Por Carmen Esquivel Sarría El proyecto del gobierno de la Unidad Popular, presidido por Salvador Allende, estaba encaminado a cambiar la estructura económica, social, e incluso política, de Chile, afirmó el politólogo argentino Atilio Borón, de visita hoy aquí. «La verdad es que fue un programa realmente revolucionario, aunque no fue dicho con esa fraseología», expresó en entrevista concedida a Prensa Latina el también escritor argentino, quien vivió y estudió durante algunos períodos en este país entre 1967 y 1973. Recordó que la estatización del cobre, muy importante para el desarrollo, se logró en el primer año del Gobierno de la Unidad Popular (1970-1973). Otras de las 40 medidas de esa administración fueron la reforma agraria, la sindicalización campesina, las mejoras en la educación pública, la nacionalización de la banca y del comercio exterior y la expropiación de la compañía telefónica estadounidense ITT (International Telephone and Telegraph). En política exterior, afirmó, Allende estableció relaciones diplomáticas con países como Cuba, China y la entonces Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) y apoyó los movimientos de liberación nacional en África y Asia. Es decir, aunque aparecía en su presentación como un programa muy moderado y modesto, realmente fue algo impresionante, dijo el sociólogo argentino, quien recordó que estas reformas fueron interrumpidas por el golpe militar del 11 de septiembre de 1973. Atilio Borón ofreció una serie de conferencias en Concepción, Valparaíso y Santiago de Chile en el marco del cincuentenario del quebrantamiento institucional. En su opinión, Estados Unidos venía gestando el cuartelazo desde mucho antes de que Allende asumiera la presidencia y esa obsesión se acentuó con el triunfo de la Revolución Cubana en 1959, porque Washington temía que una victoria de la izquierda chilena se convirtiera en un ejemplo para toda la región. Interrogado sobre si a medio siglo del golpe en Chile es posible su reedición en el continente, dijo Borón que no lo descarta, lo que sucede -dijo- es que la metodología ha variado. Pueden lograrse resultados bastante parecidos a través de campañas publicitarias o manejo de los medios para satanizar a un gobernante y crear condiciones para un ataque. Como ejemplo citó la tentativa de magnicidio contra la vicepresidenta argentina, Cristina Fernández, lo cual estuvo precedido por un par de años de campañas donde se le acusaba de todos los males y pecados que podían haber en el mundo. «Entonces hoy en día el cuartelazo puede ser una solución in extremis cuando todas las técnicas del golpe híbrido, del golpe blando, fracasan y ahí apelan a la salida militar», aseguró. Acerca de la situación actual en América Latina, consideró el politólogo que estamos en presencia de un nuevo ciclo progresista, mucho más moderado respecto al anterior, sin la presencia de grandes figuras y en un contexto global mucho más difícil que a inicios de este siglo. A esta nueva ola se han incorporado países como México, Colombia y Honduras, donde sus gobiernos tratan de superar las secuelas más terribles dejadas por el modelo neoliberal, señaló. Atilio recordó un […]
