Vie Sep 18 , 2020
En un editorial del 3 de mayo del periódico francés Le Monde se hace un análisis acerca de cómo la crisis producida por el coronavirus ha transformado el entorno geopolítico global. En la publicación se señala que Estados Unidos ha perdido el liderazgo mundial y que el orden internacional creado al final de la segunda guerra mundial «ya no se adapta a la realidad del equilibrio de poder del siglo XXI«. El vespertino parisino aprecia que este sistema ya era frágil antes de la pandemia, aunque reconoce la opinión de aquellos que estiman que lo era incluso antes, es decir desde el momento en que se produjo el fin de la guerra fría. También valora que estos hechos, a los que suma la emergencia de China “desequilibraron gradualmente” el orden bipolar, dando paso a uno de carácter multipolar. En este contexto, el editorial establece que la unidad de Europa no resistió el golpe propinado por la pandemia, toda vez que no fue capaz de dar una respuesta solidaria con los miembros más afectados. Así mismo, el artículo deplora el “egoísmo” de algunos países que han optado -en la práctica- por restituir sus fronteras poniendo en riesgo “dos pilares de la Unión Europea”: el espacio Schengen y el mercado único. Finaliza diciendo que a pesar que Europa cree en el multilateralismo está siendo “abandonada por Estados Unidos, codiciada por China, fría con Rusia», por lo cual si desea tener una participación protagónica en el mundo de la post pandemia, debería comenzar por restablecer su organización interna. Tres días después de la publicación de este editorial, se realizó de forma virtual la reunión cumbre de la Unión Europea (UE) conducida desde Zagreb, Croacia, país que ocupa la presidencia rotatoria de esa alianza. A pesar que el tema principal fue la lucha conjunta contra el coronavirus y las medidas a tomar para la recuperación económica del conglomerado, no se tomó ninguna resolución que indicara la voluntad de los 27 por ampliar su membrecía, a la que aspiran 6 países de los Balcanes. Los esfuerzos desesperados de Serbia para aceptar ser incluida en la organización regional europea ha llevado al presidente de ese país Aleksander Vučić a contradictorias opiniones que han ido desde la aceptación en marzo de este año de que “la solidaridad europea no existe” y que “solo China nos puede ayudar” hasta la decisión ahora en septiembre, bajo influjo de Estados Unidos, de hacer un acuerdo comercial con Kosovo, país al que no reconoce, al mismo tiempo que ambos (Serbia y Kosovo) decidieran instalar sus embajadas en Jerusalén, violando una resolución de Naciones Unidas. Tal vez este hecho sea sintomático, más que ningún otro, de la pérdida de brújula y de los desvaríos de Europa en materia internacional lo cual ha repercutido en la merma de su prestigio y la pérdida de posicionamiento y protagonismo en el escenario global. Su indefinición identitaria que la ha llevado a ir abandonando su vocación europeísta para ir asumiendo una de carácter atlantista que la subordina […]