Cultura

Por Miguel Alvarado Natali Proyecto diablo es un monólogo creado por el actor Felipe Zepeda, el diseñador escénico Nicolás Jofre´ y el dramaturgo Marcelo Leonart. Que se está presentando en  el Teatro Mori Bellavista hasta el 22 de Enero. Su personaje está inspirado en esa icónica fotografía que se viralizo en redes sociales, de este hombre de anteojos de sol, traje y corbata tomando tranquilamente una bebida, mientras a su alrededor corrían manifestantes y carabineros en  Plaza Italia por los días del estallido social. El actor Felipe Zepeda, interpreta a un oficinista común y corriente, que nadie ve, pero que ve todo lo que pasa en este Santiago de la revuelta. Él es invisible como muchos otros, que los pasan a llevar a la salida del metro y en las escaleras. Entonces se va transformando en un testigo privilegiado en las manifestaciones, pero un testigo con rabia y miedo. Aparece de pronto la figura del diablo, que está inmiscuido en todo y en todos. Dentro de la cabecita de un Paco, pero también en la piedra de un primera línea. Cada bando ve al diablo al otro lado  de la barricada, entonces surgen del propio oficinista las interrogantes al público: qué nos pasó,  estuvimos de acuerdo con esto o sentimos miedo. La rebelión que se fue desencadenando en cada uno de estos anónimos e imperceptibles seres, queda de manifiesto en el personaje de Carmencita, empleada de uno de los Centros Comerciales del  barrio alto y que se siente menoscabada por ciertas clientas, mientras que su jefe pasa de abusador a acosador. Ella se revela y baja hacia su casa quedando envuelta en este nuevo estado de conciencia que se ha desatado en un Chile donde el diablo metió una vez más la cola. La escenografía es simple pero funcional. Una imagen de la estatua del General Baquedano – antes que Piñera la retirara de la llamada Plaza Dignidad- dos espejos que cuelgan del cielo, una silla, una lámpara y un guardarropía, nos conforman una atmósfera ideal donde el único actor se desenvuelve muy bien en todo el espacio escénico, pese a que tiene que hacer cambios de vestuario e interpretar otros personajes. Aquí Felipe Zepeda se muestra extrovertido y su interpretación es notable, a ratos desgarradora sobre todo en el papel de la abusada Carmencita o del estudiante que un perdigón lo dejó con un ojo menos. En definitiva Proyecto Diablo es un  monologo trágico, donde sus personajes bordean la tragedia misma de la vida cotidiana. Ese Chile que despertó, pero despertó junto al diablo, para levantarse en un solo cuerpo en esta lucha popular. El abuso de un jefe, las horas perdidas en la locomoción, la prepotencia policial, son solo pinceladas de un cuadro, que ya estaba mal pintado hace 30 años y que hoy se quedó sin ojos, sin general y sin caballo. Es una puesta en escena que desvela a ese chileno que nadie toma en cuenta, pero que estaba ahí con esperanzas en una nueva Alameda. […]

Por Miguel Alvarado Natali. Blackbird del dramaturgo escocés David Harrowen, es una obra que ya ha sido premiada y muy bien recibida en Bradway. Y ahora llega a la cartelera de Santiago a Mil 2022 en el Teatro Municipal de Las Condes. Con la actuaciones de Carolina Arredondo y Néstor Cantillana, quienes son dirigidos por el argentino Claudio Tolcachir. Los actores interpretan a una pareja que se vuelve a encontrar 15 años después de haber vivido una relación abusiva cuando ella tenía 12 años y él 40. Ray de 55 años interpretado por Néstor Cantillana, está a cargo de una bodega de mantención donde llega a visitarlo Una de 27, papel que recae en Carolina Arredondo. La joven viene a remover el pasado oscuro de Ray, quien hasta se ha cambiado de nombre, pero Una lo encontró a través de una foto en una revista con sus colegas de empresa. Aquí comienza a escarbarse ese recuerdo de niña inocente, pero a la vez enamorada que tiene Una de su niñez, cuando apenas tenía 12 años y ese trauma que le provocó  ese episodio, que la hace volver una y otra vez a ese instante en que fue abandonada en un cuarto de hotel. Una no para de interrogar y reprochar a Ray por ese abuso sexual y el por qué esa huída, cuando ella solo esperaba que él regresara con chocolates. “Te odié, te odié mil veces, te llegue a sacar los ojos”, le grita. En cambio Ray trata de justificar y explicar lo inexplicable. Su condena fue de 4 años de prisión, pero podrían haber sido 10, sí esta niña -luego de perder toda su inocencia- hubiera contado toda la historia, pero desde el principio lo defendió. El planteamiento de la seducción y ese encantamiento que Una provocó en Ray quedan agotados con las palabras desgarradoras de Una que le encara el por qué no puso atajó a esa relación y sin importarle sus escasos 12 años, dejándola, sola, sangrando y enamorada. Blackbird nos hace pensar en Lolita del director Adrian Lyne, de 1997, donde Dolores también tiene 12 años, pero ella nunca estuvo enamorada de su padrastro y el sexo era solo por interés. Acá en Blackbird se da esa locura de amantes adolescentes, pero sin perdernos que no lo son. El abuso sexual se ve menos dramático y bordea una especie de romanticismo entre los protagonistas. Será que de las confesiones que hace  cada uno de lo que pasó aquella tarde, se desprenda y sé entienda que quedaron unidos para siempre, aunque no se volvieran a ver nunca más. Entonces esto hace que no le podamos llamar a este triste y doloroso episodio, una violación. O tal vez el hecho de que ella al parecer siga enamorada hace menos grave el asunto, a pesar que ella es la víctima en todo esto. Con una escenografía un poco sobrecargada que recrea una bodega con elementos de mantención, que van desde tambores con algún tipo de solventes, ventiladores, escaleras […]

Por Miguel Alvarado Natali “La clausura del amor”, del dramaturgo francés Pascal Rambert (Niza, 1962), basada en la traducción de Coto Adanez y cuenta con la dirección de Alfredo Castro se está presentando hasta este domingo en el Teatro Municipal de Las Condes, en el marco del festival de teatro a mil 2022 y con la colaboración de Teatro La Memoria. De pronto en una pareja de años, con hijos y una historia de amor, es el hombre que inesperadamente decide poner fin a la relación, pero sus palabras y todo su argumento comienzan a derrumbarse frente a la respuesta de la mujer, que a la vez le demuestra lo decepcionada que está. Su director, Alfredo Castro hace la aclaración sobre los personajes, ya que la única exigencia de su autor Pascal Rambert, es que estos ocupen los nombres originales de los actores. Francisco Melo (Pancho) entonces interpreta a este hombre que se lanza en picada con un montón de razones para separarse. En tanto Daniela Lhorente, (Dany) que a su vez representa a una actriz, es la que se mantiene callada y solo escucha pacientemente. Se ríe a ratos, pero que cada palabra de Pancho la va dejando herida. Aquí no podemos hablar de un diálogo, ni una discusión de pareja, más bien lo que hay son dos monólogos, donde Pancho es el que parte ocupando la mitad del tiempo que dura el montaje. Y luego es a Daniela que le corresponde asumir esta especie de segundo acto, donde hace casi una defensa del matrimonio, pero con descargos que van matando ese ego prepotente de Pancho y que para el espectador viene hacer un planteamiento novedoso de cómo se da la culminación de algo que fue una verdadera historia de  amor y pasión, pero que ahora cada palabra, cada frase, no son balas, pero de todos modos matan. La escenografía es una sala de ensayo, con un par de cajones y dos sillas en cada extremo. La iluminación está muy bien lograda, creando una atmósfera perfecta de esa intimidad que se da cara a cara en una pareja, pese a que esta sea la clausura definitiva de lo que fue un amor apasionado. En tanto, hay que entender que estamos en presencia de un montaje que no es fácil de interpretar, primero por la fuerza que cada actor tiene que poner en el escenario – es plantear el resumen de esa carga emocional de años con la misma pareja- . Y segundo la capacidad del público asistente en aceptar una interpretación diferente y no la clásica pelea de pareja. Francisco Melo, no necesita presentación, su talento actoral en este drama sorprende con cambios expresivos notables, sobre todo cuando es él, el que está recibiendo la respuesta por parte de Dany a su Clausura del amor. Por su parte Daniela Lhorente, que la vemos 45 minutos sin decir ni una palabra, irrumpe con una energía desbordante, ella inmediatamente le da un quiebre a la obra, un respiro, donde su brillante […]

Se busca reunir, sistematizar y compilar la información dispersa referida a los edificios fundacionales de la UV, UPLA, UTFSM y PUCV. Reunir, compilar, exponer y asignar valor a la información y conocimientos que actualmente se encuentran dispersos respecto a las casas centrales de las cuatro universidades de Valparaíso es el objetivo del proyecto FONPAT 37788 “Resignificación patrimonial y salvaguarda de los edificios fundacionales 1928 – 1971”, elaborado por la Comisión Patrimonio Paisaje y Territorios del Consejo de Rectores de Valparaíso. Como se señala en la descripción del proyecto, financiado por el Servicio Nacional del Patrimonio Cultural con recursos del Fondo Nacional del Patrimonio Cultural, hasta el día de hoy no existe un registro sistemático y actualizado que asigne valor patrimonial a los inmuebles que constituyen el objeto de estudio, a saber, Edificio A de la Casa Central de la Universidad Técnica Federico Santa María, Edificio del Rectorado de la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, Facultad de Derecho de la Universidad de Valparaíso y Casa Central de la Universidad de Playa Ancha. “Si bien estos edificios representan tanto para la comunidad técnica, universitaria, comunidad en la que se emplaza la obra, como para la sociedad toda, un valor digno de ser salvaguardado y acrecentado, hasta el momento sólo se cuenta con información dispersa e incompleta, a la cual no se le ha asignado su valor simbólico, ni urbanístico, ni histórico, en tanto ellos representan hitos del sistema educativo terciario chileno y regional. Estos han influido en la constitución de los territorios y comunidades, tanto en sus relaciones sociales, culturales y económicas”, se explica. En lo concreto, el proyecto se abocará a la edición, diseño, producción y publicación de una exposición itinerante y un catálogo-libro que rescaten todo el valor de las obras arquitectónicas y que sistematice, registre y represente el valor patrimonial de los edificios a estudiar. Entre los objetivos generales del proyecto se indican: contribuir al rescate, salvaguarda patrimonial y a la conservación de la memoria histórica de los edificios fundacionales; difundir el conocimiento acumulado de cada edificio fundacional patrimonial entre la comunidad universitaria, centros de investigación, organismos públicos y privados, empresas y organizaciones, y también a sus públicos y entorno urbano inmediato; y sensibilizar respecto del valor patrimonial que los edificios fundacionales tienen para la ciudad. Dentro de los objetivos específicos se señalan: reunir, sistematizar y compilar la información dispersa referida a los edificios fundacionales de las universidades del Consejo de Rectores de Valparaíso (CRUV); generar un sistema de fichaje técnico y común a las cuatro universidades, que constate el valor patrimonial de los edificios fundacionales; y diseñar un sistema expositivo y divulgativo del proyecto, mediante una exposición itinerante y la edición de un catálogo-libro compilatorio. El proyecto será presentado oficialmente este miércoles 12 de enero, desde las 16 horas, en una conferencia de prensa que se realizará en el edificio CIAE de la Universidad de Valparaíso, ubicado en Blanco 1931 (esquina con Rodríguez). Santiago de Chile, 7 de enero 2022 Crónica Digital