La bravura de la británica era vista como virtud por miradas acometidas de un cierto complejo de perro quiltro. En el teatro del absurdo que se transformó la Cámara de Diputados, en la irreal sesión realizada el día 17 de abril, 367 diputados votaron […]

El caso Luchsinger-Mackay no ha dejado a nadie indiferente. Un aspecto tiene que ver con la vulneración al derecho a la vida de este matrimonio, pero otro muy distinto es el trato comunicacional que le han dado, marcando el acento en que los supuestos victimarios -11 procesados- serían de origen Mapuche. ¿Y si fueran de origen italiano, se habría dado la misma tónica de enjuiciamiento? Basta con recordar que en el caso de Luciano Pitronello, no se aplicó la Ley Antiterrorista, y eso que protagonizó un atentado a una sucursal bancaria y le estalló el artefacto explosivo en las manos. Sin embargo, fue condenado a seis años de libertad vigilada. ¿Por qué los medios de comunicación no se ensañaron con él?, ¿será porque su apellido no es Mapuche sino italiano?, ¿o acaso en los medios se habló del joven, repitiendo una y otra vez, que es descendiente italiano? En palabras de Thoreau, “bajo un gobierno que encarcela a cualquiera injustamente… el sitio que ha provisto para los espíritus más libres y menos sumisos son sus prisiones (…) es allí donde encontrarían al indio que vino a denunciar las injusticias cometidas contra su raza”. El hombre tiene el derecho a negarse a obedecer al gobierno y resistirse a él cuando su tiranía sea enorme e insoportable. La desigualdad continúa ultrajando al Mapuche, el cual solo busca lograr la plena autonomía de su pueblo, pero según el epicentro del poder político esto es un delito y, por ello, no les basta con encarcelar al Mapuche, sino que quieren crear, además, un sistema de control  de identidad y detención preventiva, algo que se transforma en un procedimiento especial para el Mapuche. Lo digo, porque no vemos las mismas acciones con los narcotraficantes que tienen autonomía total en algunos sectores de la Región Metropolitana y tampoco hemos visto solicitud de aplicación de la Ley Antiterrorista a los empresarios condenados por quemar sus propios camiones para cobrar seguros y culpando de estos atentados al pueblo Mapuche. Hay pocas diferencias entre el antiguo imperio romano y el nuevo, que designaron como República. En efecto, son una institución esencialmente aristocrática, formada por una reunión de pequeños déspotas, dominando a una multitud de esclavos, mantenidos en la más absoluta sujeción de masas, mediante sus palabras cliché de igualdad, libertad y justicia, esperanzas e ilusiones, jamás alcanzadas. Víctor Hugo decía que “si se deja que el alma permanezca en tinieblas, el alma caerá en pecado. El culpable no será aquel que cometa el pecado, sino el que ha provocado las tinieblas”. Los que hacen la política en el seno de la sociedad chilena han provocado las tinieblas desde el genocidio de la mal llamada Pacificación de La Araucanía hasta las últimas huelgas de hambre, que son el síntoma, no el problema, de una enfermedad llamada discriminación. Se trata, indiscutiblemente, de acciones reivindicativas que nacieron de los crímenes que cometió el Estado contra el Pueblo Nación Mapuche, donde asesinaron a más de 850 mil personas, lo cual es más grave aún. Entonces, cuando piden que el Mapuche actúe de acuerdo a la ley, deberían aclarar a qué ley se refieren, porque a la luz de los hechos históricos y contemporáneos, sin duda, el Mapuche actúa en […]

En una significativo e interesante  cambio de  estrategia  el empresariado chileno  ha decidido participar en el proceso constituyente puesto en marcha por iniciativa del gobierno y posicionarse en la discusión  en  torno a la reforma  de la Carta Magna, en la adecuación de sus principios, fundamentos y  articulado a la realidad de un país, de una sociedad que demanda más democracia, mas progreso social, más justicia, más oportunidades, más participación. La Confederación de la Producción y del Comercio (CPC), la máxima organización del empresariado chileno, y en cuyo Comité Ejecutivo participan los presidentes de las seis ramas nacionales,  acordó “incentivar” a sus asociados a participar en el proceso constituyente, y  en particular en los cabildos y encuentros que contempla  su cronograma. Las entidades empresariales  acordaron además desarrollar un proceso de capacitación de sus asociados,, con información  teórica y práctica, elaboración de propuestas  y temática a expresar en la discusión, el  sistema de valores e intereses a defender, así  como una acción política a desarrollar en las diversas instancias de participación que contempla el proceso. La plataforma que llevarán los empresarios a la discusión  es la defensa de la economía  de mercado, la  “libertad de emprender”,  la libertad de empresa,  el resguardo del derecho de propiedad,  la mantención del Estado subsidiario,  entre otros temas. Obviamente esta participación, como lo apuntó el presidente de la Sociedad de Fomento Fabril, SOFOFA,  Hermann von Mühlenbrock,  no significa que no persistan  en sus ataques  al gobierno de la presidenta Michelle Bachelet  en materias tales como el desempleo, el crecimiento, la productividad,  o al proceso de reformas en marcha, la “incertidumbre” del mercado, etc o que algunos  no cejen en sus intentos  de  desnaturalizar o deslegitimar la propia idea de la reforma , como  lo dijo el gerente general de Besalco, Paulo Bezanilla (“No sabemos cuál es el problema. Nadie ha dicho que es lo que tiene de malo la Constitución (actual)”. o  la actitud netamente confrontacional del ex presidente de la CPC,  José Antonio Guzmán , para quien  la incorporación de las entidades empresariales al proceso constituyente “es una necesidad frente a los anuncios refundac ionales”. De todas formas la derecha política y el empresariado, han tomado en cuenta, con evidente pragmatismo, que la mayoría  ciudadana expresada  abrumadoramente en las encuestas se pronuncia de manera creciente por una nueva Constitución, y ha decidido participar en rl proceso  de participación abierto por el gobierno. No hay que descartar, sin embargo que la intención final- tal como se perfila en la Derecha política, que tampoco puede evitar el proceso-  sea la de  generar una estrategia e instancias de  confrontación política que busque frustrar o erosionar mediática y socialmente el proceso constituyente y  lo que se busque es generar un bloque de “cabildos”  que  en realidad participen de una estrategia de  deslegitimación  política. Una intención de este tipo es el que parece  estar detrás de la decisión de instalar Cabildos “propios”, por parte de l  derechista partido Renovación Nacional y su plataforma digital,   Cabilderos.cl , cuyo objetivo es  […]

Este jueves 5 de mayo, miles de estudiantes de todo chile demostramos una vez más que el movimiento estudiantil secundario sigue vivo y que ya somos más de diez generaciones las que, gracias a las movilizaciones, hemos ido cambiando la cara de un país profundamente desigual, en donde, el modelo neoliberal y la ley del más fuerte, dominan todos los pilares de funcionamiento del modelo político y económico. Hoy como Coordinadora Nacional de Estudiantes Secundarios demostramos claridad en nuestras demandas y nuestros objetivos, le hicimos entender a la ciudadanía que Chile requiere urgente una reforma estructural al modelo educativo chileno y  que es este año de una vez por todas terminaremos con el legado de la dictadura en la educación, y que frente a la represión excesiva de Carabineros de Chile responderemos en las calles a punta de movilizaciones. Sabemos que el movimiento estudiantil ha tenido intervalos de mayor y menor intensidad en nuestras movilizaciones, lo que es habitual en cualquier movimiento social que busca avanzar y que no descansará hasta erradicar la injusticia y la desigualdad. Como estudiantes secundarios, tenemos el profundo convencimiento que este año debe ser un año decisivo en la lucha popular, lo que ya está irradiando a diversas organizaciones, sindicatos y movimientos sociales que compartimos un mismo anhelo: hacer de Chile un país de iguales, realmente democrático,  con descentralización efectiva y con participación activa de la ciudadanía en la construcción de un nuevo modelo desarrollo que beneficie a todas y todos, y por sobre todo en la construcción de una reforma educacional que realmente garantice que terminaremos con la precarización de nuestra Educación Pública. Sabemos que la lucha es difícil, de largo aliento y sumamente compleja, en una sociedad tan fragmentada, donde impera la desconfianza, el abuso y la falta de autocrítica de nuestros representantes que, a pesar de estar profundamente cuestionados y con niveles de apoyo por el suelo, no han sido capaces de entender que las movilizaciones y descontento ciudadano no se detendrán hasta superar la herencia de la dictadura militar. Este año 2016 es clave para determinar el rumbo de nuestro país en los próximos años. Necesitamos que el movimiento social vuelva a tomar protagonismo, para dejar muy claro a toda la clase política que la inmensa mayoría de los chilenos no soportamos más el abuso de los grandes empresarios, que la transición a la democracia se terminó y ya no sirve gobernar “en la medida de lo posible”, que hemos inaugurado un nuevo ciclo político, donde la urgencia es realizar reformas profundas que nos permitan recuperar Chile para los chilenos y dejar de regalar nuestros recursos y nuestro trabajo a un puñado minoritario de empresarios que siguen defendiendo sus granjerías y privilegios. Por una nueva constitución, por la desmunicipalización efectiva de los establecimientos educacionales, por el cambio de financiamiento a la educación pública, por la estatización de todos nuestros recursos naturales, por una descentralización efectiva del poder político y económico, por una nueva reforma laboral con poder efectivo para los sindicatos, […]

Bruto finale. El ex-genio dorado de los “Hijos de Pinochet” ha comunicado su autoexilio alegando que le “duele Chile”, aparte de ciertos problemillas tributarios. Por estos mismos días el jefe del clan más poderoso ha hecho el ridículo en las “redes sociales” y otros se han quejado que nadie los quiere. Uno de éstos, que desde sus tiempos mozos de conspirador golpista apadrinó al autoexiliado y hoy oficia de mandamás de la exempresa pública que el ahijado agradecido le adjudicó al privatizarla, ha manifestado en lenguaje vulgar y agresivo su preocupación de lo que puede ocurrir si un aumento del desempleo hace estallar el descontento popular. El asunto es profundo. Una élite ilegítima que pretendió eternizarse mediante la fuerza bruta y sus secuelas está avizorando su ocaso inevitable. ¿Qué les depara el destino? Ser reemplazados por la élite moderna que, incluyendo a muchos de sus propios hijos, es el resultado de un siglo de transformaciones sociales y hoy buye dinámica e inquieta bajo la costra rentista que ellos representan y a ojos vista está siendo aventada por la poderosa marejada popular en ascenso. La élite empresarial y social chilena, los “Hijos de Pinochet” como los bautizó un periodista talentoso, están experimentando por vez primera en carne propia el desprecio y rechazo generalizado de la ciudadanía. Siempre estuvo allí pero no les alcanzaba, amordazado por el temor y su aura de poder intocable alimentada constantemente por su monopolio de medios de comunicación. Sólo ahora empieza a manifestarse abiertamente y a veces en forma estridente. Bien merecido lo tienen porque lo que hicieron tras el golpe militar es imperdonable. Recuperaron violentamente, por mano ajena promovida por una potencia extranjera, la hegemonía que sus padres y abuelos habían perdido del todo tras ejercerla con cierta legitimidad por más de un siglo. Nunca fueron una élite legítima, por lo cual pretendieron prolongarla principalmente mediante la fuerza bruta y sus secuelas, lo que no dura mucho tiempo como ahora están comprobando. Los “Hijos de Pinochet” no son una élite legítima porque nunca han cumplido con los requisitos esenciales para ello, no han dado el ancho por así decirlo. No han satisfecho el requisito esencial de organizar la producción y reproducción social de la manera más avanzada que resulta posible en cada época histórica. La mayor parte de sus ingresos no los obtienen de contratar masivamente la moderna mano de obra urbana que es el fruto de un siglo de transformaciones en el país, para producir bienes y servicios que se vendan en mercados competitivos, como hacen todas las élites modernas legítimas. Ellos obtienen la mayor parte los suyos de la renta de los riquísimos recursos naturales del territorio, que se han apropiado mayormente sin pagar un peso. Como si no les bastara, se coludieron para obtener cuasi rentas monopólicas en casi todos los demás mercados. Han orientado las políticas del Estado en función de sus intereses de rentistas, que no coinciden con los de los auténticos capitalistas ni la mayoría de la población. No cumplen […]

Sin que casi nadie se diera cuenta se inició el Proceso Constituyente. La primera constatación es la escasa y confusa información que ha precedido a este momento. Y no es porque no se hayan dispuesto recursos y campañas para instalar el itinerario. Simplemente el mensaje del “Constitucionario” y otros mecanismos similares no se ha entendido, porque se han dicho muchas cosas pero no las más importantes. ¿Cómo, por qué y de qué manera participar? Por un lado el Consejo de Observadores, en el que hay una clara mayoría de integrantes de la derecha, ha conducido el debate desde la paranoia y la desconfianza absoluta, amenazando continuamente con boicotear el proceso y generando todo tipo de trabas burocráticas a la participación masiva. Por ejemplo, afirmando que los funcionarios públicos, sin distinción ni nivel de responsabilidad, no podrían participar, retardando las definiciones de procedimiento, acortando los tiempos de consulta, etc. Pero en rigor, el temor y el recelo a la participación no ha sido patrimonio del Consejo de Observadores. Parece que los organizadores del proceso no quisieran animar a la participación, por el diseño mismo que han implementado. Partiendo del hecho de no clarificar el sentido y el efecto político que esperan generar. En rigor, más que un Proceso Constituyente, los cabildos locales, provinciales y regionales se deben entender como procesos prelegislativos. Estos encuentros lo que hacen es preparar el proyecto de ley que la presidenta enviará al Parlamento a fines de año, que contendrá los elementos centrales de un nuevo proyecto de Constitución. Pero el momento constituyente mismo se ha desplazado para el gobierno y el Congreso que entrarán en funciones en marzo de 2018. El método elegido por los técnicos de La Moneda ha desechado diversas experiencias internacionales presentadas por otros servicios al interior del gobierno y desde la sociedad civil. Estas propuestas alternativas no buscaban cambiar el carácter consultivo del proceso “prelegislativo”. Pero eran mucho más sustanciosas y abiertas en materia participativa. Al respecto Naciones Unidas ha logrado implementar durante los últimos veinte años una serie de consultas a escala global que han logrado garantizar a los participantes que su voz y sus demandas se vean reflejadas si logran una movilización consistente y persistente. Ello permitió arribar a la declaración y al programa de Durban (2001) contra el racismo. También se aplicó en el proceso de la asociación de Busan para una eficacia de la cooperación para el desarrollo (2012). Incluso en temas de alta conflictividad, y con enormes intereses geopolíticos cruzados, como es el caso del cambio climático, la ciudadanía ha logrado utilizar espacios de participación que no son despreciables. Los acuerdos de la XXI Conferencia Internacional sobre Cambio Climático, celebrada en París en 2015, no hubieran sido los mismos sin que hubiera existido una ventana de participación ciudadana que presionara y monitoreara las negociaciones. Todos esos procesos tienen en común reconocer que en la sociedad hay organizaciones vivas, sociales y políticas, que poseen propuestas y criterios propios, y esas posiciones están en conflicto y en discrepancia entre […]

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