Por Marcel Garcés Muñoz Finalmente la Cámara de Diputados y Diputadas de Chile designó este lunes 7 de noviembre- o eligió, por decirlo en términos formales, a su Presidente, cargo que recayó en el parlamentario, el diputado liberal, Vlado Mirosevic, de la coalición oficialista Socialismo Democrático, poniendo fin así a un episodio deleznable y vergonzante de la historia  parlamentaria contemporánea en que se expusieron desvergonzadamente las carencias éticas del actuar de muchos sectores de la política tradicional chilena y donde hubo negociadores del gobierno (negociadoras, más bien dicho) que lograron poner en orden  el escenario, y llegar a un resultado aceptable al incordio generado en una de las entidades supuestamente “claves” de la institucionalidad administrativa del país  y hacer como si nada hubiese pasado y que se volvía a la “normalidad” parlamentaria. Y en definitiva volver a los abrazos, las sonrisas, declaraciones y discursos grandilocuentes, un legislador vociferante con hálito alcohólico mediante y una descalificación de los contrincantes – ajustada a derecho, habría que decirlo- a los que se caracterizó como “jauría”. Lo cierto es que se trata de un episodio como para la vergüenza pero no para el olvido. Culmina una triste maniobra política, de la peor ralea, con un guión miserable y actores inescrupulosos, claro que autoproclamados como “honorables”, algunos que se ufanan de  representantes de la ciudadanía, que escenificaron durante semanas una burda farsa, cuyas consecuencias éticas y morales no serán fácilmente olvidadas. Y que son parte de la crisis de confianza que ofrece la  clase política, – es decir una parte  sustantiva del llamado Poder Legislativo- ante la nación entera, la Opinión Pública, la ciudadanía, que asiste atónita a un espectáculo que se trasmite en TV, y que es financiado por el Erario Nacional. La historia se inicia con el acuerdo comprometido y suscrito en marzo pasado- hace  ocho meses atrás- por los partidos  de Gobierno ( Apruebo Dignidad y  Socialismo Democrático), la Democracias Cristiana y el llamado Partido  de la Gente-, de elegir en la testera de la Cámara de Diputados a la legisladora comunista, Karol Cariola. El acuerdo fue posteriormente- y con diversos argumentos  que no lograron ocultar el anticomunismo, pero sobre todo el desconocimiento de la palabra y el honor empeñado, fue violentado, desconocido y descartado, por parte de la DC y del PDG. Y llevo al PC a  bajar la postulación  de Cariola. Se trata de un episodio  vergonzante que mancha la historia política de sus protagonistas, al ofrecer,  parlamentarios, partidos y medios de comunicación un espectáculo miserable, de falta de pudor, del incumplimiento de un compromiso, de desvergüenza y hasta de miserable puesta a la venta de su conciencia. Pero de pronto surgió la impudicia, el odio político, el clasismo oligárquico, el viejo anticomunismo, y , más que los patéticos prejuicios machistas, una actitud que el pueblo chileno  ha definido siempre con meridiana claridad, y quizás no vale la pena consignar, para no herir sensibilidades ajenas. Pero lo  cierto es que los que firmaron, acordaron  e incluso se felicitaron de ofrecer la presidencia de la Cámara de Diputados, a Karol y al PC y luego ocultaron la mano de […]

Jan Cademartori, Académico Universidad de Antofagasta, Magister en Economía y Doctor en Desarrollo UC Lovaina, Bélgica. En estos días se ha entregado una propuesta del Gobierno sobre el sistema de pensiones. En la primera parte de este artículo se resume lo que se conoce de la propuesta. En la segunda parte, explicamos la diferencia de fondo entre un “sistema de reparto” y un sistema de capitalización individual. En la última parte, la medular, abordamos el tema del financiamiento de un “sistema de reparto” con base en un estudio que acabamos de terminar.   No se conocen los detalles de la propuesta del Gobierno, pero parte de ella, plantea aumentar gradualmente la tasa de cotización, con cargo a un aporte patronal. Con lo recaudado por esta mayor tasa, se mejoraría a las actuales pensiones que estén debajo del promedio. En esta parte de la propuesta, hay una semilla de “sistema de reparto”.   En el resto de lo cotizado, la parte mayoritaria de la cotización, el 10,5%, se mantiene el sistema de capitalización individual que existe hoy, solo que el dinero sería gestionado por dos tipos de instituciones. Sería rentabilizado por empresas privadas distintas a las AFP y se agregaría una agencia estatal para competir con ellas. El resto de las actividades, tales como pagos, cobranzas, atención al cliente estarían centralizadas en una institución pública con el objeto de bajar las comisiones que cobran las AFP.  Cabe entonces preguntar por qué se insiste en preservar las bases del sistema de capitalización individual. Probablemente hay razones de debilidad en la correlación de fuerzas políticas, pero ellas están influidas por el debate técnico económico. En este debate técnico económico, se ha sostenido que un sistema de reparto o colectivo, sería inviable porque se vería amenazado por el envejecimiento de la población.  Supuestamente, con el paso de los años, hay menos trabajadores que cotizan en comparación al número de pensionados, lo cual desfinanciaría a largo plazo un sistema de reparto.  Para verificar, entregamos las conclusiones de nuestro estudio sobre el tema. Hemos comparado la recaudación por cotizaciones que es dable esperar en los próximos veinte años contra el aumento en el número de pensionados que es capaz de financiar. Es justamente el modo como operaría un sistema de transferencia intergeneracional (STI), mal llamado sistema de reparto. De las cotizaciones de quienes actualmente trabajan, se obtiene el financiamiento de los que actualmente están pensionados.  En cambio, el actual sistema chileno, deja un remanente estructural sin repartir en pensiones. De acuerdo a las estimaciones del economista Manuel Riesco, en todos y cada uno de los 490 meses transcurridos desde la dictación del DL3.500, hace 41 años, las cotizaciones recaudadas han más que duplicado el monto total de las pensiones pagadas por el sistema. Por ejemplo, este economista nos recordó que el Fondo partió con 108 billones de pesos en el año 2016; ingresaron durante ese año 14 billones, egresaron solo 7 billones para pagar pensiones. Es decir, quedó en el fondo la mitad de los ingresos.   Según nuestro trabajo, […]

Ganó el 13, a pesar de su ancestral anatema. El gran líder progresista Luiz Inácio Lula da Silva logró su retorno a la presidencia de Brasil, algo que parecía (al decir de muchos) imposible solo unos años atrás, cuando estaba injustamente en la cárcel o liberado pero aún sufriendo el tremendo descalabro político que afectó al PT y en sentido general a la izquierda brasileña Por José R. Oro, colaborador de Prensa Latina Lo logró en base a sus aciertos propios y de su partido y de las múltiples debilidades del ahora presidente saliente Jair Bolsonaro. Si pudiéramos viajar 4.5 años al pasado y hacernos entonces una pregunta: ¿Crees que Lula volverá a ser presidente de Brasil?, la respuesta de casi todos seria “muy improbable” o “imposible”. En aquel momento, abril de 2018, Lula comenzaba a cumplir una ridícula y sanguinaria condena de 12 años de cárcel por atribuida y nunca probada corrupción que muchos pensaron que ponía el punto final no sólo a su carrera política, sino a su vida misma. Tenía 72 años de edad. El Tribunal Supremo brasileño la anuló en 2021 por “errores en el proceso” pero en realidad se debió a la protesta mundial ante ese clarísimo acto de Lawfare fascista y Lula, ni corto ni perezoso, ganó este domingo un balotaje presidencial con 50,9% de los votos contra 49,1% del actual mandatario, lo que le representó una clarísima e indisputable ventaja de 2.1 millones de sufragios. Hoy con 77 años, el insigne dirigente obrero e izquierdista Lula se apresta a volver el 1 de enero al cargo de presidente que ya ejerció de 2003 a 2011. A mi juicio, hay cuatro factores claves que explican por qué el líder del Partido de los Trabajadores (PT) venció al ultraderechista Bolsonaro en medio de una gran polarización política, muy semejante a la que sufre hoy Estados Unidos, que serían: 1) Los magníficamente elaborados “Lineamientos del Programa de Reconstrucción y Transformación de Brasil 2023-2026” de su campaña. Gran nivel de detalle y de obligaciones concretas para superar los problemas. Es decir, la preparación para que sean puestos en la vida de la sociedad, que sean cambios implementables, que vayan más allá de ser virtuosos deseos y generosas intenciones. La segunda es que ha sido y está siendo sometida a discusión y propuestas por parte de todo el pueblo antes de convertirse en el programa del cambio y del futuro gobierno. Este último aspecto fue de esencial significación, la vanguardia como el vocero y la fuerza motriz de ejecución de la voluntad del pueblo. Los cambios se producen esencialmente de abajo hacia arriba, para que sean posibles y sostenibles. El objetivo de la victoriosa coalición “Vamos Juntos Por Brasil” o de la “Esperanza” no es solo la victoria electoral en sí misma, sino sobre todo, un proyecto que reconstruya a Brasil en el presente y lo transforme para el futuro. El horizonte es la creación de un proyecto justo, solidario, sostenible, soberano y creativo por un Brasil de […]

Algunos años atrás en América Latina se daba un fenómeno que parecía prometer grandes cambios político-sociales: en prácticamente todos los países, desde México hasta la Patagonia, había un calor contestatario que abarcaba distintas dimensiones, con movimientos revolucionarios armados de fuerte base social que buscaban la revolución socialista. Se vivía un clima de «progreso social», de confrontación o, si se quiere -según un discurso conservador de derecha- «un momento de rebeldía generalizada». Marcelo Colussi, colaborador de Prensa Latina La Revolución Cubana de 1959 y el heroísmo inspirador del Che Guevara con su mística guerrillera constituían un faro para las grandes masas populares, o más aún, para grupos que se erigían en vanguardias militantes, intentando conducir el descontento de esas protestas. En ese clima, diversos movimientos populares, sindicales, campesinos, juveniles, barriales, incluso católicos de la Teología de la Liberación, buscaban nuevos derroteros post capitalistas. Había una fuerte postura anti-sistema. Luego de Cuba vino la revolución nicaragüense, mientras que Centroamérica ardía con guerras revolucionarias, y en distintos países de la región se respiraba un clima de cambio. Un fenómeno similar se vivía en otras latitudes del planeta, con la liberación del yugo colonial en el África, los socialismos árabes que iban expandiéndose, un inspirador Mayo Francés en 1968 y la Revolución Cultural en China, que significaba el rechazo de las pesadas rémoras de la antigüedad. Parecía que el socialismo estaba cerca. Se pedían varios Vietnam para incendiar el mundo, desembarazándose de las cadenas imperialistas. Entonces llegó la represión monstruosa de la derecha. Las clases dominantes de cada país, a través de sus ejércitos y con el apoyo de Washington, dominador indiscutible en la región latinoamericana, para las décadas de los 70/80 del siglo pasado emprendieron fuertes campañas contrarrevolucionarias para acallar ese espíritu transformador que flotaba en toda la zona. La represión fue tremenda, sin dejar un solo espacio de los territorios sin convulsionar. La Doctrina de Seguridad Nacional, centrada en el combate a muerte del «enemigo interno», fue el elemento dominante en esa estrategia contrainsurgente, con militares latinoamericanos preparados por Washington en su tristemente célebre Escuela de las Américas. Después de la última revolución socialista en territorio de Latinoamérica, la Sandinista de Nicaragua en 1979, la derecha continental ajustó las tuercas. Las montañas inconmensurables de cadáveres y los ríos de sangre que se registraron, atemorizaron largamente. Las torturas y las cárceles clandestinas no eran caprichos de militares psicópatas, ávidos de sangre: eran parte de una muy estudiada política de contención del comunismo. Pedagogía del terror, se la llamó. En otras palabras: una estrategia para que nada cambiara en la arquitectura social: los ricos con sus propiedades y sus lujos, los ejércitos defendiéndolos, la Iglesia católica bendiciendo la situación, y las grandes mayorías populares trabajado para mantener los esplendores de los primeros. Que nada cambie: si para eso fue necesario algún «exceso» en la represión, dios lo sabría perdonar. Esos procesos represivos, más o menos similares en todo el continente guiados por los manuales de operación estadounidenses, marcaron la historia: la organización popular que […]

Dn. Luis Corvalán Lepe, uno de los políticos chilenos más importantes del siglo XX, enseñaba que todo proyecto de ley incluye aspectos positivos, sin embargo, si al evaluarlos en su conjunto resultan lesivos para el pueblo trabajador, hay que rechazarlos sin vacilar.  Sin duda hay aspectos valorables en el proyecto de reforma de pensiones anunciado por el gobierno. Como aumentar el monto y cobertura de la denominada pensión garantizada universal (PGU), la compensación a mujeres y un modesto beneficio definido como proporción de cotizaciones, también que el Estado asuma la gestión de cobros, pagos y parte del fondo, Pero debe rechazarse en su conjunto porque no acaba sino agrava el desvío de cotizaciones y subsidios previsionales al ahorro forzoso. Al contrario, propone aumentar este abuso a costa del pueblo trabajador activo y jubilado,  y el fisco. Por añadidura, obliga a todas las personas jubiladas a traspasar la propiedad de su fondo al oligopolio de aseguradoras privadas que han profitado de embolsarse la mitad de sus cotizaciones a lo largo de 41 años.  Como demuestran la teoría y la práctica chilena de cuatro décadas, dicho desvío conduce a la creación de un gigantesco fondo de salarios para financiar empresarios, a costa del pueblo jubilado  y el fisco. Es la causa exclusiva de las bajas pensiones y principal del déficit y endeudamiento fiscal, y de la regresividad del sistema tributario. Para acabarlo hay que derogar el DL3500 que le dio origen y asegurar que a partir de ahora se destinen en forma íntegra, exclusiva, directa e inmediata, al pago de pensiones, reconstruyendo el sistema público de seguro social.  El incremento de la tasa de cotización debe ser rechazado de plano, es aumentar un impuesto al trabajo que afecta salarios y empleo, aunque lo desembolsen los empleadores. Durante muchos años ello no será necesario para pagar pensiones dignas, porque con las tasas actuales se recauda más del doble de lo que cuestan las pensiones contributivas. Permiten así elevar sustancialmente su monto y también su número de modo de jubilar a todas las personas, especialmente mujeres, que han postergado su jubilación habiendo cumplido la edad legal de retiro, la que tampoco se debe elevar. Ahorra al mismo tiempo al fisco los cuantiosos subsidios que financian la mayor parte de estas pensiones. El aporte tripartito de los empresarios debe implementarse de inmediato, pero debe consistir en asumir la mitad del descuento que hoy se recorta de los salarios brutos.  El así llamado fondo de pensiones es la medida precisa del abuso, puesto que hoy refleja exactamente el excedente corriente de  cotizaciones y subsidios menos pensiones pagadas por el sistema, menos otros beneficios y retiros netos, incluidos los “10%”, acumulados desde su creación. La ganancia neta del fondo se ha reducido a cero, tras perder el fondo en pocos meses la mitad de sus ganancias brutas, reduciendo éstas a una suma inferior a las comisiones y primas netas cobradas por el sistema AFP, acumuladas ambas desde 1981.   El fondo sólo sirve a los empresarios que lo […]

Latinoamérica, tras largos años de derrotas políticas, como también de capitulaciones de gobiernos en ejercicios medrosos, timoratos, a la hora de ejecutar las políticas transformadoras comprometidas, incapaces de contrarrestar la marea ultraderechista que se había dado en nuestro continente, recobra hoy algo de esperanza con el triunfo de Luís Inázio Lula da Silva. Triunfo obtenido en la segunda vuelta presidencial celebrada en Brasil el pasado domingo 30 de octubre. Efectivamente nuestra América del Sur, transitaba por una marea de ultraderechismo, que no sólo gobierna para la clase dominante política, empresarial, económica y que en la lucha cultural, ideológica se apoya en el enorme poder mediático que posee. Una derecha que relega, permanentemente, a un segundo plano, las relaciones entre nuestros pueblos. Un marco donde la izquierda, el progresismo o como deseen denominarlo los sociólogos, teóricos y hasta anarquistas institucionales, incapaces de gobernar y cumplir con los programas ofrecidos en las campañas y cediendo, finalmente, al chantaje de los poderes mediáticos, empresariales, con el temor constante de recibir críticas desde Washington y Bruselas.  Una Latinoamérica sometida en gran parte – sólo considerando la última década – a una derecha retardataria, arcaica, contumaz en sus ideas de  restar protagonismo al estado, que en Chile se expresó con Sebastián Piñera. Argentina con Mauricio Macri como presidente. Perú, con la seguidilla de mandatarios, que tuvieron que salir de Palacio Pizarro con sus bártulos y sus delitos. Colombia con administraciones ligadas fuertemente al paramilitarismo y el narcotráfico. Un Ecuador que salió de una práctica de revolución ciudadana al ejercicio político invalidante del converso Lenin Moreno. Y, claramente un Brasil que cayó en las manos de Jair Mesías Bolsonaro: un ex capitán de ejército, misógino, negacionista de los crímenes cometidos por la dictadura militar brasileña y aliado estrecho del sionismo y con ellos grupos cristiano-sionistas que han adquirido enorme poder en el gigante sudamericano.  El triunfo de Luis Inazio Lula da Silva significa, que duda cabe, el surgimiento de una luz de esperanza a una Latinoamérica sumergida, largos años, en procesos desintegradores de nociones y prácticas de Unidad frenadas. Esto, unido a una socialdemocracia y grupos más a la izquierda, que necesitaban respirar algo más que sueños de progresismo y tener un referente potente en el plano de liderar el proceso de integración que requiere nuestro continente. Tomo las propias palabras de Lula, al señalar que el principal objetivo de su política exterior será la integración regional, que en su opinión tiene como pilar el Mercado Común del Sur – Mercosur – pasa luego por el resto de Suramérica y se amplía a toda América Latina, para tender puentes con África.  La historia política de Lula permite sostener, que su abanico de relaciones también significará acercar posiciones con China, Rusia y la República Islámica de Irán y convertirse en un baluarte del apoyo a Palestina en Latinoamérica. Recordemos, que bajo su mandato, Brasil reconoció un Estado independiente de Palestina dentro de las fronteras de 1967. A principios de este año 2022, Lula pidió que se apoyara […]

Por Marcel Garcés Muñoz Sin duda la filtración en setiembre pasado, de 400 mil documentos del Estado Mayor Conjunto (EMCO) de las Fuerzas Armadas chilenas, con el rótulo de “confidencial”, “secreto” y “ultrasecreto”, constituyó un fuerte golpe a la confiabilidad del organismo que agrupa a los organismos de inteligencia de las Fuerzas Armadas del país y ejerce una coordinación de toda la llamada Comunidad de Inteligencia Nacional. De acuerdo a las informaciones la operación, realizada por un grupo de hackers que se identificaron como “Guacamaya” expuso comunicaciones, mails institucionales, con destalles de la doctrina, tanto dentro del país, de las instituciones y de la política exterior y del accionar  en áreas sensibles de la Defensa Nacional, como la ciberseguridad, el sistema de monitoreo de comunicaciones satelitales en las fronteras, y programas para almacenar datos de inteligencia. El accionar de los hackers abarcó por lo menos cinco años. El daño provocado contempla informes del Comando Conjunto Norte y del Comando Conjunto Austral, además de la labor correspondiente de los Agregados de Defensa chilenos en todo el mundo, cuya magnitud no se ha informado, pero permite suponer el perjuicio. Hasta allí se comprende la alarma y preocupación de los círculos castrenses y del gobierno, porque evidencia una falla grave de la seguridad de la operación y conducta de la inteligencia militar nacional y de su incapacidad e ineptitud en garantizar la reserva y prevención de daños en un área tan sensible de la Defensa Nacional. Pero hay un aspecto que no ha merecido la atención que se  requiere y que representa una falla grave de la doctrina  y practica que se expone por parte del accionar de los  servicios de inteligencia castrenses y de la Comunidad de Inteligencia en general, en relación a la ciudadanía y sus derechos, a la institucionalidad democrática, y revelan un peligroso comportamiento respecto de la política interna y facultades de los todos los chilenos. De los pocos documentos puestos en conocimiento por los medios de comunicación, llama la atención la mantención como hipótesis de trabajo, y como “objetivos” (o será como “¿enemigos?”) de investigación de la “inteligencia”, de personeros y partidos políticos, sociales, juveniles, líderes de pueblos originarios y otros “sospechosos”. La pregunta es evidente ¿forma parte del accionar de la labor de la Inteligencia Militar considerar una parte de la ciudadanía como “enemigos“  de los marcos de un concepto de “Guerra Interna”?, los mismos conceptos que puso en práctica la dictadura militar derechista, empresarial, neoliberal,  subordinada al Pentágono y la Casa Blanca, de Augusto Pinochet?. ¿Cómo se explica que la Inteligencia militar haya vigilado  incluso el funeral del periodista, poeta y cantautor nacional, escritor, Patricio Manns, fallecido el 2021, y entregado luego al informe correspondiente? ¿Cómo se explica la vigilancia de líderes mapuche en la región  del sur del país, como consta en los informes correspondientes, y lo que dijeron algunos jefes navales de su lucha, e incluso la amenaza del uso de las armas en contra de manifestantes. ¿Es una labor honorable espiar (perseguir) a […]

Por Víctor Osorio Reyes* El mundo tiene las miradas puestas en el proceso electoral en curso en Brasil. Por su enorme importancia económica, cultural y política, resulta evidente que los resultados de la pugna por la Presidencia tendrán un impacto más allá de las fronteras del país más extenso de América del Sur y el quinto del mundo, que además es el séptimo más poblado de la Tierra y la mayor economía de la región, considerado como una potencia global emergente y una potencial superpotencia. Para la extrema derecha se torna fundamental la reelección de Jair Messias Bolsonaro​ pues representaría una confirmación de una gobernanza que se ha caracterizado por todas las vulgaridades ideológicas postfascistas: desde los intentos de relegitimación de la dictadura brasileña y el negacionismo de las violaciones a los derechos humanos; la exaltación de la violencia para regular la convivencia social; el desprecio por la ciencia, lo que dio como resultado una catastrófica gestión de la pandemia del COVID–19; y las recurrentes críticas a unas imaginarias “ideología de género” y “agenda globalista”, que no son más que excusas para justificar su repulsa, por ejemplo, a las plataformas feministas y ecologistas. Así, no resulta sorprendente lo consignado por el diario “El País” de España el pasado 22 de octubre: “La ultraderecha estadounidense tiene el ojo puesto en las elecciones brasileñas”. Para los demócratas progresistas, una victoria presidencial de Luiz Inácio Lula da Silva y de la coalición que encabeza el Partido de los Trabajadores (PT) sería un paso adelante en la consolidación del denominado “nuevo ciclo progresista” en América Latina, a partir de la proliferación de gobiernos de izquierda y progresistas en la región, y –sobre todo– en abrir un nuevo proceso de unidad e integración en la región. Estas notas comenzaron a escribirse en São Paulo, ciudad de Brasil en la que acompañamos la primera vuelta de las elecciones presidenciales el pasado 2 de octubre, al igual que en los comicios registrados en 2018, cuando se impuso Bolsonaro. En ellas hemos consignado las razones por las que consideramos que el curso más probable de los acontecimientos será una victoria de Lula y el progresismo en la segunda vuelta. Ello, sin perjuicio de no olvidar que toda elección tiene niveles de incertidumbre y que las certezas se obtendrán solamente en las urnas. 1. El cuadro de la primera vuelta Luego de la primera vuelta, los medios de comunicación de la derecha se han dedicado a destacar con entusiasmo la “sorprendente” y “enorme” votación de Bolsonaro, sobre todo tomando en cuenta –dicen– los pronósticos de las encuestas (a pesar que no es cierto que todos los sondeos estuvieran lejos del resultado). Sin embargo, no han colocado igual énfasis en los resultados mismos, que son un primer indicador fundamental del escenario político–electoral brasileño en curso. Según los datos oficiales del Tribunal Superior Electoral de Brasil, con el 100 por ciento de los sufragios escrutados de la primera vuelta, Lula logró el primer lugar un 48,43 por ciento con 57.259.504 votos, […]

Las redes sociales en Chile son el escenario de constantes batallas políticas en la que distintos actores buscan posicionar ideas. Algunas buscan eternizar posiciones de élites privilegiadas, alterando los hechos a través de las denominadas “noticias falsas”. Por Manuel Arismendi hispantv.com Durante el funcionamiento de la Convención Constitucional en Chile, distintas cuentas de redes sociales vinculadas a la derecha, y la extrema derecha, dirigieron sus mensajes contra el proyecto de nueva Constitución, siendo rechazado el 4 de septiembre de este año, lo que impidió iniciar cambios sociales estructurales. Caldo de cultivo para el consumo de noticias falsas lo conforma un panorama en el que 84 % de la población chilena no entiende lo que lee, según el estudio entregado en 2021 por el Consejo de la Cultura y el Centro de Microdatos de la Universidad de Chile. El acceso desde Internet a páginas webs, redes sociales y plataformas audiovisuales en Chile, al menos, en domicilios, bordea 68 %, según la Subsecretaría de Telecomunicaciones (SUBTEL), hecho que deja en desventaja al libro con respecto al consumo de noticias falsas, las que desde luego no poseen respaldos investigativos, máxime si la mayor parte de la población no posee comprensión lectora. Con la irrupción de noticias falsas, grupos de ultraderecha buscan validar en Chile ideologías extranjeras clonadas, como el Partido Republicano o el autodenominado “Team Patriota”, una copia de los seguidores de Donald Trump, quien tiene pendientes con la Justicia internacional. Manuel Arismendi, Temuco – Chile. Santiago de Chile, 27 de octubre 2022 Crónica Digital/https:/hispantv.com

Convencido de que el arte de envejecer resulta el de atesorar esperanza, el candidato Luiz Inácio Lula da Silva cumple hoy, 27 de octubre, los 77 años inspirado en buscar un tercer mandato presidencial en Brasil. Por Osvaldo Cardosa Corresponsal en Brasil Por sexta ocasión, el antiguo tornero mecánico, con la energía de 30 años, como se autodefine, enfrentará otro escrutinio el domingo 30 de octubre, en una segunda vuelta. Lo hizo en 1989, 1994 y 1998, y solo ganó en 2002 y 2006. El manipulado accionar de la desactivada operación judicial Lava Jato, encabezada por el otrora coordinador Deltan Dallagnol y el exjuez Sérgio Moro, resultó suficiente para apartar a Lula de las deliberaciones de 2018 y pavimentar el camino para el triunfo en urnas del mandatario de tendencia ultraderechista Jair Bolsonaro. Injustamente, según se comprobó en tribunales, el fundador del Partido de los Trabajadores (PT) permaneció 580 días en prisión política, entre abril de 2018 y noviembre de 2019. Más tarde obtuvo la anulación de sus condenas, lo cual le posibilitó recuperar los derechos políticos y colocarse en la carrera por el Palacio del Planalto, sede del Poder Político. Como era de esperar, el expresidente (2003-2011) sufrió luego una avalancha de imputaciones en juzgados, pero con el tiempo mostró la verdad libre de culpas y su inigualable pureza moral. Lula recobró su elegibilidad y registró además 26 impresionantes victorias judiciales en el Supremo Tribunal Federal. DE OBRERO A PRESIDENTE Nació en 1945 en una morada de dos habitaciones y suelo de tierra batida en la localidad de Caetés, estado de Pernambuco (nordeste). Sin luz, sin alcantarillado, baño o zapatos, el niño y su familia, en busca de fortuna como miles de otros brasileños, viajaron a Sao Paulo, donde comenzó a trabajar en el muelle de Santos para ayudar en los gastos de la casa. Errabundo a los ocho años y lustrabotas a los nueve, se convirtió en ayudante de tintorería en la adolescencia temprana. Empleado en una metalúrgica a los 14 años, fue admitido en el curso técnico de tornero mecánico. Hechizado con el tamaño y las posibilidades de la gran ciudad, Lula fue convencido por un hermano, militante del entonces clandestino Partido Comunista Brasileño, a frecuentar reuniones en el sindicato. Tornero mecánico y suplente de la dirección del sindicato, se casó a los 23 años. Dos años después, perdió a su hijo y mujer, embarazada de ocho meses, víctima de una hepatitis agravada por una anemia y la negligencia de los profesionales de la salud que la atendieron. Con Miriam Cordeiro, una de las novias, tuvo su primera hija, Lurian. Se casó por segunda vez con la también viuda Marisa Leticia, con quien tendría tres hijos (Lula también registraría al hijastro Marcos, retoño de la mujer que no llegó a conocer al padre biológico). En 1975, antes de cumplir 30 años, asumió la presidencia del sindicato. Más tarde ingresó en la política. Durante la dictadura militar (1964-1985) toda la oposición estaba reunida en el Movimiento Democrático Brasileño. […]

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Un café en una plaza con historia....

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